Egypt and the Desert

John Coleman Darnell (2021).

Elements in Ancient Egypt in Context. Cambridge: Cambridge University Press, 110 páginas.
DOI: 10.1017/9781108900683
ISBN 978-1-108-82053-0 (Paperback)

Marcelo Zulian

Universidad de Morón, Argentina

John Coleman Darnell es Profesor de Egiptología de la Universidad de Yale, y uno de los mayores especialistas en el desierto egipcio. Además de otros proyectos, dirigió el Theban Desert Road Survey (patrocinado por la propia Universidad de Yale), dedicado a explorar rutas en el área de la curva de Quena y más allá, abriendo las puertas a un período de auge de la investigación del Sahara oriental que se prolongó al menos dos décadas (1990 y 2000). Fruto de su investigación fueron una serie de artículos, capítulos de libros y libros, de los cuales el trabajo que nos ocupa podría considerarse un compendio.

El libro es un tratado breve sobre los desiertos egipcios, y sobre sus influencias en el desarrollo de la cultura del valle del Nilo. Claramente no tiene pretensiones de introducir novedades disruptivas, sino más bien revisar nuestras ideas sobre los desiertos egipcios (el oriental y el occidental, adoptando el gusto egipcio por la simetría) y, tal vez, introducir dichos desiertos en algunas de las nuevas temáticas teóricas, particularmente las vinculadas al paisaje.

Aunque probablemente sería exagerado decir que este trabajo es la expresión de una “tesis” sobre los desiertos egipcios, sí se pueden destacar algunas ideas rectoras en el discurso del autor. Sin dudas, la más importante es su insistencia en que, en contra de una posición bastante generalizada entre los historiadores que sostiene que los desiertos eran ámbitos evitados y a los que sólo se accedía de mala gana –reinos de terror y caos–, los desiertos eran ámbitos plenamente integrados a la cultura y a la vida de los egipcios. Como él mismo señala,

lejos de ser una terra incógnita vacía, los antiguos desiertos egipcios eran regiones altamente interconectadas, entrecruzadas por senderos bien marcados y muy transitados, con numerosos asentamientos en oasis y campamentos en las alturas del desierto que revelan evidencia de los productos del comercio mediterráneo y del norte de África (p. 3).

Otros dos temas a los que el autor ha dedicado especial interés son el papel de los desiertos en la vida religiosa (capítulo 3) y en el desarrollo de la escritura (capítulo 4). De hecho, parecen incluso servir como avales de su posición a favor de un desierto plenamente integrado a la vida egipcia. Está bastante claro, por otra parte, que no se trata de una investigación que requiera de hipótesis de trabajo, sino de un trabajo que sirve para insistir en una hipótesis.

El trabajo está organizado en seis capítulos ubicados, extrañamente, sin solución de continuidad. No está claro si esto fue una decisión editorial o del autor. El problema es que los capítulos no tienen una continuidad temática, y esto hace que el diseño parezca dirigido fundamentalmente a ahorrar páginas1 (con un total de apenas poco más de 100). Asimismo, se puede verificar un desbalance entre los diferentes capítulos, con algunos muy extensos y otros muy breves.

Resulta difícil determinar a quién está dirigida la obra. Seguramente no a especialistas, más allá de que algunos abordajes puedan resultar de interés.2 Sin embargo, tampoco parece estar orientado al gran público: la poca cantidad y baja espectacularidad de las imágenes (algunos mapas y fotografías) así parecen indicarlo. Probablemente no cumpla otra función que la de formar parte de una colección.

Prácticamente una cuarta parte del libro está ocupada por la bibliografía, que tal vez constituya el elemento más valioso del mismo, ya que parece estar al día, tanto en lo que hace a los desiertos y a su relación con Egipto, como a los aspectos teóricos abordados. Curiosamente, no pude encontrar, en una revisión general, un solo título conteniendo la palabra “clima” (o cualquier concepto derivado), aspecto que tampoco ocupa un lugar destacado en la organización de capítulos. Apenas una referencia a la sequedad del clima en torno al 5000 a.C. (p. 2), que es aproximadamente cuando inicia el proceso de desertización que hoy conocemos. Cabe señalar, de todas maneras, que Darnell abordó tradicionalmente la cuestión del desierto como un asunto vinculado al desierto ya establecido, tal como lo conocieron los egipcios históricos. Y dado que, como se señaló al principio, esta obra constituye de algún modo un compendio de su trabajo previo, probablemente no eran esperables abordajes generalmente encarados por prehistoriadores (o historiadores que abordan períodos prehistóricos). Igualmente, el aspecto climático debería formar parte de un tratado general sobre los desiertos.

Como ya se señaló, el libro está compuesto por seis capítulos, que incluyen tanto la introducción como la conclusión. El primer capítulo, que sirve de introducción, se titula “La tierra roja” (The Red Land). En él se exponen las ideas generales del autor, y se describe la obra. El segundo capítulo, “Los desiertos y su administración” (The Deserts and Their Administration), proporciona una descripción cronológica de las interacciones egipcias con los desiertos circundantes, desde el período predinástico hasta el período romano tardío, enfatizando los desarrollos administrativos y la incorporación de regiones exteriores al estado egipcio. Se trata de un capítulo que ofrece pocas novedades teóricas, aunque con abundante información histórica en su más tradicional concepción. A pesar del tiempo transcurrido, creo que es más completo su trabajo de 2007 “The Deserts” (Darnell, 2007).

El tercer capítulo, titulado “El desierto como espacio numinoso” (Desert as Numinous Space), aborda el estatus ontológico del desierto, su identidad como paisaje numinoso3 y su estado liminal como conducto para la comunión con lo divino. Un aspecto interesante que aborda en este apartado es el paisaje desértico como entidad (3.2), pero como el resto de la sección, probablemente adolece de un exceso de libertad interpretativa, al acreditarle a elementos ya conocidos (objetos, inscripciones, etc.) un componente ritual o religioso que no es seguro: la mayoría de ellos puede igualmente interpretarse desde el aspecto político. Además, algunos argumentos resultan muy forzados, como su intento por darle “vida” al desierto comparando su superficie con la piel (pp. 44 y ss.).

En el cuarto capítulo, “Escribir y dibujar en el desierto” (Writing and Drawing in the Desert), Darnell recuerda que el sistema de escritura completamente desarrollado más antiguo que incorporó indicadores fonéticos de un idioma específico apareció, en su etapa de desarrollo, en el Alto Egipto alrededor del 3250 a.C. (Dinastía 0). Y el autor sostiene que el extenso corpus de arte rupestre predinástico en los desiertos oriental y occidental revela una evolución de la sintaxis iconográfica que culmina en la naciente escritura jeroglífica. Aunque la hipótesis puede ser discutida, cuenta con elementos que le permiten a Darnell desarrollar su idea con mayor seguridad.

El quinto capítulo, “Autopresentación de extranjeros en los desiertos egipcios” (Self-Presentation of Foreigners in the Egyptian Deserts), finalmente, examina muy brevemente las formas en que los extranjeros también se relacionaron con los desiertos, y amplía entonces el análisis a los desiertos del Sinaí y de Nubia. Aunque el capítulo es realmente breve (apenas cuatro páginas), es bienvenido por introducir un aspecto que pocas veces se toma en cuenta al momento de tratar el tema de los extranjeros: que algunos formaban parte de la maquinaria estatal egipcia y otros no, y, en lo que a nuestro tema se refiere, que todos deambulaban igualmente por los desiertos. De esta forma, la autopresentación de los extranjeros se torna en un asunto esencial para comprender la dinámica de los desiertos. Por último, el capítulo hace una también breve referencia al desarrollo de la escritura alfabética temprana a través de las interacciones de los egipcios y sus vecinos del noreste, algo que perfectamente podría haberse agregado al capítulo 4, y quizá dejar algún espacio más a un tema que merecía un mejor tratamiento.

El último capítulo, titulado “Conclusión” (Conclusion), es precisamente eso. Darnell vuelve a su hipótesis sobre que los desiertos de Egipto “no eran espacios pasivos y en blanco a través de los cuales los antiguos egipcios deambulaban a voluntad, ni eran páramos prohibidos perseguidos por monstruos espantosos” (p. 74). También destaca el papel de los desiertos como ámbitos donde los egipcios interactuaban con sus divinidades, así como la importancia que su control (sobre todo de las rutas del desierto) tenía para los gobernantes egipcios. Finalmente, Darnell expresa su deseo de que este trabajo “proporcione a los estudiosos de Egipto y del mundo antiguo en general un punto de partida para comprender las complejas interacciones de Egipto y el desierto”. A pesar de algunos comentarios críticos expresados arriba, creo que el objetivo está logrado, sobre todo por compendiar en una obra breve una gran cantidad de información, evitando así a los no especialistas que necesitan abordar la cuestión de los desiertos hacerlo sin tener que navegar por un confuso mar de artículos.

Bibliografía

» Darnell, J. C. (2007). The Deserts, en: Wilkinson, T. (ed.), The Egyptian World. Londres-Nueva York: Routledge, 29-48.


1 Para esta reseña se utilizó la versión digital distribuida por la editorial. Es probable que la versión impresa tenga características diferentes, aunque esto no debería incidir en la paginación.

2 Así lo indica la colección a la que pertenece: “El imperativo de la serie es utilizar terminología y enfoques fácilmente comprensibles para no-egiptólogos”.

3 Relativo al numen (deidad) como manifestación de poderes religiosos o mágicos.