Egypt and the Desert
John Coleman Darnell (2021).
Elements in Ancient Egypt in Context. Cambridge: Cambridge University Press, 110 páginas.
DOI: 10.1017/9781108900683
ISBN 978-1-108-82053-0 (Paperback)
Ezequiel Cismondi
Universidad de Buenos Aires, Argentina
Esta obra de John Darnell, tal como hace referencia el título, es un estudio sobre las relaciones que mantuvieron los antiguos egipcios con los desiertos oriental y occidental y con las regiones áridas circundantes (Baja Nubia, Libia y el Sinaí). En otras palabras, es un trabajo que desarrolla la historia y la arqueología del antiguo Egipto desde sus áreas periféricas inmediatas o su hinterland. La obra es publicada en el marco de la colección titulada Cambridge Elements: Ancient Egypt in Context, editada por G. Miniaci, J. C. Moreno García y A. Stevens, la cual promueve la elaboración de libros en un lenguaje comprensible, dirigidos a un público no especializado, sobre temáticas novedosas en el estudio del antiguo Egipto, haciendo hincapié en las que conectan al valle del Nilo con el mundo que lo rodeaba. Egypt and the Desert se encuentra disponible en formato papel o en PDF, cuya versión fue posible descargar de manera gratuita por un tiempo determinado.
Darnell presenta su libro como un resumen general de los principales trabajos realizados sobre la historia del desierto egipcio, especialmente los del propio autor (p. ej., Darnell, 2007; 2013; 2020, entre otros). Si bien algunas obras anteriores se habían planteado una tarea similar (p. ej., con respecto a las rutas que atraviesan los desiertos egipcios; cf. Förster y Riemer, 2013), lo cierto es que hasta el momento no se encontraba disponible una que abordara los principales temas que se trabajan actualmente sobre la relación entre el valle del Nilo y el desierto desde el periodo Predinástico hasta el periodo Romano. Por este motivo, puede afirmarse que este libro contribuye a llenar un área de vacancia en el conocimiento de la historia del Egipto antiguo.
Al ser un texto pensado en un formato “manual”, o como un resumen de temas, el autor divide el trabajo en seis capítulos en los que aborda diferentes aspectos de las relaciones históricas entre el valle del Nilo y los desiertos egipcios. Esto lo lleva a cabo analizando el espacio geográfico del desierto, la administración, la religión, las representaciones iconográficas y la escritura. Todos estos aspectos son analizados en cada periodo histórico, en los que destaca los principales cambios y continuidades en las formas en las que se vincularon los egipcios con el desierto.
El libro comienza con un Abstract en donde, de la misma manera que en un artículo de revista científica, Darnell resume brevemente la obra. En el primer capítulo, “The Red Land”, el autor desarrolla la idea de Egipto como un mundo de dualismos (orden-caos, tierra de cultivo-desierto, etc.). Se describen algunas características particulares de los desiertos egipcios, destacando la importancia de los oasis y de los diversos sitios que servían para encontrar minerales valiosos y para el uso logístico de las caravanas que lo atravesaban. Darnell menciona las rutas del desierto debido a su importancia en la comunicación entre el valle del Nilo, los oasis y las diversas fuentes de materias primas. Esto se lograba concretar a partir de la utilización de animales de carga como el burro y, a mediados del primer milenio, el camello. Asimismo, enumera algunas de las técnicas utilizadas por los investigadores para identificar y analizar las rutas egipcias (prospecciones directas, sensores remotos, sistema de información geográfica, etc.). En definitiva, el autor concluye que el desierto no es un espacio vacío inhabitado, sino que posee elementos atribuibles al desarrollo de la cultura egipcia.
En el siguiente capítulo, “The Desert and their administration”, el autor analiza la relación de los gobernantes egipcios con los recursos, animales y habitantes del desierto. Para ello, divide esta sección en función de diferentes periodos que Darnell considera que marcaron cambios en la forma en que los egipcios intervinieron en las regiones áridas. El primer apartado transcurre desde el periodo Protodinástico hasta el Dinástico Temprano, en donde se sugiere que el interés egipcio por el desierto se evidencia a partir del V milenio a.C. con la presencia de arte rupestre en dicha región y, posteriormente, con la aparición de diversos objetos arqueológicos contemporáneos al surgimiento del Estado en el Alto Egipto. Esto último se testimonia también a partir del arte rupestre y la concreción de las primeras expediciones mineras al Sinaí, junto al establecimiento de rutas de intercambio en el Alto Egipto e inscripciones que darían cuenta de cierta supervisión de la circulación de bienes y personas por parte de la realeza. Luego, durante el Reino Antiguo, menciona diversas evidencias de dominación egipcia sobre los desiertos, particularmente a partir de registros rupestres y de sitios nilóticos en áreas militares y mineras. Sin embargo, al final del periodo decrece el control de la realeza sobre algunas rutas, mientras que crece la importancia de las poblaciones locales, como las nubias, en el control del hinterland del desierto.
Durante el Primer Periodo Intermedio y el Reino Medio temprano, el autor observa un proceso de incorporación de las regiones y poblaciones del desierto a la sociedad egipcia. Los gobernantes egipcios comienzan a adoptar títulos que se relacionan con el control de las regiones áridas del Alto Egipto, por donde circulaban caravanas transportando minerales y otros bienes. A partir del Reino Medio tardío y el Segundo Periodo Intermedio se aprecia una administración bipartita del desierto y la aparición de poblaciones urbanas en los oasis del sur. En las expediciones al desierto participan diferentes colaboradores locales y se intensifican las actividades mineras en Nubia y en el Sinaí. El Reino Nuevo se caracteriza por la centralización de la autoridad egipcia en Nubia y por la supervisión de las actividades militares y mineras del faraón por elites de Kush. La relevancia de este periodo radica en que se modifica la relación que mantiene Egipto con los habitantes de los desiertos libios y nubios, ya que estos son integrados a la esfera de poder del faraón como tropas, participantes de festivales, etc. Finalmente, en los últimos apartados, Darnell desarrolla la historia de los desiertos durante el I milenio a.C. con la expansión de los caminos hacia los oasis y con el control de las rutas occidentales y orientales; y del periodo Romano, en donde se aprecia una mayor actividad minera y un aumento del tráfico de mercancías en el mar Rojo, al mismo tiempo que ocurren invasiones de poblaciones blemias y aparecen nuevos tipos de asentamientos a lo largo de las rutas de circulación.
En el tercer capítulo, “Desert as Numinous Space”, Darnell analiza los aspectos religiosos que subyacen a las regiones áridas egipcias en donde residían algunas de sus deidades. El autor aborda este tópico desde la arqueología del paisaje, ya que le asigna una gran importancia al espacio del desierto con su capacidad de vincularse con las divinidades egipcias y con los egipcios, quienes intervienen estos lugares a partir del arte rupestre y de inscripciones, lo cual genera diferentes formas de socialización con el desierto. De esta manera, el autor sugiere que el paisaje por el que se movían los egipcios constituía un cuerpo vivo, por lo que las personas interactuaban con el desierto como si fuese un sujeto. Darnell menciona que para los egipcios las riquezas minerales serían consustanciales con el cuerpo del desierto, o emanaciones de éste, ya que se consideraba que era un cuerpo divino cuya función era proveer de bienes agrícolas y objetos de lujo al mundo egipcio. Desde el Predinástico se da un proceso de atracción iconográfica que se manifiesta en las inscripciones en rocas del desierto occidental de Tebas, al mismo tiempo que se registra la presencia de sacerdotes y prácticas rituales. También se describen diferentes estructuras destinadas al culto (rocas, templos, hemispeos y mojones). Por último, se sugiere que los grafitis en el desierto habrían servido como testimonios de orden social y religioso.
Continuando con los temas relacionados a los aspectos simbólicos, en el siguiente capítulo, “Writing and Drawing in the Desert”, el autor sugiere que los orígenes de la escritura egipcia se hallan en el arte rupestre del desierto. En las prácticas artísticas del Predinástico se nilotizaba y socializaba el hinterland del desierto, reconciliando de esta manera los dos biomas egipcios y nubios por medio de símbolos. Estas imágenes en el desierto habrían reflejado eventos que ocurrieron en los dos ambientes, probablemente actividades de la elite. Diversos motivos iconográficos, tales como figuras femeninas en vasijas cerámicas asociadas con addax, figuras vegetales representando una mujer, jabirúes africanos con serpientes asociados a la victoria, motivos de animales salvajes como jirafas, etc., constituyen para Darnell disposiciones sintácticas que representarían la prehistoria de la escritura egipcia. De esta manera, el corpus iconográfico del arte rupestre habría interactuado con diversos íconos y cerámicas decoradas, permitiendo un diálogo sintáctico en el desierto. Posteriormente, la aparición de las primeras escrituras proto-jeroglíficas en la tumba U-j de Abidos y las inscripciones en roca de el-Khawy, darían cuenta del surgimiento de una paleografía estandarizada en Egipto. A partir de la Dinastía 0 comienzan a aparecer inscripciones con el nombre de Horus en caminos del desierto, lo que podría indicar su incorporación, junto a los productos que circulaban, a la órbita estatal.
Como se puede apreciar, los capítulos anteriores abordan la cuestión del desierto egipcio a partir de las evidencias y perspectivas producidas por las comunidades del valle del Nilo. Sin embargo, en el quinto capítulo, “Self-presentation of foreigners in the Egyptian Deserts”, el autor se propone abordar el tema del libro a partir de lo que podría ser la visión de los habitantes del desierto. Cabe destacar que este apartado resulta más breve que los anteriores. Se menciona que en la Baja Nubia se mantuvo una iconografía vinculada al poder similar a la del Alto Egipto, al mismo tiempo que el uso del hierático lapidario por parte de viajeros en Nubia y Egipto. Asimismo, hace referencia a la aparición de un proto alfabeto (proto-sinaítico) en inscripciones en rocas y en pequeños objetos en el Sinaí, probablemente utilizado por viajeros que atravesaron dicha región. De esta manera, el autor aborda problemáticas relacionadas con la escritura, pero queda vacante la posibilidad de pensar estas poblaciones locales a partir de su materialidad, es decir, de evidencias no vinculadas directamente al mundo egipcio.
Por último, en las conclusiones Darnell pone de manifiesto que el desierto no era pasivo ni un espacio en blanco para los antiguos egipcios, sino que, por el contrario, estos lo percibían como una entidad viva, con la que podrían interactuar en un diálogo de carácter visual. Al mismo tiempo que los egipcios socializaron con el desierto a partir del arte rupestre e inscripciones, crearon lugares santos en espacios liminares, en los cuales interactuaban con sus deidades. La iconografía del desierto conformó parte de los elementos que dieron origen al sistema de escritura jeroglífico, constituyendo testimonios de la temprana actividad estatal egipcia en la región. Luego del apartado dedicado a la bibliografía, en los agradecimientos el autor manifiesta haber tratado de encapsular en esta obra tres décadas de estudios sobre el paisaje, la administración y las actividades religiosas en los desiertos egipcios occidentales y orientales. El libro concluye con un breve texto sobre la colección de la que forma parte.
En su estudio de los desiertos egipcios el autor propone analizar las diferentes maneras en las que los habitantes del Nilo se relacionaron con las regiones áridas como si fuesen relaciones con otro sujeto. Es decir, desde una perspectiva posprocesual, la tesis de Darnell consiste en que los egipcios concebían al desierto como una entidad viva en donde yacían las divinidades, y las personas interactuaban con ella a partir de su vinculación con el paisaje, por medio de prácticas religiosas y artísticas.
El libro logra contener cierta cantidad de tópicos referidos a los estudios sobre el desierto egipcio, especialmente los que tienen mayor difusión en la actualidad. Si bien la mención de fuentes no conlleva un tratamiento profundo como el que se podría observar en sus trabajos anteriores, Darnell cita todas las referencias y obras donde sí se realiza dicha labor. Por este motivo, y en función de los objetivos más generales de la obra, esto no se convierte en un problema a la hora de leer el libro, ya que la posibilidad de consultar los textos específicos se encuentra disponible en la bibliografía. Asimismo, cada apartado contiene ilustraciones que son útiles para entender el contenido de los temas abordados.
Es interesante mencionar que no se aprecia un abordaje profundo de los aspectos sociopolíticos de los habitantes del desierto, como sí lo hace desde la perspectiva de las comunidades del valle del Nilo en la mayor parte del libro. Si bien es evidente que el corpus de evidencias materiales, epigráficas, rupestres, etc., es mayor en el valle y en los sitios del desierto elaborados por los agentes del Nilo, lo cierto es que también existen trabajos que logran estudiar estas regiones desde enfoques más periféricos, es decir, partiendo de las evidencias generadas por las comunidades de estos territorios e intentando estudiar la historia de estas regiones, su importancia en el desarrollo de las interacciones interregionales y los procesos de complejización social enfatizando las prácticas de sus poblaciones (p. ej., Gatto, 2006; Anfinset, 2010; Rosen, 2017). A pesar de esto, no se observa la inclusión de algunos de estos aspectos en este trabajo. De todas maneras, esto no le quita mérito al análisis realizado por Darnell, ya que, si bien existen algunos tópicos con menor desarrollo que otros, quizás por no ser investigaciones que el autor mismo haya llevado a cabo, consideramos que en función de los objetivos de la obra y de la colección a la que pertenece, el autor consigue presentar los principales temas que pueden ser de interés para quien desee conocer la historia de los desiertos a partir de la perspectiva de los egipcios.
En conclusión, el libro de Darnell constituye una obra fundamental de consulta para quienes trabajen aspectos de la historia del antiguo Egipto relacionados con sus desiertos. Al mismo tiempo, el abordaje integral de temáticas que se encuentran en discusión en la actualidad, lo convierte en un trabajo interesante para adentrarse en dichos debates y conocer nuevas perspectivas con la que se abordan las vinculaciones de los antiguos egipcios con el desierto.
Bibliografía
» Anfinset, N. (2010). Metal, Nomads and Culture Contact. The Middle East and North Africa. Londres-Oakville: Equinox Publishing.
» Darnell, J. C. (2007). The Deserts, en: Wilkinson, T. (ed.), The Egyptian World. Londres-Nueva York: Routledge, 29-48.
» Darnell, J. C. (2013). A Bureaucratic Challenge? Archaeology and Administration in a Desert Environment (Second Millennium BCE), en: Moreno García, J. C. (ed.), Ancient Egyptian Administration. Leiden: Brill, 785-830.
» Darnell, J. C. (2020). Origins of Writing in Northeastern Africa, en: Oxford Research Encyclopedia of African History. En línea: https://oxfordre.com/africanhistory/view/10.1093/acrefore/9780190277734.001.0001/acrefore-9780190277734-e-594. [Consultado: 30-7-2022]
» Förster, F. y Riemer, H. (2013). Desert Road Archaeology in Ancient Egypt and Beyond. Colonia: Heinrich-Barth-Institut.
» Gatto, M. C. (2006). The Nubian A-Group: A Reassessment, en: Archéo-Nil 16: 61-76.
» Rosen, S. A. (2017). Revolutions in the Desert. The Rise of Mobile Pastoralism in the Negev and the Arid Zones of the Southern Levant. Nueva York-Londres: Routledge.