El ejército romano en Egipto

Sabino Perea Yébenes (2020).

Madrid: Dilema, 344 páginas.
ISBN 978-84-9827-479-0

Agustín Moreno

Universidad Nacional de Córdoba, Argentina

Sabino Perea Yébenes reúne en El ejército romano en Egipto una selección de textos de su autoría para presentar una visión de conjunto sobre el tema que da nombre al volumen. El autor subraya que este es el primer libro sobre el tema en español (p. 18) y, en él, se dirige tanto a especialistas como a un público más amplio, a quien están destinados los apéndices finales (p. 17). Varios capítulos, se nos informa, ya habían sido publicados anteriormente –aunque no se nos dice dónde–, pero han sido revisados y ampliados para esta publicación.

La obra se abre con la presentación de Federico Lara Peinado, que hace un resumen del libro, seguida del prefacio del autor y sus doce capítulos, que trataremos abajo. Cierran el libro cuatro apéndices (“Gobernadores de Egipto”, “El calendario egipcio”, “Vocabulario básico” y “Cronología del Egipto romano”) y el apartado bibliográfico.

El primer capítulo, “El ejército romano en Egipto. Una síntesis”, es el más general y proporciona un marco a los temas que trata con mayor detenimiento y profundidad en los apartados siguientes. En esas páginas, se nos informa de las fuentes con las que contamos para el estudio de la provincia y se desarrolla la anexión de Egipto después de la batalla de Accio y la instalación de la administración romana, los funcionarios y sus tareas, el tipo de tropas, su reclutamiento y funciones, aspectos de la vida diaria de los soldados y de aquellos veteranos licenciados. Todo esto ejemplificado con citas de fuentes epigráficas, literarias, arqueológicas y papiráceas. Resulta interesante que el autor subraye las similitudes y diferencias con respecto de lo que sabemos de otras provincias del Imperio.

El capítulo segundo, “Campamentos y defensa del territorio”, estudia las legiones, tropas auxiliares y flota estacionadas en Egipto, sus movimientos y tareas dentro y fuera de Egipto, el origen de los reclutas y su papel en las guerras civiles, durante el Alto y Bajo Imperio. Asimismo, se detiene en las modificaciones que sufrieron las fuerzas militares como consecuencia de las reorganizaciones político-administrativas bajo Diocleciano y, posteriormente, bajo Teodosio I.

En el capítulo tercero, “Representación de un jinete romano”, el autor toma una pieza de terracota, “posiblemente” de Coptos (p. 105) y fechable entre los siglos II y IV d.C., como excusa para realizar algunos comentarios sobre aspectos militares en la provincia romana de Egipto. Dos cuestiones de este capítulo quedan poco claras para este reseñador. Primero, la falta de datación de los ejemplos citados en página 111. ¿Debemos asumir, al menos, que los ejemplos mencionados de El Fayum y el Horus-militar que se encuentra en el Museo del Louvre también son de época imperial tardía como los nombrados antes? Segundo, al analizar este último caso, Perea Yébenes sugiere: “La pieza otorga al jinete romano divinizado (o al dios metamorfoseado en soldado) un rol divino que eleva la profesión militar a ámbitos verdaderamente altos, comprensible únicamente en el mundo egipcio, donde se rendía culto al ‘Horus-del-Campamento’” (p. 111). La referencia bibliográfica a pie de página parece aludir sólo a este último culto. De todos modos, este lector queda dudoso. Si la explicación se refiere meramente a la cabeza de Horus, quizás no hacía falta el remate de la idea. Ahora bien, si lo que es “comprensible únicamente en el mundo egipcio” es la divinización de un jinete, uno esperaría un mayor desarrollo de la idea.

El capítulo cuarto, “Ejército y vida cotidiana en el Egipto romano en tiempos de Trajano”, resulta muy interesante por la selección de cartas que cita y los comentarios a las mismas que proporciona Perea Yébenes. El autor inicia el capítulo con una introducción, en la que nos informa sobre diversos aspectos del lugar de donde proceden estas cartas, la aldea de Karanis en la región del Fayum. A continuación, se detiene más extensamente en el corpus escogido, que corresponde a la época de Trajano. Algunas cuestiones problemáticas en el capítulo son: 1) La lámina II mencionada en p. 119, que contendría el plano de un templo, no parece figurar en el libro. 2) Resulta llamativa, en la misma página, la inclusión de un comentario sobre la representación de un soldado a caballo de época bajoimperial romana a renglón seguido de una precisión sobre colonias militares del periodo helenístico. 3) En las pp. 126-127, el autor parece incurrir en un contrasentido. Al comentar sobre una posible relación homosexual entre compañeros, afirma: “una relación homosexual que de existir debía ser disimulada, pues en el campamento tal circunstancia estaba prohibida y era castigada”. Ahora bien, la información de donde Perea Yébenes deduce la posible relación se encuentra en una carta de uno de los implicados dirigida a un superior para pedir que recomiende a su posible pareja (¡!). Esto merecería una explicación. Debemos suponer que, si nosotros podemos identificar tal tipo de relación, el tribuno destinatario del mensaje también debió hacerlo. 4) En el marco de un comentario muy interesante, el autor asevera:

conviene recordar que en la cultura de la escritura, y particularmente la epistolar, tanto el emisor como el receptor tenían que saber leer y escribir, y yo dudo mucho de que los soldados romanos del limes norte, y sus familias, tuviesen inculcada la costumbre de comunicarse por carta, como es el caso de los egipcios (p. 140).

Este punto merecería una aclaración o, al menos, referencias bibliográficas que respalden lo dicho. Aunque Perea Yébenes no lo relacione, quizás el lector pueda sacar algunas conclusiones al respecto consultando las pp. 203-204 y 248-249, donde se trata sobre las Tabulae Vindolandenses.

El quinto capítulo, como su título lo indica, se centra en “Las revueltas judías en Alejandría en los siglos I-II”. Después de señalar las causas de las mismas y las limitaciones para su estudio, el autor proporciona una selección de fuentes para iluminar diferentes aspectos de aquellos episodios y, en último lugar, de cómo eran recordados en una comunidad, Oxyrrinco, unos ochenta años después. En este último caso, se dice que además de la traducción se ofrecerá una transcripción (p. 175), pero sólo se da la primera. Esto hace que el lector pueda perderse cuando, durante el comentario posterior, el autor cita unos términos griegos que figuran en col. II, 3 (p. 176), porque no se cuenta con el texto griego, ni con la división en columnas en la traducción.

El capítulo sexto, “La dieta del soldado, el pan y la sal. Algunos documentos del Egipto romano”, presenta un compendio sobre la alimentación de los soldados y la consecución de los productos, cereales, etc. El último apartado se centra en el depósito de óstraca descubiertos por el Service des Antiquités francés en los años 1940-1941 en el Wâdi Fawâkhir. Allí, después de la introducción, se traducen algunos ejemplos y se finaliza con un comentario, donde se subraya la importancia de este tipo de fuentes para conocer las preocupaciones habituales de soldados y demás habitantes de la región.

El séptimo capítulo, “La cohors I Lusitanorum equitata en dos inscripciones griegas de Nubia”, ofrece la traducción al español de ambos textos y, recuperando una contribución de Hans-Georg Pflaum (1962), realiza un comentario que complementa una lectura de ellos de Giovanni Geraci (1973; 2000).

El capítulo octavo, “Los legionarios del emperador en Egipto. La importancia de los papiros”, es una reseña del libro Die Legionäre des Kaisers. Soldatenleben im römischen Ägypten coordinado por Bernhard Palme y publicado en 2012 en Viena por Phoibos Verlag. Este capítulo se podría haber obviado y algunos puntos de su contenido podrían haber servido para complementar otros pasajes del libro. Así, por ejemplo, en pp. 203-204 encontramos información que habría servido, al menos en parte, como aclaración a la afirmación que hemos citado sobre cultura escrituraria del capítulo cuarto (p. 140). Como señalamos arriba, ni allí ni aquí el autor coloca una referencia cruzada para el lector. Tampoco alude en la nota cinco del capítulo a su propio capítulo cuarto donde trabaja él mismo el tema que menciona en el cuerpo del texto. Finalmente, a este reseñador le llama la atención, después de haber leído las primeras doscientas seis páginas del libro, el tipo de críticas que Perea Yébenes dirige, por ejemplo, a los textos escritos por Palme. Ver más abajo nuestros comentarios al libro que reseñamos.

El capítulo noveno, “El caballo militar, mucho más que un animal”, es un comentario amplio de un contrato de compra-venta, muy posiblemente procedente de Egipto, de un caballo de origen capadocio entre dos militares. Tomando como punto de partida este documento, el autor trata, por ejemplo, la importancia del caballo para el ejército en las diferentes provincias del Imperio, cómo comprar un caballo, aquellos aspectos que encarecían el precio y la relación entre animal y jinete a través de varias fuentes ilustrativas.

El capítulo décimo, “Anubis con coraza”, analiza representaciones de este dios con vestimenta militar romana. En un primer momento, revisa una sugerencia de Roberto Paribeni de 1910; luego, las propuestas de Ernst Hartwig Kantorowicz de 1961; y, finalmente, propone su propia interpretación (provisional) de las imágenes. Este junto a los capítulos cuarto y undécimo conforman la tríada de apartados más interesantes y sugerentes del libro.

El capítulo undécimo, “Ejército y soldados romanos en cartas de mujeres”, se detiene en la importancia de los papiros como fuentes para conocer aspectos del Egipto antiguo que otras fuentes no iluminan. Allí, el autor subraya la conexión entre los ámbitos civil y militar y, asimismo, la importancia de la cultura escrituraria en Egipto. Cuestión esta última que se toma como reminiscencia helenística y que la diferencia de lo que se observa en las provincias occidentales del Imperio. Como parte de la introducción a los nueve textos cuyas traducciones y comentarios nos proporciona, Perea Yébenes dedica algunas páginas a la situación de la mujer en Egipto y algunas líneas a la distancia entre el derecho y la realidad en el mundo militar del Egipto romano. Sobre el tema de la mujer en el Egipto romano a través de las cartas, a la bibliografía citada por el autor, cabe añadir el reciente libro de Amaia Goñi Zabalegui, Género y sociedad en el Egipto romano. Una mirada desde las cartas de mujeres, publicado por el Grupo Deméter en 2018.

En el capítulo duodécimo, “El fuerte romano de Tell El-Herr (Magdolum) en el delta oriental”, el autor toma como base el libro Le camp romain du Bas-Empire à Tell El-Herr de Dominique Valbelle y Jean-Yves Carrez-Maratray (2000) para presentar una síntesis sobre los estudios arqueológicos de ese campamento romano, incluyendo algunas observaciones sobre el ejército romano bajoimperial en Egipto.

El volumen se completa con los apéndices nombrados arriba, ilustraciones a color y la bibliografía. Los apéndices son útiles, aunque el dedicado al vocabulario básico sólo es considerado en relación con un capítulo. En otros casos, como, por ejemplo, en el capítulo noveno, las aclaraciones sobre los términos específicos se colocan en nota al pie. Las ilustraciones a color, una amplia selección y muy interesante –con un breve comentario en la mayoría de los casos–, complementan las que aparecen en los capítulos. Pero, a diferencia de la gran mayoría de estas últimas, muchas de aquellas no son discutidas en los textos y sólo en una ocasión se hace referencia a una en los textos. De todos modos, cabe señalar que un par de sus leyendas indica los capítulos en donde se las nombra. En el caso de las imágenes insertas en los capítulos, muchas no tienen leyendas, por lo que no se las individualiza y, en ocasiones, la asociación con el texto no resulta obvia.

La bibliografía final es bastante rica. Pero resulta algo irritante notar que hay algunas referencias repetidas, no hay orden cronológico en las obras de un mismo autor y contiene autores que tienen más de un texto publicado el mismo año sin que se los diferencie. Esto hace que cuando uno quiere buscar una referencia que encontró en un capítulo, la misma no siempre sea fácil de identificar. Asimismo, hay trabajos que no figuran en la bibliografía final.

Como se evidencia de distintos comentarios que hemos hecho, la edición del libro es descuidada. Además, la redacción en algunos pasajes no es clara y en otros resulta algo coloquial. Cuando los objetivos de un capítulo quedan implícitos –no siempre; el capítulo décimo es una de las excepciones–, en ocasiones no resulta sencillo discernirlos. En muchos casos, no se evidencia con quiénes está discutiendo el autor. Pero, la mayor falta es que los trabajos del volumen no han sido revisados para presentarlos armónicamente. Más allá del primer capítulo, sólo en una o dos ocasiones el autor coloca referencias cruzadas entre los capítulos. En muchos casos en que podría haberlo hecho, no las hace o prefiere dirigir la atención del lector al artículo original y no al capítulo revisado y aumentado incluido en el libro. Por otra parte, hay información que se repite en diferentes capítulos. Más aún, hay capítulos que podrían haberse elidido –como hemos señalado en una ocasión ya– y los puntos novedosos ser incluidos en otros. Tal vez, la inserción de un capítulo de cierre podría, en parte, haber ayudado a resaltar algunas conclusiones generales de lo visto en los diferentes capítulos. Así, por ejemplo, el siguiente interrogante planteado en el prefacio, y que uno encuentra tratado al pasar en algunos capítulos, no recibe una respuesta final clara:

Es durante el largo gobierno de Augusto (del 27 a.C. al 14 d.C.), un lapso de más de cuarenta años, cuando Egipto transforma todas sus instituciones ptolemaicas a las romanas, ¿o cabría decir, más bien, que es la administración romana la que se adapta a las instituciones griegas? (p. 19).

Hay que reconocer que el punto fuerte del libro es la erudición del autor. Perea Yébenes cita mucha bibliografía relevante y fundamental, toma en cuenta muchas fuentes y presenta la traducción de muchos papiros y óstraca interesantes y ofrece varios comentarios valiosos. Más aún, cabe subrayar que el trabajo in extenso con las fuentes papiráceas de época romana es un aporte significativo para el campo de estudio (en) español, como el propio autor manifiesta. La necesidad de desarrollar el análisis de este tipo de fuente en este ámbito académico1 se deduce también de la reivindicación que realiza en la misma época Goñi Zabalegui (2018: 14) respecto de esta cuestión en su libro. Sin embargo, una decisión a lamentar es que el autor haya decidido suprimir los textos originales de las fuentes y que no se haya incluido un índice de nombres, lugares y pasajes citados de fuentes para facilitar la consulta.

En conclusión, el libro es un buen reservorio de datos, tanto documentales como bibliográficos, pero no parece ser la intención del autor ir más allá. ¿Debemos considerar la reflexión que leemos en el comienzo del capítulo undécimo como representativa de toda la obra? Allí afirma Perea Yébenes:

A estas alturas, en que la madurez de la Historia Antigua como ciencia histórica es incuestionable, a nadie le cabe duda de que esta disciplina ha de nutrirse del mayor número de fuentes antiguas disponibles. Esto parece una obviedad, pero no lo es. Hay veces en que los modelos teóricos nublan, hasta llegar a anularlos, a los documentos, que son, o deben ser, el corazón del discurso histórico (p. 245).

La lectura del libro da la impresión de que los datos deberían hablar por sí mismos. Hay muy pocas nociones o conceptos –cultura escrituraria es, quizás, la más evidente– empleados, el lector no encontrará en estas páginas discusiones teóricas. Por todo lo dicho, nos parece que, más allá de los aspectos positivos que podemos identificar en este volumen, no podemos estar de acuerdo con la bienvenida tan efusiva que le dispensaron algunos colegas (Soria Molina, 2020; Jiménez Serrano, 2020).

Bibliografía

» Geraci, G. (1973). L’epigrafia greca di Birbet Markos: un regolamento confinario d’epoca traiana nella Bassa Nubia, en: Curto, S. et al., Dehmit. Roma: Istituto di Studi del Vicino Oriente, Università degli Studi di Roma, 69-89.

» Geraci, G. (2000). Governatori e confini tra Sardegna e Bassa Nubia: in margine a tre iscrizioni rupestri di età romana, en: Paci, G. (ed.), Epigrafaí. Miscellanea epigrafica in onore di Lidio Gasperini. Tívoli: Editrici Tipigraf, 375-381.

» Goñi Zabalegui, A. (2018). Género y sociedad en el Egipto romano. Una mirada desde las cartas de mujeres (Deméter 1). Oviedo: Ediuno-Trabe.

» Jiménez Serrano, A. M. (2020). Reseña de Perea Yébenes, Sabino: El ejército romano en Egipto, en: Espacio, Tiempo y Forma serie II – Historia Antigua 33: 305-308.

» Kantorowicz, E. H. (1961). Gods in uniform, en: Proceedings of the American Philosophical Society 105 (4): 368-393.

» Palme, B. (ed.) (2012). Die Legionäre des Kaisers. Soldatenleben im römischen Ägypten. Viena: Phoibos Verlag.

» Paribeni, R. (1910). Divinità straniere in abito militare romano, en: Bulletin de la Société Archéologique d’Alexandrie 13, Nouvelle Série, t. III, 2me fascicule: 177-183.

» Pflaum, H.-G. (1962). Légats impériaux à l’intérieur de provinces sénatoriales, en: Renard, M. (ed.), Hommages à Albert Grenier, vol. III. Bruselas: Latomus, 1232-1242.

» Soria Molina, D. (2020). Reseña de Perea Yébenes, Sabino: El ejército romano en Egipto, en: Gerión 38 (1): 380-381.

» Valbelle, D. y J.-Y. Carrez-Maratray (2000). Le camp romain du Bas-Empire à Tell El-Herr. París: Errance.


1 Tanto Perea Yébenes como Goñi Zabalegui se refieren al contexto español, pero, posiblemente, podríamos pensar en los estudios sobre la Antigüedad romana en español en general.