La tumba de Amenmose e Iuy en Dra Abu el-Naga (TT 19). Nuevo proyecto y una propuesta de estudio artístico

Gema Menéndez

Universidad Nacional de Educación a Distancia, España

Inmaculada Vivas Sainz

Universidad Nacional de Educación a Distancia, España

Fecha de recepción: 15 de marzo de 2023
Fecha de aceptación: 14 de julio de 2023

Resumen

El presente artículo pretende presentar un proyecto de investigación que se encuentra en su fase embrionaria y que tiene como principal protagonista la tumba de Amenmose e Iuy (TT 19) en la necrópolis tebana de Dra Abu el-Naga. La construcción, de comienzos de la dinastía XIX, conserva un repertorio artístico y un estilismo propio de los mejores pintores. A través de un recorrido historiográfico conoceremos los trabajos y estudios previos realizados en una tumba que presenta aspectos iconográficos únicos en la necrópolis tebana. Además, las escenas inacabadas de la tumba suponen una fuente de información sobre el proceso decorativo de la tumba tebana y la organización del trabajo.

Palabras clave: Tebas, Dra Abu el-Naga, periodo ramésida, arte egipcio

The Tomb of Amenmose and Iuy in Dra Abu el-Naga (TT 19). New Project and a Proposal for its Artistic Study

Abstract

This paper aims to present the early stages of a research project focused on the tomb of Amenmose and Iuy (TT 19) in the Theban necropolis of Dra Abu el-Naga. This resting place, dating from the beginning of the 19th Dynasty, preserves a unique iconographic repertoire and a stylistic style representative of the best artists. Through a historiographical review, we will present the work and previous studies carried out in a tomb that exhibits unique iconographic aspects in the Theban necropolis. In addition, the unfinished scenes in the tomb provide significant information about the decorative process of the Theban tomb and the organisation of the work.

Keywords: Thebes, Dra Abu el-Naga, Ramesside period, Egyptian art

Introducción

La necrópolis tebana se caracteriza por su excepcional conjunto de tumbas privadas desde el Reino Antiguo hasta la Época Tardía. La decoración de algunas de ellas, tanto en relieve como en pintura al temple, ha permitido que formen parte de la propia historia del arte antiguo. Estos enterramientos, ubicados en la orilla oeste, frente a la actual ciudad de Luxor, permanecieron vinculados a la propia sacralidad de la montaña tebana. En esta inmensa necrópolis, que en su momento fue entendida como una unidad, se encuentra la zona conocida como Dra Abu el-Naga. La importancia de esta zona se remonta a la dinastía XVII cuando fue considerada el lugar ideal para albergar las tumbas de los líderes tebanos de la dinastía XVII (Winlock, 1924: 217-277). En este importante enclave se encuentra la tumba de Amenmose y de su esposa Iuy (TT 19). Su situación, cerca del templo funerario de Seti I y del templo de Amenhotep I,1 es un lugar privilegiado dentro de todo el entramado de tumbas que se sitúan en la zona. Del mismo modo, su repertorio iconográfico es de los más importantes dentro del estudio artístico de las tumbas ramésidas tebanas, pues sus paredes aparecen decoradas con escenas hasta ahora únicas en el repertorio.

La tumba y su propietario

La tumba de Amenmose e Iuy (TT 19) se encuentra en Dra Abu el-Naga Este, según la división espacial de Slinger,2 muy cerca de la curva de la carretera que conduce al Valle de los Reyes. La tumba, excavada en la roca, comparte patio con otras dos, la TT 344, de Piay, datada en el reinado de Ramsés II,3 y la tumba -171- perteneciente a un individuo llamado Usi, de la dinastía XVIII, y el propietario original del patio (Kampp, 1996: 719-720).

La planta de la tumba es de “T-invertida”, más concretamente del subtipo Vb establecido por Kampp (1996: 200), cuya característica principal es un pequeño nicho en el fondo de la capilla. Este tipo de plantas son mayoritarias en Dra Abu el-Naga y en Sheikh Abd el-Qurna en este mismo periodo.

La tumba está orientada de suroeste al noreste. Si establecemos un eje lineal desde el nicho de la capilla se observan dos cambios de alineación (Fig. 1), un primer eje en la sala transversal, que no es exactamente perpendicular a la entrada, y un segundo, en la capilla interna que no está centrada. Este último cambio es debido, probablemente, a que durante el proceso de excavación de la capilla se produjo la rotura de la pared oeste viéndose en la obligación de desviar el eje.4

Fig. 1. Plano de la planta de la TT 19 basado en Kampp (1996: 201, fig. 102).

La tumba está decorada con pintura sobre estuco, y es polícroma, centrándose la decoración exclusivamente en la sala transversal, ya que la tumba está inacabada. La capilla fue enlucida en parte, aunque sin ningún tipo de diseño, y en ella se encuentra un pequeño nicho que no terminó de esculpirse y que estaba destinado a colocar alguna estatua del difunto, bastante común en las tumbas ramésidas.

Desde la capilla se abre un pasadizo en forma de rampa descendente que conduce a la cámara funeraria, una característica de las tumbas ramésidas ya que las rampas funerarias daban mayor accesibilidad a la cámara funeraria para la realización de ritos de carácter funerario (Assmann, 2003: 50-51). En la actualidad se encuentra colmatado de escombros y parece haber estado así desde hace tiempo, pues ningún estudio previo menciona el interior del pozo ni presenta un plano definitivo.5

Amenmose es identificado como Primer Sacerdote de Amenhotep I en la “explanada” (nTr Hm tpy n Imn-Htp n pA wbA), además de Padre divino de Amón (it-nTr en Imn),6 y su esposa Iuy como cantante de Amón en el templo de Karnak y jefa de las mujeres del harén7 de Amenhotep I (Smayt Imn-Ra m ipt swt wrt xnrwt). El único hijo documentado en la tumba es Bakenay, con el título de Sacerdote wab Xry-Hb de Amenhotep I.

El estilo y la lista de ancestros reales que formó parte de la decoración antes de desaparecer fechan la tumba en los primeros años de la dinastía XIX, durante los reinados de Ramsés I y Seti I. Sin embargo, la mención de un personaje llamado Piay, en el registro superior de la pared noroeste, ostentando el título de supervisor del almacén de Usermaatra-Setepenra (Ramsés II) en la casa de Amón (imy-r Sna m tA Wsr-maAt-ra ¤tp-n-ra m Imn pr), indica que la decoración de la tumba alcanzaría la primera mitad del reinado de Ramsés II8 y que la escena de los ancestros reales estaba terminada antes de la muerte de Seti I.

Descubrimiento y estudios previos de la tumba

El primer testimonio que tenemos de la visita a la tumba viene de mano de Champollion, la cual debió producirse entre junio y agosto de 1829. La expedición franco-toscana copió, exclusivamente, una de las escenas correspondiente a los ancestros reales (Fig. 3) (Champollion, 1845: lám. CLXXXIV, nº 2). Muy poco tiempo después, entre 1830 y 1833, Robert Hay, como parte de su expedición por Egipto, copia la decoración de la tumba, siendo sus dibujos una muestra casi completa del buen estado de la tumba por aquel entonces.9

Sin embargo, los primeros trabajos en la tumba, desde el punto de vista arqueológico, los realiza Petrie entre el 9 de diciembre de 1908 y el 18 de enero de 1909.10 Aunque sus diarios no especifican los trabajos de limpieza o excavación realizados en su interior, sabemos que su esposa Hilda dibujó detalles de algunas de las escenas y que Petrie se arriesgó a datar la tumba en época de Amenhotep II (Petrie, 1909: lám. XXXVIII). En su diario, el 18 de enero de 1909, dice lo siguiente: “(…) is of the best work in design and style, but 2/3 of it is cut to pieces. What remains is very beautiful and my wife has copied the best parts” (MSS 1.27, p. 3.).

No proporciona ninguna otra información respecto a la capilla de la tumba o al pozo interior, por lo que es posible que el acceso de entrada a la rampa del pozo estuviera escondido bajo la acumulación de escombros y que la capilla, al no estar decorada, no llamara su atención. Lo que sí realizó Petrie fue la excavación del patio que la TT 19 compartía con la TT 344 y la Nº -171- de Kampp. Allí, Petrie excavó un pozo a la entrada de la TT 19, indicando que fue saqueado en época antigua, otro pozo al norte, donde encuentra dos enterramientos intactos de la dinastía XXV, y, en la esquina noroeste, el pozo original del patio. En este último, Petrie encontró una estatua sedente de granito negro, en dos fragmentos,11 y la parte superior de una estatua de caliza,12 ambas de la dinastía XVIII, probablemente del reinado de Tutmosis III. La estatua de granito parece pertenecer a Usi, propietario de la tumba Nº -171-, y para quien se construyó el patio originalmente.

Poco tiempo después, en 1909, Gardiner y Weigall, acompañados por Gordon Jelf, entraron en la tumba como parte de la expedición emprendida para identificar las construcciones de la necrópolis y proceder a su numeración, siendo entonces cuando comenzó a llamarse TT 19 (Gardiner y Weigall, 1913: 17). Según el diario de Gordon Jelf se limpió la tumba, se levantó un muro en la segunda sala y se instaló, finalmente, una puerta de metal.13 En el proceso de limpieza se encontraron un par de conos funerarios en el patio de entrada.14 Jelf menciona, además, que se realizaron una serie de fotografías con la cámara de Lord Carnarvon, unas imágenes que pueden corresponderse con las fotografías encontradas entre los papeles de Gardiner, en el Griffith Institute (Fig. 2).15 Estas fotografías, que pudimos localizar en el archivo del Griffith Institute durante una breve estancia de investigación en agosto de 2022, constituyen un material inédito de la exploración de la tumba. Coincidiendo con la visita de Gardiner y Weigall, Nina Davies realizó los calcos de las pinturas de la tumba,16 y el encargo de Gardiner de dibujar algunos de los detalles, comparando el estado de la tumba en 1909 con los dibujos de Robert Hay.17

Fig. 2. Fotografía de la pared sur. Realizada posiblemente durante la expedición de Gardiner y Weigall (Gardiner MSS 28.653. © Griffith Institute, University of Oxford).

El IFAO retoma los trabajos en la tumba en 1921 y es entonces cuando Marcelle Baud, la que se convertiría en la primera mujer en ser parte del personal científico de la institución francesa, copió las escenas de la tumba (Driaux, 2021: 53). Sin embargo, éstas no fueron publicadas hasta 1935, debido a los problemas económicos del IFAO tras la Primera Guerra Mundial (Foucart, 1935: 6), en una publicación, firmada de cabecera por George Foucart, que incluye una adaptación lineal de los dibujos de Baud y, de forma paralela, los de Hay. Desde que Hay realiza los primeros dibujos de la tumba, hasta que Baud vuelve a documentarlos, el deterioro de la tumba es considerable. Además de para documentar la tumba, Baud utilizaría su estudio de la TT 19 para su tesis Les Dessins ébauchés de la Nécropole Thébaine (au Temps du Nouvel Empire), publicada también por el IFAO en 1935.18 Sin embargo, la importancia de su trabajo no quedó ahí, ya que en 1924 los dibujos de Baud de la TT 19 fueron expuestos en los Museos del Cincuentenario en Bruselas, en una exposición de tumbas tebanas organizada por Jean Capart (Delvaux, 2021: 76). Debido al éxito de sus dibujos, en 1931 le sería encargada por el Museo de Brooklyn la realización de una reconstrucción de la tumba de Amenmose a través de los facsímiles de sus dibujos, una reconstrucción que sería expuesta primero en París, en 1935, y posteriormente trasladada a dicho museo americano (Besse et al., 2021: 30-31).19

En torno a 1930-1931, la Expedición del Museo Metropolitano de Nueva York tomó una serie de fotografías y Charles K. Wilkinson realizó varios dibujos en témpera que muestran el color de las pinturas,20 aunque su trabajo es sólo de documentación y en ningún caso llevó a cabo trabajos de excavación.

Desde esta fecha, no hay testimonio de ningún otro trabajo en la tumba hasta 1973-1974, cuando el Servicio de Antigüedades restaura la tumba y levanta un muro de ladrillo cocido que tapa la pared oeste (Leclant, 1975: 214).

Contexto artístico

Como hemos mencionado anteriormente, el contenido de las escenas y de los textos que las acompañan nos permite datar la decoración en los primeros años de la dinastía XIX, más concretamente durante los reinados de Seti I y los primeros años de Ramsés II. Para autores como Kiser-Go, este momento histórico y artístico se encuadraría dentro del Periodo Post-Amarniense.21 El estilo de las figuras es característico del reinado de Seti I, figuras delgadas, a veces algo inclinadas, y con unas facciones suaves. Este periodo intenta, entre otras cosas, recuperarse de los años vividos en la época amarniense y, aún, el arte muestra esos intentos de renovación. El uso de la piedad personal en el ámbito funerario para acercarse más a la divinidad, la importancia de los festivales tebanos dentro de la tumba, la inclusión de los ancestros reales, etc., son elementos para justificar la nueva dinastía y para fomentar la restauración del daño moral y/o religioso causado en épocas anteriores.

La calidad del dibujo en las diferentes escenas llevadas a cabo en la sala transversal sugiere el trabajo de alguien experto, un “escriba de contornos” de gran habilidad y destreza, lo que no descarta la posible participación de alguno de los pintores de Deir el-Medina activos en este periodo (Kiser-Go, 2006: 155),22 ya que no se encuentra un estilo similar en las tumbas contemporáneas.

Estudio iconográfico del programa decorativo de la TT 19

El análisis exhaustivo del programa iconográfico de la tumba de Amenmose y de su esposa Iuy excede con creces los objetivos de este estudio, dada su reducida extensión, por lo que tendremos que limitarnos a exponer algunas temáticas que son, a nuestro parecer, las más relevantes.

Una de las escenas más destacadas de la TT 19 es, paradójicamente, una “escena perdida”: la lista de reyes que se ubicaba en la pared suroeste (Foucart, 1935: lám. XII). Los paralelos conocidos de esta compilación real se encuentran en la TT 2 (que a su vez incluye tres escenas), TT 4, TT 7, TT 10, TT 306 y C7 (Hefferman, 2010: 32-35). Siendo precisos, se trata de una lista visual de antepasados pues representa, no sólo los cartuchos con sus nombres, sino también las figuras de los monarcas, incluyendo Ahmose Nefertari y otra reina no identificada, y conformando una interesante escena que fue copiada por Champollion primero y por Robert Hay después (Fig. 3).

Fig. 3. Dibujo realizado por la misión franco-toscana liderada por Champollion (1845: lám. CLXXXIV, nº 2).

Las escenas de culto a Amenhotep I y Ahmose Nefertari, venerados en la necrópolis tebana, constituyen el “armazón” de la iconografía de la TT 19. Como se ha mencionado, Amenmose y su esposa Iuy están vinculados al culto de Amenhotep I y, probablemente, quisieron plasmar esa vinculación en imágenes, algo lógico si tenemos en cuenta el altísimo grado de analfabetismo en el antiguo Egipto y el deseo de patronos por narrar con imágenes los hechos más relevantes de la carrera del difunto y la creatividad de los artistas que conjugaron sus deseos y su propia originalidad (Vivas Sainz, 2014: 21-28). La pared sur, por ejemplo, nos muestra una escena del culto a la reina Ahmose Nefertari, patrona de los artistas de la antigua Tebas, que, lamentablemente, se encuentra muy dañada hoy día (Foucart, 1935: lám. IV).

En esa misma línea temática, se plasma en las paredes de la tumba la representación de los festivales religiosos, de modo que se nos muestran originales escenas de procesiones, estatuas en palanquines situadas sobre barcas y entre los canales o portadas por sacerdotes ante el templo. Destaca, en particular, la representación detallada de la arquitectura templaria, un tanto escasa en las imágenes de otras tumbas de la época, que resulta de especial interés para un análisis holístico de los templos del Reino Nuevo, cuya apariencia exacta sólo podemos atisbar a través de reconstrucciones ideales realizadas en nuestros días (Foucart, 1935: láms. IV, XI, XIII y XIV). El artista o artistas de la TT 19 parecen recrearse y disfrutar con los pequeños detalles de esos templos, que aparecen, por ejemplo, en la pared sur o en la pared suroeste. Significativamente, esas llamativas escenas de festivales religiosos fueron copiadas por Nina Davies23 y también por Charles Wilkinson, en un espléndido facsímil,24 durante los trabajos de la expedición del Metropolitan Museum de Nueva York en la necrópolis tebana (Fig. 4).

Fig. 4. Témpera realizada por Charles K. Wilkinson para el Metropolitan Museum de Nueva York (MMA 31.6.5. © The Metropolitan Museum of Art, New York).

Los rituales funerarios son reflejados con gran minuciosidad en la tumba de Amenmose. Éstos incluyen escenas como la existente en la pared suroeste donde un grupo de sacerdotes o familiares abrazan a las momias. La emotiva escena es precedida por un grupo de sacerdotes, entre ellos, un sacerdote lector y un sacerdote-sem que realizan los rituales de apertura de la boca y de purificación (Foucart, 1935: lám. IX). El conjunto es completado con la escena de la estela y la tumba, que está coronada por una pirámide, típico en las tumbas ramésidas. El registro acaba con el difunto, acompañado de su hijo Bakenay, y su esposa, adorando a la diosa vaca Hathor que emerge de la montaña protegiendo al rey (Foucart, 1935: lám. IX). Resulta interesante también el análisis de las escenas de duelo presentes en la TT 19, que muestran de manera visual el dolor del ser humano ante la muerte, todo ello desde una perspectiva de género al ser tradicionalmente mujeres las que se representan en el arte egipcio como plañideras.25 Esta temática se encuentra en la línea de nuestras investigaciones previas sobre las escenas de duelo de la dinastía XVIII, lo que nos permitirá valorar la originalidad de las plañideras presentes en la TT 19 (Vivas Sainz, 2017; 2021).26

Por último, pero no por ello menos importante, nuestro proyecto pretende analizar la figura del propio Amenmose, como ejemplo del progreso social de un funcionario de clase media que hace carrera en la administración local y religiosa, y la plasmación de sus logros en las escenas de la tumba que hace construir, fiel reflejo de su éxito.

Escenas inacabadas y proceso creativo

Otro de los aspectos importantes en los que se centra nuestra investigación es el proceso de realización de las escenas de la tumba, algunas de las cuales se encuentran inacabadas, una problemática no abordada en lo que a la TT 19 se refiere. Para llevar a cabo esta tarea, dos estudios relevantes nos servirán de modelo: los trabajos de Betsy Bryan en la TT 92 (Bryan, 2001: 63-72) y los de la misión belga en la necrópolis tebana en las tumbas TT 96, TT 29 y TT C3 (Laboury y Tavier, 2010: 91-106; Bavay y Laboury, 2012: 62-77). Ambas investigaciones tienen como objetivo principal poner énfasis en la propia obra de arte como una vía para conocer la metodología de trabajo del artista egipcio. Se trataría más bien de incidir en el “cómo” más que en el “qué”, intentando responder a preguntas relativas a la organización de los artistas, su proceder, el trabajo de varios individuos, etc.27

El estudio de Betsy Bryan en la TT 92, perteneciente a Suemniwet e inacabada, ofrece la posibilidad de conocer cómo trabajan los artistas y las fases de elaboración de las pinturas (Bryan, 2001: 63-72). Es factible ver la metodología de los artistas tebanos y la organización de las tareas que, significativamente, es distinta en las diversas partes de esta tumba, lo que demuestra la existencia de varios equipos de pintores de número indeterminado con un maestro pintor al frente. Bryan apunta que en la tumba de Suemniwet debieron trabajar unos veinticinco artistas en total, ya fuera de modo simultáneo o en diferentes momentos, empleando variadas técnicas e incluso diferentes tipos de pigmentos (Bryan, 2001: 71). Todo indica que cada “escriba de contornos” al frente de una cuadrilla tenía libertad para organizar el trabajo y aplicar sus propias técnicas pictóricas, lo que implicaría una procedencia diversa de los artistas, bien geográfica o bien vinculados a otros talleres. La labor de crear los diseños preliminares sobre las paredes, así como la tarea de terminar las figuras dibujando el contorno, estaban reservadas a dibujantes más experimentados, con un alto grado de dominio técnico, que revisaban el trabajo de los pintores encargados de aplicar el color. La estampa que construimos mentalmente es la de un verdadero trabajo en equipo, en el que, no obstante, es posible apreciar la individualidad de cada artista. Por el contrario, apenas podemos saber la duración del trabajo del artista en una tumba, al menos en lo que se refiere a las tumbas privadas. Tan sólo conservamos un caso relacionado con la excavación y decoración de la tumba de Kynebu (TT 113), donde un texto, copiado por Wilkinson y Hay pero hoy desaparecido, indica que se trabajó en ella durante tres meses y diecinueve días (Amer, 1981: 9-12). La escasez de artistas que, sin duda, existió en épocas de auge económico y esplendor constructivo, pudo dar lugar a escenarios muy variados que apenas podemos intuir (Vivas Sainz, 2016: 208).

Por otro lado, los trabajos de la escuela belga, en especial los de Dimitri Laboury, centrados en las tumbas privadas tebanas, han puesto de manifiesto la importancia de rastrear la presencia de los pintores egipcios a través de sus obras, alejándose de la consideración de esos artistas como individuos evanescentes o casi imperceptibles (Laboury, 2012: 20). Su investigación sobre tres tumbas tebanas de la dinastía XVIII, prácticamente contemporáneas, TT 29, TT 96 y TT C3, muestra la variabilidad de las prácticas y los estilos pictóricos en un periodo de tiempo muy concreto, en su contexto sociológico. Por ejemplo, al menos cinco artistas distintos trabajaron en la decoración de la TT 96, la tumba de Sennefer, un hecho que parece ser habitual en las tumbas de la época. Por el contrario, la TT 29 perteneciente al visir Amenemope fue realizada por un único pintor que acabó su tarea de modo un tanto apresurado y se decantó por la originalidad y el uso de una paleta cromática poco habitual (Bavay y Laboury, 2012: 74-76). En definitiva, existe una gran diversidad de prácticas que podemos intuir a través de las pinturas, además de una disponibilidad de artistas bastante incierta y una extraordinaria adaptabilidad de los artistas a las circunstancias de cada momento, de cada tumba y de cada propietario.

Por lo que respecta a la TT 19, llama la atención la existencia de detalles sin terminar en el contexto de diversas escenas, tanto en figuras humanas formando grupos, como en objetos que se muestran de modo reiterativo. La ubicación de esos elementos inacabados es variada, encontrándose tanto en las paredes focales, es decir, aquellas que el visitante contempla de frente al acceder a la tumba, como en otras menos visibles. Podemos mencionar los bocetos de plañideras que se encuentran junto a un grupo de personajes femeninos, que, por el contrario, sí fueron completamente acabados. Esto sugiere un escenario similar al que encontramos en la TT 29 en la que trabajó sólo un artista, que terminó su labor de manera apresurada. Las pequeñas dimensiones de la tumba de Amenmose hacen pensar que pudo haber sido realizada por un número muy reducido de pintores, pero sólo el análisis in situ podrá confirmar esta teoría.

La decoración de los techos de la TT 19 destaca por su escasa terminación, con una mayoría de diseños inacabados que en ocasiones se encuentran en un estado muy embrionario (Foucart, 1935: lám. XXXV). Sin embargo, este hecho nos permite ver claramente sus fases de elaboración y un empleo coherente de los diferentes pigmentos, de modo que el pintor se dedicaba a decorar las zonas con un mismo color de modo sistemático. Es decir, probablemente, realizaba una mezcla del mismo color y lo aplicaba rápidamente, ahorrando tiempo y materia prima.

Conclusiones preliminares

Resulta imposible resumir en unas líneas nuestras primeras impresiones de las posibilidades que ofrece la TT 19 que, pese a su reducido tamaño y al fragmentario estado de la decoración de muchas de sus paredes, parece prometedora. Su iconografía resulta llamativa y original en comparación con otras tumbas coetáneas de Dra Abu el-Naga y de otras zonas, ofreciendo modelos de escenas poco habituales, como, por ejemplo, la representación de templos o la procesión de las barcas sagradas. Incluso, las escenas inacabadas presentes en la tumba se nos antojan una excepcional posibilidad para recrear el trabajo de los artistas del antiguo Egipto.

Por otro lado, las investigaciones llevadas a cabo en el archivo del Griffith Institute han puesto de manifiesto las incógnitas sobre las excavaciones realizadas en la tumba y la necesidad de avanzar en la reconstrucción de los trabajos de los arqueólogos que pasaron por este pequeño enterramiento ramésida.

El trabajo de campo que esperamos realizar en la necrópolis de Dra Abu el-Naga en un futuro cercano nos permitirá confirmar o desmentir las hipótesis que hemos planteado en las páginas previas y avanzar en otras líneas de investigación que aún están en un estado embrionario.

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1 Todo parece indicar que hubo varios templos dedicados a Amenhotep I en la orilla occidental. Hasta ahora, se identificaba uno ubicado en Dra Abu el-Naga (Spiegelberg, 1898: 1-5). Sin embargo, los últimos estudios sugieren la existencia de un templo dedicado a Amenhotep I en las proximidades del de Seti I, a menos de un kilómetro al este de la TT 19, en El-Tarif. Ver discusión en Hollender (2009: 39-42). Lo que parece claro es que pudo haber una conexión territorial entre los sacerdotes de Amenhotep I y Dra Abu el-Naga (Onstine, 2011: 234-236).

2 En su estudio sobre la distribución de tumbas privadas de la necrópolis tebana durante el Reino Nuevo divide Dra Abu el-Naga en dos: oeste y este. Según Slinger (2022: 61) un wadi natural proporciona una diferencia topográfica notable entre ambas áreas. En otros estudios, esta zona es llamada Dra Abu el-Naga Norte (Kiser-Go, 2006: 151).

3 El patio y la TT 344 fueron excavados por la misión húngara entre 2010 y 2011 (Vanek, 2011: 317-325).

4 Tapada, actualmente, con ladrillos modernos.

5 Este tipo de pasadizos rampantes suele tener varios metros de largo y conducen a una o varias cámaras funerarias. La única referencia al pozo es realizada por Kampp (1996: 200).

6 Sobre Imn-htp wbA, su traducción y su relación con la existencia de un templo de Amenhotep I frente al templo de Karnak en la orilla occidental, ver Hollender (2009: 39-42).

7 El término xnr es traducido en Hannig (1995: 605) como “Harem, Haremsleute, Haremsdamen”.

8 Hoy en día sólo aparece en la copia de los dibujos de Hay (Foucart, 1935: lám. XXXI; KRI III: 396:2).

9 British Library MSS 29812-60.

10 Petrie MSS 1, 27, p. 3.

11 Museum of Fine Arts, Boston 09.525.

12 Museum of Fine Arts, Boston 09.526. Ambas estatuas parecen haber sido entregadas a la colección del museo en diciembre de 1909 por parte de Egyptian Research Account a través del reverendo William Copley Winslow, fundador de la sucursal estadounidense de la Egypt Exploration Fund. MFA Boston web: https://collections.mfa.org/objects/134556/seated-statue-of-wesi?ctx=b9f2e9f0-675b-4659-91c1-5b3659d9fc70&idx=0 (consultada el 13 de febrero de 2023).

13 Jelf MSS 1, p. 37. Ver también Kaczanowicz (2020: 42).

14 Las notas de Jelf especifican que los dos conos se depositaron en el almacén de Mond cuya ubicación se desconoce. Kaczanowicz (2020: 56, n. 62) sugiere varias localizaciones: la casa donde Jelf estuvo alojado cerca de Medinet Habu, la casa de Mond y Davies en Sheikh Abd el-Qurna, o alguna tumba utilizada como almacén.

15 Gardiner MSS AHG/28.653-654. No se menciona ningún otro trabajo realizado en la tumba por la expedición. Sin embargo, Weigall, en su guía del Alto Egipto, menciona la tumba de Amenmose como “recently excavated”, pero no se ha podido determinar si hace alusión a la presencia de Petrie en ella (Weigall, 1910: 177).

16 Davies MSS 10.8.1-2.

17 Gardiner MSS AHG/20.2; PM I (2), 33 (4).

18 En su tesis incluiría un breve análisis sobre las pinturas de la tumba y las partes inacabadas (Baud, 1935: 73-76).

19 El Museo de Brooklyn los vendió en Sotheby’s en el año 2003: https://www.sothebys.com/en/auctions/ecatalogue/2003/antiquities-n07949/lot.123.html.

20 MMA 32.6.1; MMA 31.6.5.

21 Este periodo abarcaría desde el reinado de Tutankhamon hasta el primer tercio del reinado de Ramsés II (Kiser-Go, 2006: 3). Este aspecto ya fue sugerido por Kitchen, que observaba diferencias en la manera de escribir el nombre del monarca a partir del año 21 (Kitchen, 1979: 383-389).

22 La presencia de artistas de Deir el-Medina en otras tumbas de la necrópolis está demostrada en tumbas como la de Kynebu (TT 133) e Iimiseba (TT 65) (Keller, 2003: 83-114; Bács, 2011: 33-41).

23 Davies MSS 10.8.1-2.

24 MMA 31.6.5.

25 Sólo dos figuras masculinas acompañan a las momias en actitud de lamentación (Foucart, 1935: lám. IX).

26 Sobre las escenas de plañideras y lamentaciones ver la obra de Werbrouck donde se incluye como ejemplo la TT 19 (Werbrouck, 1938: 2-26).

27 Ver sobre época ramésida Menéndez (2018: 145-160; 2023: 125-165).