Una calle de necrópolis del Periodo Tardío en Asasif Sur

Miguel Ángel Molinero Polo

Universidad de La Laguna, España

Alfonso Martín Flores

Museo de San Isidro / Templo de Debod, España

Fecha de recepción: 15 de marzo de 2023
Fecha de aceptación: 28 de agosto de 2023

Resumen

En la campaña de 2021/2022, la Misión Arqueológica de la Universidad de La Laguna documentó una superficie explanada artificialmente al sur del patio de la TT 209 (Luxor, Egipto). Medía 19,5 m de longitud y 3,50 m de anchura media y se apoyaba en la cara externa del pilono que da acceso a la tumba en toda su longitud conservada. Esta superficie ha sido interpretada como una calle en dirección este-oeste que debía de articular el área circundante de la necrópolis. Al menos otra tumba, frente a la entrada de la TT 209, tenía también su acceso conectado con esta vía. El artículo presenta este fragmento nuevo del viario de la necrópolis tebana, su evolución diacrónica –con varias fases relacionadas con la construcción, el uso y el paulatino desmoronamiento de los muros exteriores de la TT 209– así como la instalación cultual para ceremonias de ofrendas que se conservaba frente a las dos tumbas que se abren hacia la calle. Por último, se discute la contextualización del hallazgo en el marco del interés reciente por las vías de comunicación en el paisaje ritual de la necrópolis tebana.

Palabras clave: Dinastía XXV, Luxor, TT 209, vías de comunicación

A Late Period Necropolis Street in South Asasif

Abstract

In the season 2021-2022, the Archaeological Mission of the University of La Laguna conducted documentation of a human-made levelled area situated to the south of the courtyard of TT 209, in Luxor, Egypt. Its dimensions were of 19.5 m in length and 3.50 m in width. It rested along the exterior side of the entrance pylon on its full remaining extent. The aforementioned surface has been considered as a thoroughfare oriented in an east-west direction that must have articulated the surrounding area of the necropolis. At least another tomb, located in front of TT 209, also has its access connected to it. This article provides an analysis of this fragment of the streets network within the Theban necropolis. It examines its diachronic evolution, which encompasses several phases related to the construction, use and gradual deterioration of the outer walls of TT 209. Additionally, the text describes the cult installation for ceremonial offerings that has been preserved in front of TT 209 and the tomb situated across the street. The final section discusses the contextualization of the discovery within the framework of the current scholarly interest on the communication routes and ritual landscape of the Theban necropolis.

Keywords: communication routes, Luxor, TT 209, Twenty-Fifth Dynasty

Introducción

La tumba de Nisemro (TT 209) está situada en la orilla occidental de Luxor. Fue construida en la ladera norte del wadi Hatasun, un cauce que discurre a los pies de la colina de Sheik Abd el-Qurna por su lado meridional, atravesando el sector de la necrópolis tebana conocido como Asasif Sur para desembocar en las inmediaciones del Ramesseum. Durante los últimos diez años, los trabajos de la Misión de la Universidad de La Laguna, Tenerife, han despejado la práctica totalidad de las cámaras subterráneas, cuya distribución se ha revelado más compleja de lo que anteriores estudios indicaban, han sacado a la luz los restos de la superestructura, identificado a su propietario original, un alto funcionario de la administración de la Dinastía XXV, y establecido las fases de ocupación y reutilización del edificio.1

La superestructura presenta una distribución tripartita, habitual en las tumbas del Periodo Tardío, pero de tamaño menor que el de las grandes construcciones situadas en la planicie de Asasif Sur. Su paralelo más próximo es la cercana TT 132 (Ramose), de planta y dimensiones parecidas (Eigner, 1984: Plan 10). Sin embargo, su disposición en la escarpa norte del wadi, tallada para conformar tres terrazas, con un desnivel de más de 6 metros de altura, le aporta un alto grado de originalidad y de monumentalidad (Fig. 1).

El acceso principal al conjunto se situaba en el lado sur del patio ubicado en la terraza inferior. Tenía la forma de un pilono monumental, de 17 m de longitud y 1,75 m de anchura en su base. La altura estimada sería de unos 7,5 m. La puerta se situaba en su centro, frente a la escalera-rampa que conduce hacia las cámaras subterráneas, y su umbral era de losas de caliza, el mismo material del que eran sus jambas, decoradas con representaciones del propietario de la tumba. El dintel era de arenisca, compuesto por un bloque liso con una sencilla inscripción en la que se lee la fórmula de ofrenda y, sobre él, la gola del mismo material (Molinero Polo, 2022b: 53-54 y figs. 3-5).

Fig. 1. Planta de la superestructura y las cámaras subterráneas de la TT 209. Campaña 2022. Dibujo: Proyecto dos cero nueve / S. Pou Hernández y A. Martín Flores.

La construcción del patio y del pilono de entrada se hicieron, en parte, sobre el cauce del wadi. El curso del agua quedó, así, desviado hacia el exterior de la tumba, encajonado entre el cierre meridional y la ladera opuesta. Esta actuación, junto con la ubicación de la entrada a las cámaras subterráneas en el centro del patio, en un nivel por debajo del cauce, determinaron el destino de la TT 209: la presión de las riadas sobre la esquina suroeste causaría su desmantelamiento, permitiendo que las aguas anegaran repetidamente el patio y las cámaras interiores, antes de recobrar su curso natural a través de la esquina suroriental del muro perimetral.

La calle junto a la TT 209

Durante los trabajos de excavación en la zona inmediata al pilono y su puerta se documentó, en las campañas de 2021 y 2022, una superficie allanada, que se extendía a lo largo del muro y que interpretamos como un tramo perteneciente a una calle. Los trabajos y análisis arqueológicos han distinguido dos fases de uso, coincidentes con los dos momentos principales de utilización de la tumba en la Antigüedad.

Primera fase: construcción y uso original

A esta primera fase corresponde la Unidad Estratigráfica (en adelante, SU) 674 (Fig. 2), una superficie aplanada de 19,46 m de longitud y 3,87 m de anchura máxima, dispuesta en dirección este-oeste, con una ligera pendiente ascendente de este a oeste y de sur a norte. En su lado norte está en contacto con la cara exterior del pilono en toda la longitud conservada de éste, 0,10 m por debajo del nivel del umbral de caliza de la puerta. En su lado sur está delimitada por una sucesión de tumbas que quedan dentro de los límites de la concesión vecina. Tres de ellas tienen los suelos de sus patios al mismo nivel de la calle, de las cuales, SACP 6,2 situada frente a la puerta de entrada a la TT 209, tiene su acceso al patio conectado directamente con ella. En su extremo oeste, la calle desaparece, pues debió de ser destruida por efecto de las riadas, que también desmontaron la esquina suroeste del recinto. En la zona oriental, además de los efectos de las afluencias de agua, la construcción de los patios de varias tumbas talladas en la ladera opuesta del wadi podría ser otra causa de la pérdida de la calle en ese sector (Fig. 3).

Fig. 2. Vista de la calle SU 674 desde el este. Fotografía: Proyecto dos cero nueve / A. Martín Flores.

Fig. 3. Planta de la calle SU 674. Ortofotografía: Proyecto dos cero nueve / S. Pou Hernández.

La superficie no presenta una preparación específica, sino que está conformada con los materiales de su sustrato que, simplemente, fueron aplanados y muestran dos áreas diferentes. En la zona inmediata al pilono, donde se excavó una fosa para su construcción, el sustrato lo constituye el relleno de ésta, formado por clastos y gravas de caliza, mezclados con arena. Hacia el sur, la calle está formada sobre niveles de inundación depositados por las aguas que circulaban por el wadi y están principalmente compuestos de arenas limosas con algunas gravas calcáreas.

En la superficie no se advierten desgastes, depresiones o huellas de rodadura, que pudieran haber sido producidos por el tránsito de personas o transporte de bienes, ni operaciones de reparación. Sin embargo, sí se observan huellas poco profundas de regueros causados por el agua.

En el centro de la calle, casi en el eje de las puertas de la TT 209 y la mencionada tumba SACP 6, se localizó un altar (Fig. 4). Se trata de una estructura cuadrangular, construida con adobes, de 1,10 m de lado y de una altura máxima conservada de 0,31 m. El interior presentaba una capa de arcilla muy compactada, con algunas cenizas y restos de fuego, que cubría un pavimento de adobes. Un pequeño sondeo, en la esquina suroeste, documentó una posible preparación de la base con fragmentos de caliza. En el interior de la estructura no se encontró ningún objeto ni restos óseos.

Fig. 4. Altar en el centro de la calle SU 674. Fotografía: Proyecto dos cero nueve / S. Pou Hernández.

El altar estaba construido directamente sobre la calle o, con más precisión, sobre el sustrato de ésta, cuya superficie aplanada se extendía hasta la base de la primera hilada de adobes del altar, sin que se observe en ella ninguna discontinuidad o cualquier otro indicio de que la estructura se construyera con posterioridad a la explanación del terreno, por lo que cabe deducir que altar y calle son contemporáneos.

Delante del lado norte del altar, casi en contacto con él, y frente a la puerta de la TT 209, se encontró un gran fragmento de pedestal cilíndrico para una mesa de ofrendas.

La datación asignada a este segmento de calle ha sido establecida por su posición estratigráfica. La superficie se superpone a los rellenos de la zanja de cimentación del muro del pilono. Restos de un revestimiento blanquecino que cubrió el pilono todavía se conservan en la base de sus muros, extendiéndose unos centímetros sobre la superficie inmediata de la calle, lo que implica que el enlucido del pilono y la calle son contemporáneos y ésta puede fecharse, por tanto, durante la Dinastía XXV.

Esta datación se refuerza, además, con el hallazgo al este de la puerta, sobre la superficie de la calle y sellado por un amontonamiento de clastos perteneciente a una fase posterior, de copas-incensario troncocónicas, de paredes rectas y base plana y saliente, fechables, también, en la Dinastía XXV.3

Segunda fase: limpieza y reforma parcial de la calle

En un momento indeterminado, posterior a la primera fase de utilización de la TT 209, la calle quedó cubierta, en su mitad occidental y en la zona frente a la puerta, por bloques y clastos de piedra caliza procedentes de la excavación y construcción de una o varias tumbas cercanas. El altar y la base de la mesa de ofrendas quedaron prácticamente enterrados. Sobre estos niveles se superpusieron, además, los restos de los primeros desmoronamientos del muro oeste del pilono y del marco decorativo de la puerta: las jambas de caliza, y el dintel y la gola de arenisca.

La excavación arqueológica ha documentado un trabajo de limpieza de estos depósitos y de retirada de escombros en la zona frente al vano de la puerta, con el fin de restablecer nuevamente la accesibilidad a la TT 209 (Fig. 5). Algunos de los bloques de mayores dimensiones fueron trasladados y depositados en el lado suroriental de la calle, donde han sido localizados un fragmento de jamba decorada y el gran dintel con la titulatura de Nisemro. Delante de la puerta, entre ésta y el altar de adobe, los depósitos de clastos de caliza y gravas fueron aplanados y nivelados, utilizando en algunas zonas mortero para consolidar el firme, elevando la cota del suelo hasta el umbral de la puerta.

Fig. 5. Vista del área de la puerta de TT 209 durante la segunda fase de utilización de la calle, con el murete de retención, el umbral de caliza y los vestigios del pilono. Fotografía: Proyecto dos cero nueve / A. Martín Flores.

Inmediatamente al oeste de la puerta de acceso a la tumba, los escombros que cubrían la calle, en su mayoría fragmentos del lienzo de adobes del pilono, no fueron retirados, sino que se retuvieron mediante un muro de poca altura que protegía el acceso. Entre los restos utilizados para su construcción se encontró una parte de la gola de arenisca de la puerta. El murete fue recrecido después con grandes bloques de caliza, probablemente debido a la necesidad de retener nuevos derrumbes del pilono. Con esta actuación, la calle quedó cortada, bloqueada hacia el oeste, más allá de la puerta de la TT 209.

La cronología asignada a estas labores de limpieza y contención de escombros está determinada por los materiales cerámicos recuperados, de Época Persa final y Periodo Ptolemaico, lo que es coherente con las fases de reutilización de la TT 209 documentadas en el patio y la subestructura (Molinero Polo, 2022a: 40).

A finales de este periodo o ya en época romana, nuevos derrumbes del pilono cayeron sobre toda la superficie documentada de la calle, ocultándola definitivamente bajo un grueso nivel de adobes.

Calles en la necrópolis tebana

En sus comentarios sobre la ocupación diacrónica de la necrópolis, las relaciones de las tumbas con las cercanas mansiones de millones de años y con las fiestas y procesiones que tenían lugar en la Orilla Occidental, Kampp (1996: 121-122) resaltó el escaso interés mostrado hasta entonces por la investigación hacia los “caminos de necrópolis”, a pesar de su presumible importante función en la orientación de algunos grupos de construcciones funerarias y en la ocupación y desarrollo de los distintos sectores del área de enterramientos. Además del papel de las calles procesionales y los templos funerarios en la accesibilidad y alineación de las tumbas (Kampp, 1996: 121), la existencia de una red de comunicación terrestre “ordinaria” debía de ser una necesidad de orden práctico en la organización y uso de los cementerios. La necrópolis constituía el escenario en el que se desarrollaba una gran variedad de actividades (construcción y rehabilitación de tumbas, entierros, visitas de familiares a los sepulcros, realización de servicios funerarios regulares) que requerían una estructura viaria para facilitar los movimientos de personas y bienes (Jiménez-Higueras, 2016: 233).4

La incorporación de metodologías y técnicas de la Arqueología Espacial y la Arqueología del Paisaje, especialmente el uso de sistemas de información geográfica (GIS) y la introducción de enfoques como Paisaje Sagrado o Paisaje Funerario en la investigación egiptológica han favorecido una mirada más amplia e integradora sobre los cementerios egipcios y las prácticas desarrolladas en ellos, dirigiendo la atención hacia otros aspectos diferentes al más tradicional enfoque exclusivamente centrado en la tumba, la epigrafía o los ajuares (Richards, 2005: 58; Jiménez-Higueras, 2016: 1-2).

En el caso de la Orilla Occidental tebana, ese nuevo interés se ha centrado en el desarrollo y evolución de la necrópolis, el emplazamiento y las relaciones de las tumbas entre sí y entre éstas y los templos, así como con las celebraciones de las grandes festividades que tenían lugar en ella, en especial la Bella Fiesta del Valle o las Decanales de Amenemopet, y en la determinación e identificación de las vías por las que circulaban.5

En este último apartado, se han planteado grandes rutas procesionales que discurrirían por la necrópolis, principalmente, de norte a sur, poniendo en comunicación los distintos puntos de interés que participaban en el desarrollo de las festividades y, a la vez, conectaban éstos y las mansiones de millones de años con los dos grandes santuarios de la orilla este (Kemp, 1989: 274, fig. 97; Bietak, 2012: pl. II).

Estas rutas procesionales han sido esbozadas a partir de la disposición de las mansiones de millones de años, de la orientación de determinadas tumbas y de referencias textuales o iconográficas en las cámaras de enterramiento que sugieren o permiten inferir su cercanía a un recorrido procesional (Hartwig, 2010: 7; Rummel, 2013b: 214-219). Sin embargo, su itinerario real no ha sido establecido (Rummel, 2013b: 216; Jiménez-Higueras, 2020: 228 y 233) y es objeto de discusión qué parte de los trayectos era terrestre y cuál era fluvial (Cabrol, 2011: 653-656; Rummel, 2013a: 17; 2013b: 223-224). En ningún caso se han documentado arqueológicamente y no conocemos qué otros elementos auxiliares como capillas, altares, estaciones de barca, si los había, se relacionaban con ellas. Sin entrar a discutir ni restar validez a las distintas hipótesis sobre sus trazados, lo cierto es que no disponemos de ninguna información sobre su naturaleza y características ni de sus diferencias con el viario ordinario.

Sólo las grandes calzadas que conducen a los tres templos de Deir el Bahari y que conectarían éstos con las hipotéticas rutas procesionales, están documentadas arqueológicamente y han sido objeto de estudio (Lipińska, 1977; Arnold, 1979: 5-7; Cabrol, 2011; Iwaszczuk, 2017: 64-67). Se trata de vías de gran longitud y anchura, sin cubierta, con características constructivas (nivelación de terreno, suelos y muros de flanqueo) y de dotación de elementos auxiliares (capillas de barca, esfinges, plantas, estatuas) conformes a su alta función representativa y cultual. Son avenidas procesionales destinadas a los cultos que tenían lugar en esos templos y que se suponen especialmente vinculadas a las grandes festividades de la necrópolis y, en concreto, a las celebraciones de la Bella Fiesta del Valle (Bietak, 2012: 139, 141 y 145), en la que la barca de Amón transitaba por ellas para hacer jornada en el templo funerario correspondiente.

Estas calzadas conformaban un espacio sagrado, bien delimitado y diferenciado de su entorno inmediato por muros, que conectaban dos templos, el primero en la zona inundable cerca de la orilla occidental del Nilo y el segundo al pie de la montaña tebana. Estaban, por tanto, intrínsecamente unidas a esos santuarios de los que formaban parte y a los cultos y rituales que en ellos se celebraban.6 Así, aunque estructuras de comunicación terrestre, las calzadas procesionales de Deir el Bahari están muy alejadas, por sus características formales, de uso y función, del viario ordinario, al que no pertenecen.

Los papiros y óstraca demóticos del Periodo Ptolemaico y Romano, que recogen distintos contratos de venta, arrendamiento o de servicios (especialmente referidos a la actividad de los joajitas en la necrópolis), mencionan diferentes tipos de viario en las descripciones de las lindes de los bienes sujetos a transacción (El-Amir, 1959; Martin et al., 2014).

Los términos referidos a viario en la necrópolis son “calle” (p Xry), “carretera”, “camino” y “sendero” (p myt, t myt) a veces acompañados del nombre de Amón (t myt jmn, p myt n jmn n Dma) o del lugar al que conducen (Imenhotep o la tumba de los Ibis) (El-Amir, 1959; Johnson, 2001). Sin embargo, estos documentos no ofrecen datos más allá de la mención a una calle y se desconoce qué características o diferencias hay, en su construcción o dimensiones, entre los tipos mencionados o si los diferentes términos se refieren a algún tipo de estructura jerárquica del viario.

Hasta la fecha, las principales hipótesis sobre la localización y trazados de calles en la necrópolis se han basado principalmente en la disposición y orientación de las tumbas. Así, las abiertas a ambos lados del pequeño valle que divide la necrópolis de Khokha y Sheikh Abd el Qurna han llevado a plantear la existencia de un camino de carácter procesional que enlazaba ambas colinas (Kampp, 1996: 122; Hartwig, 2010: 7).

En otras ocasiones, la disposición de tumbas en una misma cota de nivel ha sugerido la existencia de una calle horizontal que las uniría y la necesaria existencia de otras calles para articular, a su vez, las distintas terrazas. Shirley (2010: 103-106) ha relacionado las tumbas de los virreyes y visires pertenecientes a la familia de Ahmose-Aametu, en Sheikh Abd el-Gurna, con distintos “caminos naturales” a lo largo de las terrazas, que articularían y conectarían entre sí los distintos sepulcros junto con otros senderos verticales que unirían los distintos niveles. El resultado es un “complejo familiar”, con las tumbas distribuidas a distancias regulares sobre esa red de senderos que lo conectaría con los templos funerarios de Thutmose III y Amenhotep II, en la llanura de inundación. También en Khokha se han propuesto cuatro calles en otras tantas terrazas, con una diferencia de nivel de 5 metros en ellas (Pereyra et al., 2018: 119). Por su parte, Jiménez-Higueras (2016: 241) propone un posible modelo de urbanización de la colina de Dra Abu el Naga, con tumbas dispuestas en siete terrazas distintas formando calles que, a su vez, estarían conectadas con caminos ascendentes.

También la disposición de tumbas en las laderas de los wadis puede ser indicador de la existencia de una calle en su fondo. Así sería en los wadis Shig el Ateyat y Jawi el Baradsah, en Dra Abu el Naga, según Jiménez-Higueras (2016: 229). En el caso del wadi Hatasun, en Asasif Sur, Eigner (1984: 33) intuyó la existencia de un camino en su cauce, cuya existencia real ha sido confirmada por las excavaciones realizadas en el entorno de la TT 209.

Salvo el último caso mencionado, todas estas propuestas o hipótesis, legítimas y obligadas, sobre caminos y rutas procesionales, a la postre deben ser demostradas y sólo la sistemática excavación arqueológica en las áreas situadas más allá del recinto de las tumbas puede proporcionar datos reales sobre la red viaria que daba servicio a la necrópolis, sus características formales y su desaparición o su uso en distintos periodos.

Hasta la fecha sólo dos excavaciones realizadas en esos espacios exteriores de las tumbas han facilitado informaciones sobre viales terrestres en sus entornos. Ambas se localizan en Dra Abu el Naga.

En las excavaciones que viene realizando el Instituto Arqueológico Alemán en las tumbas de los Primeros Sacerdotes de Amón, Ramsesnakht (K93-12) y Amenhotep (K93-11), se ha documentado, entre 2010 y 2015, una calzada que arranca en el pilono lateral meridional de la K93-12 y se prolonga 40 metros hacia el sur, con una anchura máxima de 7,50 m en las cercanías del pilono, estrechándose hasta los 7 m conforme avanza hacia el sur. Ambos lados de la calzada estaban bordeados por muros de contención hechos con cantos de piedra caliza, dando el aspecto de un camino hundido en el terreno (Rummel, 2010: 4). En la calzada se ha documentado un total de cinco pisos superpuestos. Los sustratos son de piedra caliza y cantos rodados compactados. Los cuatro superiores corresponden a época ramésida, mientras que el inferior podría corresponder a la Dinastía XVIII (Rummel, 2011: 4). A 40 m de distancia del pilono, en el borde este de la calzada se localizó una posible capilla con dos estancias y, sobre el trazado de la calzada, restos de una puerta de adobe, con el umbral pavimentado con losas de caliza, que, probablemente, constituiría el acceso a la vía (Rummel, 2013b: 221; 2014: 3; 2015: 10). Sus excavadores sugieren, no obstante, que la calzada se extendería hasta el wadi Shig el-Ateyat, situado más al sur, por el que discurriría una vía procesional que conectaría con la gran ruta procesional de la necrópolis. La estructura excavada es, por tanto, un dromos, una calzada procesional que forma parte de este complejo de tumbas-templo. La existencia de una puerta y una capilla aneja en el extremo sur, como acceso al conjunto, reforzaría esta identificación, al tiempo que rememora el modelo de las grandes calzadas procesionales de Deir el Bahari.

A escasa distancia del complejo K93 11-12, y también en Dra Abu el Naga, se encuentra la tumba de Djehuty (TT 11). A 0,50 m por detrás de la prolongación en altura de las fachadas de ésta y de la –399–, por encima de sus vestíbulos, se documentó en 2007 un suelo de tierra fuertemente compactado, con tres escalones tallados en la roca en su extremo oriental (López Grande, 2013: 250; Jiménez-Higueras, 2016: 232-235, fig. 68). Esta superficie, que discurría en dirección suroeste/nordeste, alcanzaba unos 12 m de longitud con 0,80 m de anchura. Fue interpretada como una calle que, procedente de un nivel inferior, daba servicio a cuatro tumbas y desembocaba en el acceso al patio de una de ellas, la W11, quedando en ese punto bloqueada y sin salida. Tres se datan en la Dinastía XVIII y la cuarta sería de época ramésida o posterior (Jiménez-Higueras, 2016: 235; 2019). Todavía en proceso de estudio, no se han proporcionado más datos sobre el tramo que continuaría en dirección sur, pero, según afirman sus excavadores, todo indica que una vía ascendía junto al muro oeste de la TT 11 y conectaría con el callejón descrito (Jiménez-Higueras, 2016: 239). Dada la orientación de las construcciones hacia esta calle, es presumible que su trazado fuera anterior. Además de la tumba ramésida, otra fue usada tardíamente para enterramiento de animales sagrados (Jiménez-Higueras, 2016: 237), lo que podría indicar la pervivencia de estos tramos de vía hasta época grecorromana.

Las similitudes de esta calle o callejón con el segmento aparecido delante de la TT 209 son varias: la idéntica forma de realización, mediante el allanamiento y compactación del sustrato para crear una superficie dura y plana; el trazado lineal de la vía, con una anchura constante, flanqueada de tumbas cuyos frentes son paralelos a ella; y, finalmente, la pervivencia de la infraestructura a través de varios periodos. Las diferencias más notables están en las dimensiones de ambas calles, especialmente en lo que se refiere a su anchura, más estrecha la de Dra Abu el Naga, lo que podría ser un indicador de jerarquización dentro de un sistema vial, aunque dada la escasez de ejemplos en la necrópolis, parece prematuro afirmarlo.

Conclusiones

El entorno de la TT 209 está definiéndose gracias a las excavaciones de la Misión de la Universidad de La Laguna, así como por los trabajos realizados por la misión egipcio-norteamericana al otro lado del wadi. En la ladera sur se contabilizan no menos de 15 tumbas, de varias cronologías, algunas de ellas de la Dinastía XXV (como la SACP 6), con claros indicios de reutilización posterior hasta época copta. En la ladera norte del wadi, además de la TT 209, sólo hay otra documentada al oeste (C4), aunque es previsible una ocupación similar a la de la ladera sur, con algunas construcciones aún ocultas bajo las capas de sedimentos y desechos.

La disposición y la orientación de todas estas tumbas, tanto las que coinciden con el tramo de vía documentado, como las situadas más al oeste, hacen pensar que la calle pudo extenderse en esa dirección, dando servicio también a otras construcciones aguas arriba.

Por el este, el wadi continúa hacia la esquina suroeste del Ramesseum dejando al norte la tumba de Ramose (TT 132), Supervisor del Tesoro durante el reinado de Taharqo. La zona de contacto con el Ramesseum y el propio templo acogieron una necrópolis, datada en el III Periodo Intermedio (Dinastías XXI a XXIIA) (Nelson, 2003: 88). Ésta se extendía también por la meseta al sur del wadi, entre éste y la Casa Alemana, donde también se excavaron varias tumbas de cronología similar, que alcanzan la concesión de la misión del South Asasif Conservation Project. Sin embargo, por el momento no es posible aventurar el trazado de la calle más al este de la TT 209.

Los hallazgos delante de la TT 209 y en el entorno de la TT 11 han puesto en evidencia la existencia de restos de viario común en la necrópolis. Una existencia intuida y expresada en diversos trabajos en las últimas décadas, pero no contrastada arqueológicamente y cuyos trazados reales es necesario conocer para entender la organización de la necrópolis. En ambos casos, los tramos documentados se sitúan en “caminos naturales”, un wadi en el caso de TT 209, como preconizó Eigner.

En principio, y para no presuponer nada más allá de lo encontrado, estas calles tienen una función básica de comunicación y accesibilidad a las tumbas y no cabe inferir otras funciones, aunque no se descarten. De hecho, la presencia de un altar en la calle frente a la TT 209, puede ser un indicio del uso ritual del espacio “público” y, aunque pueda estar vinculado a la tumba, también podría ser un ejemplo de la posible existencia de elementos auxiliares con los que pudieron estar dotadas esas infraestructuras para fines cultuales y uso común de familiares y sacerdotes funerarios.

Ambas calles tienen una larga pervivencia en el tiempo, lo que comportó modificaciones y alteraciones en su recorrido, como se ve en el entorno de la TT 209, y favoreció la construcción de otras tumbas en sus flancos, dando lugar a una organización urbanística basada en esas vías de comunicación. Además, esas alteraciones muestran que las calles no eran inmutables, sino que evolucionaron a lo largo de su vida útil y la de la zona en la que fueron construidas. Su desaparición no supone, por otro lado, la desaparición de la vía de tránsito en la que fueron construidas que, en algunos casos, ha llegado hasta nuestros días.

Finalmente, hallazgos como los de la TT 209 demuestran la conveniencia de extender el trabajo arqueológico más allá de los límites de las tumbas, permitiendo conocer otros elementos de su entorno que las comunican con otras construcciones, las articulan en sectores y las integran en lo que fue –para cada periodo– un todo organizado para el desarrollo de las funciones sociales, políticas y religiosas de la necrópolis como paisaje sagrado, pero también las más ordinarias de movimiento de personas y bienes en el desarrollo de sus actividades cotidianas.

Agradecimientos

Iniciamos la excavación conjunta de las cuadrículas C3 y C4 en la campaña 2019. En estos años, el patrocinio principal del proyecto dos cero nueve han sido la Consejería de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias y la Fundación Palarq, de Barcelona, así como la propia Universidad de La Laguna y la Asociación Isfet, Tenerife. En 2019 tuvimos una aportación de la Dirección General de Bellas Artes, Ministerio de Cultura y Deportes del Gobierno de España. En 2020 un grupo de amigos/as también ayudó a través de un programa de micromecenazgo. En la campaña 2020 y 2021 contamos con el apoyo económico de la Asociación Española de Egiptología (AEDE) y la compañía Muebles Veri, de Arnedo, La Rioja. Quede aquí expresado el agradecimiento sincero de los/as integrantes del proyecto.

Bibliografía

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1 Para una información más detallada sobre la tumba y los trabajos desarrollados, véase Molinero Polo (2016; 2022a; 2022b).

2 Sobre SACP 6, Budka y Pischikova (2022).

3 Para ejemplares semejantes y su cronología, véase Budka (2010: 32, fig. 5/1); Barahona Mendieta (2017: 20-21).

4 Una edición reciente de esta tesis doctoral en Jiménez-Higueras (2020).

5 Ver, por ejemplo, Burns et al. (2007); Jiménez-Higueras (2016; 2020); Iwaszczuk (2017); Nicora et al. (2017); Iamarino y Manzi (2022); Slinger (2022).

6 Arnold (2003: 56) destaca la estrecha vinculación funcional de la calzada y los templos del valle y de la pirámide, al referirse a las calzadas cubiertas de los Reinos Antiguo y Medio. En realidad, tal vinculación es perfectamente válida también para las tres calzadas de Deir el Bahari, con santuarios situados en la zona de cultivo y otros contra el acantilado, unidos entre sí por las largas rampas a cielo abierto. La diferencia estriba en una nueva funcionalidad añadida al conjunto, la necesidad de que las procesiones periódicas de las barcas divinas en su ascenso a las mansiones de millones de años fueran contempladas por parte de la multitud reunida en los flancos del valle.