Proyecto de investigación en Heracleópolis Magna (Ehnasya el-Medina). Aportaciones a la historia de Egipto

M. Carmen Pérez-Die

Museo Arqueológico Nacional, España

Fecha de recepción: 7 de marzo de 2023
Fecha de aceptación: 2 de agosto de 2023

Resumen

Desde 1966 hasta 2023, la Misión Arqueológica Española lleva a cabo un proyecto de investigación en el yacimiento de Heracleópolis Magna (Ehnasya el-Medina), siendo el primer equipo español que ha trabajado en Egipto después de la campaña de salvamento de Nubia en la década del sesenta. Se ha excavado en varios lugares del yacimiento: las necrópolis del Primer y Tercer Periodo Intermedio y el Templo de Heryshef. Los descubrimientos han proporcionado hallazgos excepcionales que nos han permitido presentar aportaciones inéditas a la historia de Egipto. Los principales resultados se exponen en este artículo.

Palabras clave: Heracleópolis Magna, Primer Periodo Intermedio, Tercer Periodo Intermedio, Heryshef

Research Project at Heracleopolis Magna (Ehnasya el-Medina). Contributions to the History of Egypt

Abstract

The Spanish Archaeological Mission carries out a Research Project at the Herakleopolis Magna site from 1966 to 2023, being the first Spanish team to have worked in Egypt after the rescue mission conducted in Nubia during the 1960s. It has been excavated in several places of the site: the necropolises of the First and Third Intermediate Periods and the Temple of Heryshef. The discoveries have provided exceptional findings, which have allowed us to present unprecedented contributions to the history of Egypt. The main results are presented in this article.

Keywords: Herakleopolis Magna, First Intermediate Period, Third Intermediate Period, Heryshef

El Gobierno de España y el de la República Árabe de Egipto, en cumplimiento del Acuerdo Cultural firmado el 19 de enero de 1967, acordaron realizar un programa de Cooperación Cultural en el que se indicaba el deseo de promover relaciones amistosas entre los dos pueblos, e incrementar la cooperación entre ellos en los campos cultural, científico y tecnológico (BOE 6 de enero, 1968, nº 6).

Entonces, y mediante los Convenios de Cooperación entre ambos países, se inició un proyecto pionero y largo en el tiempo adscrito al Museo Arqueológico Nacional: las excavaciones en Heracleópolis Magna (Ehnasya el-Medina), Beni Suef, que continúan en la actualidad.

El yacimiento de Heracleópolis Magna, antigua Nen-Nesu, es uno de los más extensos del valle del Nilo; está situado en el Egipto Medio, muy cerca del Bahr el Yusuf, a la entrada del oasis de El Fayum. Heracleópolis, denominada así por los griegos debido a la identificación del dios local Heryshef con el griego Heracles, fue la capital del XX Nomo del Alto Egipto. Su posición geográfica convirtió a este territorio en un punto crucial para el comercio de caravanas que cruzaban el desierto occidental y recorrían el valle del Nilo. La relevancia de esta ciudad está documentada en todas las etapas de la historia de Egipto.

Al finalizar la campaña de Nubia en 1965, España obtuvo el permiso para excavar en Heracleópolis Magna. Entre 1966 y 1984 el proyecto estuvo dirigido por Martín Almagro Basch y desde 1984 hasta 2023 por M. Carmen Pérez-Die (López, 1974a: 57-78; Presedo, 1979: 525-532; Pérez-Die y Vernus, 1992; López Grande et al., 1995; Pérez-Die, 2004a: 63-88; 2016: 131-160).1

Gracias al reparto de excavaciones entre el Gobierno español y el de la República Árabe de Egipto realizado antes de 1980, más de tres mil objetos fueron entregados a España y se conservan en el Museo Arqueológico Nacional, pudiendo ser contemplados una parte de los mismos por el público. Los apartados que siguen presentan las excavaciones en el yacimiento.

1. Necrópolis del Primer Periodo Intermedio/inicios del Reino Medio (Dinastías IX-XI)

En 1968 la Misión Arqueológica Española realizó uno de los hallazgos más sensacionales en el yacimiento: la necrópolis del Primer Periodo Intermedio/inicios del Reino Medio (Dinastía IX-comienzos de la Dinastía XII). Durante las Dinastías IX y X Heracleópolis se convirtió en la capital de Egipto cuando, en torno a 2160 a.C., el gobernador Khety depuso al último soberano menfita de la Dinastía VIII fundando el reino heracleopolitano, que de hecho sólo controló el norte del país (Schenkel, 1965; Beckerath, 1966; Gomaa, 1977; Mokhtar, 1983; Seidlmayer, 2002; Demidchik, 2013; Moreno García, 2019). En el sur, un tebano llamado Intef I fue el gobernador local, adoptando el nombre de Sehertauy. Según el Canon de Turín un periodo de 143 años separa el comienzo de la Dinastía XI (los Intef) y la Dinastía XII. En 2040 a.C. el rey Mentuhotep II de la Dinastía XI sometió a Heracleópolis y reunifico el país, iniciándose el Reino Medio (Baly, 1932: 173-176; Clère y Vandier, 1948).

Como hemos indicado, este cementerio de Heracleópolis Magna fue descubierto en 1968 (López, 1975: 57-78), y las excavaciones continuaron bajo la dirección de Almagro hasta 1979 (Presedo, 1979: 525-532; Almagro y Presedo, 1979: 67-72).2 En 1984 la misión española llevó a cabo dos campañas (Padró, 1999: 147-157), y entre 2000 y 2013 los trabajos en la necrópolis continuaron bajo la dirección de Pérez-Die (1990a: 95-100; 2001: 6-25; 2004b: 21-24; 2005; 2016: 131-160; Willems, 1996: 99-109).3

Hasta el descubrimiento de la necrópolis situada intramuros, existían muy pocos datos del Primer Periodo Intermedio referidos a esta ciudad, de ahí la importancia del hallazgo de este cementerio en la propia Heracleópolis Magna, lo que ha supuesto una de las grandes aportaciones de esta misión española a la historia de Egipto. La excavación de veintisiete sectores ha proporcionado una serie de complejos tumbales dispuestos en calles paralelas, con habitaciones de piedra o de adobe abovedadas, con una falsa puerta orientada al este (Pérez-Die, 2010b: 357-393),4 una mesa de ofrendas delante y un buen número de vasos cerámicos alrededor. Las falsas puertas están inscritas con los títulos y los nombres de los difuntos y han sido uno de los elementos de cultura material que más datos nos han proporcionado para conocer la cronología y establecer conclusiones históricas.

Algunas cámaras de piedra conservan pintura en su interior, siendo las más espectaculares la de Hotepuadjet (Pérez-Die et al., 2002: 40-44) (Fig. 1) y otra anónima; ambas cámaras recuerdan mucho a los ataúdes rectangulares de madera con escenas pintadas en su interior, que reproducen inscripciones, ojos udjat, frisos de objetos, ceremonias de ofrendas. Una primera conclusion que podría extraerse es que estas cámaras de piedra heracleopolitanas, encontradas vacías y sin ajuar, pudieron haber sido las sustitutas de los ataúdes de madera hallados en otros lugares cercanos (Lapp, 1993), como El Bersha (Willems, 1988).

Fig. 1. Pared meridional de la tumba de Hotep-Uadjet. Necrópolis del Primer Periodo Intermedio/inicios del Reino Medio. Foto: Archivo Heracleópolis Magna.

La cronología de la necrópolis es una de las principales aportaciones de la investigacion al proyecto. El principal obstáculo ha sido que no ha aparecido ningun nombre real, lo que dificulta mucho establecer fechas de datación absoluta. No obstante, gracias a paralelos y a estudios de cerámica, estratigrafía, epigrafía y paleografía, se puede establecer con una cierta seguridad la secuencia estratigráfica del cementerio. Podemos adelantar que la necrópolis se inició en el Reino Antiguo tardío, que la parte principal y la época más extensa de utilización tuvo lugar durante el Periodo Heracleopolitano (Dinastías IX/X) y que su uso continuó en el Reino Medio temprano (Dinastías XI y XII hasta Senwsret I).5

Los estudios cerámicos están facilitando cronologías absolutas en lugares donde no existen otros elementos de cultura material para la datación (Bader, 2011). En la necrópolis heracleopolitana la catalogación de los recipientes es decisiva. Los materiales más antiguos proceden de los niveles inferiores del cementerio. Ha aparecido cerámica con paralelos en repertorios semejantes a los del estilo Meydum (Bader, 2009) –vasos y cuencos–, lo que confirma que el cementerio se inicia a finales del Reino Antiguo.6 El siguiente estrato está ocupado por las tumbas del Periodo Heracleopolitano y por las de los inicios del Reino Medio.

Para la datación de las tumbas de época heracleopolitana, un yacimiento es crucial:7 la necrópolis de Asyut (Griffith, 1889: 40-53; Brunner, 1937; Franke, 1987: 49-60; Kahl et al., 2008: 199-218). Así, desde el punto de vista de la paleografía y la epigrafía, el paralelo más cercano lo constituyen los textos de esta necrópolis, en el Medio Egipto, cuyos gobernadores fueron fieles aliados de los monarcas heracleopolitanos, luchando contra los tebanos en varias ocasiones. Estas reyertas se relatan en las paredes de las tumbas de Asyut; en una de ellas, concretamente en la autobiografía de la tumba 4 perteneciente al gobernador Kheti II, aparece mencionado el rey heracleopolitano Merikare que ejerció su poder durante la Dinastía X; la paleografía y la epigrafía son muy semejantes en los cementerios de Heracleópolis y de Asyut, lo que nos permite fechar muchos monumentos hallados en Heracleópolis en época de este soberano. Un ejemplo concreto de estos paralelos lo tenemos en el cuadro central de la falsa puerta heracleopolitana donde, delante del difunto sentado ante la mesa de ofrendas, aparece el epíteto n ka n, documentado también en los textos de Asyut de la Dinastía X. Por otro lado, los Textos de los Ataúdes estudiados por Rocatti (1974: 161-190), hallados en el interior de una de las tumbas de Heracleópolis, están también fechados por el epigrafista en este periodo.

Durante el Primer Periodo Intermedio (Dinastías IX y X) e inicios del Reino Medio (Dinastías XI-XII), pueden datarse otras sepulturas de la necrópolis. La epigrafía y ciertos textos lo confirman. Así, la expresión prt-hrw que sigue a la fórmula “ofrenda que da el rey” en las falsas puertas desaparece en Menfis hacia finales de la Dinastía XI o comienzos de la XII, siendo sustituida por el dativo n (para) ante el epíteto imakhw; este dativo no ha sido documentado en las falsas puertas heracleopolitanas, lo cual permite fecharlas con anterioridad (Bennett, 1941: 77-82; Leprohon, 1990: 163-164; Obsomer, 1993: 163-200; Spanel, 1996: 765-786; Gourdon, 2005: 165-193; Postel, 2005: 255-278; Brovarski, 2009: 359-423).

La arqueología y la estratigrafía de la necrópolis confirman que durante la Dinastía XI y principios de la XII hasta Senwsret I se construyeron nuevas tumbas8 y se reutilizaron espacios funerarios de época anterior con recipientes cerámicos que no fueron encontrados en posición primaria, sino que fueron depositados rellenando espacios existentes, sin ser contemporáneos a la colocación de la falsa puerta en la pared oriental de la tumba.9 Los vasos pudieron haber pertenecido a actividades de culto más tardías y su cronología no va más allá del reinado de Senwsret I.

Muchas de las tumbas han sido halladas con ladrillos quemados en su interior, y muchos fragmentos de pared de la misma tumba han aparecido rotos y muy alejados entre sí. Gracias a los trabajos de “arqueología del fuego” realizados por Rafael Ferrándiz y Miguel Castro (2007) se ha podido concluir que la necrópolis fue saqueada y quemada, aunque no en su totalidad. Estudios de geología llevados a cabo por Enrique Sanz (2010) indican que muchas fracturas en las tumbas de piedra fueron debidas a terremotos o eventos sísmicos. Desconocemos cuándo se produjo esta destrucción del cementerio.10

Los nombres de los heracleopolitanos están bien atestiguados en un periodo que se extiende entre el Reino Antiguo y el Reino Medio. Los más comunes son Khety y Heryshefnakht que evocan al soberano de la casa reinante y al dios local. En general, los títulos son honoríficos o cortesanos, y muchos oficiales estuvieron adscritos a la corte real y a la administración de justicia, al sacerdocio y al ejército11 (Murray, 1908; Baer, 1960; Ward, 1982; Fischer, 1985; Strudwick, 1985; Jones, 2000; Daoud, 2005).

En conclusión, los heracleopolitanos fueron enterrados en la necrópolis descubierta por la misión española fechada desde fines del Reino Antiguo, durante el periodo heracleopolitano (Dinastías IX y X) y continuó en uso durante los reinados del Reino Medio temprano (Dinastías XI y XII) hasta Senwsret I, mediante la construccion de otras tumbas y la reutilización de espacios, rellenándolos con recipientes cerámicos para la realizacion del culto funerario. Gracias a las excavaciones de la Misión Arqueológica Española tenemos más datos de los protagonistas que vivieron en este periodo y que presentan una sociedad que trató de mantener el orden tradicional, intentando controlar todo Egipto, a pesar de que sólo extendieron su poder hacia el norte del país.

Por otro lado, gracias al descubrimiento de esta necrópolis se ha podido confirmar la existencia de un cambio climático a fines del tercer milenio. A pesar de que la creencia en este cambio no había sido aceptada por todos los egiptólogos, se ha podido confirmar que este proceso se produjo y que se caracterizó por la desertificación y la bajada del Nilo, alternando con periodos de intensa lluvia, que provocaron el colapso del Reino Antiguo (2250-2150 a.C.). Sanz (2010) confirma la existencia de este fenómeno climático al documentarlo en la estratigrafía de la necrópolis del Primer Periodo Intermedio. La secuencia arqueológica confirma el cambio climático al variar el clima de húmedo a árido y a la presencia de grandes inundaciones y tormentas de agua.12

2. Necrópolis del Tercer Periodo Intermedio (Dinastías XXII-XXV)

Otra necrópolis situada intramuros y hallada por la misión española ha proporcionado una cuantiosa información, así como elementos de cultura material de enorme relevancia, que se fechan en el Tercer Periodo Intermedio durante las Dinastías XXI-XXVI (1085-665 a.C.) (Yoyotte, 1961: 121-181; Bierbrier, 1975; Leahy, 1985; Kitchen, 1986; Jansen-Winkeln, 2007) (Fig. 2). En el año 19 de Ramsés XI se inaugura un nuevo cómputo de años, en el cual un cierto Herihor va a acumular en el sur del país, en Tebas, todos los poderes: sumo sacerdote de Amón, generalísimo del ejército, gobernador de Kush y visir. Rodea su nombre de un cartucho e instaura una autentica teocracia en Tebas.

Fig. 2. Necrópolis del Tercer Periodo Intermedio. Vista general. Foto: Raúl Areces.

En estos años Heracleópolis Magna vuelve a ocupar un lugar destacado en la historia de Egipto, conociéndose numerosos datos y sucesos nuevos en el país del Nilo. Durante la Dinastía XXII la ciudad y el nomo recuperan el control del territorio convirtiéndose en el fiel de la balanza entre el norte y el sur, a pesar de estar sometidos a la influencia tanita o tebana, según el momento.

Las tumbas de esta necrópolis “real”13 (López, 1974a: 57-78; Pérez-Die, 1989: 157-162; 1990b: 115-129; 2009: 302-329; 2010a; 2016: 131-160)14 están construidas con cámaras de piedra y de adobe, generalmente en número de tres, con el interior pintado,15 y con el techo decorado con estrellas que simulaban el firmamento. Las cámaras son muy semejantes a las del cementerio real de Tanis, pues algunos de los enterrados en Heracleópolis fueron príncipes, hijos de los soberanos del norte, como nos informan los textos, y es muy posible que copiasen la arquitectura de las tumbas de sus familiares (Lull, 2002).

Estas moradas de eternidad estuvieron ocupadas durante las Dinastías XXII-XXIII por los gobernadores de Heracleópolis, que habían ocupado los cargos de sumos sacerdotes del dios Heryshef, comandantes, generales y grandes jefes de las fortalezas que estaban instaladas en todo el territorio heracleopolitano; el ajuar depositado en el interior de las tumbas era muy variado, con vasos canopos, ushebtis, vasos de alabastro, un collar de oro, cornalina y lapislázuli, escarabeos de corazón y amuletos. El estudio de todos estos materiales ha aportado abundante información tipológica y artística, así como datación segura para fechar otras piezas sin procedencia ni cronología que se encuentran en diferentes museos del mundo, puesto que los aparecidos en Heracleópolis proceden de un contexto arqueológico seguro y bien fechado (Aston, 2009a; Pérez-Die, 2010a).

Una de las conclusiones más trascendentales ha sido la confirmación de la presencia de la tribu libia de los Masawuesh en Heracleópolis durante la Dinastía XXI, desde donde salieron para establecerse en Tanis y fundar la Dinastía XXII, en torno a 950 a.C. (Jansen-Winkeln, 2006).16 Al frente se hallaba el “gran jefe de los Masawuesh” que en Heracleópolis ocupó también los cargos de sumo sacerdote de Heryshef, comandante del ejército y general. Entre ellos cabe destacar a Osorkon I, que vivió en la Dinastía XXI y se convirtió en la autoridad suprema del territorio, como nos indican sus títulos civil, militar y religioso.

Estos libios estuvieron asentados en cinco grandes fortalezas que ocuparon el territorio del nomo XX del Alto Egipto, sede de un gobierno militar autónomo, con ciudadela, flota de guerra y almacenes. También conocemos otros fuertes o dominios en el nomo heracleopolitano por las inscripciones que los mencionan: el de Persekhemkheperre,17 el de Usermaatre donde se guarnecían los Tuher, y el de los shardana, estos dos de finales del Reino Nuevo. Desgraciadamente no se han encontrado restos de ninguno de ellos (Pérez-Die, 2010a: 753-754).

El hallazgo de varios ushebtis de la reina Shebensepedet con su nombre escrito en un cartucho, siendo denominada “Esposa del Señor de las Dos Tierras” (el Faraón), supone un hallazgo excepcional, ya que por primera vez en la historia de Egipto se encuentran ushebtis que la mencionan. Según Aston (2009b: 302-326), la reina fue la esposa de Horsiese, el nieto de Osorkon I, y pudo vivir en torno a mediados del siglo IX a.C. A esta opinión se adhiere Jansen-Winkeln (2007: 225, nº 2).

Además, hemos podido confirmar la vinculación de los gobernantes heracleopolitanos con los reyes tanitas. Muchos de los príncipes, hijos de los reyes del norte, fueron elevados a la categoría de primera autoridad local de la ciudad y su nomo.18 También las familias tebanas vinculadas a los sumos sacerdotes estuvieron presentes en Heracleópolis, como lo demuestra el hallazgo de la tumba de Tanetamón, hija de un sumo sacerdote de Amón llamado Esmendes que vivió en la primera mitad del siglo IX a.C.19 Tanetamón debió vivir en torno a la segunda mitad del siglo IX a.C.

Todas estas personas que se enterraron en el cementerio heracleopolitano han sido documentadas por primera vez en el país del Nilo, lo que supone una gran aportación a la historia del Tercer Periodo Intermedio y demuestra el interés tanto de las gentes del norte como del sur por el control de la ciudad y de su territorio.

Durante la Dinastía XXV y los inicios de la XXVI la necrópolis se reutilizó, y los techos, las capillas y los interiores de las tumbas de las dinastías precedentes se llenaron de cuerpos, muy pocos momificados, con un escaso ajuar, compuesto mayoritariamente por escarabeos, amuletos y cuentas de collar. El hallazgo de estos cuerpos, a pesar de su difícil excavación al estar amontonados, ha supuesto una de las aportaciones esenciales de los trabajos de la misión española al conocimiento de la población egipcia en época antigua (Pérez-Die, 1998: 473-483; Pérez-Die, 2010a: 763-807).

El hallazgo de 1287 cuerpos, algunos pertenecientes a las grandes tumbas y otros a la reutilización, permitió su estudio por antropólogos a pie de excavación.20 Ha sido posible definir el rango de edad de muchos, y se conoce la edad de 896. En cuanto a las patologías, las más frecuentes fueron la osteoartrosis y las entesopatías, la anemia ferropénica asociada a los intensos y continuados esfuerzos musculares y la abrasión dental. Hemos establecido el sexo de 293 individuos y se han reconocido algunos cráneos con rasgos negroides; sólo 85 cuerpos conservaban restos de momificación. Los paralelos más cercanos de los ajuares los hallamos en las necrópolis reales de El Kurru y Nuri en el actual Sudán, procedentes de las tumbas reales de los soberanos de la Dinastía XXV. Estos paralelos nos inducen a pensar que esta reutilización comenzó durante la Dinastía XXV y continuó durante la XXVI, tras la batalla del rey cushita Piankhy contra el soberano heracleopolitano Paeftchauyenbastet que terminó con el asedio a Heracleópolis y la victoria del cushita (Grimal, 1981). Otra hipótesis es que estos enterramientos se realizaron después de alguna epidemia que mermase la población.

3. Templo de Heryshef

El templo de Heryshef, dios principal de la ciudad, es el tercer monumento de la ciudad donde ha trabajado la Misión Arqueológica Española. El templo fue descubierto por Edgar Naville (1894) a fines del siglo XIX y excavado en parte por William M. F. Petrie (1905) a comienzos del siglo XX; ambos arqueólogos publicaron los trabajos que habían realizado en él. Las fotos de estos libros demuestran que, en el momento de su hallazgo, a pesar de que muchas estancias estaban desmanteladas, conservaba algunos recintos casi completos con losas originales de caliza, columnas caídas, arquitrabes de granito rosa y relieves con inscripciones.

Desde la excavación de Petrie hasta que los españoles decidimos excavar en el monumento de forma sistemática en 201421 (Pérez-Die, 2016: 131-160), habían desaparecido muchos elementos pétreos, seguramente extraídos por los habitantes cercanos o por otras personas que venían de lejos para proveerse de materiales que utilizaban en nuevas construcciones. No obstante, y por tratarse de un templo dedicado al dios principal de la ciudad y a su esposa Hathor (Fig. 3), decidimos reemprender la excavación y plantear un proyecto específico, basado en un programa de estudio, reconstrucción y restauración del edificio.

Fig. 3. Bloque de Heryshef y Hathor procedente de la puerta del pilono del Templo de Heryshef. Fotogrametría: Antonio Gómez.

Una de las primeras actuaciones fue determinar la orientación del eje principal del templo. Hemos constatado que está alineado con la estrella Canopo, la segunda más brillante del firmamento egipcio. Además, el eje parece estar orientado hacia las necrópolis intramuros de la ciudad, en particular a la del Tercer Periodo Intermedio (Belmonte Avilés et al., 2015: 107-121).

Después de ocho años de trabajos centrados en la excavación de los sectores a los que no había accedido Petrie, y tras la búsqueda de paralelos con otros templos egipcios, hemos podido saber cómo se articuló este templo, obteniendo una representación arquitectónica y visual del edificio. Es una de las mayores aportaciones de la misión española a la arquitectura egipcia antigua.22

Un primer patio abierto precedía al pilono formado por una puerta con relieves de granito rosa entre los cuerpos de adobe del pilono. En este patio fue hallado un fragmento de un coloso de Ramsés II, desplazado de su lugar original,23 y depositado quizá fuera del templo, que recibió un culto popular en época grecorromana (López, 1974b: 115-117).

Del pilono sólo quedaban las bases de piedra y algunos de los elementos de granito de la puerta, con inscripciones y relieves. En el siglo IV d.C., muchos de los bloques de caliza procedentes de diferentes lugares del templo fueron extraídos y robados. Los bloques de granito y de cuarcita, por el contrario, fueron encontrados en un inmenso pozo de expolio hallado delante del pilono, donde quizá fueron abandonados debido al enorme peso y la dificultad para transportarlos. Entre estos relieves hay que destacar los que representan a Heryshef y su esposa Hathor, pero sobre todo el hallazgo de dos dinteles con el nombre de Senwsret II, traídos de su templo funerario en Lahun por Ramsés II (Petrie, 1891: 1-2), que este faraón reutilizó, junto con los arquitrabes y columnas del pórtico.

Dos tríadas recibían a los que tenían acceso al patio peristilo, una actualmente conservada en el Grand Egyptian Museum y otra dejada en el templo. De este patio peristilo sólo quedan las basas de columnas y los cimientos de otras que sostuvieron estatuas o esfinges. Al fondo se sitúa el pórtico que tuvo columnas palmiformes24 que, según Yoshifumi Yasuoka (2011: 32-34), procedían del templo de Sahura Djedkare en Abusir y habían sido retalladas por Ramsés II para utilizarlas en Heracleópolis, aunque nosotros creemos que podrían proceder del templo funerario de Senwsret II en el Lahun, al igual que los dos dinteles mencionados más arriba. A ambos lados del pórtico se situaban dos colosos del Reino Medio, también reutilizados (Miller, 1939: 1-7), y en la pared del fondo se conserva una inscripción que menciona la fiesta heb-sed que Ramsés II realizó en el templo, celebración confirmada por otros fragmentos de inscripciones hallados por Petrie y Naville.25

Tras el pórtico se sitúa la sala hipóstila, actualmente la más destruida y a la que más componentes arquitectónicos le faltan, tanto columnas como basas. Detrás, otra pequeña sala hipóstila daba paso al santuario y a otra sala.

Una de las aportaciones más señeras que se han hecho en el templo es el trabajo de restauración y reconstrucción del edificio. Un equipo de Luxor dirigido por el Reis Gamal, ha colocado en su lugar todas las losas del pórtico que habían caído hacia el frente y hacia detrás. Además, los elementos arquitectónicos que no han podido ser recolocados en su lugar de origen han sido apoyados en unos pedestales de ladrillo formando un museo al aire libre en el patio de acceso, que permite ver las inscripciones y las losas recuperadas por tres de sus caras (Fig. 4).

Fig. 4. Museo al aire libre. Templo de Heryshef. Foto: M. Carmen Pérez Die.

4. Conclusiones

Las excavaciones españolas en Heracleópolis Magna han aportado nuevos datos, nuevos nombres y nuevas interpretaciones a la historia de Egipto. En los trabajos se han utilizado nuevas técnicas en arqueología como la fotogrametría, y se pretende realizar un escáner laser. Han sido hallados monumentos (cementerios, templo) fechados en casi todas las etapas de la historia de Egipto y, durante los últimos cuarenta años, los resultados han sido muy fecundos, lo que ha permitido escribir nuevos capítulos de la historia del país de los faraones.

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1 Solamente incluimos aquí algunas de las publicaciones sobre Heracleópolis Magna. No se mencionan las de diferentes campañas que están publicadas en revistas especializadas.

2 Los directores de campo fueron Jesús López en 1966-1968 y Francisco Presedo entre 1969 y 1979.

3 Agradezco a todo el equipo su dedicación durante las campañas en Egipto. Sólo mencionaré a algunos como M. Antonia Moreno, Antonio Guio, Antonio Gómez, Gema Garrido, Bettina Bader, José Javier Martínez, Juan Candelas, sin olvidar al resto, así como los inspectores del Servicio de Antigüedades de Beni Suef. La publicación de la necrópolis se hará próximamente. En este artículo solamente consignaremos algunos títulos referentes al tema tratado.

4 Para el estudio de las falsas puertas, ver Brovarski (2009: 359-423) y Pitkin (2017).

5 En este artículo solamente mencionamos algunos paralelos, ya que una referencia completa desbordaría los límites de esta publicación.

6 La presencia de la capa de agua freática nos impide llegar más abajo, pues todo el nivel se encuentra ya inundado.

7 Solamente mencionamos ese yacimiento por sus paralelos evidentes, aunque existen otros muchos.

8 En la publicación final se especificarán las tumbas pertenecientes a cada uno de estos periodos.

9 Gema Garrido, arqueóloga del proyecto, ha realizado en su informe preliminar de 2014 un estudio sobre la estratigrafía de la tumba de Nen, que conserva una gran falsa puerta de época heracleopolitana y que apareció rodeada de recipientes más tardíos, debido a un culto concreto que se realizó cerca de la sepultura.

10 Padró (1999: 107) opina que la destrucción se produjo cuando Mentuhotep II conquistó la ciudad, Postel (2005: 255-278) cree que el arrasamiento de las tumbas pudo haber ocurrido después del reinado de Amenemhat II.

11 Agradezco la ayuda en la lectura de los títulos a Andrés Espinel y a Andrea Pillon.

12 Informe depositado en el Archivo “Heracleópolis Magna” del Museo Arqueológico Nacional. Ver también la página web del proyecto: http://heracleopolismagna.com/.

13 Denominamos “real” a la necrópolis heracleopolitana, ya que contuvo los cuerpos de alguna reina y de príncipes tanitas, hijos de los faraones del norte o de los sumos sacerdotes de Tebas.

14 Hay muchos artículos de esta autora referentes a la necrópolis del TPI, pero los obviamos por falta de espacio.

15 Apenas nos han llegado restos.

16 La presencia de la tribu masawuesh en Heracleópolis está atestiguada desde épocas tempranas, gracias a la estela de Pasenhor fechada en torno a 730 a.C. (Malinine et al., 1968: 10, doc. 31). El donante remonta su genealogía quince generaciones atrás, relatando que su familia procede de Heracleópolis.

17 Fundado por Osorkon I a la entrada de El Lahun.

18 Entre ellos hay varios gobernadores llamados Osorkon, o Nimlot.

19 El pontificado de Esmendes III tendría lugar entre 879 y 873 a.C.

20 Es muy infrecuente encontrar un número tan elevado de individuos en otras necrópolis egipcias.

21 En el año 1966, Almagro realizó una cata en la esquina sudeste del patio, hallando la parte inferior de un coloso de Ramsés II, reutilizado de otro del Reino Medio (López, 1974b: 302-307).

22 Agradezco a los arquitectos franceses Carlotti y Vanpeene la ayuda para la interpretación de este templo.

23 Debió de estar colocado delante de uno de los cuerpos del pilono como suele ser habitual en los templos egipcios.

24 Estas columnas fueron sacadas del templo por Naville y actualmente están repartidas en diferentes museos del mundo: British Museum, Manchester Museum, Bolton Museum and Art Gallery, South Australian Museum, Museum of Fine Arts (Boston), University of Pennsylvania.

25 Tras el primer festival, a los treinta años de reinado, los siguientes jubileos tuvieron lugar cada dos años, por lo que, gracias a su largo mandato de sesenta y siete años, Ramsés II pudo realizar catorce festividades Sed.