El cuidado de los vulnerables en Egipto: un enterramiento fetal en Oxirrinco1

Núria Castellano i Solé

Universitat Oberta de Catalunya, España

Fecha de recepción: 2 de marzo de 2023
Fecha de aceptación: 25 de junio de 2023

Resumen

La Necrópolis Alta de Oxirrinco presenta una ocupación de más de mil años, desde la época saíta (650 a.C.) hasta la llegada de los árabes (646 d.C.). Las tumbas de época bizantina son criptas de adobe, a las que se accedía a través de un pozo que conducía a una cámara con techo abovedado, donde se depositaban los difuntos en diversas capas hasta colmatar la estructura. Durante la campaña de 2021 se excavaron en el sector 36 las criptas 1, 2, 3 y 4, cuyos individuos representan todas las franjas de edad: desde neonatos hasta seniles. El tratamiento observado en los enterramientos implica un cuidado tanatopráctico hacia los miembros de todas las clases, incluidos los más expuestos: infantes y ancianos. La novedad la constituye un depósito funerario excepcional en Oxirrinco: una olla de cocina en cuyo interior se colocó un feto de cinco meses de vida intrauterina, envuelto en tejidos y sujeto con cintas. Aunque los enterramientos infantiles en recipientes cerámicos no son desconocidos en Egipto, no son habituales en Oxirrinco. Esta práctica funeraria demuestra una especial sensibilidad hacia un sector vulnerable y casi invisible de la población: los no-natos, y un simbolismo entre la olla y el útero materno.

Palabras clave: Oxirrinco, bizantino, feto, cerámica

The Care for the Vulnerable in Egypt: a Fetal Burial at Oxyrhynchus

Abstract

The Upper Necropolis of Oxyrhynchus has been used for more than 1,000 years, from the Saite period (650 BC) until the arrival of the Arabs (646 AD). The Byzantine-era tombs are mudbrick crypts, which were accessed through a pit that led to a chamber with a vaulted ceiling, where the deceased were deposited in various layers until the structure was clogged. During the 2021 season, crypts 1, 2, 3 and 4 were excavated in sector 36, whose individuals represent all age groups: from neonates to senile. The treatment observed in the burials implies a thanatopraxic care towards members of all classes, including the most exposed: infants and the elderly. The novelty is a funerary deposit exceptional in Oxyrhynchus: a kitchen pot where a five-month-old fetus was placed, wrapped in tissues and fastened with ribbons. Although infant burials in ceramic vessels are not unknown in Egypt, they are not common at Oxyrhynchus. This funerary practice demonstrates a special sensitivity towards a vulnerable and almost invisible sector of the population –the unborn– and a symbolism between the pot and the maternal womb.

Keywords: Oxyrhynchus, Byzantine, foetus, pottery

El yacimiento de Oxirrinco2 se encuentra a 190 km al sur de El Cairo, en la orilla izquierda del Bahr Yussef y cercano a la moderna localidad de El-Bahnasa. Durante la dinastía XXVI, Per-Medyed (que era como se denominaba en aquel momento) se convirtió en la capital del nomo XIX del Alto Egipto. La capitalidad del territorio, junto con la posición estratégica en relación con las rutas que se dirigían hacia los oasis occidentales y la ventaja de contar con un puerto fluvial en el Bahr Yussef, le hizo ganar importancia. Además, en época de los faraones saítas Ápries y Amasis la ciudad se convirtió en un enclave comercial muy importante. Arqueológicamente visibilizamos esta preponderancia en las grandes tumbas de piedra de los personajes más insignes de la ciudad, como es la tumba familiar número 14 de la Necrópolis Alta.

Con la conquista de Egipto por parte de Alejandro Magno, en Oxirrinco se asentó una destacada comunidad griega, y durante la época grecorromana la ciudad se amplió, convirtiéndose en una de las metrópolis más notables. Con la implantación del cristianismo como religión oficial, la ciudad cambió de nombre, recuperando en parte el nombre faraónico: Pemdyé. En época de Diocleciano se convirtió en la capital de la Arcadia y en el siglo V constatamos una ciudad muy poblada con una iglesia principal y gran cantidad de edificios religiosos dentro del núcleo urbano y suburbano. A juzgar por algunos escritos clásicos, la metrópolis se convirtió en un centro de peregrinación cristiano y aunque no hay que tomar al pie de la letra afirmaciones como las de Rufino, que hablan de 20.000 monjas dentro de Pemdyé, las excavaciones llevadas a cabo nos permiten aseverar que la ciudad contaba con diversos santuarios cristianos. Además de una gran basílica erigida sobre los probables restos del gran Serapeo, contamos con tres casas funerarias. El ejemplo más notable es la casa funeraria 1,3 que cuenta con un espacio para la liturgia, estancias para el ágape funerario y, en la subestructura, criptas colectivas que reaprovechan en su mayoría tumbas de piedra más antiguas.

Estas casas funerarias se ubican en la Necrópolis Alta de Oxirrinco, que presenta una ocupación de más de mil años, desde la época saíta (650 a.C.) hasta la llegada de los árabes (646 d.C.). Desde la campaña de 2019 se está procediendo a excavar la casa funeraria 3 (Padró et al., 2019: 5), situada en el sector 36, constituida por diversas habitaciones y criptas funerarias. En base a la estratigrafía y por el material recuperado hasta el momento, especialmente en la habitación 7, situada al sur, en cuyo pavimento se hallaron dos silos repletos de materiales cerámicos, podemos fechar el conjunto entre los siglos V y VII d.C. (Mascort et al., 2020: 6-7).

Durante la campaña de 2021 hemos excavado un total de cinco grandes criptas situadas al norte del sector, en bastante mal estado de conservación puesto que habían perdido gran parte de su estructura. De todas ellas, la cripta 2 (ubicada en el recinto de la casa funeraria 3) es la estructura funeraria que mejor se conserva, aunque había perdido parte del techo y de las paredes este y oeste.

Fig. 1. Modelo fotogramétrico de la cripta 2 (Misión Arqueológica de Oxirrinco).

La cripta 2 es una pequeña construcción de adobe, de planta rectangular, con unas medidas interiores de 3,97 m x 2,16 m (Fig. 1). Está orientada en el eje norte-sur y en origen tenía un acceso en pozo (68 cm de costado) desde el lado norte y un techo de bóveda de cañón, cuya mitad sur había colapsado directamente sobre los paquetes funerarios. La zona de la base está reforzada con bloques reutilizados de piedra caliza blanca, pertenecientes a estructuras funerarias de época romana, y el espacio interior contenía seis capas sucesivas de inhumaciones, de las cuales se recuperaron unos 60 cuerpos, desde neonatos hasta seniles.4

El estrato superficial de la cripta conservaba restos de ofrendas presentes en otras criptas de esta época en Oxirrinco: ictiofauna (oxirrinco), fruta (hueso de melocotón), fragmentos de fauna doméstica y varios elementos cerámicos. Los más abundantes eran pivotes de ánfora con restos negruzcos compatibles con incienso que había sido quemado. Por debajo, en el nivel funerario, los individuos adultos se colocaron individualmente en el espacio central de la cripta, orientados tanto norte-sur como este-oeste. Hay que destacar que los cuerpos que se inhumaron primero se encontraron recostados en algunos bloques de piedra caliza pertenecientes a tumbas anteriores para aislarlos del suelo. Por lo demás, cada paquete se hallaba envuelto en sudarios blancos atados con cuerdas y cintas de fibras de lana de diferentes colores. Protegiendo estos tejidos se hallaba un envoltorio de hojas de palma, atado con cordeles anudados.

La excavación de la cripta 2 y la comparación con otras criptas también excavadas en la Necrópolis Alta (como las criptas A y C de la casa funeraria 1, la cripta 4 de la casa funeraria 2 o la cripta 1 del sector 26)5 nos permiten confirmar un cuidado tanatopráctico hacia los miembros más expuestos de la sociedad: los ancianos y los infantes.6 Veamos a continuación algunas prácticas referentes a la inhumación de los individuos inmaduros, que son comunes en estas criptas funerarias. Constatamos que los infantes reciben el mismo tratamiento que el resto de la comunidad, tal como es tendencia en los primeros siglos del cristianismo (Agustí, 2015: 66). Según Bowen (2003: 370), a partir de los siglos II-III, el bautismo de los infantes es un hecho generalizado. Y como a través del bautizo y el perdón de los pecados se podía alcanzar la resurrección, era de suponer que los más jóvenes recibieran el mismo tipo de cuidado en el momento de su inhumación. Se entierran mayoritariamente dentro de las criptas, al lado de los individuos adultos, envueltos también en sudarios atados con cintas, aunque no tienen la protección de las hojas de palma, lo que dificulta, en ocasiones, la correcta identificación del cuerpo en el momento en que se produce la descomposición. Los cuerpos infantiles se encontraban en los ángulos de la cripta, orientados norte-sur y rellenando espacios entre los individuos adultos. Esta misma distribución espacial y orientación ya se había comprobado en las criptas de la casa funeraria 1, donde aparecían colocados entre los cuerpos de las personas adultas y orientados mayoritariamente en dirección norte-sur.

Pero precisamente en las criptas A y C de la casa funeraria 1 también se observó que algunos de los fetos que se habían depositado se encontraban envueltos en tela y dentro de algún recipiente cerámico (Codina, 2016: 1400). En concreto se pudieron recuperar dos fetos dentro de un ánfora y de una olla de cerámica común, en estado fragmentario tanto en el caso de los esqueletos como en lo que se refiere a los recipientes cerámicos. Los esqueletos no se encontraban en conexión anatómica y no se pudo identificar el sexo de los infantes (Codina, 2008: 132-136).

La novedad de la campaña de 2021 la constituye un depósito funerario interesante, ya que se encontraba dentro de una olla de cocina. El recipiente cerámico, aunque presentaba algunas fisuras, se encontraba prácticamente entero, y lo mismo puede decirse del esqueleto fetal.

En los diversos yacimientos de Egipto en los cuales se han podido recuperar inhumaciones identificadas como de individuos inmaduros, se ha comprobado que la ubicación de los cuerpos puede ser diversa. Algunos de ellos aparecen en una zona determinada de las necrópolis, o junto a las inhumaciones del resto de la población, aunque también se conocen casos en los que se han hallado los enterramientos en el interior de las viviendas (Bowen, 2003: 178), después de haber sido depositados dentro de jarras de cerámica (Blaizot et al., 2003: 52). También se constata que cuando una mujer muere al dar a luz, tanto ella como el bebé fallecido se entierran conjuntamente. Tenemos ejemplos en el yacimiento de Kellis, donde hay numerosos casos en los que se han hallado inhumaciones de mujeres adultas que tienen al lado el cuerpo de un neonato o un feto (Bowen, 2012: 360). En Oxirrinco también encontramos un ejemplo de esta práctica en la casa funeraria 2. En la parte sudoeste del recinto funerario se excavó la cripta 10, una estructura abovedada construida con adobe. En el exterior de la estancia, en una fosa excavada en el pavimento, se recuperó el cuerpo de una mujer adulta. Entre las piernas se encontraba el esqueleto de un individuo perinatal, del cual no se pudo precisar exactamente la edad y que tenía, curiosamente, algún elemento de ajuar (Fig. 2). Pero aunque se documenten inhumaciones infantiles en las necrópolis de la población general, hay yacimientos en los que se observan cementerios destinados a albergar los cuerpos de los infantes.7 La alta tasa de mortalidad infantil provocaría la necesidad de cementerios donde se enterrara a los individuos menores de un año. En cuanto al porcentaje de defunciones de neonatos e infantiles, no disponemos de cifras definitivas, pero podemos extrapolar los datos que conocemos de otras poblaciones premodernas, donde el 20% de la población infantil no llegaba al año de edad y, de los que sobrepasaban el primer año de vida, el 30% no alcanzaba los cinco años (Robins, 1994-1995: 27-28). Las causas de muerte de la población infantil son difíciles de precisar, en parte por la deficiente conservación de los restos humanos. En época grecorromana, en cambio, disponemos de más datos ya que a las inhumaciones halladas en los yacimientos se une la información que nos proporcionan papiros y estelas. Así, las defunciones durante el parto eran debidas a la falta de especialistas médicos, así como a las deficientes condiciones higiénicas (Dunand, 2004: 22). Grandes conjuntos de inhumaciones infantiles, sepultadas al mismo tiempo, hacen pensar en epidemias, hipótesis que no es posible corroborar. Tampoco dejan señales en el esqueleto las defunciones por enfermedades infecciosas, pero en algunos casos sí se ha podido determinar la causa de la muerte, por ejemplo, con signos de crisis de epilepsia, apendicitis o tumores.8

Fig. 2. Inhumación de adulta y feto en el exterior de la cripta 10 de la casa funeraria 2 (Misión Arqueológica de Oxirrinco).

En el mismo marco cronológico que el caso de Oxirrinco, destacamos las necrópolis romanas de Alejandría y Kellis, con notables casos de inhumaciones fetales. En el caso de Alejandría, es notable la tumba B28 donde se recuperaron, en tres fosas practicadas en el pavimento, las inhumaciones de 2 infantes de 0 a 6 meses y un feto de menos de 10 meses lunares según Alix et al. (2012: 105). Las inhumaciones en fosas de individuos infantiles y fetos también son habituales en Kellis 2. El tratamiento de los cuerpos nos remite a la práctica habitual de envolver el cadáver en telas de lino sujetas con tiras en forma de cruz, en posición supina con la cabeza en el oeste.9

En cuanto al enterramiento fetal de Oxirrinco, la inhumación se encontraba al este del pozo de entrada de la cripta 2. El cuerpo se había depositado en el interior de una olla de arcilla y el estudio anatómico ha permitido identificar los restos esqueléticos de un embrión humano de unas 20 semanas de vida que no sobrevivió a un parto prematuro. El tratamiento del pequeño cadáver fue el mismo que para los adultos: se envolvió en un lienzo anudado con cuerdecillas de fibras vegetales y cintas de fibras de lana de diferentes colores, a tenor de los restos que se han recuperado. Aunque los enterramientos infantiles en recipientes cerámicos como ánforas no son desconocidos en Egipto, no son habituales en el yacimiento de Oxirrinco. Esta práctica funeraria demuestra una especial sensibilidad hacia un sector vulnerable y casi invisible de la población: los no-natos.10 Este segmento de la población (fetos e infantes),11 desde la época predinástica hasta la época copta, se enterraba habitualmente en recipientes cerámicos, que actuaban como sustitutos de los ataúdes y sarcófagos.12

Realizando un breve recorrido por los principales yacimientos en los que se han documentado inhumaciones infantiles en recipientes cerámicos, destacamos la necrópolis del Este en Adaima, durante el Predinástico, como una de las más antiguas. En esta localidad, los individuos más jóvenes se enterraban en cestas, envueltos en mantas o dentro de jarras que se depositaban en el interior de fosas. El cuerpo había sido colocado en decúbito lateral derecho con los pies orientados hacia el noroeste y la cabeza al sureste. La práctica de inhumar en ollas continuó durante el Imperio Antiguo pero no era exclusiva de este segmento de la población. En cambio, a partir de la dinastía XVIII, en localidades como Kom el-Hisn, Gurob o Gurnet Muray se reservan los recipientes cerámicos para las inhumaciones de fetos e infantes (Tristant, 2012: 27-32). Será durante el dominio romano cuando volvamos a encontrar numerosos ejemplos de utilización de jarras y ollas para enterrar a los infantes. Por ejemplo, en Kellis se utilizan las cerámicas tanto para cubrir el cuerpo como para depositar en su interior el cuerpo del difunto, utilizando en este caso las llamadas pigeon pot (Bowen, 2012: 359).

Esta tradición no se rompió con la invasión de los árabes, ya que en la necrópolis de Tebtunis (Magdy, 2014: 81) correspondiente a los siglos VIII-IX, se excavaron un centenar de tumbas, de las cuales gran parte eran inhumaciones de infantes que fueron depositados en fosas o en el interior de ánforas.

Y a tenor de los ejemplos en Italia o en la Península Ibérica, podemos afirmar que enterrar en ánforas o jarras a los fetos y recién nacidos es un ritual que se extiende por todo el Mediterráneo. A modo de ejemplo, en el yacimiento romano de Baelo Claudia (Cádiz), los infantes recibían un tratamiento similar al de Tebtunis, ya que en el interior de las fosas sepulcrales aparecieron los cuerpos directamente en la tierra y protegidos con fragmentos de cerámica o en el interior de ánforas (Laubenheimer, 2004: 302).

En el caso de Oxirrinco, la olla utilizada en el enterramiento fetal tiene una forma con paralelos en la iglesia funeraria del sector 29. Esta estructura se construyó, como es habitual en las edificaciones bizantinas de Oxirrinco, sobre una base de dos hiladas de bloques de piedra calcárea blanca de unos 30 cm de longitud, reaprovechados de otras tumbas. Sobre estas dos hiladas se levantaba un muro de adobe del cual sólo se conservaba un par de hiladas de altura. Está compuesta por cinco estancias y un acceso, siendo la sala principal la que nombramos como 2, al norte de la construcción. Esta estancia parecer ser la más antigua y a su alrededor se fueron añadiendo más habitaciones.

La habitación 3, situada más hacia el sur, tenía fijados en el pavimento de la zona sudeste tres recipientes cerámicos. Dos de ellos eran ollas globulares, con dos asas pequeñas verticales, cuello corto y borde redondeado, con decoración de líneas incisas paralelas rodeando la parte superior del cuerpo. Una de ellas se recuperó completa, aunque fragmentada, y la otra apareció cabeza abajo, pero entera. En las dos se apreciaban restos negruzcos en la base, lo que indica un uso culinario (Padró et al., 2015: 9).

Fig. 3. Marmita en cuyo interior se encontraba el feto (Misión Arqueológica de Oxirrinco).

El enterramiento fetal de la casa funeraria 3 se encontraba en una olla globular,13 de cuello corto14 de cerámica tosca, típica para la cocción de alimentos (Fig. 3). En concreto sería una marmita (Wodzińska, 2009-2010: pl. 7) de 20 cm de alto y un diámetro de 22 cm. Presenta dos asas pequeñas verticales que empiezan en el borde y acaban en la parte superior del cuerpo y tiene una carena alta.15 La pasta es del tipo sandwich, de color rosáceo en el interior y más rojizo en el exterior, sin engobe y con marcados surcos horizontales paralelos, rodeando la mitad superior de la misma. Se encontraba casi completa, aunque con algunas descamaciones y roturas, en especial una fisura que partió la olla en cuanto se retiró del yacimiento. Como hemos indicado, se han hallado paralelos de la forma cerámica, tanto en Oxirrinco como en otros yacimientos como Qaret el-Toub, Naqlun o Kellia, que nos remiten a una cronología de mediados del siglo V-VI.

No se trataba de un recipiente con un uso exclusivamente funerario, ya que mostraba indicios de haber sido usado con frecuencia, a tenor de los restos de quemaduras en la parte inferior. Y esta reutilización de la marmita es interpretada de diferente manera según los autores. Tristant (2012: 32) señala que algunos autores ven en esta práctica la confirmación de que se trata de inhumaciones más pobres, ya que es un contenedor de uso culinario de cerámica tosca reutilizado como urna funeraria. En cambio otros autores como Power y Tristant (2016: 1483) ven el uso de estas ollas como una manera pragmática de dar solución a las numerosas defunciones. Además las propiedades de la cerámica (durabilidad, impermeabilidad) facilitaron la conservación de los cadáveres y, desde un punto de vista simbólico, esta reutilización puede ser interpretada como un nexo de unión entre los vivos y los muertos.

El elemento común de los recipientes cerámicos utilizados como contenedores funerarios es la presencia de un cuerpo globular bastante grande que recuerda quizás a los vasos canopos (Spieser, 2008: 515), aunque el significado más común de esta forma redondeada es la reminiscencia de un huevo o de matriz, donde la posición contraída se parecía a los fetos en el útero. No hay que olvidar que en algunos papiros médicos de Kahun, la palabra utilizada para denominar al útero o matriz contiene un jeroglífico identificado como un contenedor de agua (Power y Tristant, 2016: 1478-1479).

Fig. 4. Inhumación fetal con la reconstrucción de la posición del cuerpo y el tejido (Misión Arqueológica de Oxirrinco).

Precisamente, la posición del cuerpo del feto hallado en Oxirrinco era de decúbito lateral con las piernas y los brazos flexionados, como si aún se encontrara en el interior del útero de la madre (Fig. 4). Reforzando esta idea de asimilación con el vientre materno están los textos clásicos que utilizan la metáfora del útero como una vasija (Zeitlin, 1995: 53; King, 1998: 26, 34; Stevens, 2014: 625). Y desde el punto de vista simbólico, la asociación de la olla con la matriz conllevaría que pudiera renacer en el más allá, al contar con la “protección maternal” que esta forma le proporcionaría.16

Con todo ello creemos que los fetos, fueran viables o no (como es el caso de Oxirrinco), una vez fallecidos se consideraban cuerpos dignos de ser enterrados junto al resto de los miembros de la comunidad y de un tratamiento similar en cuanto a la preparación del cuerpo (Bowen, 2012: 370).

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1 Esta comunicación se enmarca dentro del Proyecto PID2020-116349GB-100 / AEI /10.13039/501100011033 que lleva por título “Vulnerabilidad intrafamiliar y política en el Mundo Antiguo”, coordinado por las Dras. Susana Reboreda Morillo (Universidade de Vigo) y Rosa María Cid López (Universidad de Oviedo).

2 Para información sobre el yacimiento de Oxirrinco y la historia de las excavaciones, véase Castellano (2017: 197-231).

3 La publicación de la monografía sobre esta estructura se encuentra en Subías (2008).

4 El estudio antropológico de la cripta fue llevado a cabo por la Dra. Bibiana Agustí y la Sra. Francesca Pullia, a quienes agradezco la información antropológica presentada en esta comunicación.

5 Para los estudios antropológicos sobre estas criptas, véase Agustí (2015) y Codina (2008).

6 Tal como señala Pawleta (2013: 9), los infantes no han sido tomados en cuenta en los estudios arqueológicos hasta hace relativamente poco tiempo. En la mayoría de los casos su presencia se limitaba al estudio antropológico de sus restos, sin ponerlos en relación con el conjunto de la población.

7 Los yacimientos más destacados son los de Adaima para el predinástico (como veremos a continuación) y el de Deir el-Medina para el Imperio Nuevo.

8 Véase Dunand (2004: 23-26) y Wheeler et al. (2011: 114-115).

9 Bowen, en su estudio de la necrópolis de Kellis 2, hace constar que la orientación de los cuerpos sigue las pautas de las inhumaciones cristianas: posición supina y cabeza hacia el oeste, a la espera de poder resucitar y ver cómo el Hijo del Hombre aparece por el este (2012: 369).

10 De hecho, muchas sociedades consideraban y consideran que un individuo subadulto no forma parte aún del colectivo y, por tanto, no recibe un tratamiento especial en el momento del sepelio (Blaizot, 2003: 52).

11 Siguiendo el ejemplo de Magdy (2014: 80), consideramos los fetos desde el embarazo hasta el nacimiento y hasta el primer año los infantes.

12 Véanse entre otros Masali y Chiarelli (1972: 166) y Spieser (2008: 514).

13 Véase un paralelo en Marchand (2012: 148, fig. 8.15), la marmita QT 1056-4.

14 En el yacimiento de Naqlun, entre la vajilla de cocina, hay ollas como la hallada en Oxirrinco, en concreto la ND. 16.121 (Danys, 2018: 177, fig. 3).

15 Hemos hallado un paralelo en una marmita tipo 142 descrita por Egloff (1977: 104, pl. 52.5).

16 Diversas autoras apuestan por esta interpretación de las jarras globulares como metáfora de la matriz (Norman, 2002: 310; Dasen, 2009: 210).