Daniel González León
Andrew W. Mellon Fellow, The Metropolitan Museum of Art, Estados Unidos
Fecha de recepción: 17 de marzo de 2023
Fecha de aceptación: 8 de mayo de 2023
Resumen
El rápido avance de los estudios tras el desciframiento de las escrituras egipcias antiguas llevó a los egiptólogos a trabajar los textos principalmente desde un punto de vista morfosintáctico y lexicográfico. Sólo la paleografía de las escrituras hierática y demótica interesaba porque, a diferencia de la jeroglífica, sus signos no tienen un carácter pictográfico inmediatamente reconocible. El signo jeroglífico sólo atraía por su estética. Sin embargo, el material paleográfico de la escritura jeroglífica puede servir, no sólo para datar un texto, identificar su procedencia y distinguir diferentes manos y talleres, sino también para realizar análisis gramatológicos. En la actualidad, estas tareas son ciertamente más asequibles de realizar gracias, en gran medida, a la iniciativa que tomó Dimitri Meeks en 2001 con la serie monográfica Paléographie hiéroglyphique. El objetivo es desarrollar un nuevo sistema de clasificación de jeroglíficos independiente de los catálogos de fuentes tipográficas actuales. La intención del presente autor es enriquecer este catálogo con la paleografía de los decretos de Coptos del Reino Antiguo. En este artículo se presentan los objetivos y la metodología de este nuevo proyecto denominado Paleographic Study of the 6th and 8th Dynasty Coptos Decrees, actualmente con sede en el Metropolitan Museum of Art.
Palabras clave: Coptos, decretos reales, paleografía jeroglífica, Reino Antiguo
A Project for the Paleographic Study of the Coptos Decrees
Abstract
The rapid progress after the decipherment of ancient Egyptian writing led Egyptologists to approach the texts mainly from a morphosyntactic and lexicographical point of view. Paleography of only the hieratic and demotic scripts was imperative because, unlike hieroglyphs, their signs do not have an immediately recognizable pictographic character. The hieroglyph was only appealing for its aesthetics. Nevertheless, the paleographic material of the hieroglyphic script may be used to assess the date of a text, infer its geographical provenance, and distinguish individual hands and workshops, as well as to conduct grammatological analysis. Today, these tasks are certainly more manageable thanks mainly to the monographic series Paléographie hiéroglyphique, launched by Dimitri Meeks in 2001. The goal is to create a new classification system of hieroglyphs independent of the current catalogs of typographic fonts. The intention of the present author is to enrich this catalogue with the paleography of the Old Kingdom Coptos decrees. This paper presents the aims and methods of this project called Paleographic Study of the 6th and 8th Dynasty Coptos Decrees, currently based at The Metropolitan Museum of Art.
Keywords: Coptos, hieroglyphic paleography, Old Kingdom, royal decrees
En este artículo se presenta el nuevo proyecto Paleographic Study of the 6th and 8th Dynasty Coptos Decrees, con sede en el Metropolitan Museum of Art. Tras una breve introducción a la disciplina de la paleografía jeroglífica y su aparición tardía en egiptología y a los documentos que se van a estudiar, se expondrán los objetivos de este proyecto, así como la metodología que se aplicará.
La disciplina
En la introducción de su paleografía de los arquitrabes del templo de Esna, Dimitri Meeks (2004: i-iii) explica hasta qué punto las dificultades a las que se enfrenta la investigación paleográfica actual de la escritura jeroglífica están ligadas a la historia de la egiptología. El rápido avance de los estudios desde el desciframiento de las escrituras egipcias antiguas llevó a los egiptólogos a trabajar los textos principalmente desde un punto de vista morfosintáctico y lexicográfico. Sólo la paleografía de las escrituras hierática y demótica interesaba porque, a diferencia de la jeroglífica, sus signos no tienen un carácter pictográfico inmediatamente reconocible.1 El signo jeroglífico sólo atraía por su estética. Trabajos pioneros como los de Francis L. Griffith (1898) y Nina M. Davies (1958) no son paleografías, sino colecciones de signos específicamente escogidos por su valor pictórico, no pictográfico (Fig. 1). Se analiza el signo desde una perspectiva artística, no paleográfica.
Fig. 1. Signos de pájaros recogidos en la obra de Davies (1958: lám. 4).
Afortunadamente, el material paleográfico de la escritura jeroglífica es en la actualidad objeto de interés para los investigadores, y se usa, fundamentalmente, para datar un texto, identificar la procedencia de éste o distinguir diferentes manos y talleres.2 Sin embargo, se suele obviar la información semiótica y semántica que el signo jeroglífico vehicula. En este sentido, la disciplina de la paleografía jeroglífica tomó un nuevo rumbo en la década de 1970 gracias al conservador del Metropolitan Museum of Art (MMA) Henry George Fischer, quien dedicó su trabajo a demostrar que el estudio de los signos en relación con los hechos culturales tenía algo que aportar a nuestro conocimiento de la lengua y la escritura egipcias (véase, por ejemplo, Fischer, 1976a; 1976b; 1977; 1996). El jeroglífico no sólo se debe entender como un elemento de escritura, sino también como un ser vivo con su propia biografía que completa el sentido del texto. Según la certera definición de Frédéric Servajean (2020: 538-540), estos signos constituyen una especie de transposición en miniatura de todos los aspectos del mundo, los creados por los dioses y los modificados por la actividad humana; forman un inventario completo del universo. Por lo tanto, del mismo modo –continúa este autor– su análisis también contribuiría a comprender mejor el mundo en el que vivían los antiguos egipcios y, sobre todo, cómo lo imaginaban.
Gracias a su acceso a la colección del MMA, Fischer pudo estudiar los más mínimos detalles de los signos originales, un análisis difícil de realizar a través de los textos copiados a mano alzada (= autografías) e imposible a través de los reproducidos con tipografías –ambos frecuentes en ese momento. Sin embargo, Fischer apenas tuvo continuidad en este sentido. Si bien los egiptólogos priorizan ahora las fotografías y los facsímiles en sus publicaciones, el estudio paleográfico sigue echándose en falta muchas veces.
Pierre Lacau, en su obra de 1954, presenta el primer análisis en profundidad de los signos de la escritura jeroglífica. Al ser un estudio general sobre esta materia, se comprende que Lacau usara principalmente signos tipográficos, aunque también se ayudó, en algunas ocasiones, de autografías para apoyar sus reflexiones. Sin duda, este trabajo tiene un carácter preliminar que abre las puertas a futuras investigaciones, tal y como el mismo autor advierte en sus consideraciones finales:
Quant à l’analyse des formes diverses que chaque signe a pu prendre dans l’écriture au cours des siècles, il est inutile d’insister sur le temps qu’il faudra pour mettre de l’ordre dans les éléments d’une matière écrite aussi surabondante. Rappelons-nous que l’épigraphie et la paléographie du moyen-âge ont fait chez nous l’objet de longs traités ; or, il s’agissait seulement de suivre l’évolution de vingt-quatre lettres pendant une quinzaine de siècles. En Egypte, il faudra étudier la vie de quelques 700 signes pendant plus de trois mille ans, à travers une documentation ininterrompue. Il y a là du travail assuré pour la génération qui vient (Lacau, 1954: 136).
Los venideros estudios sobre paleografía jeroglífica requerirán una aproximación más exhaustiva. Parece ser que fue Serge Sauneron el primero en poner de manifiesto uno de los principios básicos metodológicos que aún hoy se sigue usando en esta disciplina (Servajean, 2020: 539). A propósito del trabajo epigráfico de Henri Wild en la tumba de Ti, Sauneron hace la siguiente propuesta:
Ce travail doit mener à l’élaboration d’un album de formes de signes, recueillies dans un monument donné, à une époque donnée, étape préliminaire indispensable à une étude plus générale de l’épigraphie égyptienne de l’Ancien Empire. Portant sur un des monuments les plus soignés de cette époque, ce recueil doit apporter une série de résultats intéressants (Sauneron, 1971: 299).
Aunque modesta, la primera paleografía de un monumento en particular, tal y como dicta el principio de Sauneron, la ofrece Françoise Le Saout en 1981 sobre la capilla del rey Acoris en Karnak (Traunecker et al., 1981: 39-52). Pero hasta inicios de este siglo no aparecerían las primeras aportaciones sustanciales en paleografía jeroglífica, como la de Rainer Hannig (2006) sobre los ataúdes de Asiut, la de Jan Moje (2007) sobre las estelas privadas de la dinastía XIX, la de Ilona Regulski (2010) sobre documentación de las primeras dinastías o la de Jochem Kahl y Sameh Shafik (2021) sobre las inscripciones monumentales en las tumbas de Asiut del Primer Periodo Intermedio y Reino Medio, así como la tesis doctoral de Rémi Legros (2003) sobre documentación que abarca desde la dinastía VI hasta el reinado de Mentuhetep II. Sin embargo, el gran impulso en esta disciplina proviene de una iniciativa de Dimitri Meeks con sede en el Institut français d’archéologie orientale de El Cairo: Paléographie hiéroglyphique (véase Meeks, 2004: Introduction; 2007a; 2007b: 5; 2020: 531; Servajean, 2020: 540-541). Sin olvidar el enfoque gramatológico de Fischer, este programa creado en 2001 tiene el objetivo de desarrollar un sistema de clasificación de jeroglíficos totalmente nuevo e independiente de los catálogos de fuentes tipográficas actuales, que impiden tener un adecuado conocimiento de esta escritura y del mundo que en ella se representa. Esta serie de monografías cuenta en la actualidad con ocho números publicados (Meeks, 2004; Haring, 2006; El-Enany, 2007; Collombert, 2010; Servajean, 2011; Engsheden, 2014; Lenzo, 2015; Callender, 2019).
Los documentos
Los denominados “decretos de Coptos” constituyen, sin duda, el corpus de textos jeroglíficos de contenido administrativo y jurídico con más riqueza epigráfica para el Reino Antiguo. Están inscritos en relieve rehundido en estelas de piedra caliza y se fechan textualmente en las dinastías VI y VIII. Los textos originales se redactaron en Menfis, y luego se enviaron a Coptos, donde fueron copiados en piedra por orden del rey, tal y como los propios documentos especifican (Coptos B, ll. 30-32: Strudwick, 2005: 108; Coptos C, ll. 16-17: Strudwick, 2005: 110; Coptos D: Strudwick, 2005: 113; Coptos R, ll. 31-32: Strudwick, 2005: 124). Aunque este tipo de textos presenta, en gran parte, una disposición canónica de los contenidos y una fraseología similar y convencional (Fig. 2), la información que en ellos se recoge responde a realidades históricas concretas: exenciones fiscales para el templo de Min, órdenes de fundación de cultos o de mantenerlos, directrices a particulares, nombramientos para cargos o puestos, etc. Ciertamente, desde su descubrimiento, el valor histórico de estos decretos no se ha puesto en duda (véase Pantalacci, 2000: 30-33).
Fig. 2. Decreto de Coptos R: dibujo de Hans Goedicke (1967: fig. 28), modificado por Laure Pantalacci (2000: 31, fig. 3).
Los decretos de Coptos fueron hallados en el templo de Min por Adolphe Reinach y Raimond Weill en 1910 y 1911.3 En épocas posteriores, estos documentos del Reino Antiguo se desmontaron y almacenaron con cuidado, de modo que la cara inscrita quedase protegida, pero su emplazamiento original es, tal y como se especifica en los propios decretos, la ʿrrwt, que probablemente corresponda a la entrada del templo (Coptos B: Urk. I, 282, 11; Coptos C: Urk. I, 286, 4; Coptos D: Urk. I, 292, 9; Coptos R: Urk. I, 306, 10).4 La mayor parte de estos textos se enviaron al Museo Egipcio de El Cairo, donde todavía hoy se encuentran –salvo el decreto I que ha sido trasladado al Grand Egyptian Museum recientemente. El resto de las inscripciones acabaron en una tienda de antigüedades de Luxor. Si bien cinco de estos fragmentos llegaron al Metropolitan Museum of Art en 1914, de los otros cinco sólo disponemos de fotografías que Kurt Sethe obtuvo para incluirlos en sus Urkunden de 1933 (Urk. I, 289-292 passim, 298-303). Los documentos de El Cairo fueron publicados por Weill en 1912, junto con otros decretos de otras procedencias; esta edición se complementa con las reseñas en ese mismo año de Alan H. Gardiner y Kurt Sethe y con una serie de artículos de Alexandre Moret (1912; 1914; 1916; 1917), en que también se publican cuatro de los cinco fragmentos del MMA. Por su parte, este museo, a cargo de William C. Hayes, publicó sus piezas en 1946. En 1967, Hans Goedicke publicó una obra dedicada a todos los decretos reales del Reino Antiguo, que, por primera vez, incluye todos los textos de Coptos conocidos hasta la fecha, además de dos nuevos fragmentos (cómo Goedicke dio con estos últimos es algo que desconozco). En la actualidad, estos decretos, incluidos los de Coptos, están siendo revisados por los italianos Marco Chioffi y Giuliana Rigamonti (2020; 2021; 2022).5
En la siguiente tabla se recoge una lista de los documentos que hoy se encuentran custodiados en museos y que son objetos de estudio en la paleografía que nos ocupa:
Coptos A6 |
Pepy I |
Museo Egipcio de El Cairo |
JE 41890 |
Coptos B |
Pepy II |
Museo Egipcio de El Cairo |
JE 430527 |
Coptos C |
Pepy II |
Museo Egipcio de El Cairo |
JE 41891 |
Coptos D |
Pepy II |
Museo Egipcio de El Cairo |
JE 418938 |
Museo Egipcio de El Cairo |
SR 2/ 14904.2 |
||
Metropolitan Museum of Art |
14.7.10 |
||
Coptos F |
¿? |
Museo Egipcio de El Cairo |
TR 6.12.24.2 |
Coptos G |
¿Pepy II? |
Museo Egipcio de El Cairo |
JE 41892 |
Coptos H |
Horus Kha[…] |
Museo Egipcio de El Cairo |
TR 6.12.24.1 |
Metropolitan Museum of Art |
14.7.14 |
||
Coptos I |
¿Neferkauhor? |
Grand Egyptian Museum |
454789 |
Coptos J |
Neferkauhor |
Metropolitan Museum of Art |
14.7.13 |
Coptos L |
Neferkauhor |
Museo Egipcio de El Cairo |
JE 41895 |
Coptos O |
Neferkauhor |
Metropolitan Museum of Art |
14.7.11 |
Coptos P |
¿Neferkauhor? |
Metropolitan Museum of Art |
14.7.12 (derecha) |
Coptos Q |
¿Neferkauhor? |
Metropolitan Museum of Art |
14.7.12 (izquierda) |
Coptos R |
Demedibtauy |
Museo Egipcio de El Cairo |
JE 41894 |
El proyecto
El proyecto Paleographic Study of the 6th and 8th Dynasty Coptos Decrees, con sede en el Metropolitan Museum of Art, nace dentro del programa The Met Fellowship in History of Art and Visual Culture. Este programa acoge proyectos de investigación que requieren los recursos específicos de que dispone este museo. A este respecto, para realizar un apropiado estudio paleográfico es altamente recomendable trabajar directamente sobre los materiales originales, puesto que a través de una foto o facsímil puede no apreciarse el detalle del signo o cómo éste se materializó. El programa prevé, además, estancias breves de investigación fuera del MMA, que, en el caso de este proyecto, se han realizado en El Cairo, donde se encuentra el resto de la documentación.
Debido a que este proyecto ha sido concebido en base al ya mencionado modelo de Meeks, se ha contactado con la dirección de la serie Paléographie hiéroglyphique para una eventual publicación de los resultados en ella.10 En primer lugar, la elección del objeto de estudio ya responde a este modelo. En palabras de Meeks:
Vu le très grand nombre de monuments inscrits de toutes les périodes, il est tout à fait irréaliste d’entreprendre une paléographie globale couvrant l’ensemble de l’histoire ou, même, ne couvrant qu’une période particulière. J’ai donc pensé qu’il était préférable de constituer des paléographies monument par monument, chacun d’entre eux étant choisi pour la richesse épigraphique du corpus qu’il permet d’étudier ou l’intérêt des formes qu’il propose (Meeks, 2004: ix).
La paleografía jeroglífica de los decretos de Coptos sería la primera obra paleográfica dedicada a textos administrativos y jurídicos. Por otro lado, de entre todos los textos o corpora de textos de este tipo para el Reino Antiguo, este grupo es, sin duda, el de mayor riqueza epigráfica: sin tener en cuenta los fragmentos cuyo paradero se desconoce, con los ejemplos accesibles se alcanza un total de aproximadamente 4000 signos. Además, también se trataría de la primera paleografía de texto jeroglífico de la región de Coptos.
Lo que se quiere conseguir con este estudio también se adecúa perfectamente a la colección creada por Meeks, y es tener un mejor conocimiento
-del mundo de los antiguos egipcios y de cómo lo conceptualizaban en su escritura;
-de la metamorfosis histórica de la escritura jeroglífica (variación diacrónica), así como de su comportamiento en función de la región (variación diatópica), el contexto social (variación diastrática) y el tipo de documento (variación diafásica);
-y de los mecanismos menos aparentes de este sistema de escritura, como, por ejemplo, la influencia del entorno cercano en la grafía del signo11 o las diferencias gráficas de un mismo signo en función del uso lingüístico.12
En definitiva, un estudio de estas características ayudaría a percibir mejor la verdadera psicología y ontología de la escritura jeroglífica. Sin embargo, también mejoraría nuestra lectura y, por lo tanto, comprensión de los propios decretos de Coptos. Como ya señaló Laure Pantalacci (2000: 29), la ausencia de un estudio paleográfico impide el análisis detallado de los contenidos de estos documentos que se presentan de forma tan convencional. Por ejemplo, gracias a esta paleografía sería tal vez posible reconocer diferentes manos y talleres y, eventualmente, proponer uniones de fragmentos sueltos; además de discutir uniones propuestas en el pasado que se han dado generalmente por válidas a pesar de no estar avaladas con argumentos decisivos –tal y como explican los propios autores (Urk. I, 288 [Coptos D]; Hayes, 1946: 5, 11 [Coptos H]; Urk. I, 298 [Coptos J]).
Según lo antes señalado, un estudio paleográfico debe atender al más mínimo detalle de cada signo. En este sentido, se usan facsímiles en lugar de fotografías, ya que estas últimas pueden presentar sombras que tapen algunos detalles. Igualmente, se pretende publicar material fotográfico siempre y cuando se considere necesario. En la mayoría de las paleografías publicadas en Paléographie hiéroglyphique se han usado los facsímiles de publicaciones anteriores. Para este trabajo, sin embargo, se debe recurrir a otra estrategia, debido a que las reproducciones que se han hecho de los decretos de Coptos hasta la fecha, salvo los dibujos de William C. Hayes, son copias a mano alzada. Además, los facsímiles de Hayes no se han realizado desde una perspectiva paleográfica; por ejemplo, las variantes del signo de ciudad (Gardiner O49) no se distinguen en varias ocasiones (Fig. 3).
Fig. 3. Dos muestras del signo de ciudad en los decretos de Coptos D y Q: a) y b) facsímiles de Hayes
(1946: láms. 2a, 5); c) y d) facsímiles del autor.
Debido a que las fotografías a nuestra disposición no son apropiadas para el dibujo que se quiere conseguir, un nuevo proceso de documentación es necesario. En lugar de hacer el dibujo sobre la fotografía de la inscripción, se hace sobre la ortofotografía, debido a las ventajas que ello supone para la elaboración de una paleografía: una ortofotografía es una representación fotográfica en la que todos los elementos tienen una escala muy precisa, libre de las deformaciones que causa la fotografía. La fotogrametría es la técnica que se usará para elaborar estas ortofotografías.
Para facilitar el proceso de dibujo me ayudo, fundamentalmente, de la técnica Reflectance Transformation Imaging (RTI). El software que procesa el material fotográfico resultante de esta técnica permite al epigrafista ver la superficie inscrita con diferentes ángulos de iluminación (Fig. 4). La ventaja más inmediata del uso del RTI es la reducción del tiempo necesario para la colación. Además, esta técnica también puede facilitar la identificación de texto en partes problemáticas de la inscripción (véase, por ejemplo, Nuzzolo, 2021). El modelo 3D procesado a partir de la fotogrametría también es de gran utilidad en el proceso de dibujo.
Fig. 4. Fragmento MMA 14.7.12 (Donación de Edward S. Harkness, 1914): visto en RTI con iluminación rasante y sin filtro (arriba), con la misma iluminación y con filtro especular que reduce el color (centro) y con iluminación cenital y filtro especular que elimina el color (abajo). La reducción del color incrementa la reflectancia de la superficie. Datos RTI obtenidos y procesados por el autor.
El manuscrito sigue el formato creado por Dimitri Meeks para la serie Paléographie hiéroglyphique (véase Meeks, 2004: xix-xxiv). Aunque la clasificación de los signos se basa en las reglas generales de la lista de signos de la gramática de Alan H. Gardiner (1957 [1927]: 438-548), Meeks la rediseña ligeramente. En primer lugar, las categorías A-C de Gardiner pasan a ser cuatro categorías: la A, que mantiene el mismo nombre que en la lista antigua, se reserva estrictamente a “hombres y sus ocupaciones”, la B consiste en “reyes, dioses antropomorfos y sus ocupaciones”, la C “mujeres, reinas, diosas antropomorfas y sus ocupaciones” y la D “deidades con cabeza no humana”. La adición de una categoría se compensa con el hecho de que Gardiner nunca creó la categoría J. Por otro lado, se redefine el contenido de las categorías Q y R por, respectivamente, “mobiliario” y “emblemas sagrados”.
En las láminas finales aparecen dibujados a la misma escala todos los signos del monumento en cuestión o, en el caso de que el mismo signo se documente de forma muy repetida, en una cantidad representativa. Debido a que los jeroglíficos en los decretos de Coptos son relativamente pequeños, se usa una escala 2:1. El orden es por numeración continua y cada número agrupa las muestras de un mismo signo o, si se diera el caso, su variante gráfica. Cada muestra aparece debidamente referenciada (Fig. 5). El código usado para la paleografía que aquí se propone se explica a continuación con la referencia D.d/1/3 a modo de ejemplo:
D = decreto de Coptos D;
d = fragmento d;
1 = primera línea o columna;
3 = tercera muestra del mismo grupo documentada en la línea o columna.
Fig. 5. Detalle de la paleografía publicada en Paléographie hiéroglyphique de Vivienne G. Callender (2019: 548).
Esta numeración también sirve para articular en parágrafos el comentario paleográfico, que se considera la parte esencial de la colección y por eso se espera que sea lo más detallado posible. Junto al número, suele figurar únicamente la muestra más representativa del grupo; para este trabajo se usan hasta un máximo de tres muestras en caso de que haya diferencias significativas entre ellas. El comentario de cada parágrafo se divide en tres secciones:
-en la sección (a) se describe la realidad material que el signo representa como icono. A simple vista, esta sección puede no parecer muy significativa debido a que esta identificación, en muchos casos, puede resultar obvia. Sin embargo, en otros casos donde el signo ha sido previamente identificado errónea o vagamente sobre la base de copias tipográficas o a mano alzada, esta descripción es de gran ayuda. Para el presente trabajo, la descripción del signo es lo más detallada posible, se apoya en referencias si es necesario y va acompañada de un “(?)” cuando la propuesta no se considera suficientemente sólida. También se indica el número de referencia del signo en la lista de Gardiner si procede, si se trata de una variante gráfica, el total de muestras documentadas en todo el corpus y el número de referencia propio de la(s) muestra(s) usada(s) en la cabecera del parágrafo;
-en la sección (b) se plantea cómo de habitual es el signo fuera del monumento objeto de estudio. Por lo tanto, el comentario debe establecer comparaciones entre la forma estudiada y las atestadas en otros monumentos del mismo periodo; en este caso, se priorizan otros decretos reales, así como otras inscripciones provenientes de Coptos. También, si es necesario, se pueden indicar las convergencias o divergencias significativas que puedan existir entre la forma analizada y las de otros periodos. Los monumentos de los que se extrae esta información deben estar publicados en fotografías o facsímiles que sean sensibles al detalle del signo; las autografías o tipografías deben ser evitadas siempre que no sea estrictamente necesario. En el presente estudio, se describe minuciosamente la forma del signo y se discuten las variaciones gráficas de un mismo signo, ya sea en un mismo documento o entre diferentes documentos;
-y en la sección (c) se enumeran los diferentes usos lingüísticos del signo en el monumento objeto de estudio. En nuestro comentario, se enumeran los usos de todas las muestras, a menos que un signo esté extensamente documentado y esta información no resulte significativa. También se presta particular atención a las diferencias gráficas de un mismo signo en función del uso lingüístico.
Agradecimientos
Me gustaría dar las gracias al Metropolitan Museum of Art y al programa The Met Fellowship por hacer que este proyecto sea una realidad y, en especial, a mi supervisor el Dr. Niv Allon, cuya cálida bienvenida en el Departamento de Arte Egipcio y apoyo en estos primeros pasos han sido de un valor inestimable. También quiero destacar mi agradecimiento a quien ha sido mi director de tesis el Dr. Josep Cervelló Autuori por ayudarme a desarrollar mi propuesta de proyecto y a mi colega la Dra. Lucía Díaz-Iglesias Llanos por esas interminables charlas sobre paleografía jeroglífica y jeroglífica cursiva tan estimulantes.
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1 A destacar la significativa aportación de Georg Möller (1909-1912) a la paleografía hierática.
2 Véase, por ejemplo, el estudio paleográfico de signo de rollo de papiro (Gardiner Y1) realizado por Wolfgang Schenkel (1962: 81) y Donald B. Spanel (1985: 77-83) con el objetivo de fechar las tumbas más tempranas de la terraza superior de Beni Hassan.
3 Sobre estas excavaciones, véase Galliano (2000).
4 A modo de ejemplo, un decreto real dirigido a una tal Ankhenespepy, muy probablemente la reina Ankhenespepy III, se ha encontrado frente a la entrada del templo funerario de esta última en el cementerio de Pepy I (Legros, 2018: 294).
5 Sobre el descubrimiento y las vicisitudes de los decretos de Coptos, véase, por ejemplo, Hayes (1946: 3-4) y Pantalacci (2000: 29).
6 Este sistema de clasificación diseñado por William C. Hayes (1946: 4-6) es el comúnmente usado para este corpus de textos.
7 Desde su primera publicación (Weill, 1912: 6 n. 1) y hasta hace muy poco (Chioffi y Rigamonti, 2020: 33), este decreto ha sido erróneamente identificado en la bibliografía con el número de inventario JE 41893.
8 También este fragmento y el SR 2/ 14904.2 han sido erróneamente identificados en la bibliografía, desde su primera publicación (Weill, 1912: 53 n. 1), con el número conjunto de inventario JE 43052.
9 Anteriormente, Museo Egipcio de El Cairo JE 43053.
10 Quisiera aprovechar esta oportunidad para expresar mi agradecimiento al Dr. Dimitri Meeks por apoyar mi propuesta y al actual director de la colección el Dr. Frédéric Payraudeau por aceptar su inclusión en la serie de forma preliminar.
11 Philippe Collombert (2007: 21) da el ejemplo del signo de estatua como determinativo de la palabra twt “estatua” en las inscripciones funerarias y de cómo éste, a menudo, tiene su referente en la estatua real a la que el texto hace referencia. Es decir, la forma en la que el signo de estatua se representa (por ejemplo, de pie o sedente) depende de la estatua real del difunto en la tumba.
12 A modo de ejemplo, este enfoque aplicado al signo de árbol (Gardiner M1) en la tumba de Mereruka (Collombert, 2010: 85, 224 § 146) ha supuesto un avance en la complicada lectura del título . Sobre este título y su lectura y significado, véase González León (2021).