0000-0002-6968-1719 María Laura Diez[1][2][*]
Research and collaboration in dialogue.Migration and education from the experience of a community radio station
Investigação e colaboração em diálogo.Migração e educação a partir da experiência em uma estação de rádio comunitária
Este artículo se sostiene en el estudio etnográfico que realizamos en una localidad del norte de la provincia de Buenos Aires, con alta presencia de población que desde hace cuatro décadas migra desde Bolivia y se encuentra organizada como colectivo. El trabajo recupera preocupaciones que desarrollamos como parte de un proyecto común.1 En ese marco, nuestra intención fue, desde el inicio, abordar lo educativo en diversos espacios formativos, profundizando los intercambios tanto con las escuelas como con las familias y organizaciones de migrantes. Así, recorrimos las escuelas y relevamos distintas prácticas de las que participa la población joven, vinculadas a la producción hortícola, el comercio en mercados, las festividades, las danzas y las ligas de fútbol.
Nos proponemos reflexionar aquí sobre la realización de un programa llamado Educación y Comunidad, en la radio de la Colectividad Boliviana de Escobar, y mostrar cómo esa actividad permitió repensar las problemáticas que analizamos desde hace tiempo. La realización del programa se constituyó en un punto de llegada de nuestras investigaciones, por cuanto fue resultado del conocimiento producido con docentes y estudiantes, familiares y referentes comunitarios. Al mismo tiempo, significó un punto de partida de nuevas situaciones de campo; hablar de educación en la radio abrió otras puertas y formas de vincular investigación, colaboración y extensión; también de relacionarnos con los sujetos desde otras posiciones y expectativas.2
El artículo se estructura en dos partes. La primera se centra en la reconstrucción de la experiencia radial e incluye consideraciones sobre el trabajo sostenido en la articulación entre investigación y colaboración. Tras una contextualización inicial de la localidad, presentamos algunos puntos de partida sobre los que se sostuvo la propuesta. Luego reconstruimos relaciones, procesos (y anécdotas) que dieron origen al programa y caracterizamos el formato y estilo de las emisiones. Finalmente, hacemos algunas reflexiones sobre las transformaciones, oportunidades y desafíos que implicó la experiencia respecto de nuestras agendas previas de investigación, la divulgación de los resultados de nuestros trabajos y la construcción de las relaciones en el campo. En la segunda parte analizamos los relatos compartidos en distintas emisiones desde la óptica de nuestros intereses de investigación. Nos detenemos en el valor de las palabras de personas que decidieron contar para la audiencia radiofónica aspectos de sus infancias/juventudes y trayectorias educativas entre ambos países. Los analizamos como testimonios y memorias que destacan orientaciones de la educación comunitaria y escolar en Bolivia y en Argentina, y que buscan producir ciertas interpelaciones en los más jóvenes y en el sistema educativo local. Abordamos el lugar que en la radio tuvieron los relatos de actividades formativas en el marco de las organizaciones de migrantes de la localidad, muchas veces desconocidas por la escuela. Nos centramos, por último, en el modo en que docentes y directivos de las escuelas del barrio presentaron proyectos, avances y cuestiones pendientes.
El texto aporta una mirada situada sobre un trabajo etnográfico en el que la articulación de las actividades de investigación y colaboración se dio de modo creciente. En este sentido, consideramos la experiencia de la radio como parte de la investigación, si bien advertimos que aquella supone considerar estilos, tiempos y formas comunicativas particulares. La reflexión muestra además caminos recorridos a través de los cuales buscamos facilitar el reconocimiento de los procesos formativos de la población joven en contextos de movilidad, visibilizar significados asignados a la educación que se tejen entre los espacios escolares y familiares-comunitarios y, finalmente, producir diálogos en clave intercultural.
Como adelantamos más arriba, nuestros intereses más generales de investigación se orientan a profundizar distintos procesos y concepciones de lo educativo en contextos de migración. Abordamos situaciones formativas de niños/as y jóvenes en territorios donde las construcciones identitarias suponen modos de vida y referencias étnicas y nacionales que son debatidas entre las generaciones. En espacios familiares y comunitarios registramos la expectativa de reproducción de una diversidad de prácticas (laborales, festivas, recreativas) en las que se disputan representaciones de lo considerado “propio”, condiciones de acceso a espacios de membresía y movimientos por la ampliación de oportunidades educativas (Fariña, 2016; Novaro, 2018; Diez, 2020). En las escuelas de la localidad, nos detenemos en cuestiones como el nacionalismo escolar, las formas subordinadas de inclusión de la población migrante, las expectativas y demandas educativas de las familias y organizaciones (Novaro, Diez y Martínez, 2017).
En el barrio Lambertuchi de Escobar, desde fines de los años ochenta se hace visible un proceso de organización comunitaria que culmina con la conformación, en enero de 1990, de la Colectividad Boliviana de Escobar (CBE), asociación civil que cuenta con alrededor de 1800 socios. Actualmente, esta institución es propietaria de un mercado concentrador y distribuidor de frutas y verduras, una feria de ropa, un predio polideportivo con múltiples canchas profesionales de fútbol y un salón de actos. Además, la colectividad despliega una política de comunicación permanente a través de una radio propia que ha logrado posicionarse como una de las frecuencias FM más escuchadas en la zona. La experiencia que relatamos y analizamos en este artículo se desarrolla en esa emisora.
La radio de la CBE funciona en el predio del mercado de la colectividad desde mayo de 2010. Se encuentra inscripta como radio comunitaria y posee una licencia otorgada por el Ente Nacional de Comunicaciones. Su director (el subsecretario de Comunicación de la CBE) forma parte de una comisión directiva elegida por votación de los socios. Asimismo, el equipo de trabajadores de la emisora (conductores, movileros y operadores) está integrado por varios jóvenes que trabajan en puestos en el mercado o atendiendo el comedor central.
El eslogan presenta a la emisora como “La voz de Bolivia en Argentina”. Su amplia grilla incluye tanto programas “comerciales” de estilo informativo, magazine y musicales, como otros dedicados a cuestiones que atañen a la vida cotidiana del barrio y a su vínculo con el territorio boliviano. También cubre eventos como las festividades y los aniversarios regionales bolivianos que se celebran en el predio de la colectividad. Por esto, la radio ocupa un lugar destacado en la cotidianeidad de las familias de la zona, y particularmente en la de los numerosos socios. Los puesteros y changarines del mercado frutihortícola suelen escucharla a través de los parlantes, y muchos trabajadores de las quintas y viveros la sintonizan para enterarse de las novedades más importantes de la localidad y también de Bolivia. Eso hace de esta emisora un medio privilegiado para la difusión y coordinación de las actividades que desarrolla la CBE, así como de eventos sociales que hacen a la vida comunitaria.
Para advertir la importancia de la radio en la dinámica de la localidad vale destacar que, en los últimos años, distintos estudios han puesto en evidencia el papel de este medio de comunicación para la población migrante boliviana (Grimson, 1999). Esos trabajos señalan a las radios como “reconstructoras de identidad nacional” que facilitan la inserción en destino (Inarra, 2004) y como propaladoras de trabajo, comercio y festividades (Blasco, 2017).
La experiencia del programa que sostenemos en la radio puede entenderse en la intersección entre lógicas diferenciables: la producción de conocimiento antropológico, la transferencia de saberes disciplinares, la respuesta a demandas planteadas en el campo y la expectativa de intervenir sobre la realidad local. Si bien estas se podrían considerar metas de difícil conciliación, quisiéramos dar cuenta de algunos puntos de partida epistemológicos y metodológicos que sitúan estos objetivos dentro del campo de pertinencia del enfoque etnográfico.
Como es sabido, la consolidación de la etnografía como método de estudio se dio bajo el predominio de un modelo que entendía al mundo social como objeto a ser abordado mediante una observación sistemática, distanciada y “neutral”. Así, los antropólogos clásicos tendían a omitir o minimizar referencias a la subjetividad del investigador, las implicancias de su presencia concreta en el campo y el marco histórico-político de la investigación (Althabe y Hernández, 2005; Rockwell, 2009).
A partir de mediados de siglo XX, el debate dentro de la disciplina cuestionó la pretensión de borrar las huellas del investigador sobre la producción de conocimiento. Se buscó explicitar la dimensión subjetiva del sujeto cognoscente, atender a las interpretaciones y saberes de los interlocutores en el campo y dar legitimidad a situaciones de coconstrucción de teorías y conceptos por medio de relaciones dialógicas; también se remarcó la necesidad de entablar relaciones sociales de mayor horizontalidad en la producción del conocimiento (Batallán y García, 1992). Estos puntos de partida epistemológicos desafían a los investigadores a desarrollar formas creativas de colaboración con los sujetos, lo que redunda en nuevos modos de diseñar los proyectos (Corona Berkin y Kaltmeier, 2012). En este sentido, cabe destacar los avances en el área de la llamada antropología colaborativa, corriente de estudios que, si bien no podemos indicar como marco de nuestras investigaciones, sí reconocemos adecuada para pensar la experiencia en la radio y un camino a atender más sistemáticamente en el futuro.
Los cambios en la disciplina a partir de la segunda mitad del siglo XX condujeron también a una evaluación crítica de las relaciones de poder, desigualdad y conflicto que configuran los campos en estudio y, sobre todo, del modo que los académicos se insertan dentro de ellos. Algunos autores recalcan que “es imposible seguir suponiendo que la tarea etnográfica no influya, en alguna medida, sobre la realidad con la que nos relacionamos”, por lo que los estudiosos deben “asumir sus ineludibles responsabilidades académicas, éticas y políticas” (Bartolomé, 2003, p. 48). Ello implica dimensionar la importante injerencia y el potencial transformador de la producción de conocimiento sobre las realidades situadas históricamente. En este escenario, la atención a necesidades, demandas e intereses de los sujetos se revela crucial.
En virtud de estas perspectivas, consideramos la producción de un programa de radio como una oportunidad para profundizar el involucramiento con la realidad de los sujetos con quienes trabajamos. El gran alcance que poseen los medios de comunicación se presenta como un interesante recurso para dar proyección a narrativas, saberes y trayectorias numerosas veces subestimadas o invisibilizadas. Además, concebimos al espacio radial como un campo para la construcción de diálogos entre una diversidad de actores locales, en el que es posible desplegar múltiples interpretaciones sobre la vida social y avanzar en la problematización de los procesos que la atraviesan. En este sentido, consideramos que la singularidad de este formato nos ofrece, como investigadores, nuevas maneras de tomar y ceder la palabra para promover la producción de un conocimiento compartido y colectivo (Fals Borda y Rahman, 1991; Rappaport y Rodríguez, 2007). También, de forma similar a Sirimarco (2012, p. 286), el involucramiento en la radio nos recordó que “el rol de investigación no resulta una instancia bajo el puro control del antropólogo, sino que es altamente permeable a las acciones de los sujetos en el campo”. Los modos, los tiempos y también los fines de las investigaciones están supeditados a una continua negociación, confrontación y demanda con los actores, por lo que pueden ser pensadas como “una suerte de empresa en colaboración”.
El programa apunta asimismo a promover mayor horizontalidad en las formas en que circula y se difunde el conocimiento. El hecho de que el producto inmediato sea no ya un escrito académico sino un trabajo audiovisual y público es importante en vistas de la apropiación colectiva de las investigaciones. También, en la medida que la experiencia tuvo como puntapié inicial la demanda de una de las organizaciones del barrio (como se relata a continuación), puede ser concebida como parte de la “vinculación moral” con los sujetos. Eso implica no posponer hacia un futuro lejano (con la eventual elaboración de un paper académico) la esperada “devolución” recíproca a los interlocutores, sino comprometerse de formas originales con diferentes necesidades cotidianas y presentes (Díaz de Rada, 2010), lo que incluye también la puesta a disposición pública de los resultados de las investigaciones en diversos formatos.
En los autores citados, reconocemos discusiones sugerentes para pensar las implicancias y relevancia de este tipo de experiencia en el desarrollo de las investigaciones. Encontramos necesario seguir profundizando un aspecto escasamente desarrollado en la bibliografía: el modo en que las experiencias colaborativas propician reajustes en las temáticas de investigación. En este punto esperamos realizar un aporte desde un trabajo que no teníamos planificado al iniciar nuestras investigaciones y que, de alguna manera, el campo nos impuso.
Si bien, como se dijo, teníamos trayectorias de colaboración en diferentes actividades educativas del barrio, no poseíamos hasta 2019 experiencia significativa en los medios de comunicación. Por eso, el armado y la emisión de este tipo de programa representó una situación muy desafiante.
En principio, el espacio de la radio se constituyó en un puente entre las organizaciones y las escuelas, al habilitar intercambios que desde hacía años procurábamos facilitar con nuestras investigaciones. Sabíamos que esto suponía problematizar ciertas situaciones que registramos recurrentemente y que impedían esa interlocución. Nos propusimos, por eso, que el programa fuera una instancia para visibilizar experiencias educativas de la colectividad, aproximar esta asociación a las escuelas y propiciar que los actores escolares escucharan voces que suelen ser silenciadas u omitidas. Asimismo, pensamos que a partir de las distintas emisiones podrían darse a conocer y difundir testimonios del sistema educativo entre los miembros de la CBE.
Desde el inicio de nuestras investigaciones, la construcción de articulaciones con las escuelas y las organizaciones del barrio siguió tiempos y dinámicas diferentes. Nuestros diálogos con la CBE comenzaron en el año 2011 y siempre fueron cordiales, pero en casi todos los casos (hasta la demanda de producir este programa) correspondieron a iniciativas nuestras: reuniones, citas, charlas y entrevistas más o menos formales se realizaron siempre a partir de nuestro pedido; incluso las actividades colaborativas que propusimos a la organización también tenían este formato; por ejemplo, en 2018 intentamos articular una actividad entre la radio y los estudiantes de una escuela secundaria del barrio. A lo largo de los años fuimos aprendiendo a movernos, registrando los cuidados y estilos, atendiendo a los tiempos y formas de interacción esperados y poniendo a disposición, desde el principio, las publicaciones de nuestro trabajo. Al mismo tiempo, las actividades de transferencia e intervención con las escuelas comenzaron a tener mayor sistematicidad de la mano de colaboraciones en el armado de secuencias didácticas y actos, lectura compartida de informes de las investigaciones, etcétera.
En el año 2019 fuimos invitados por una referente del barrio a un programa en la radio. La dinámica fue muy interesante: la referente comunitaria criticó a sus paisanos por no apoyar a la escuela y nosotros cuestionamos muchos aspectos del sistema educativo que dificultan la proximidad con la colectividad. Al finalizar el encuentro, el operador y el subsecretario de Comunicación nos dijeron: “Ustedes estaban por venir a la radio con la escuela […] porque nosotros queremos dar un lugar para lo educativo, estaría bueno que vinieran […] Podrían tener un programa todas las semanas” (registro 15 de abril de 2019). En los siguientes días acordamos la frecuencia y la temática general.
El hecho de que el puntapié para realizar el programa haya sido una demanda de la colectividad sugiere algunas reflexiones interesantes. Por un lado, nos preguntamos en qué medida ese pedido estuvo habilitado por la trayectoria de articulación e intervención antes relatada. Por otro lado, la referencia puntual al tema educativo nos lleva a reflexionar sobre el lugar que en esta población asumen los procesos de formación de las nuevas generaciones, sobre todo en relación con lo escolar (como analizaremos en la segunda parte del artículo). Por último, la solicitud implicó un giro interesante en las relaciones con la colectividad, por cuanto sabíamos que existían discusiones entre los socios respecto de la inclusión o no en la radio de personas ajenas a esa institución.4De allí que a lo largo del proceso tuvimos que ir construyendo un lugar de enunciación que partía de una posición algo paradójica: si bien estábamos situados claramente en el contexto institucional de la colectividad, no dejábamos de estar atravesados por ciertas marcas de alteridad, como personas nunca totalmente incorporadas por no ser bolivianos/as, descendientes ni habitantes del barrio.
Los programas convocaron la presencia de jóvenes migrantes, docentes, autoridades escolares y referentes de la CBE. Tuvieron un fuerte tono biográfico y mucho de entrevista antropológica. Se abordaron temas como las experiencias escolares entre Bolivia y Argentina, las prácticas culturales tradicionales y su transmisión a las jóvenes generaciones, las celebraciones en Bolivia y en Argentina, las imágenes de niñez y juventud, las distintas formas del nacionalismo y la discriminación. Algunas cuestiones, como el trabajo de los jóvenes, la lengua quechua, las festividades, los luchadores sociales y educativos fueron recurrentes. Los programas alternaron el centramiento y descentramiento en lo escolar, pero las referencias a las escuelas atravesaron a casi todas las emisiones. Abordamos asuntos que no siempre son trabajados en profundidad o resultan incómodos para las instituciones escolares y son, en ocasiones, silenciados: la doble pertenencia, la formación en espacios productivos, recreativos, deportivos; las demandas y expectativas educativas de las familias; las semejanzas y diferencias con modelos y procesos escolares en Bolivia.
En 2020, la imposibilidad de dar continuidad presencial al trabajo de campo nos puso ante el desafío de imaginar nuevas formas de sostener la participación en la radio.5 Logramos hacerlo armando las emisiones con los recursos tecnológicos que teníamos a mano y enviándolas por WhatsApp. Ello supuso realizar entrevistas telefónicas o a través de plataformas de videollamadas y reuniones virtuales, y conseguir audios entre la red de contactos en el barrio. Muchos de estos, inevitablemente, referían a la situación de las familias migrantes y las escuelas en el contexto de aislamiento y pandemia. Junto con los costos de la suspensión de la presencialidad, la virtualidad de los intercambios favoreció algunas situaciones novedosas, por ejemplo, que los programas reunieran testimonios de distintas localidades de Argentina donde reside población que ha migrado de Bolivia, así como de distintos departamentos de este país. También hizo posible la intervención en el programa de referentes de la gestión educativa local (inspectores, consejeros escolares, directores) y de docentes, investigadores y funcionarios de Bolivia.
Como se dijo anteriormente, producir este programa nos puso desde un primer momento ante el desafío de desenvolvernos en un espacio de gran visibilidad pública. Ello implicó la necesidad de reflexionar sobre los tonos y estilos buscados -y no siempre logrados- para producir un diálogo entre la academia, los integrantes de la CBE y las escuelas. También tuvimos que revisar nuestras motivaciones y dudas para saber qué decir y qué callar. La centralidad del comunicador (como figura que pueda dar o negar la palabra) se nos presentó como un reto, y emergieron cuestiones éticas en distintos momentos. Debimos aprender a trabajar la crítica (al sistema educativo, a las escuelas, a la misma CBE) para transformarla en reflexión productiva y, en ocasiones, incluso propositiva.
La participación en el programa, por cierto, modificó nuestra relación con la CBE y con las escuelas. Posiblemente debido a que el ser “parte de la radio de la colectividad” resulta más cercano que ser “investigador de la universidad”, la labor radial facilitó el contacto con numerosas personas con quienes no habíamos tenido trato previo. Fuimos invitados a diversos eventos que antes parecían vedados; los contenidos y formas de los diálogos cambiaron; se naturalizó nuestra presencia en los terrenos y edificios de la CBE. El sostenimiento del programa también nos hizo objeto de demandas y consultas puntuales, como, por ejemplo, visibilizar hechos de discriminación en el barrio en 2020, brindar información sobre ofertas educativas de entidades privadas o entablar contactos con entidades de formación en locución y programación radial.
El contexto “periodístico” implicó también nuevos desafíos en términos de la necesaria reflexividad de todo proceso de investigación. En particular, debimos aprender a prestar atención a toda una serie de condicionamientos que inciden sobre el estilo que asumen los diálogos, o a la forma en que los participantes del programa seleccionan o enfatizan sus mensajes en virtud de la masividad del medio o el modo en que son recibidos. Así, por ejemplo, nos llamó la atención la manera en que varios docentes y autoridades del sistema escolar delineaban como destinatarios explícitos de sus intervenciones a la “comunidad boliviana”, lo cual podría implicar un interesante reconocimiento a un sujeto colectivo que, si bien posee gran presencia en los contextos escolares, no suele ser situado en ese lugar de interlocutor. Por otro lado, se nos impuso pensar detenidamente en las valoraciones y emociones que ciertos temas despertaron en la audiencia. En espacios comunitarios, alusiones a las lenguas, las festividades, el recuerdo de las escuelas rurales en Bolivia fueron acompañadas (según el director de la radio) por los oyentes con una alta carga emotiva. Como sostiene Podestá Siri, “los nativos reparan en aspectos de su cultura que desde fuera no colocaríamos en el mismo lugar” (2007, p. 994).
El sostenimiento de esta actividad nos desafió en relación con nuestra trayectoria y proyecciones. Las alusiones reiteradas a temas como la crianza, la escolaridad entre Bolivia y Argentina, el trabajo, las fiestas, los deportes, nos hicieron repensar los temas que investigamos, el modo en que los abordamos, los describimos y analizamos. Así, a partir de los programas repensamos nuestros proyectos y prioridades en el campo. En lo que sigue sistematizamos los aspectos en que esto fue más evidente.
Uno de los principales puntos de partida de nuestro trabajo como equipo fue proponer una mirada amplia de los procesos educativos a partir de reconstruir trayectorias y prácticas sostenidas por las familias inmigrantes de Bolivia radicadas en el barrio. Con distintos énfasis, en nuestras investigaciones atendimos cómo la condición transnacional de vida de los colectivos migrantes se sostiene en referencias simultáneas al territorio de origen y de destino. Esta simultaneidad atraviesa posicionamientos, proyectos en clave generacional y experiencias educativas en la localidad donde trabajamos.
Algunas de las preocupaciones que compartimos nos llevaron a preguntarnos por las expectativas dobles que movilizan a las familias, asociadas a la continuidad de ciertas marcas de identificación colectiva y la ampliación de oportunidades educativas, que pueden ser leídas como apuestas a una mayor inclusión social de los hijos. En particular registramos la preocupación por que, en términos de Mannheim, las nuevas generaciones crezcan en las disposiciones que han heredado (Mannheim, 1993). Al mismo tiempo, reconstruimos dilemas asociados a la continuidad/discontinuidad en la transmisión de ciertos conocimientos y prácticas. En función de eso, advertimos la importancia de poner atención sobre las relaciones locales que se tejen entre las escuelas y las familias organizadas como colectivo.
En esta parte del texto nos centramos en los testimonios de la radio interpretados desde nuestras reflexiones previas en la investigación. El programa permitió reconstruir un hilo de relatos en primera persona que hizo visibles aspectos múltiples de la educación de jóvenes y adultos del barrio. Accedíamos a la construcción colaborativa de un mensaje armado con retazos de memorias producidas e interpretadas para este medio, que permitían al mismo tiempo ser documentadas. Así, las trayectorias escolares cruzadas por la movilidad, el potencial educativo de las propuestas sostenidas por la colectividad, el diálogo entre espacios formativos comunitarios y escolares dieron lugar a una forma de pensar y definir las relaciones, que nos permitió establecer nuevas articulaciones con nuestros temas de investigación. Nos detenemos en el análisis de algunos de estos cruces temáticos a partir del material radial. De este modo creemos que se hace evidente que sostener el programa de radio constituyó una manera novedosa de colaboración y producción de conocimiento situado.
Una premisa de las investigaciones fue avanzar en la comprensión de las diversas experiencias vinculadas a la movilidad, como aspecto a considerar para la inclusión en el campo educativo. Buscamos sumar y precisar nuevos interrogantes acerca de cómo se integran las situaciones escolares de personas que vivieron, crecieron y cursaron sus estudios entre Bolivia y Argentina.
A lo largo de los años abordamos aspectos que caracterizan los sistemas educativos de ambos países, con la intención de discutir algunas representaciones que circulan en las escuelas argentinas sobre la educación en Bolivia; en textos anteriores trabajamos en el modo en que estas imágenes frecuentemente se fundan en prejuicios y desconocimiento (Diez y Novaro, 2014). Ello nos llevó a sistematizar información sobre debates y normativas educativas en ambos países. Estos temas se desplegaron con centralidad en los programas de radio. Desde la primera emisión, en junio de 2019, entre las colaboraciones de personas del barrio, se compartieron relatos muy precisos sobre las experiencias educativas vividas en la infancia y la juventud entre Bolivia y Argentina. Con sorpresa para conductores y entrevistados, lejos de actuar como obstáculo para la fluidez oral, el micrófono propició la exposición de múltiples formas de la memoria: relatos de trayectos escolares en Bolivia y de los primeros tiempos de la escuela en Buenos Aires, menciones a sentimientos de nostalgia, referencias a personas que en el nuevo territorio facilitaron y acompañaron el ingreso escolar desde el cuidado, detalles de actividades, materias, entornos, edificios, normativas escolares, de espacios internos y externos a la escuelas que marcaban semejanzas y diferencias en los procesos vividos y recordados.
Algunas personas adultas expresaron sus preocupaciones porque las escuelas a las que asisten sus hijos y nietos se distancian de ciertos modelos formativos con los que ellos mismos fueron educados. La posibilidad de intercambiar sobre estos aspectos puso en evidencia marcas generacionales en la definición de joven educado y representaciones sobre la escolaridad en las localidades de origen. Contamos también con testimonios de jóvenes que relataron períodos de retorno, lo que supuso enfrentar el ingreso a la escuela en Bolivia, después de haberse educado en Argentina. Como mostramos a continuación, en este aspecto el proyecto radial dio lugar al despliegue de detalles biográficos que acercaron la posibilidad de profundizar en las trayectorias de vida de distintas generaciones.
A lo largo de los tres ciclos que lleva el programa, nos acompañó regularmente una joven trabajadora social que integra los equipos de orientación de escuelas de la zona y con la que sostenemos actividades colaborativas desde hace años.6 Ella vivió hasta los siete años en Bolivia, pero a pesar de ser muy chica cuando migró, reconstruye y evoca con mucho detalle y afecto la escuela en ese país. Esto se hizo tangible en sus palabras sobre la promoción de actividades prácticas y manuales, o la preparación de alimentos y tejidos, conocimientos que relaciona con la crianza de las madres y las abuelas.
Recuerdo el tema de la higiene, de la prolijidad en la escritura y caligrafía. Allá la escuela era muy disciplinada. […] También recuerdo algo muy lindo, la participación de las mamás en las escuelas, su presencia el 27 de mayo, Día de la Madre. (Trabajadora social, entrevista en vivo, emisión radial del 18/8/2020, Programa Educación y Comunidad, CBE)
Sostuvimos una larga entrevista en la radio con una joven de 20 años a quien conocimos mientras cursaba los últimos años de la escuela secundaria. Ahora estudia en el profesorado local para ser maestra y trabaja algunas horas en el puesto de un familiar en el mercado. Nació en Argentina, pero cuando estaba en segundo grado de primaria viajó a Bolivia a vivir con su abuela, según nos dijo, porque sus padres querían que se alfabetizara allá. Hizo parte de la primaria y luego volvió a Argentina. Sobre estos años de su infancia nos relató cómo su abuela la guiaba y le enseñaba porque “yo no conocía mi propia cultura”, “me enseñó a ‘pastear’”, “me hablaba en quechua, por la repetición comencé a entender”. Desde sus reflexiones como docente en formación, comentó que en Bolivia son “más severos” pero “regañan para bien”; que los padres confían en que “los profesores van a educar a su hijo para que sea una mejor persona”.
En distintas emisiones, estuvieron presentes los recuerdos de otro colaborador asiduo del programa, un adulto joven que migró desde Potosísiendo niño. Proveniente de familia de quinteros, es miembro de la colectividad, promotor de proyectos educativos y padre de niños/as pequeños, todos nacidos en Argentina. Entre los aspectos que destacó de la escuela durante su infancia, estuvieron la importancia del “respeto a las personas mayores” y el “saludo”, como contenidos y disposición que también se enseñan en la escuela. Al mismo tiempo, hizo referencia a la importancia de la orientación agropecuaria de la enseñanza, una “educación para el hogar” y para el desarrollo local.
Al poner en relación las expectativas educativas escuchadas en el barrio en los años previos y los recuerdos que estas personas traían al programa, delineamos nuevos diálogos con interlocutores que sumaron voces desde sus experiencias educativas en distintas regiones de Bolivia. Ciertas marcas referidas en los testimonios previos aludían a disposiciones asociadas al niño-joven educado, a las formas de la sociabilidad y a la participación en los espacios de producción doméstica o trabajo de los adultos. Vinculadas a estas cuestiones -que en la radio se presentaron en relatos cargados de emoción (y frecuentemente también de idealización)- está la preocupación por pensar una educación integrada y atenta a las necesidades locales y comunitarias. En temas como estos se hizo más evidente el aporte de nuestras etnografías en curso a la reflexión sobre los testimonios producidos en el marco del programa.
Las referencias mencionadas se alternaban con la colaboración de educadores bolivianos (formados en educación intercultural bilingüe y/o involucrados en la gestión educativa a nivel nacional en Bolivia). Algunos de ellos sumaron sus voces por intermediación de nuestros contactos en el barrio y acompañaron con regularidad los programas que aludían a orientaciones, continuidades y cambios en la educación boliviana. Así, conversamos sobre las experiencias de “núcleos escolares indigenales” en Caiza D (localidad de donde provienen muchas familias del barrio) y Warisata7 en la década de 1930, recuperadas en lineamientos de la Ley de Educación 070 de Bolivia.8 Pudimos reconocer la memoria afectiva que los oyentes de la radio tienen por esas escuelas comunitarias.
Las mismas personas que compartieron lo que recordaban sobre la escolaridad en Bolivia pusieron en palabras situaciones vividas cuando ingresaron a las escuelas en Buenos Aires. Es importante reconocer que son relatos sobre una parte muy importante de la historia de vida, porque remiten a momentos en que, siendo niños, dejaron sus pueblos para radicarse aquí, tuvieron que enfrentar el desafío de seguir su educación en una escuela y en un entorno social distinto al que conocían. Por eso, algunas narraciones se detuvieron en el registro minucioso de la experiencia de “tener que crear vínculos nuevos” con compañeros, maestros y directivos, el descubrimiento de las diferencias en la cotidianeidad, y también el hallazgo de similitudes entre la escuela de allá y la de acá. Abundaron las referencias a cierta soledad de la primera etapa y la indiferencia de algunos adultos, las distancias en contenidos curriculares de algunas áreas, el ruido, la burla, la marcación. Entre menciones emocionadas también compartieron recuerdos de docentes que tendieron puentes y les ayudaron a construir confianza en sus trayectorias educativas.
El programa hizo posible sostener conversaciones con dirigentes de la colectividad sobre la escolaridad de los más jóvenes y los proyectos educativos comunitarios. Ellos dieron cuenta de la apuesta y la valoración por la escuela en Argentina como parte del proyecto que moviliza la migración. También hicieron explícitas las expectativas sobre los niños y los jóvenes, y la búsqueda del fortalecimiento de sus trayectorias educativas y profesionales (a las que muchos de esos dirigentes no tuvieron acceso). Por otro lado, también señalaron que la escuela argentina provee un modelo formativo incompleto:
hay mucha gente que no sabe hablar nuestro idioma, queremos complementar una materia de idioma en lo nuestro para que esto siga avanzando, también como es en Bolivia, una materia en quichua para poder hablar con la gente del campo, acá todas las personas de Bolivia hablan quichua. Queremos tener una escuela primaria y secundaria [de gestión comunitaria] para que sea completo el avance, ese es un sueño, la colectividad lo va a cumplir. (Presidente de la CBE, entrevista telefónica para emisión radial del 29/9/2020, Programa Educación y Comunidad)
Una pregunta que atraviesa nuestras investigaciones se explicitó también en la producción de los programas radiales: ¿qué implica lo educativo y lo escolar para la CBE?9El eje en las escuelas fue, como dijimos, una expectativa inicial de la colectividad sobre nuestro programa, que ponía en evidencia la valoración por la escuela argentina, la demanda de una inclusión más igualitaria en el sistema escolar y también una mirada crítica sobre algunos aspectos. Sin embargo, las referencias a las escuelas comenzaron a recortarse, lo que dio lugar a la tematización de las formas de educar en las casas, en el barrio y en la colectividad, como veremos a continuación.
En el transcurso del programa creció el peso de los entramados comunitarios, entendidos estos como espacios en los que participar se vincula con procesos de identificación, donde se debate “lo que vale la pena ser enseñado” a las generaciones más jóvenes, y donde los mismos jóvenes discuten y disputan el sentido de sus aprendizajes. Aparecieron entonces alusiones a aprendizajes y transmisión de conocimientos en los espacios domésticos, productivos, festivos, recreativos, deportivos.
Referentes adultos y jóvenes compartieron sus puntos de vista sobre lo que conciben como legado y lucha por la revitalización de la lengua y cultura quechua. En nuestros recorridos previos ya habíamos advertido la importante presencia del quechua en la colectividad, en sus carteleras, en los intercambios entre puesteros y en discursos durante las fiestas nacionales bolivianas; pero los testimonios compartidos en el programa nos mostraron una mayor vitalidad de la lengua y su valoración en términos de marca identitaria, que la que habíamos registrado con anterioridad. El programa fue escenario de relatos sobre experiencias de enseñanza del quechua/runasimi en Argentina, de alocuciones que marcan distancias con el aymara, de argumentaciones en torno a la intraducibilidad de muchos términos al español.
El deporte fue también objeto de un intercambio enriquecedor, que colocó a las prácticas deportivas mucho más allá de un tema de “educación física” (Fariña, 2016). Las intervenciones de entrenadores y referentes de fútbol de la colectividad, padres y madres, niños y jóvenes que participan de los entrenamientos y torneos mostraron cómo se ponen en juego lazos sociales (entre las familias y miembros de una comunidad) afectos, identidades, memorias. “El futbol trajo más congregación de conjuntos y reuniones de quinteros que necesitaban esparcirse, salir, la paisanada. La CBE nació por el fútbol, gracias al fútbol”. “Jugando al fútbol y bailando se celebra”, se festeja un acontecimiento, se forman las nuevas generaciones.
Además del fútbol, las danzas folklóricas y comunitarias representan una práctica en la que registramos procesos activos de transmisión de conocimientos y definición de la pertenencia a la colectividad (Novaro, 2018). Las emisiones radiales fueron un espacio para compartir recuerdos sobre las danzas en Bolivia y en la primera infancia en el barrio; también sobre el modo en que los jóvenes se incorporan a las fraternidades locales y encuentran en ellas espacios de sociabilidad. Conversamos sobre el significado de bailar danzas bolivianas en Argentina, el lugar de las asociaciones regionales, los desfiles y concursos durante las festividades, la inclusión progresiva de los más chicos; en definitiva, sobre la importancia de una práctica que a lo largo de las generaciones representa al colectivo en múltiples momentos y escenarios.
La dinámica adquirida por el programa permitió conversar sobre educación y trabajo, una relación de la que se habla poco, menos aún desde discursos que logren correrse de miradas normativas (Diez, 2020). Los testimonios de socios de la colectividad aludieron al trabajo como algo que dio inicio a la migración y fue clave en la conformación del colectivo en la localidad, organizado en torno a la horticultura y la comercialización en mercados y ferias. Las voces fueron elocuentes al mencionar las historias de movilidad de las familias y las apuestas por que los más jóvenes participen, aprendan y continúen reproduciendo las actividades productivas familiares, al mismo tiempo que estudian. El programa permitió escuchar las historias de personas que migraron y de sus descendientes, que exaltaban el valor del trabajo.
Sin buscarlo (al menos no de forma consciente), los programas comenzaron a referir a experiencias transnacionales. Entre emisión y emisión, se consolidaron columnas de actualidad y referencias a efemérides. Compartimos noticias sobre el sistema educativo local que dialogaban con acontecimientos políticos, sociales, educativos, de carácter provincial, nacional e internacional referidos a Bolivia. Mientras abordábamos los procesos educativos, recuperamos los esfuerzos de grupalidades migrantes orientados en sostener referencias, conocimientos y prácticas vinculadas a las identificaciones. El transnacionalismo (si bien el término es objeto de debates) resulta un marco interpretativo sugerente para abordar los procesos vividos por los hijos/as de familias migrantes. Ayuda a analizar las formas en que se procesa la dinámica generacional en términos identitarios, en espacios que conectan información, conocimientos, consumos, actores, a través de las fronteras. Resulta también apropiado para comenzar a abordar las identificaciones o adscripciones nacionales de las generaciones jóvenes, que se tensionan con las pertenencias o clasificaciones estatales (Levitt, 2010; Gil Araujo y Pedone, 2013; Novaro y Diez, 2021).
La relación entre los procesos educativos que se despliegan en espacios comunitarios y los que se dan en ámbitos escolares constituye un tema prioritario para la investigación antropológica y la etnografía educativa (Rockwell, 1995). Es, además, un eje central de las investigaciones individuales y colectivas de este equipo.
A lo largo de los ciclos en el aire, la concurrencia y colaboración de actores del sistema educativo fue una de las marcas distintivas del programa, y se hizo cada vez más regular. Esta participación implicaba para docentes y directivos una incursión en un ámbito desconocido (como el radial) pero, también, en un espacio comunitario percibido en muchos casos como ajeno. Algunos referentes escolares que fueron presencialmente a la radio dijeron no haberla conocido antes, o manifestaron sorpresa de que existiera “una radio de este tipo en la zona”.
Fue interesante registrar la forma en que los directivos de las escuelas secundarias a las que asiste gran parte de los jóvenes de la colectividad participaron presencial y virtualmente de emisiones, sabiendo que muchas de las historias contadas (y algunos de los reclamos) remitían a las escuelas que conducen. Directivos y profesores fueron a la radio o enviaron mensajes de audio en los que reconocían deudas del sistema educativo para trabajar desde dispositivos y enfoques en los cuales la condición transnacional tenga lugar. También pudieron describir detalles de actividades que realizan, hablar directamente a las familias sobre sus preocupaciones y apuestas, reconocer tensiones internas, solicitar que la radio ayudara a difundir información durante los períodos de aislamiento social por pandemia (“Necesito difundir en la radio del barrio información sobre las actividades escolares de estos 15 días para que llegue a todos y no se muevan de sus hogares”, nos pidió una directora a inicios del aislamiento). Estos procesos de acercamiento no necesariamente se traducen en transformaciones, pero suponemos que ayudan a crear condiciones para proyectar nuevas relaciones.
Las discusiones amplias que propuso el programa de radio fueron condensando miradas sobre las escuelas, mostrando encuentros y desencuentros entre las instituciones escolares, las familias y las organizaciones de migrantes, coincidencias y rupturas en las imágenes de niño/joven-educado y las identificaciones nacionales.
El involucramiento en el programa en algunos casos llevó a que miembros del sistema educativo dieran nueva relevancia a intereses o experiencias solapadas que tenían que ver con la inclusión de miradas interculturales sobre los procesos educativos. Una larga lista de temas fue recorrida: la escolaridad previa en Bolivia, los contenidos sobre las migraciones latinoamericanas y la historia regional, las lenguas en contacto y la presencia del quechua en el territorio. Por ejemplo, el intercambio hizo posible dar lugar a la intervención de una docente de lengua de nivel secundario, consciente del “nivel alto de contacto con la lengua quechua” de los jóvenes, y preocupada por lograr que las escuelas dejaran de silenciarlo: “se sienten bien en el contexto privado al utilizarla, sin embargo, a muchos les incomoda usarla en la escuela”.
Fue importante reconocer que las voces que reclaman atención sobre esos aspectos de la escuela argentina se fortalecieron con muchos aportes que provenían desde adentro de las mismas instituciones escolares.
Trabajo con los chicos de la colectividad hace 15 años, aprendiendo cosas nuevas junto a ellos, tiene que existir un ida y vuelta constante, más aún en tiempo de pandemia. Necesitamos apuntar a dar educación enfocada hacia la diversidad con el aporte de la comunidad boliviana. (Profesora de la escuela secundaria, audio producido para emisión radial del 18/8/2020, Programa Educación y Comunidad, CBE)
En el mismo sentido, una funcionaria nos confió, tras su participación en el programa, que tenía un alto aprecio por Bolivia debido a que había pasado una buena parte de su infancia allí. El director de una importante escuela secundaria de la zona, tras haber colaborado en un programa sobre lengua quechua, se mostró interesado en abrir espacios para el aprendizaje de ese idioma en el colegio. Con relación a aspectos problematizados en nuestras investigaciones, nos preguntamos en qué medida la canalización y visibilización de este tipo de inquietudes que los docentes hicieron explícitas en la radio está posibilitada o no por los formatos escolares tradicionales, y cómo la articulación con organizaciones sociales (que esta experiencia mostró posible) puede dar empuje a su concreción.
El programa Educación y Comunidad se conformó como espacio de trabajo colectivo donde abordar una relación compleja. Esta alude a las trayectorias educativas, y a las experiencias comunitarias y estatales de diálogo, colaboración y disputa por el contenido de lo que “vale la pena enseñar y aprender”, y también de lo que corresponde decir sobre esto en un espacio de divulgación pública.
Como hemos visto, nuestro equipo busca avanzar en la construcción de relaciones de intercambio entre escuela, familias y organizaciones. El formato de la radio se presentó, un poco inesperadamente, como recurso en el que ese diálogo adquirió consistencia y carnadura. Se constituyó en una posible vía donde los miembros de la colectividad podían narrar y dar visibilidad a sus saberes, memorias y preocupaciones, para desde ahí realizar demandas sobre las escuelas. Para estas últimas, al mismo tiempo, la radio se abrió como oportunidad para avanzar en una relación con la comunidad que no suele concretarse fácilmente.
Consideramos como un avance el haber impulsado en nuestro programa un intercambio que procuró ser horizontal entre gran diversidad de actores: referentes comunitarios, socios de la colectividad, docentes, madres y padres migrantes, junto con estudiantes de varios niveles, inspectores escolares, académicos, funcionarios, etc. La presencia en un mismo espacio de esas múltiples voces (con sus diferentes valores, expectativas y proyectos respecto de lo formativo) adquirió nuevos sentidos a la luz de nuestro interés previo por fomentar relaciones de colaboración con los sujetos en el campo.
Si el tránsito por la radio desafió a docentes, familiares y referentes de la colectividad, también, como dijimos, desafió profundamente nuestro trabajo. Implicó para nosotros ensayar nuevos roles, reconsiderar nuestras agendas previas de investigación y entablar relaciones distintas en el terreno. Al mismo tiempo, resultó una instancia sumamente fructífera en términos de la problematización de los temas de indagación con los sujetos, donde profundizamos sobre las huellas de los desplazamientos durante la infancia, el lugar de las escuelas en las memorias afectivas de los territorios de origen y destino, los espacios de prácticas comunitarias laborales, recreativas y festivas como escenarios de transmisión y membresía, las redes sociales entre Bolivia y Argentina en las vidas de las familias, los acercamientos de las escuelas a las organizaciones, las apuestas de los docentes, sus dudas y también incomodidades frente a reclamos y omisiones.
Por todo esto, entendemos que la experiencia debe considerarse tanto una práctica de colaboración-involucramiento, como un dispositivo posible para avanzar en la investigación. Esto último implica en nuestra experiencia (y creemos que, en general, en las actividades colaborativas en el marco del desarrollo de investigaciones) complementar este tipo de propuestas con otras formas y herramientas de acceso y relevamiento de información. Implica también y centralmente que los sujetos que participan en la radio estén informados y den su consentimiento explícito para que sus testimonios se hagan públicos ya no en el formato radial, sino en producciones académicas en las que sigue pendiente el desafío de acercar formatos y estilos con nuestros interlocutores.
Queda por ahora la memoria (parcialmente relatada) de una experiencia plagada de situaciones en las que seguimos disfrutando y seguimos aprendiendo. También la posibilidad de imaginar, a través de ella, nuevos encuentros, diálogos y caminos para la investigación en el complejo y desconcertante mundo que nos toca vivir.
Agradecemos a la Colectividad Boliviana de Escobar y a las escuelas de la localidad por facilitar y aportar al trabajo. Agradecemos también a la Universidad de Buenos Aires, al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y a la Universidad Pedagógica Nacional por los financiamientos otorgados.
Diez, M. y Novaro, G. (2014). Continuidades y discontinuidades entre sistemas educativos nacionales: la educación en Bolivia y en Argentina desde una perspectiva intercultural. En A. Villa y M. Martínez (Comps.).Relaciones escolares y diferencias culturales: la educación en perspectiva intercultural (pp. 199-230). Buenos Aires: Noveduc.
Fariña, F. (2016). Deporte e identidad en un colectivo de migrantes bolivianos. Lúdicamente, 5(10). Recuperado de https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/ludicamente/issue/view/431
Gil Araujo, S. y Pedone, C. (2013). Políticas públicas y discursos políticos sobre familia, migración y género en contextos de inmigración/emigración: España, Ecuador y Colombia. En G. Karasik (Coord.).Migraciones internacionales. Reflexiones y estudios sobre la movilidad territorial contemporánea (pp. 149-170). Buenos Aires: CICCUS.
Novaro, G. y Trino, M. (2017). Viajes, organizaciones y escuelas: experiencias transnacionales de migrantes bolivianos en dos localidades de Buenos Aires. En N. De Cristóforis y S. Novick (Comps.). Libro de las Jornadas un siglo de migraciones en la Argentina contemporánea: 1914-2014 (pp. 579-597). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Instituto de Investigaciones Gino Germani - Universidad de Buenos Aires. Archivo Digital. http://biblioteca.clacso.edu.ar/Argentina/iigg-uba/20170530080906/LibroMigraciones_compr.pdf
[1] Los autores integramos el proyecto UBACyT “Relaciones generacionales, conocimientos e identificaciones étnico-nacionales. Experiencias formativas en contextos familiares, comunitarios y escolares”. Allí compartimos el interés por analizar los procesos identitarios y formativos de las jóvenes generaciones de migrantes en diversos ámbitos y prácticas de la localidad: escenarios laborales (Diez), eventos festivos (Novaro), actividades deportivas (Fariña), prácticas de educación inicial (Varela) y de producción radial (Ferreiro).
[2] En algunas partes del texto realizamos especificaciones de género e incluimos términos neutros y colectivos, mientras que en otras utilizamos el masculino genérico por razones de claridad y extensión.
[3] Esta frase toma como referencia el título del proyecto de investigación de Julieta Ferreiro, una de las integrantes del grupo “Las identidades nacionales en el aire: experiencias formativas y transmisión generacional en una radio de la colectividad Boliviana de Buenos Aires”. La experiencia y formación previa de Julieta en locución y armado de programas radiales sin duda fue un factor clave para sostener la propuesta.
[4] Durante 2019, una conductora de la radio afirmaba: “Al principio [de la comisión de la CBE] no querían que entrara gente de afuera, pero de a poco fueron dejándonos. Ahora somos varios” (Conversación con F., responsable de un programa en la radio de la colectividad, marzo de 2019).
[5] Aludimos a las medidas de confinamiento y restricción de la movilidad decretadas por la COVID-19.
[6] Con ella desarrollamos actividades escolares, presentaciones académicas, proyectos y publicaciones conjuntas (Novaro y Trino, 2017).
[7] Ambas propuestas buscaron adecuar la escuela al medio rural, dando protagonismo a los ayllus y la producción comunitaria.
[8] La Ley de Educación Siñani-Pérez, sancionada en 2010, reformuló el sistema educativo boliviano haciendo un fuerte hincapié en la participación social y comunitaria de las familias, la importancia de las actividades productivas y la adopción de una perspectiva intra e intercultural.
[9] La pregunta distingue ambos conceptos, entendiendo que educación alude a procesos amplios de transmisión y apropiación de conocimientos y disposiciones sociales, que se producen en distintos escenarios e incluyen a las escuelas como uno de ellos (Levinson y Holland, 1996). Buscamos reconstruir significados locales de persona educada y su relación con la escolaridad.