0000-0002-2430-686X Lucas Palacios Liberato.[1]
Ethno-historical study of ancestral festivals in the peoples of the Andean world: Naván
Estudo etno-histórico das festas ancestrais nos povos do mundo andino: Naván
El presente estudio se remite a las fiesta del “Jojo” o la champería, la Caporalía, el culto a los ancestros o la fiesta de los muertos, y la fiesta del Inca acerca del drama inca, en tanto costumbres y tradiciones de origen ancestral. Los elementos, partes y aspectos de estas fiestas devienen del prehispánico, mantenidas durante el virreinato, en cuanto “las guacas avian sido poderosas para aver fecho esta tierra y a los yndios e a los mantenimientos y a las cosas que en ella se criavan” (Millones, 2007) La extirpación de idolatrías no los borró mecánicamente, como afirma cierta leyenda negra1; tal como lo confirman los relatos, fragmentos y testimonios que reproducimos aquí. Las fuentes evidencian su conexión con la historia, su relación con el proceso socioeconómico que les dio origen, parte esencial de la vida campesina, su relación con la cosmovisión religiosa andina prehispánica fuente de su creación, expresión y valores intrínsecos, sus convicciones y sentimientos; como que el análisis del folklore debe suceder desde una perspectiva histórica y socioeconómica,
Podría decirse que hasta hoy el folclore se ha estudiado principalmente como un elemento “pintoresco” […] Debería estudiarse, en cambio, como “concepción de la vida y el mundo”, implícita en gran medida, en determinados estratos (determinados en el tiempo y en el espacio) de la sociedad, en contraposición (también en general implícita, mecánica, objetiva) con las concepciones del mundo “oficiales” (o, en sentido más amplio, de las partes cultas de las sociedades históricamente determinadas) que se han ido sucediendo en el desarrollo histórico (Gramsci, 1975, p. 99)
Las fiestas ancestrales del pueblo de Naván no son algo meramente pintoresco sino una concepción de vida y se abstrae de la religiosidad católica impuesta sobre ellas, porque su origen histórico está ligado a factores socioeconómicos. Por ejemplo, el protocolo de la limpia de acequias o champería constituye una faena comunal orientada a mantener y cuidar los canales de regadío; en tanto la danza del Guacón -llamada Jojo en Naván y prohibida por los extirpadores de idolatrías- está ligada a los protocolos del agua de la cosmovisión andina prehispánica. La Caporalía es la continuación lógica acerca de las ofrendas y sacrificios a las huacas del prehispánico; el culto a los ancestros -mal llamado fiesta de los muertos- forma parte de la cosmovisión religiosa acerca del viaje del Supay (alma o espíritu) desde el Kay Pacha (el mundo de aquí y ahora) al Uku Pacha (el mundo ideal), e incluye el ritual funerario como la celebración anual. Y, por último, la Fiesta del Inca o la escenificación del “drama inca” que se organiza y representa con elementos míticos, étnicos y ancestrales de origen prehispánico.
Es decir, las fiestas ancestrales de los pueblos del mundo andino siguen estrechamente vinculadas a la vida campesina, a los protocolos agropecuarios, a los factores telúricos de las tempestades de la geografía andina, tal como sucedía en el prehispánico; ligadas a las pascuas universales, a la celebración de los equinoccios y solsticios, celebradas y conocidas por las fiestas de “principio de invierno Pucuy Sucanca; y el principio de verano, Chirao Sucanca” (Polo, 1990, p. 145), conocidos en la etnia Cashatambo como “pocoy mita” y “carhua mita”, “que es cuando se empiezan a hazer las chacras que llaman el Pocoy Mita y la otra por Corpus Christi quando empiezan a amarillar las sementeras, llaman el Carua Mita” (Duviols, 2003, p. 240).
La fiesta en el mundo andino es un “Taki [:] baile ritual acompañado por cantos. Los cronistas designaban el conjunto de ceremonias que se celebraban con bailes y cantos en honor a las huacas con el nombre de taquies (plural de taqui)” (Taylor, 2011), y el conjunto de Takis constituye la herencia de los ancestros. Así lo evidencian las fuentes documentales; ellas nos recuerdan el pasado, hoy mimetizadas y presentes en una simbiosis perfecta con las fiestas católicas, ya que los takis del mundo prehispánico,
Casi no tenían baile que no lo hiciesen cantando, y así el nombre de taqui, que quiere decir baile, lo significa todo junto, baile y cantar; y cuantas eran las diferencias de cantares, tantas eran las de los bailes. Tenían los indios del Cuzco para todas sus obras y faenas sus cantares y bailes propios, y cada provincia de las de todo el imperio de los incas tenia su manera de bailar, los cuales nunca trocaban. (Cobo, 1964, p. 180)
Naván es la comunidad campesina, pueblo y capital del distrito del mismo nombre. Pertenece a la actual provincia de Oyón y forma parte de la región Lima Provincia del territorio peruano. Ubicada a 2.800 msnm, sus aguas y quebrada desembocan en el río Huaura, que corre de Oyón a la costa del Pacífico, vertiente del margen derecho. El territorio de Naván está compuesto por un área de yungas dedicada al cultivo de frutales, una zona quechua donde se ubican las chacras de regadío y el pueblo; la zona suni, cubierta por chacras y pastos de temporada; y la zona puna, donde se encuentran lagunas y puquiales. La urbanización de Naván comprende dos barrios: el barrio de arriba, Antamarca o Hanan, de pastores o llacuases, y el barrio de abajo, Vicus o Urin, de guaris o agricultores.
Las fiestas ancestrales de Naván han recibido la influencia de la cultura y la ciudad estado de los yarowilcas, anterior a los incas, cuya capital se encontraba en la actual región de Huánuco. Su origen deviene de la etnia o nación Cashatambo, hoy Cajatambo, que anteriormente era administrada por la Collana de los Andash o Andajes.
La etimología de Naván deviene de Navim en tanto pacarina (origen) de los héroes ancestrales. Navim también fue el héroe ancestral, hijo de Liviac Cancharo, y este sería su patronímico. Luego, Nabincoto resulta un pueblo alrededor de un “coto”, tal como se observa en su relieve geográfico. Navintambo indica que Naván constituía un tambo en el Camino Real del Inca. Así, dícese que “en el dicho sitio de Navin cancha mostraron una olla con senisas que eran de guesos de los malquis Pomachahua Atachahua tunsuvilca Malquis primeros progenitores del dicho aillo” (Duviols, 2003, p. 265). Este relato hace referencia a los restos arqueológicos encontrados en el cerro Ulloc y Palco Cotto, en cuanto Naván, antes de la llegada de los españoles, era una pampa, no una urbanización; ya que los primeros pobladores de Naván se ubicaban en el “pueblo viejo” de Huactaq. Ulloc es una cumbre de forma piramidal que protege a Naván: es “un sero grande que llaman Navin cancha y en el mostraron al dicho Visitador dos ollas grandes nuevas en las que estaban dos cuerpos de niños cristianos baptisados chuchos nasidos de un vientre” (Duviols, 2003, p. 190). En general, Naván deviene del nombre de uno de los hijos de Libiac Cancharco, cuando
el Apu libia Cancharco cayo del cielo a modo de rayo y este tubo muchos hijos y unos enbio por unas partes y otros por otras como fue Libiac Choquerunto Libiac Carhua Runtuy los primeros progenitores del aillo chaupis Osirac Otuc y a libiac Raupoma y Vichupoma del aíllo xulca y el libiac Navim Tupia y a libiac Guac tupiac del ayllo Allauca todos conquistadores Llaquazes a los quales quando los enbio el dicho su padre les dio un poco de tierra que llevasen para conquistar tierras donde bibiesen. (Duviols, 2003, p. 155)
El actual pueblo de Naván fue fundado como “reducción de indios” alrededor del Ushno de Palco Cotto: “en un serrillo llamado navincoto esta un acapacocha” (Duviols, 2003, p. 220), se refiere a
un serrillo llamado nabincoto esta una capacocha la qual mostro el dicho Hernando Hacaspoma la qual era dos querpos de chriaturas metidos en una tinajon grande con muchas llamas ofrendadas y ojuelas de plata y siete monedas corrientes de reales los quales querpos eran de niños que ofresian al ynga y adoraban asta oi estos muchachos porque se los ofresieron al ynga por ser hermosos y sin lunares el qual los mando ofrecer al sol y que los pusiesen vivos en dicho tinajon. (Duviols, 2003, p. 189)
La presencia del Ushno de “Palco Cotto”, semejante a los ushnos de Huánuco Pampa, demuestra la influencia de la civilización de los Yarowilcas; igualmente Mayhuajoyo, el cementerio de momias, ubicado en una gruta de grandes moles de piedra, como lugar “inaccesible”, demuestra que allí fueron trasladadas las momias del prehispánico para protegerlas de la extirpación de idolatrías, y en Mayhuajoyo podría haberse escondido la momia de Liviac Cancharo y su hijo “Navim”, como que Palco Cotto era el lugar donde se le ofrecía sacrificios y rendía culto.
Tomando en cuenta la teoría científica, el primer Gen, ayllu o familia que dio origen al pueblo de Naván deviene de Navim, hijo de Libiac Cancharo, el patriarca y héroe ancestral de Cashatambo, cuyas primeras viviendas se ubicaron en Huachoq y Quimahuaín, las dos cumbres que escoltan al pueblo de Naván. Luego, cuando se unieron diversas tribus, se constituyó la collana Andash, cuando las familias de los ayllus de Naván poblaron Huaqtaq. Posteriormente se formaron fratrias y confederaciones de tribus que formaron la etnia Cashatambo, según la tesis de Morgan (1977). Así sucedió con todos los pueblos del mundo andino hasta las primeras civilizaciones de Caral y Chavín, alrededor de la cordillera del Huayhuash, cuya vertiente termina en Caral. La etnia Cashatambo resulta cercana a Chavín al formar parte del callejón de Conchucos, mucho antes del Tahuantinsuyo.
Naván y Andajes pertenecieron al corregimiento de Cajatambo; las fuentes indican que “el pueblo principal de Andajes fue, alguna vez, Capital de corregimiento de Cajatambo” (Espinoza, 2019, p. 478) En el prehispánico, en Naván se ofrendaba y sacrificaba a la divinidad de Raiguana, la huaca de las comidas y alimentos. Dice la fuente que dicho ídolo se encontraba en Huaqtaq, pueblo viejo de Naván,
ydolo de piedra pequeño y prieta nombrado Raiguan […] los gobernadores de este dicho pueblo eran dueños de dicho idolo […] le tenian en el paraje nombrado Guactac pero que al dicho ydolo le solia llevar al parage y chacras de Lepli y quando limpiaban la sequia principal […] que solian tener sobre el cuerpo de un niño. (García, 1994, p. 138)
el idolo principal que abia en este pueblo nombrado Raiguan que era de los gobernadores […] que tambien fue a dar adoracion algunas veces a dicho ydolo quando le tenian sus maiores en el pueblo viejo de Guactac y quando le llevavan a las chacras de Lipli y limpia de la sequia principal) (García, 1994, p. 142)
En general, Naván es heredero del pasado prehispánico, de allí devienen las costumbres, tradiciones y protocolos de origen ancestral todavía vigentes.
La fiesta del “Jojo”, champería o limpieza de acequias, se celebra los 20 de noviembre de cada año, sobre la base de una faena comunal para el cuidado del sistema de canales de regadío que llevan el agua a las chacras, según el protocolo del agua. Dicho protocolo tecnológico significa asegurar la provisión del agua, así como de todo lo necesario para dicha actividad comunal ejecutada de forma obligatoria, y el cuidado de la infraestructura de los canales de regadío. El trabajo comunal del 20 de noviembre, día central, se resume a la limpieza y reparación de la acequia principal o matriz, e involucra a las mujeres, las madres solteras como faenantes, las esposas y hermanas, que cumplen la función de “chuperas”. Son quienes preparan y sirven la comida en el descanso de mediodía y a mitad del recorrido de la acequia. Además, las mujeres aportan música y canto de yaraví en quechua, con sus “tinyas”, cuya escena principal se observa en un contrapunto de coplas entre solteras y casadas, entre un bando y otro a distancia, separadas por los accidentes de la cordillera. El contenido de sus estrofas supone el flirteo de las solteras con los esposos, así como la respuesta de las casadas contra ello.
A mitad de la tarea, a mediodía, durante el descanso, sucede la celebración de las comidas, la misma que termina en un carnaval con sobras de comida a modo de un Potlash,2 como indica Franz Boas (1964), en el lugar llamado Jámana, lanzando la comida al aire en honor a sus gentiles, los patriarcas ancestrales, para el aumento de las mieses, gracias a los canales de regadío.
Paralelamente al trabajo comunal, dos “Jojos” danzan en direcciones opuestas, uno desde Palco Coto -en representación de la comunidad campesina, los beneficiarios del agua-, hacia el lugar de “Laguna”. El Jojo de arriba o del cerro parte desde la toma matriz, donde nacen los canales de regadío, del lugar llamado “Toma”, en representación de la junta de regantes. A los Jojos los llaman los “gentiles”, los héroes ancestrales, “abuelos” o patriarcas ancestrales del pueblo. El Jojo del cerro trae el agua por la acequia, danza desde la toma matriz, y recorre toda la acequia hasta el pueblo hasta llegar al lugar de “Laguna”.
El vestuario y la indumentaria del Jojo es semejante al Guacon perseguido por los extirpadores de idolatrías, con máscara de cuero, peluca de cabellera larga, honda, poncho corto y pantalones de colores vivos: verde, rojo o amarillo. En Laguna, la danza de Jojos recrea una batalla simbólica con hondas, recreando las batallas de los wiracochas o tempestades en el cielo, los mismos que producen relámpagos, truenos y rayos, para traer las lluvias.
Como ya indicamos, el Jojo de Naván deviene de la danza prohibida del Guacón, cuando este gentil o héroe ancestral conducía el protocolo del agua a modo de ingeniero:
ofrendaba cada quien, a solas, coca y chicha, durante el acto de cerrar la boca del estanque. Y todo lo que ponían como ofrenda a la laguna Yansa lo recogía el yañca, él lo recibía […] cuando todos habían entregado las ofrendas y se había llevado la cuenta, mediante quipus, del número de los ausentes, el yañca empezaba la adoración, oraba: “Padre Collquiri, tuya es la laguna, también el agua. Dame bien, el agua, este año. (Ávila, 2007, p. 113)
Según Ávila, el protocolo del agua sucedía cuando
los habitantes de este ayllu limpian el acueducto conforme lo hacían en la antigüedad, en el mes de mayo […] Llevaban chicha, una clase de comida que se llama ticti y cuyes y llamas para adorar a esa mujer demonio. Concluida la ceremonia, se encerraban en un cerro de troncos de quishuar, y desde allí saludaban a Chuquisuso durante cinco días sin moverse. Después de esta adoración limpiaban el acueducto. Concluida la limpieza de la acequia, la gente bajaba al pueblo cantando y bailando. Con mucho respeto y temor traían una mujer, y decían: “Ésta es Chuquisuso”, y se rendían ante ella como si fuera la misma a quien representaba […] “Soy Chuquisuso” diciendo, una mujer servía chicha en una vasija de gran tamaño y, con un poto también grande, servía a toda la gente, de un extremo a otro: “Es la chicha de nuestra madre”, decía […] cuando se había concluido de limpiar la acequia, los hombres se convidaban unos a otros maíz, porotos, toda cosa buena […] cuando han concluido de limpiar la acequia, todo cuanto presienten que deben hacer, hacen, adoran […] He limpiado la acequia, sólo por eso voy a beber, voy a cantar. (Ávila, 2007, p. 161)
Lo mismo confirma Duviols:
el dicho cantarillo lo traian en prosesion con las solteras con tamborsillos asta dicho pucquio y ponían dicho cantarillo junto al choro de agua que sale del dicho pucquio […] y derramándole chicha y echo este sacrifisio la misma agua por si saltaba y si entraba al dicho cantarillo […] que llevase de aquella agua a las cuviertas de casas para que tuviesen ventura de bienes y aumentos de comida y chicha y no ubiese enfermedades y que aquella agua la criava la madre llamada mama de sus malquis. (Duviols, 2003, p. 280)
La preparación especial de las comidas: “quando limpiabam las acequias para beneficio de las chacras se mataban dos llamas y cuies” (García, 1994, p. 173).
El protocolo tecnológico: “mediante medidores y estrictos turnos, todos sembraban lo que urgían para cumplir con sus obligaciones familiares, rituales y políticas” (Espinoza, 2010, p. 560).
La faena: “ha administrado la azequia ofreziendo en la de este pueblo chicha i coca con intento de reparar sus quiebras por ese medio i porque también a los muchachos que fueron traer el agua con estruendo i voces por particular supertizión” (C-14).
Cantos y/o himno a los espíritus del agua:
Yanac yaku mama Llaclla yaku mama Pampacay ucanta, Kamanta Kananqa llumpayay Runap ucanta, karamanta Apay mama qucaman, madre agua del rio de Yanac madre agua del rio de Llaclla Perdona sus culpas, sus faltas. Limpios ahora llevar al mar los pecados las faltas de la gente. (Itier, 1992, p. 45)
Esta fiesta forma parte del conocimiento y dominio ancestral del ciclo del agua, por el cual se conservaba de modo sagrado, con carácter religioso. Cuando,
Desde la ola, desde la mar fundadora subiste aquí.
A pampa feliz, a pampa temeraria, a Pisar Quta, con la flor de lucumo, con la flor del pacay aquí saliste.
Desde la mar con la coya tu mujer, con tu hermana; con tu mujer escogida la “tuo”, con tu señora, aquí saliste.
Desde aquella mar en Calta Quenca descansaste.
¡Padre y señor Kuntur Tuqas!
(Szemiñski, 1997, p. 178)
Definiendo un momento y lugar para las ofrendas y sacrificios dedicados al agua;
que antes de limpiar las acequias para regar sus chacras juntaban ofrendas los dichos ministros de llamas cuyes y coca y las llebaban a los malquis guaris y se las ofresian porque abian sido los primeros que fundaron sus chacras y hisieron los estanques y allanaron las chacras y pusieron paredes por estribos para que no las robasen las aguas. (García, 1994, p 236)
La Caporalía de Naván es otro taki de origen prehispánico que hoy se celebra en ocasión de la Navidad cristiana, entre el 23 y 28 de diciembre de cada año. En esta ocasión danzan dos caporales acompañados de sus guiadores por cada lado, de entre 10 o 12 integrantes, formando dos columnas. Una representa a Antamarca, el barrio de arriba, de los llacuaces, pastores o cazadores; la otra representa a Vicus, el barrio de abajo, sector Urin, de los guaris o agricultores. La indumentaria y el vestuario de caporales y guiadores representa fundamentalmente a los llacuaces, cazadores y pastores, con “campanilla”, “chicote” y “bastón”. La música también representa al llacuas, cuyo conjunto musical se forma en base a la tinya y la quena, hoy llamado “shucarón” (clarinete, bombo y tamborcillo).
La coreografía de la danza comprende: (I) la “mudanza”, competencia de fuerza de pasos y movimiento; (II) el “lavatorio”, lavado de las cabezas de caporales y guiadores con chicha y perfumes; (III) la “adoración”: coreografía especial que intercala la recitación de un himno en quechua y tonada de yaraví, cuando honran al Niño Jesús, al son del “shucarón”. La dialéctica telúrica o dialéctica sociocultural entre llacuases y guaris se observa en la coreografía durante la “mudanza”, cuando sucede la competencia de pasos y movimiento entre las dos columnas de caporales y guiadores.
La participación de la comunidad tiene lugar a partir del fin de fiesta hasta la celebración del siguiente año, cuando se realiza una cofradía de ofrecimientos para cada caporal por separado, cuando se aporta cualquier ayuda material y trabajo concreto; luego viene el “corte de leña” entre el mes de febrero o marzo, a modo de “ayni” o “minka”. Las actividades cercanas a la navidad son la preparación de la chicha, el Tipanacuy o permiso para celebrar la fiesta, las ofrendas propiciatorias, mezas, pagos y sacrificios a los cerros.
La Negrería, danza de visitantes o “extranjeros” en el concepto ancestral, es el baile con máscaras negras, a modo de “contradanza” que imita o satiriza a los caporales y guiadores. Esta deviene de la contradanza española. Y, por último, la “despedida” de visitantes, despacho o cacharpari, constituye el fin de fiesta a modo de carnaval.
He aquí las referencias con las celebraciones de origen prehispánico, primero y ante todo, los desfiles indianos de la colonia, la prelación en la formación de las columnas o filas de caporales y guiadores, como cuando se adoraba a las huacas; todos encabezados por los caciques o curacas, seguidos de los sacerdotes, luego los nobles o principales, posteriormente los mozos varones y doncellas mujeres:
Seguiasse un solemne vaile enesta forma, acavadas sus confesiones al salir del sol salian todos ala plaza conlos mejores bestidos que tenian, y se sentaban con gran silencio a beber, y estando eneste silencio salian dos con unas mascaras de madera de figura disforme, y unas narises de casi una quarta de largas, que eran las huacas Punchao capcha y Marca Taico seguian aestos dos otros dos enmascarados dela misma suerte, y se llamaban Avinacpa y Quenanguaio. Luego venian otros dos del mismo talle Punchao cochachi y sullca cochachic. Proseguian en la procesion de dos en dos algunas indias doncellas delas mas hermosas, y bien aderesadas del pueblo, y acompañadas de otros tantos mozos delos mejores talles, y vestidos, detrás de todos venia una muger la de mejor parecer de todas y un lio, traia un tio enlas espaldas dela Huaca Hurau, que era una piedra mediana y desta manera comensaba el vaile y fiesta estando el resto del pueblo con gran silencio, y el que se meneaba, hablaba, o se reia le castigaban, y penaban si era pobre en un cui, y si era rico en un carnero para ofrecer ala huaca. (Polia, 1999, p. 361)
Del vestuario y su semejanza con el original prehispánico, de la elegancia y talle andino a la belleza campesina actual.
Los hombres vestían camiseta de vara y tercia de largo por una de ancho, hasta encima de las rodillas, los brazos quedaban fuera y libres, desde los molledos, descubiertos desde las rodillas. La hechura del de las mujeres serranas son sus anacos del cuello a los tobillos, sin mangas, más una manta cuadrada de dos varas y media en ancho y largo, las cuales sujetaban en los hombros con unos prendedores de oro o de plata o de cobre, llamados tupus, cada una con cuantos podía y tenía. Ceñíanse las cinturas con una faja de dos dedos de ancho, muy largas, dándose varias vueltas. Sobre ellos se ponía otras mantas cual cobijas, y otra pequeña sobre la cabeza (Espinoza, 2019, p. 456)
De la fecha propiciatoria para la celebración del Capaq Raymi (la fiesta más grande) en diciembre sustituidas por la Navidad cristiana,
entre muchas fiestas que hazian cada año que eran las principales celebradas con mucha solemnidad la primera quando se descubren las siete cabrillas que llaman en su lengua Oncoy. La 2da. El dia de corpus cristi. La 3ª. El dia de pascua de navidad. La 4ª. La semana santa […] hazian cada año asus huacas vestidos nuebos ofrecianles comidas y bebidas. (Polia, 1999, p. 340)
Las pascuas universales o las primicias de diciembre,
por el mes de diciembre que empiezan a madurar las paltas hacen una fiesta que llaman Acataymita, que dura seis días con sus noches, para que madure la fruta. Júntanse hombres y mujeres en una placeta entre unas huertas desnudos en cueros y desde allí corren a un cerro, un grande trecho, y con la mujer que alcanzan en la carrera tiene acceso. (Choy, 1987, 156)
La coincidencia con la celebración de la “llamallama”, fiesta por la reproducción de las llamas desarrollada en las lagunas,
Y por pascua de navidad era la fiesta de las llamas la qual era una de las mas celebres […] ynvocando a tres lagunas aquienes atribuyan la creación deesos animales llamadas, urcu cocha, chocllo cocha, y, chinchaycocha, y esta fiesta e ynvocacion les durava los tres dias de pascua de navidad y en todo el discurso del año hasta otra navidad mo parecian aquellas sogas que llamavan titahuaracas y en toda esta fiesta todo era pedir aestas lagunas que pues eran criadoras de las llamas se las diesen a ellos. (Polia, 1999, p. 321)
El “airihua” o celebración de las primicias de los choclos, cuyo baile se realizaba con cañas de maíz a modo de bastón, sobre el cual cuelgan los mejores choclos, adornado con flores, se bailaba formando filas desde la chacra hasta el pueblo.
Tambien tienen en gran veneración las masorcas de muchos colores, y llaman Airihua, y para estas tienen particular fiesta cada año, porque en un palo largo atan la masorca Airihua, y la entraman con muchas flores, y se junta todo el pueblo a dansar en rueda, y uno lleba en medio el palo dansando con el cantando ciertos canticos a su usanza, y era que la que piden y invocan, y piden les multiplique el mais, y este cantar llaman Airihua por ser en alabanza de aquella masorca. (Polia, 1999, p. 345)
El “airihua” fue prohibido; los palos o bastones con los cuales se danzaba en las primicias de diciembre fueron destruidos:
Mando quitar a todos los indios muchos palos con que dançavan al uso antiguo que tenian alguna mascara i caras en ellos i asimismo les quitaron muchas cabesas de venados i cantaros i tambores con que bailavan al uso antiguo i les mando a todos que de ninguna manera usasen de las cosas referidas ni bailasen baile antiguo sino tan solamente las danças que usan el día de Corpus i fiestas de santos. (García, 1994, p. 178)
En resumen, la Caporalía se organiza sobre la “llamallama”, la pascua universal o las primicias de diciembre, sobre la base del Capag Raymi, celebración que culminaba entre el 21 y 25 de diciembre, como también se representa con los elementos del baile del airihua.
La celebración o culto a los ancestros es una constante de todas las civilizaciones, pueblos y culturas del mundo, y corresponde al equinoccio de verano, entre octubre y noviembre, como sucede con Halloween, mal llamada fiesta de los muertos, relacionado con las fiestas paganas de origen europeo, sobre la base de los ritos funerarios gentilicios. En el caso del mundo andino, esta celebración comienza con el ritual funerario en el momento del fallecimiento de un familiar, con el pararico o protocolo mortuorio que dura de cinco días. Es la misma que reproduce el mito acerca del viaje de Supay hacia el Upay Marca en el Uku Pacha, allí donde residen las almas, viaje que empieza en la cueva o Machay, pasando por un puente sobre un río, cuyo recorrido dura un año, cuando sucede la celebración anual o “quitaluto”.
En la actualidad, el culto a los ancestros en el mundo andino comprende el pishcapunchao, picchay, pararicu o pacarico, que abarca el velorio o Vecochina hasta el entierro del difunto en el cementerio; luego viene el lavatorio. La fiesta del Quitaluto o Pacaricuspa sucede al cumplirse el año de fallecimiento, aparte de la celebración colectiva en el día de los difuntos, el 31 de octubre en la noche. En esta ocasión, toda la comunidad, organizada por familias, acude al cementerio luego de preparar la comida del difunto, para realizar una oración o rezo en la tumba de los difuntos de la familia, que es acompañada con cantos de yaraví en quechua y música al son de un huayno con arpa y violín.
En esta celebración existe un atavismo casi perfecto respecto de los ritos mortuorios de origen prehispánico, exceptuando la momificación del difunto y su depósito en el machay, gruta o cueva del cerro. He aquí las referencias respecto del protocolo mortuorio, el pararico registrados en los documentos de Cajatambo.
este rito y seremonia llaman el pacaricu o piscapuncha porque dicen que al quinto dia biene el difunto y lleva todo lo que a escupido uñas y cabellos que se a cortado y pasado un año después de la muerte del difunto sacan los cabellos y uñas que le cortaron y las ponen sobre sus ropas o camijetas que dejo. (García, 1994, p. 189)
Después de averle enterrado comienzan aquella noche primera el pararicu, que es juntarse las sinco noches siguientes todos los parientes en casa del difunto allorarle, sientanse en rueda alrededor de la lumbre, ponen a coçer en una olla mais blanco, y pedazos de carne, y para esta lumbre trae cada uno su poco de leña, y mientras se saçona la olla juegan a la pichca, que es un juego al modo de la taba por suertes […] La quinta noche llevan la ropa toda al rio, porque no tenga que volver el difunto, y al salir de la casa echan mucha ceniza cernida por toda ella, para que si volviere dexe estampadas las pisadas, y conesto se acaban los llantos, y morturio. (Polia, 1999, p. 341)
En muriendo hasta cinco días no le enterrauan. Esa noche uelauan y ayunauan la sal y otros rregalos. Luego matauan un carnero y los comían crudos o cocidos pero no auían de tener sal ni agí. Y ueuían sangre cruda o que hazían llapisca con papas, sangre cruda. Y al defunto le dan de comer y de ueuer, mucho más al Ynga y a los señores capac apo […] En los cinco días le lleuan a enterrar con la procición y ací dize pichicanmi. Y en los dies días, otro tanto, dize chuncanmi. Y la biuda todo cubirto de luto no se le parese su cara y le tresquila. Y en los says meses, otro tanto. Y en el año, otro tanto. (Guamán Poma, 1998, p. 261)
Aquí se cumple la lógica del “pisqapunchao”: el protocolo de los cinco días:
Al morir alguien, lo velaban todas las noches durante cinco días. Al quinto día, una mujer se vestía con ropa muy fina e iba a Yarutine con la intención de conducir (al muerto) desde allí (a su casa) o de regresar después de haberlo esperado allí […] Antiguamente, dos o tres grandes moscas que la gente llama llacsa anapalla se posaban encima de la ropa que (la mujer) había traído. Cuando ya había permanecido allí bastante tiempo y el resto de las abejas se habían ido, decía: “¡Vamos al pueblo!” y volvía trayendo sólo una piedrecita como si quisiera decir que ésta era (el muerto) (Taylor, 2011, p. 152; énfasis nuestro)
Y asimismo a bisto que hazen las demas zeremonias y en los cinco días después de acaecida la muerte de una persona] baylan con tamborsillos echan zeniças por los patios para ver si a buelto el alma y si ay algunas pisadas de pajaros o otros animales en biendolas o algun moscon o mosca ayapaura o quinras ques vn moscon que ensucia la carne y entonces daban con las mantas por todas las paredes porque decian que aquello era el alma del difunto y le decian idos que ya esta no es vuestra casa pues que ya emos ofrecido lo que os abiamos de dar. (Duviols, 2003, p. 211; énfasis nuestro)
este rito y seremonia llaman el pacaricu o piscapuncha porque dicen que al quinto dia biene el difunto y lleva todo lo que a escupido uñas y cabellos que se a cortado y pasado un año después de la muerte del difunto sacan los cabellos y uñas que le cortaron y las ponen sobre sus ropas o camijetas que dejo. (Duviols, 2003, p. 237; énfasis nuestro)
el “picchay” es el último rito del funeral. Picchay, literalmente quiere decir “cinquear”. A los cinco días del entierro los deudos van a lavar a algún río la ropa del muerto. Los ríos o arroyos donde la gente lava la ropa tienen siempre un lugar destinado para el “picchay”. Este sitio, una roca o un trozo de la orilla, es mirado con temor. El “picchay”, según los indios, purifica y lava culpas. (Arguedas e Izquierdo Ríos, 1947, p. 67)
Así sucedía la celebración colectiva anual, cuando se renovaban el vestuario y la comida, y se debía asperjar sangre sobre la momia: “dos veces al año por el pocuimita y caruamita les hasian sachrificios y ofrendas de cuyes coca llamas en el pueblo viejo de Yanaqui y en unas plasetas que llaman cayanes que están junto a las colcas destos malquis” (Duviols, 2003, p. 269)
En este mes [noviembre] sacan los defuntos de sus bóbedas que llaman pucullo le dan de comer y de ueuer y le bisten de sus bestidos rricos y le ponen plumas en la cauesa y cantan y dansan con ellos. Y le pone en unas andas y andan con ellas en casa en casa y por las calles y por la plasa y después tornan a metella en sus pucullos, dándole sus comidas y bagilla al prencipal, de plata y de oro y al pobre, de barro. Y le dan sus carneros y rropa y lo entierra con ellas y gasta en esta fiesta muy mucho. (Guamán Poma, 1998, p. 236)
Ofrecerle al alma vestido, utensilios, comida, chicha o sangre constituye una ayuda para su viaje del Kay Pacha al mundo de los espíritus, ya que el trayecto está lleno de dificultades, para que no padezca las calamidades, de lo contrario, podría generar muerte o enfermedades entre los vivos.
Aguardad, no comenceis, invoquemos y llamemos a los muertos y difuntos para que nos ayuden y nos den fuerzas para hacer esta chacra, y para que la guarden; y diciendo esto, cogió dos mates pequeños de chicha y los fue salpicando y derramando sobre dos piedras. (Polia, 1999, p. 212)
La cosmovisión andina prehispánica indica que Supay, el alma del difunto, debe cumplir su viaje con ayuda de los vivos.
Los que tienen mas devocion, y quieren ofrecer mayor, y mas grato sacrificio, y han de ofrecer llamas que son carneros de la tierra, van a una cueva muy grande que se llama churinhuaque llevando alla sus muertos sobre carneros vestidos los hombres con camisetas, manta, y llanto, y las mugeres con aczu, y lliclla aquella noche gastan en vela, y si alguno se duerme le despiertan […] y el dia siguiente van al lugar donde han de sacrificar los cuyes, llamas, coca, y lo demas con muchas ceremonias. (Polia, 1999, p. 215)
Según Millones (1999), los “desfiles indianos” sirvieron para conservar, difundir y reproducir la cultura prehispánica durante el virreinato; luego sucedió el Taki Onqoy: el despertar de las huacas contra las divinidades cristianas. Posteriormente, eso motivó a muchos caciques o curacas organizar la teatralización del “drama inca” a modo de una fiesta satírica acerca de la “conquista española” para celebrar la confrontación de dos mundos con la participación de toda la comunidad y/o población campesina. En general, la Fiesta del Inca rememora el encuentro de Pizarro con Atahualpa en Cajamarca de 1532, un momento propicio para recuperar los elementos míticos de cada una de las etnias del pasado, a modo de nostalgia por el pasado reciente. Para la Iglesia católica y la nación criolla se trata de cantos injuriosos y una representación indecente y trágica por culpa de la Conquista (Coquet, 1965), orientados a recuperar la identidad nacional, regional y local.
En Naván, la fiesta se celebra entre el 28 de junio y el primero de julio de cada año, en ocasión de la fiesta patronal de San Pedro. La coreografía del drama inca se organiza bajo el esquema de la versión escolar de la conquista, y abarca todos los ambientes del pueblo, las calles y el parque. El fondo musical que acompaña es en son de yaraví con cantos en quechua de las pallas, mientras el inca es paseado en una litera o anda. Posteriormente, aparecen los españoles a caballo. La representación del “drama inca” comprende la captura, rescate, juicio, sentencia y muerte del inca. El vestuario de las pallas se ajusta al concepto de belleza de Naván, totalmente distinto al vestuario del Cuzco prehispánico.
Los elementos míticos y étnicos que cada región o localidad recupera se deben a la pluriculturalidad de la nación andina antes de la llegada de los españoles, ya que en el Tahuantinsuyo “intervenían [los] indígenas expresando a través de emblemas, danzas y otras escenificaciones la historia de la sucesión de los incas y su sometimiento a la monarquía española” (Espinoza, 2019, p. 78) Entre los elementos míticos que recupera la fiesta sucede la celebración de la fertilidad de mozos y doncellas, el flirteo o cortejo entre danzantes, pallas y españoles, cuyo epílogo tiene lugar cuando los españoles a caballo raptan a las pallas y escapan a los cerros o montañas del lugar; la confrontación entre castas y/o razas, entre terratenientes y campesinos, de hacendados y comerciantes contra los aborígenes, o simplemente la confrontación entre barrios o caseríos. Esta es la dialéctica telúrica sociocultural, la confrontación de dos mundos, el andino y el occidental; unos representando a los españoles y otros al inca y las pallas. Al respecto se recuerda que, en el Cuzco del siglo XX,
Delegaciones indígenas de todo el departamento se congregaron para conmemorar el aniversario de la ejecución de Atahualpa. Ante tal manifestación (de más de 10.000 indios) hubo cierrapuertas, no abrieron las tiendas ni los bares y causó la alarma general de los hacendados quienes vieron inminente la pérdida de sus tierras y vidas. En la escena de la muerte del Inca aparecieron todos los personajes: Atahualpa encadenado con grillos, Pizarro, Almagro y Valverde con caballos ajaezados. Luego de una serie de proclamas y diálogos se ejecutó la sentencia con la pena del garrote. Momento culminante de tensión y congoja profunda de la muchedumbre. (Mariátegui, 1979, p. 34)
Las referencias acerca de la coreografía y el vestuario del Inca y Pallas del prehispánico indica que
los demas maestros y sacerdotes de ellas se bisten las bestiduras antiguas y las oxotas de lanas de muchas colores Guamas de oro y plata en las cabezas bailan al son de tamborillos, se les hazen sus festividades se bisten los sacerdotes y administradores de las dichas guacas y ydolos de bestiduras antiguas y guama en la cabeza de oro y plata”, así vestia el dicho Don Alonso y los demas sacerdotes destas guacas camisetas mantas del tiempo xentilico y oxotas de muchas colores y se ponia un guama de oro en la cabeza y los demas de plata y celebraban dicha fiesta con dichos ritos y ceremonias antiguas. (García, 1994, p 124)
En resumen, la Fiesta del Inca representa la comedias de la vida real, la contradanza, a modo de un teatro burlesco, satírico y carnavalesco.
Todas las fiestas de Naván aquí referidas contienen elementos ancestrales mimetizados con las prácticas religiosas cristianas y en perfecta simbiosis con ellas, producto de la imposición de las fiestas católicas sobre la celebración de las pascuas universales, la fiesta de las primicias, la celebración de los solsticios y equinoccios. Como sucede con la “finalización de los trabajos del campo, celebrada tras la conclusión de la siembra de invierno, cuando el ritmo de las estaciones dejaba a toda la familia campesina, incluidos los esclavos domésticos, tiempo para descansar del esfuerzo cotidiano” (Schultz, 1994, p. 78), del mismo modo de como la religión cristiana se impuso en Europa durante “el solsticio de invierno de 25 diciembre, considerándolo como la natividad del sol” (Frazer, 2011, p. 114), idénticamente impuesta sobre el Capaq Raymi celebraba en diciembre.
Las costumbres ancestrales, principalmente sus danzas, música, cantos y vestuario, devienen de los desfiles indianos desarrollados durante el virreinato. Tal como describe Amado:
Y colocado S.E. en su palco se apareció repentinamente en el pórtico del circo, el genio Emperador Manco Capac, representado por un joven de edad de 29 años, pomposamente vestido, con manto real de lama de oro salpicado de alhajas de perlas y piedras preciosas; mascapaycha de brillantes en la cabeza, signo de la dignidad imperial de los Incas, y sus pumas o mascarones de oro, en los hombros y en las rodillas. Llevaban en hombros su anda y silla imperial llevado al hombro en su silla imperial con sus vasallos indios, vestidos con la mayor propiedad como los palasiegos de aquel tiempo; coronaba su solio un gran quitasol de plumas y lo rodeaban un numeroso grupo de danzantes con cajas y flautas y caracoles. Parose la comitiva delante del palco de S.E. y el Inca pronunció una arenga, cuyo asunto era felicitarlo por su deseada venida al Cuzco, y expresar su juvilo por la fundación del nuevo Estado. (Amado, 2017, p. 142)
Dichos desfiles fueron replicados por los caciques o curacas en cada uno de sus pueblos,
Era un sentimiento muy arraigado y difundido en el espacio andino, en que los curacas nuevos aseguraban la prolongación jerárquica de sus míticos lugares de origen sagrado (pacarinas) en lugares geográficos de importancia evidente: lagos, cuevas, volcanes, oquedades en árboles, etcétera. […] y conservan sus genealogías […] y el estar por allí sus pacarinas y tumbas de sus antepasados y hermanos. (Espinoza, 1999, p. 354)
Este estudio evidencia el problema acerca de la identidad y la afirmación andina del pueblo peruano sobre el origen de las fiestas ancestrales, producto del proceso de enajenación y alienación de las nuevas generaciones del mundo andino desde el proceso de la independencia, incapaz de reconocer qué es lo auténticamente cristiano y qué es lo aborigen y ancestral. Como afirma J. C. Tello, porque,
La miscegenación resultante de indio y español creó dos clases: una que, manteniéndose en los reductos andinos y nutriéndose pobremente, va degenerando bajo la acción del alcohol, la coca, las enfermedades y el fanatismo religioso; viviendo aletargada e ignorante de su pasado, recorre año tras año, siglo tras siglo, el mismo camino tenebroso, sin una luz suficientemente fuerte que la despierte y guíe hacía la civilización; la otra que, adaptándose a los ideales, sentimientos, aspiraciones, usos, costumbres, etc., de la civilización europea, se esfuerza por formar nacionalidad, a base española o latina, poniendo de lado las bases dejadas por la civilización aborigen, imitando las características de otras tierras y nacionalidades, sin utilizar debidamente los conocimientos y métodos de la Ciencia, que nos permitiría conocer nuestro suelo y nuestra historia, subyugar el egoísmo de los hombres, establecer el equilibrio económico de las clases sociales y afianzar así la nacionalidad. (Tello, 1976, p. 62)
Por otro lado, demuestra cómo la religión se constituye en un instrumento de dominación de la raza aborigen. Cuando impuso los “cargos” de fiestas sobre los hombros de los campesinos: “las festividades de los llamados cargos ellos implantaron” (Neyra, 2021, p. 56), en cuanto “los frailes y curas que desviaron el pensamiento de los hombres” (Neyra, 2021, p. 57). De tal modo que hoy tenemos fiestas religiosas cristianas con fondo y contenido ancestral mimetizadas, cambiaron los ídolos e imágenes, pero no las danzas, cantos y músicas aborígenes, que siguen idénticas al pasado. Como indica Salomon, “Si la ‘yumbada’ ha florecido más donde ha habido mayor penetración de la industria y de las instituciones urbanas, la explicación del fenómeno tiene que buscarse, no en clichés de la ciencia social, sino en el contenido del acto ritual” (Salomon, Feltham y Grosboll 2009, p. 73).
Las condiciones socioeconómicas de la vida campesina y la geografía andina, la fuerza telúrica de las tempestades, han constituido factores determinantes para la vigencia de las fiestas ancestrales en pleno siglo XXI. Definitivamente mucho ha cambiado, pero los elementos, partes y formas de las fiestas andinas siguen el contenido esencial del pasado prehispánico. Como afirma Mariátegui,
Lo único casi que sobrevive del Tawantinsuyu es el indio. La civilización ha perecido; no ha perecido la raza. El material biológico del Tawantinsuyu se revela, después de cuatro siglos, indestructible, y, en parte, inmutable […] En las sierras abruptas, en las quebradas lontanas, a donde no ha llegado la ley del blanco, el indio guarda aún su ley ancestral. (Mariátegui, 1979, p. 78)
[1] A propósito de Imperiofobia y leyenda negra. Roma, Rusia, Estados Unidos y el imperio español. Roca Barea (2018)