0000-0002-2956-0314 María Inés Carabajal[1][2]
El término Antropoceno, propuesto hace 25 años por Paul Crutzen y Eugene Stoermer (Crutzen y Stoermer, 2000), busca señalar el profundo impacto que ha tenido el ser humano en las condiciones y procesos del planeta Tierra. Independientemente de la controversia científica en el campo de las ciencias geológicas sobre su potencial incorporación como época en la escala cronoestratigráfica (Zalasiewicz, Adeney, Waters, Turner y Head, 2024), si es un término geológico y/o cultural (Trishler, 2017), o su potencial comienzo (Crutzen, 2002; Malm y Hornborg, 2014; Steffen, Broadgate, Deutsch, Gaffney y Ludwig, 2015), el Antropoceno ya se ha instalado en múltiples ámbitos de la esfera científica, política y social a nivel mundial. Si bien es un concepto no formalizado por el Grupo de Trabajo del Antropoceno1 (Witze, 2024), su amplia difusión en diversas disciplinas científicas y en las esferas del activismo ambiental ha permitido la emergencia de múltiples sentidos, diagnósticos y discusiones que enriquecen la problematización de las relaciones entre los seres humanos, sus entornos ecológicos y tecnológicos, además de sus capacidades de auto-destrucción y auto-transformación (Urquiza, 2023).
A nivel global, no hay dudas de que el Antropoceno ha configurado una triple crisis planetaria, con el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación ambiental como nudos entrelazados, dando lugar a un contexto de policrisis que pone en juego la vida de los seres humanos y no humanos en la tierra (UNFCCC, 2022; UNEP, 2021). Asimismo, la crisis se vislumbra en los procesos sociales y políticos actuales en los cuales no se asume con la urgencia necesaria la generación de respuestas acordes a su dimensión planetaria. Este contexto complejo y multidimensional, desafía la producción de conocimiento científico tradicional, tanto de las ciencias sociales y las humanidades como de las ciencias de la tierra (Chakravarty, 2019; Amigo y Urquiza, 2022). En efecto, su complejidad nos insta a pensar en conjunto estrategias efectivas que pongan en diálogo las agendas y dinámicas globales con los movimientos, acciones e intereses de los diversos territorios, sus narrativas, conocimientos y formas de vida.
Uno de los desafíos más relevantes que el Antropoceno y la triple crisis planetaria nos impone es que son globales en escala y locales en impacto (Swistun y Le Gall, 2019; Carabajal, 2023). La distancia entre fenómenos de escala global y nuestra comprensión de los mismos ha llevado a una gran parte de la humanidad a un desconocimiento de la evidencia científica y a una falta de sensibilización frente a la crisis. Por lo tanto, encontrar puntos de contacto que propicien la reflexión colectiva sobre nuestras prácticas y representaciones cotidianas y su vínculo con el ecosistema terrestre se torna imperativo (Carabajal, 2023; Carabajal, Scanio, Pastorino y Malovrh, 2023). Es aquí donde las investigaciones en ciencias sociales, humanidades y las artes, a través de reflexiones conceptuales y sus implicaciones políticas, pueden ayudar a reconectar a los diferentes sectores sociales con algunas de las cuestiones más esenciales de nuestra existencia -la tierra, el agua, la energía, la biodiversidad, la atmósfera- y nuestro habitar en la tierra.
En las escalas locales, el tiempo meteorológico y el clima son dimensiones centrales en la interacción ambiente-sociedad y han sido tema de abordaje histórico de las ciencias sociales y las humanidades. Las percepciones del tiempo y el clima trascienden la cuestión meramente “física” y están vinculados con aspectos y valores socio-culturales profundamente enraizados en la experiencia cotidiana (Hulme, 2011). A lo largo de las últimas décadas la irrupción del cambio climático antropogénico ha ampliado los intereses de las ciencias sociales y las humanidades desde el análisis de “lo local” de la experiencia cotidiana hasta la articulación global - local, mostrando la imbricación de los fenómenos climáticos y ambientales de escala planetaria en las esferas locales, producto de las múltiples transformaciones que conlleva el Antropoceno y sus impactos en los territorios (Barnes, Dove, Lahse, Mcelwee, Mcintosh, Roderick y Jagger, 2013; Ulloa, 2017).
La reflexión del Antropoceno en estas disciplinas, y más específicamente en el campo antropológico, ha mostrado múltiples aristas en los últimos años. Al respecto, por ejemplo, se ha cuestionado el desdibujamiento de responsabilidades en esta humanidad anónima y global, que ignora diferencias sociales, culturales, económicas y geográficas, entre otras, que resultan claves para comprender este fenómeno, sus impactos diferenciados y la capacidad que tienen los diversos actores para enfrentarlos. Por otra parte, se ha subrayado fuertemente la importancia de reconocer y valorar otras formas de conocimiento más allá del conocimiento científico, mostrando los límites y capacidades que tiene la ciencia occidental para contribuir a enfrentar la policrisis que enfrentamos como sociedad (Taddei, 2017; Taddei e Hidalgo, 2016). En efecto, las disciplinas dedicadas a lo social han disparado un conjunto de interrogantes y cuestionamientos que se imprimen en múltiples acepciones que muestran la complejidad socio-política de proponer al ser humano como fuerza de transformación global. Se cuestiona si realmente somos los humanos indiferenciados los responsables (Descola, 2017), o si deberíamos caracterizar esta época como Capitaloceno, Plantacionoceno, Chtuluceno, Urbanoceno, Plasticoceno, entre otras denominaciones que proponen caracterizaciones alternativas para pensar los cambios que trae aparejada la crisis planetaria (Haraway, 2015; Moore, 2017; Lussault, 2019; Swistun, 2022). Los debates se tornan más álgidos si pensamos desde América Latina, donde se plantea un comienzo del Antropoceno imbricado en el colonialismo y sostenido en los (neo) extractivismos ( Ulloa, 2017; Swistun y Le Gall, 2019; Svampa 2019; Arach y Rabinovich, 2021; Katmeier et al, 2024).
Dentro del campo antropológico, el Antropoceno es un término que toca el corazón de la disciplina: el Anthropos. Como tal, cristaliza una mirada antropocéntrica de la ciencia y la modernidad occidental, que pone a los seres humanos en el centro de la responsabilidad ante la emergencia ambiental, teniendo un protagonismo inusitado desde diferentes puntos de vista disciplinares (Urquiza, 2023). La vieja repartición del mundo de la naturaleza para las ciencias naturales y de la sociedad y la cultura para las ciencias sociales y humanidades no se sostiene más en este contexto: las ciencias naturales deben considerar el impacto y el rol de los seres humanos en los entornos ecológicos y las ciencias sociales los límites del ser humano en sus entornos naturales y artificiales (Chakravarty, 2019). De esta forma, el Antropoceno resalta la coproducción e imbricación del mundo social y natural (Jasanoff, 2004).
Por otra parte, el Anthropos nos obliga también a sabernos humanos, y como tales, a reconocernos diversos. Esta lección, en el contexto de la ciencia nos lleva a reconocerla también como una práctica humana, social y cultural, y como una forma específica de responder al problema del conocimiento en la sociedad, que coexiste con otras formas de conocimiento, experiencias y saberes. Por lo tanto, reconocer esta diversidad exige humildad y empatía y resulta clave para posibilitar el diálogo inter y transdisciplinario (Sandroni et al., 2023). El diálogo colaborativo no sólo es relevante al interior de los ámbitos académicos, sino fundamentalmente en la generación de espacios de interacción y aprendizaje entre diversos actores sociales e institucionales, considerando que la ciencia es un actor más dentro de un entramado complejo de relaciones. En este sentido, abordar la triple crisis planetaria requiere de espacios de co-producción de conocimiento, de nuevas alianzas, sean estas humanas, no humanas, multiespecies que den lugar a la construcción de renovados lenguajes y mundos sensibles donde la imaginación y la creatividad sean la punta de lanza para pensar, sentir y actuar en un planeta en emergencia (The Anthropocene in Chile: Toward a new pact of coexistence, 2017; Swistun y Le Gall, 2019; Marquez, 2024).
La identificación de los límites planetarios (Rockström, Steffen, Noone, Persson et al., 2009) ha puesto de relieve la necesidad de abandonar las dicotomías clásicas de la modernidad como sociedad-naturaleza, reconociendo su inevitable entrelazamiento y la interdependencia de procesos naturales y sociales. Somos una especie más en el planeta y la consideración de esta perspectiva es dual, ya que nos ubica no sólo en un escenario de inmensa vulnerabilidad sino también de omnipotencia (Carabajal, Quispe, Romero, Turra, Watson, 2024). Vulnerabilidad en el sentido de reconocer que al afectar a la naturaleza nos afectamos a nosotros mismos, como seres interdependientes. Aún sin ser plenamente conscientes -o si- del impacto de las acciones humanas en los ecosistemas y nuestra nueva agencia como fuerza geológica de escala planetaria. La contracara es el estado de omnipotencia del ser humano, ya que no sólo somos la causa de los problemas del mundo sino también tendríamos en nuestras manos las potenciales soluciones. Estas soluciones, sin embargo, emergen de imaginarios tecno-científicos globales con promesas de continuo progreso y desarrollo que nos llevarían a un buen Antropoceno (Asafu-Adjaye, John, Linus Blomqvist, Stewart Brand, et al., 2015). En este marco dual, de vulnerabilidad y omnipotencia, resuena la idea de hubris, de Bateson y Alcalde (1998), que nos alerta respecto de la soberbia humana al asumir un dominio mecanicista sobre la naturaleza, que muchas veces ignora la complejidad e interconexión entre los diferentes sistemas, y cómo esta subestimación refuerza la falsa creencia del progreso tecnológico como la solución a todos los problemas, sin considerar sus consecuencias sistémicas de largo plazo.
Podemos acordar que transitar esta nueva época requiere entonces de propuestas renovadas y colaborativas que no provengan sólo de los ámbitos académicos, sino que incluyan otros múltiples saberes y experiencias, muchos de ellos excluidos de los espacios legitimados de producción de conocimiento. Pensar futuros alternativos es un gran desafío creativo, pero también una oportunidad para reflexionar sobre nuestras formas de habitar en el mundo como Anthropos y (re)componer vínculos entre humanos y no humanos. Se trata de una época crítica, donde más que nunca necesitamos estimular la imaginación creativa, pensar otros mundos posibles, además de reconocer y valorar la diversidad de formas de vida y conocimientos para vislumbrar presentes y futuros menos devastadores para la vida en la tierra.
El presente Dossier, titulado “Triple crisis ecológica y Antropoceno: Aportes desde América Latina”, surge del interés de las editoras por promover un diálogo interdisciplinario y transdisciplinario, que ponga a disposición aportes teóricos y empíricos que den cuenta de la complejidad de abordar el Antropoceno desde nuestra región. Si bien a lo largo de los últimos años las discusiones y reflexiones sobre estos temas han crecido en cantidad, diversidad y enfoque (Arach y Rabinovich, 2021; Svampa, 2019; Kaltmeier, López, Pádua y Zarrilli, 2024), consideramos que este dossier es un aporte muy valioso por su perspectiva social, humanística y fundamentalmente antropológica. La antropología y las ciencias sociales, como lo muestra este dossier, tienen mucho para contribuir a los debates globales sobre el Antropoceno y la triple crisis, tanto desde perspectivas teóricas como trabajos empíricos, que articulan enfoques etnográficos y análisis de estudios de caso poniendo en tensión conceptos globales y su cristalización en los territorios.
La organización de este dossier enfrentó numerosos desafíos propios de un campo en construcción y consolidación. Aunque se trata de un ámbito que evoluciona con rapidez -recordemos que el concepto de Antropoceno se acuñó en el año 2000- se hace imperativa la necesidad de continuar profundizando su análisis, tanto en el seno de la antropología como en otras ciencias sociales y humanidades, especialmente desde la diversidad de nuestra región. La creciente urgencia de los debates ambientales nos exige la adopción de enfoques inter y transdisciplinarios, ya que ninguna disciplina puede abordar de manera aislada la complejidad inherente al Antropoceno. En este contexto, el dossier tuvo como propósito inicial superar ciertas barreras disciplinarias y académicas, un objetivo ambicioso que resultó ser más complejo de lo previsto debido a las limitaciones estructurales y epistemológicas, propias del sistema científico y que reflejan un campo en tensión y disputa.
Nos detenemos brevemente en estas dificultades como forma de reflexionar internamente sobre los desafíos que conlleva este campo en emergencia. En primer lugar, se encuentra el hecho de que, al tratarse de una revista de tradición antropológica y académica, algunos artículos recibidos no se ajustaban a estos marcos o no cumplían con los estándares de calidad, profundidad analítica y madurez requeridos, lo que llevó a que fueran evaluados como no aptos para su publicación. Además, el proceso de evaluación evidenció una significativa disparidad en los dictámenes emitidos, con opiniones de un mismo artículo que oscilaron entre solicitudes de modificaciones mayores y/o menores como también de rechazos, lo que refleja la complejidad conceptual inherente al análisis de los temas abordados. Esto destaca que los artículos que trascienden la perspectiva disciplinar pueden encontrar dificultades para ser evaluados, ya que un especialista puede ser experto en un tema pero no abarcar todo el espectro cuando el artículo aborda más de una disciplina. El reconocimiento de los desafíos que surgen de la complejidad de las temáticas tratadas en este dossier, lleva a ambos, evaluadores/as y autores/as a reconocer ciertos límites de conocimiento, a tener mayor flexibilidad y apertura tanto en la revisión crítica como en la aceptación de recomendaciones y sugerencias que surgen del sistema de revisión de pares.
Finalmente, la selección de evaluadores/as disponibles representó un desafío importante, dado que existe un número limitado - aunque creciente - de especialistas en nuestra región que trabajan específicamente en estas áreas emergentes con perspectiva inter/transdisplinaria. Entonces, la reducida disponibilidad de expertos/as para realizar las evaluaciones se tradujo en una demora en la evaluación de pares y en el proceso editorial. Estos desafíos mencionados subrayan la necesidad de continuar fortaleciendo este campo complejo, ampliar el corpus de conocimiento y expertos/as con enfoques latinoamericanos y (re)pensar los procesos de evaluación con perspectiva inter/transdisciplinaria.
Más allá de las cuestiones planteadas, hemos logrado reunir aportes antropológicos, de ciencias sociales y artes que, con una diversidad de perspectivas en torno a la temática, se encuentran cruzados por preguntas e inquietudes comunes. Algunas de ellas abordan el rol de las ciencias en la sociedad contemporánea enmarcadas en la triple crisis planetaria, la necesidad de fortalecer el diálogo con otras formas de conocimiento y el desarrollo de la capacidad creativa que estos diálogos pueden conllevar para enfrentar el Antropoceno como desafío colectivo. Asimismo, nos invitan a continuar problematizando el análisis y la articulación de procesos globales y locales para producir conocimiento con impacto social, inclusivo, y en interacción constante con comunidades locales e indígenas (Tola et al, 2019). Aquí las ciencias sociales, y en particular la antropología, encuentran desafíos para el diálogo interdisciplinario pero a la vez poseen herramientas críticas que les permiten aportar y facilitar estos diálogos tan necesarios, contribuyendo a tejer redes, construir puentes y vínculos, como podrán apreciar en los diferentes artículos que presentamos a continuación.
La apertura del dossier está a cargo de dos artículos invitados. El primero de ellos se titula “¿Hay espacio para el conocimiento indígena en los esfuerzos globales de información sobre ciencia climática?” del antropólogo brasilero Renzo Taddei. El autor reflexiona sobre las dificultades que conlleva la inclusión de formas no occidentales de conocimiento en el campo de las ciencias del clima. Si bien hay un interés creciente en la integración de conocimientos indígenas, el autor destaca los múltiples desafíos estructurales que hay que superar. En los ámbitos internacionales se espera lograr esta inclusión a través de la coproducción de conocimiento, pero esta tiene implicancias políticas y requiere procesos de reflexión continuos en torno a cómo y con quiénes implementarla. Taddei señala que la antropología puede hacer grandes aportaciones para la interpretación y accionar sobre la triple crisis ecológica. Uno de los principales aportes radica en su capacidad para fomentar reflexiones críticas sobre los modos de pensamiento occidentales, las estructuras institucionales que los sostienen y los impactos que ambos generan a nivel global y local. Asimismo, sostiene que los conocimientos indígenas pueden abrir horizontes creativos y novedosos a través de enfoques ontológicos y metodológicos únicos y valiosos, pero esto requiere una gran capacidad de escucha por parte de la ciencia y tomadores de decisiones, además del reconocimiento de la soberanía de los pueblos indígenas sobre su conocimiento y agendas. Finalmente, el autor propone un enfoque horizontal de la coproducción que tome en serio los conocimientos indígenas y sus críticas a las formas occidentales de vincularse con el mundo. Esto conlleva no solo mayor reflexividad sino también la creación de espacios permanentes que garanticen un diálogo equitativo y efectivo.
El segundo artículo invitado está a cargo de Noelia Figueroa y Noelia Carrasco, ambas relacionadas al campo de la antropología y los estudios interculturales. El artículo titulado “Clima, economía y modernidad. Una aproximación desde los territorios de la provincia de Arauco, Chile”, propone adoptar un paradigma biocéntrico como punto de partida, reconociendo y valorando los conocimientos de diversos pueblos indígenas y sus ontologías relacionales, que destacan las relaciones recíprocas entre los seres humanos y la biodiversidad. Mediante una mirada crítica y decolonial a las dinámicas sociales, culturales y territoriales de la provincia de Arauco, así como a la implementación de la Ley Marco de Cambio Climático en Chile, las autoras resaltan la relevancia de enfoques transdisciplinarios y de una ética biocultural tanto para la investigación científica como para las políticas públicas frente a la crisis climática. En este contexto, subrayan la necesidad de producir conocimiento científico y tecnológico en diálogo con los saberes locales desde una perspectiva intercultural, reconociendo de manera situada los contextos que hacen posible dicho conocimiento. Asimismo, destacan que los horizontes temporales de largo plazo contemplados en las políticas climáticas son apropiados para situar junto con ello el reconocimiento de sistemas bioculturales, esenciales para lograr una gestión sostenible de los recursos naturales.
El artículo “Islas en transición, o adaptarse en el Antropoceno. La energía en Llingua (Chiloé) y Robinson Crusoe (Juan Fernández), Chile” de Matías Fleischmann, Anahí Urquiza y Catalina Amigo reflexiona sobre la agencia y el Antropoceno a partir del estudio de la resiliencia energética territorial en dos islas chilenas. Mediante un análisis empírico de las islas de Llingua y Robinson Crusoe, los autores examinan las barreras que enfrentan estos territorios para transitar hacia energías limpias, destacando cómo las desigualdades históricas y territoriales configuran su capacidad de resiliencia energética territorial. A la luz de ello, reflexionan sobre las implicancias del giro actual en la discusión del Antropoceno, que desplaza el enfoque de lo humano hacia las fuerzas más-que-humanas, analizando sus consecuencias en territorios donde la agencia ya se encuentra desplazada a otro lugar. Desde esta perspectiva, argumentan la importancia de una ciencia social robusta e involucrada, capaz de dialogar tanto con la ciencia climática como con los conocimientos locales para desarrollar estrategias que permitan la transformación de estructuras que, históricamente, han consolidado las desigualdades territoriales y que operan como barreras para la transición energética en territorios insulares.
En “Hacia una Agricultura Chthulucénica para el Buen Vivir. El Rol de los Modelos Insurgentes de Producción de Alimentos ante los Límites del Proyecto Agroindustrial”, Oliverio Gioffre, analiza el rol que ha tenido la agricultura moderna como paradigma hegemónico de producción de alimentos dentro del modelo económico capitalista, que no sólo no ha cumplido con su promesa de paliar el hambre del mundo sino que ha contribuido con creces a la crisis socioambiental del Antropoceno. Frente a un escenario histórico de producción de alimentos basados en la plantación, el autor caracteriza esta forma de producción como una homogeneización cultural a la luz de la propuesta del Plantacionoceno de Donna Haraway. Como el autor indica, el Plantacionoceno nos muestra un paradigma que divide la naturaleza de la cultura, donde la primera es solo un recurso al servicio del capital, profundizando la perspectiva antropocéntrica dentro de un sistema mercantilista. En América Latina, la categoría de plantacionoceno resulta muy potente para pensar las diferentes etapas que han tenido los (neo)extractivismos y los conflictos socioambientales en la región. Sin embargo, el autor destaca que de estos territorios también surgen las resistencias, a través de las prácticas agrícolas andinas tradicionales que pueden, en términos de Haraway, recomponer refugios. Mediante un estudio de caso en las Sierras de Cayembe en Ecuador, Gioffre se apropia de la noción de Chthuluceno para pensar cómo se articulan las narrativas Sumak Kawsay, las prácticas andinas y agroecológicas en la conformación de un modo de producción que prioriza la alimentación y la vida como propuesta emancipadora del capitalismo y transformándose en una alternativa al Antropoceno.
A continuación, sigue el artículo “Tradiciones de conocimiento y redes socio-técnicas: escenas de la historia de los bioplásticos hechos en Argentina” de Ana Padawer y Nicolás Basso. El mismo presenta una mirada antropológica a los procesos de creación y diseño de bioplásticos basados en almidón de mandioca en Argentina, como parte de las respuestas tecno-científicas a los impactos ambientales negativos asociados al uso de plásticos sintéticos en aplicaciones alimentarias en la sociedad contemporánea. El artículo se enfoca en los ensayos para el diseño de biomateriales, analizados desde una perspectiva etnográfica que explora la red socio-técnica que los hace posibles. El análisis permite evidenciar la importancia de ciertas elecciones técnicas dentro del entramado de decisiones que producen estas nuevas materialidades, en la intersección del trabajo de un laboratorio universitario y otro industrial. A partir de la reconstrucción de parte de la historia de su elaboración, el artículo muestra los procesos de creación, ensayo, azar y error además de señalar los condicionamientos legales y normativos, que junto a los intereses de los actores, forman parte de las condiciones de posibilidad de la emergencia de estos nuevos materiales. De esta forma, el artículo reflexiona sobre el papel de la humanidad en la producción de la naturaleza, evidenciando que parte de las dificultades de diseño de estos nuevos materiales residen en las estructuras de relaciones sociales entre los diferentes actores de los campos científico, industrial y político.
Continúa, un artículo teórico de Martín Prieto titulado “El significado de ‘Naturaleza’ en su proceso dialéctico de significación. Aportes para la comprensión de la crisis ambiental”. El artículo presenta una recopilación filosófica-antropológica crítica de los sentidos de (la) Naturaleza (occidental) y (la) naturaleza (preoccidental) que sirva a las investigaciones sobre los conflictos y la crisis ambiental desde las perspectivas de la dialéctica histórica y sistemática. El autor nos recuerda la dualidad insalvable que plantea el significante Naturaleza, reflejo de la dicotomía interno-externo, y de diversas praxis y epistemologías -que van del antropocentrismo al ecocentrismo, de la dominación a la subordinación, de los giros construccionistas a los giros materialistas- para pensar el presente y el futuro de la sociedad frente a la crisis ambiental.
Cierra el dossier, “Narrativas de lo viviente. Una perspectiva posible para imaginar un futuro no-distópico” de Laura Perez y Julieta Caruso. El artículo nos propone analizar las diferentes narrativas que ofrece el arte contemporáneo para explorar las relaciones entre lo humano y lo no humano, desde una mirada especulativa y materialista. El arte es una de las herramientas más interesantes para reflexionar sobre el habitar del humano en la tierra y las múltiples entidades vivientes que nos acompañan en procesos de interrelación e interdependencia. Cuando el arte se encuentra en la intersección de la ciencia, la tecnología y el ambiente nos puede permitir la construcción de políticas de lo sensible con implicancias ético-afectivas que transformen nuestras subjetividades, las interacciones con el entorno y así reimaginar formas de coexistencia más justas y sostenibles. A través del análisis de obras de arte latinoamericanas que interpelan la construcción objeto-objeto, objeto-sujeto en la ciencia y el bioarte, las autoras nos proponen pensar narrativas vegetales interespecíficas como alternativas esperanzadoras a un mundo futuro distópico. Asimismo, instan a la decolonización de las prácticas artísticas a través de la co-creación, habilitando relaciones diplomáticas entre seres humanos y no humanos, donde la materia es co-creadora de la obra desplazando la superioridad del ser humano. Esta propuesta, nutrida de la perspectiva del realismo especulativo, nos ayuda a imaginar el futuro como escenarios post desastres donde lo sobreviviente se co-crea con el reino vegetal.
Los artículos presentados en este Dossier brindan una aproximación interesante a las discusiones teóricas y metodológicas que surgen del Antropoceno y la triple crisis planetaria. Además, nos invitan a reflexionar sobre el rol de las ciencias sociales, humanas y de las artes, y especialmente de la antropología, en este contexto apremiante. Las disciplinas dedicadas a lo social ofrecen observaciones reflexivas, críticas y creativas respecto de procesos complejos y multiescalares. La dimensión global del Antropoceno y la policrisis implican desafíos de temporalidad y espacialidad para las ciencias sociales. Si bien las escalas de análisis de las ciencias sociales son distintas a las de las ciencias de la Tierra - más amplias en términos espaciales, temporales y analíticos - es a escala humana donde se toman las decisiones y es a escala local donde se ubican las poblaciones más afectadas por los impactos de los cambios en el clima y en los ecosistemas, los eventos meteorológicos extremos y los procesos sociales, políticos y ambientales a ello asociados. Es aquí entonces donde la disciplina puede hacer sus mayores aportes al atender a las diferentes formas en que las comunidades perciben, comprenden y enfrentan estos cambios en los territorios (Barnes, et al., 2013; Carabajal, Scanio, Lezcano, Joosten, Fresia, Borsella, De Chazal et al., 2024).
Situados en América Latina, las discusiones alrededor de estos temas se complejizan un poco más y es inevitable no destacar el vínculo global - local, las relaciones de poder y las desigualdades inherentes al lugar que los países del sur ocupan en la configuración geopolítica mundial. Las narrativas sobre el Antropoceno y la triple crisis planetaria reflejan discusiones globales y como tales requieren contextualizaciones socio-históricas que nos permitan analizar las dinámicas (neo)extractivistas locales y las implicaciones sociales, políticas, ambientales, económicas que estos procesos tienen en los territorios (Ulloa 2017). De esta forma, los análisis de las ciencias sociales nos muestran que categorías como la de Antropoceno y el cambio climático son útiles para iluminar los contextos globales que pueden influenciar las prácticas, representaciones y relaciones sociales a nivel local. Sin embargo, estas categorías no son suficientes para entender las dinámicas específicas de cada territorio y las múltiples y complejas realidades que las atraviesan. Por este motivo, los análisis territoriales pueden hacer eco de tales discusiones, pero resaltando las construcciones socio-culturales propias de los espacios donde las ciencias sociales emplazan sus investigaciones.
Otro de los aspectos centrales que destaca este Dossier, es la necesidad de recrear la imaginación en el Antropoceno a través del fortalecimiento de la perspectiva inter y transdisciplinaria. Consideramos que en este contexto, donde lo social y lo natural convergen y se coproducen, la antropología tiene un doble rol. Por un lado, continuar desarrollando su expertise, rescatando de su acervo de conocimientos y tradición disciplinaria elementos clave para desnaturalizar las relaciones con el entorno y explorar trayectorias y experiencias alternativas (Rappaport, 1971; Milton, 1996; Rayner y Malone, 1998; Ingold, 2000; Hulme, 2009; Escalera y Ruiz, 2011; entre otras y otros). Esto incluye poner en valor las respuestas, prácticas y narrativas locales que construyen resistencias y opciones de futuro basadas en la relacionalidad y la interdependencia. En este sentido, América Latina es fuente de múltiples ejemplos de formas otras de pensar, habitar y relacionarse con lo no humano que requieren ser reconocidas y valoradas.
Por otro lado, en este escenario de crisis planetaria, el Antropoceno nos desafía a reflexionar responsablemente sobre el rol que puede tener la antropología, contribuyendo desde la flexibilidad y versatilidad de sus herramientas conceptuales y metodológicas para construir puentes que faciliten el diálogo con otras disciplinas, con otras formas de conocimiento y con diversos actores sociales (Swistun, 2019, 2020). No se trata de ser voceros de las ciencias de la tierra, no se trata tampoco de convertirnos en intérpretes ni representantes de los actores sociales territoriales, sino más bien de colaborar en la generación de alianzas fructíferas para abordar problemas complejos donde la ciencia puede ser incierta y los valores y sentidos se encuentran en constante disputa (Taddei e Hidalgo, 2016). Esas colaboraciones pueden generar un “cambio en la imaginación”, como diría Haraway et al., (2016, p. 554), con nuevas o renovadas prácticas, herramientas y principalmente narrativas para pensar y crear mundos distintos. En este sentido, desde su enfoque en la otredad, la antropología tiene una perspectiva privilegiada y desde ahí emerge una gran responsabilidad: construir puentes, facilitar diálogos y contribuir al desarrollo de ciertos lenguajes comunes, fortaleciendo la capacidad de (re)conocernos desde la diferencia, la humildad, la escucha activa y la empatía. Así, la disciplina puede aportar no solo a comprender las complejidades del presente, sino también a (re) imaginar y co-producir presentes y futuros más sostenibles y equitativos.
Amigo, C. y A. Urquiza (2022). Transdisciplina e interfaz: dos lados de una misma forma. En A. Urquiza y J. Labraña (eds.); Inter-y transdisciplina en la educación superior universitaria: reflexiones desde América Latina: 19-40. Universidad de Chile, Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo, Núcleo de Investigación en Inter y Transdisciplina para la Educación Superior (NITES). https://doi.org/10.34720/r8ts-gj33
Arach, O. y S. Rabinovich (2021). Antropoceno: Un caleidoscopio para vislumbrar el fin (del Holoceno). Avá, 39. https://www.ava.unam.edu.ar/index.php/ava-39-dossier-antropoceno-un-caleidoscopio-para-vislumbrar-el-fin-del-holoceno
Asafu-Adjaye, John, Linus Blomqvist, Stewart Brand, et al. (2015). An Ecomodernist Manifesto. Oakland, CA, The Breakthrough Institute. http://www.ecomodernism.org/
Carabajal, M. I., F. B. Ramos Quispe, y S. Romero Nina, et al. (2025). Lights and shadows of nature-based solutions in the Anthropocene: Perspectives from indigenous narratives in Latin America. Mitigation and Adaptation Strategies for Global Change, 30(3). Springer Nature. https://doi.org/10.1007/s11027-024-10189-3
Carabajal, M. I., P. Scanio, M. Lezcano, G. Joosten, B. Fresia, F. Borsella, A. De Chazal, W. Dekmak, A. Fantozzi, R. González Dubox, B. López Castro, G. Lapalma, M. Morlesín, N. Pastorino, L. Taddei Salinas, C. Tamburrini, y M. Velarde (2024). Decolonizando la antropología en el Antropoceno: (Re)imaginando acciones y respuestas colectivas frente a la crisis socioecológica. En Antropología. Revista Interdisciplinaria del INAH. https://revistas.inah.gob.mx/index.php/antropologia/article/view/21111/22518
Carabajal, M. I. (2023). Suturar la tierra en el Antropoceno: Ciencia, arte, educación y territorio. Extensión en red, 14. https://doi.org/10.24215/18529569e044
Carabajal, M. I., P. Scanio, N. Pastorino, y N. Malovrh (2023). Las dimensiones sociales y políticas del cambio climático: Aportes para ampliar la imaginación. Espacios de crítica y producción, 59. http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/espacios/article/view/12769
Haraway, D., N. Ishikawa, S. F. Gilbert, K. Olwig, A. L. Tsing, y N. Bubandt (2016). Anthropologists Are Talking - About the Anthropocene. Ethnos, 81(3), 535-564. https://doi.org/10.1080/00141844.2015.1105838
Haraway, D. (2015). Anthropocene, Capitalocene, Plantationocene, Chthulucene: Making Kin. Environmental Humanities, 6(1), 159-165. https://doi.org/10.1215/22011919-3615934
Hulme, M. (2011). Meet the humanities. Nature Climate Change, 1, 177-179. https://doi.org/10.1038/nclimate1150
Kaltmeier, O., M. F. López Sandoval, J. A. Pádua, y A. G. Zarrilli (2024). El Antropoceno como crisis múltiple: Perspectivas desde América Latina. Volumen I: Uso de la tierra. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO; Guadalajara: CALAS. http://calas.lat/es/handbook/volumen-uso-de-la-tierra 20-01-2025
Lussault, M. (2019). El Antropoceno urbano: hacia una transformación radical de los modos de vida, conferencia, IDAES, Buenos Aires. https://noticias.unsam.edu.ar/2019/07/29/antropoceno-urbano-hacia-una-transformacion-radical-de-los-modos-de-vida/ 22 de enero de 2025
Marquez, F. (2024). Derivas para una antropología colaborativa en el Antropoceno urbano. Jardín, plaza y tercer paisaje. ALTERIDADES, 34(67), 105-118. https://doi.org/10.24275/SOBZ8479
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[1] El grupo de trabajo del Antropoceno o Anthropocene Working Group (AWG) por sus siglas en inglés, es un equipo interdisciplinario conformado en el año 2009 por la Subcomisión de Estratigrafía del Cuaternario, órgano que compone la Comisión Internacional de Estratigrafía (https://quaternary.stratigraphy.org/working-groups/anthropocene). La tarea del AWG es definir si el Antropoceno puede ser incorporado en la escala cronoestratigráfica como unidad de tiempo geológico. En marzo de 2024 por votación de sus integrantes se decidió desestimar la evidencia presentada y rechazar al Antropoceno como unidad formal (Witze, 2024).