0000-0002-1552-7273 Lena Dávila[1][2][*]
“No podemos vivir las vidas de los otros, pero sí podemos escuchar lo que en palabras, imágenes, acciones, dicen acerca de sus vidas” Geertz (1986, p. 373).
En 1901 murió el reconocido explorador, comerciante, artista y fotógrafo italiano Guido Boggiani. Antes de su muerte vendió buena parte de sus colecciones etnográficas -obtenidas durante sus viajes a Brasil y Paraguay- a los museos de Berlín, Stuttgart y Roma. Asimismo, en una de sus últimas visitas a la Argentina guardó en la reconocida Sociedad Fotográfica de Aficionados de Buenos Aires1 una serie de placas fotográficas producidas durante sus expediciones al Alto Paraguay. En cuanto a esta, vale destacar que entre sus más de 600 socios, se encontraban figuras como Marcelo T. de Alvear, Estanislao Zeballos y Francisco P. Moreno. Teniendo en cuenta este antecedente, podemos suponer que la decisión de Boggiani de confiar a la Sociedad parte de su obra estuvo influenciada por la recomendación de alguno de estos prominentes miembros.
Tras la muerte del italiano, el reconocido editor de tarjetas postales Roberto Rosauer2 le comunicó al antropólogo Lehmann-Nitsche que tenía entre sus manos un conjunto de fotografías que creía podían interesarle. La sorpresa del último fue grande al ver que se trataba del trabajo de Boggiani, que conocía de antemano. En 1904, Lehmann-Nitsche publicó La Colección Boggiani de Tipos Indígenas de Sudamérica Central, 3 bajo el sello editorial de Casa Rosauer. Esta reunió, en formato postal, una serie de fotografías tomadas por el explorador durante sus viajes por los territorios indígenas del Alto Paraguay.4 En cuanto a la relación de Rosauer y Lehmann-Nitsche, sabemos que se remonta a inicios de 1900, cuando se publicaron, también en formato postal, algunas fotografías tomadas por el antropólogo en la expedición que había realizado a Tierra del Fuego (1902). Sin embargo, a la fecha no se ha hallado correspondencia que permita profundizar el rol del primero en el proceso de edición de la colección, más allá de algunos detalles que mencionaremos más adelante, o bien conocer si existían vínculos comerciales entre ambos. Pese a la ausencia de información, es posible que Lehmann-Nitsche obtuviera algún tipo de rédito económico por esta empresa. No obstante, el principal objetivo de la publicación reconocido por el autor se centra en la difusión y divulgación científica a escala mundial de esta serie de fotografías producidas por Boggiani -aparentemente desconocidas hasta el momento-, en tanto aporte al conocimiento antropológico. Hecho que se confirmaría por la distribución gratuita de la colección y por su buena repercusión en el espacio académico internacional. Así lo evidencia la reseña que se publicó en American Anthropologist, revista de la Asociación Americana de Antropología:
As the accompanying brief catalogue in Spanish and German explains, this collection of 100 photographs (the Supplement adds 14 more) of men, women, and children, of various Indian tribes of central South America, is the posthumous work of Guido Boggiani, the ethnologist, who fell a victim to some of the savages of the Gran Chaco a year or two ago. The reproductions, excellently done, are on cards, rather larger than postals, with titles in Spanish only; the catalogue gives German translations, however […] The makes altogether a most valuable album the ethnologist in easily usable form covering considerable aboriginal life and activity, and is a welcome addition to data of distant Indian […] Dr Lehmann-Nitsche both performed a pious deed and benefited anthropology by editing collection. (Chamberlain, 1905, pp. 325-326)
Gracias a la publicación de La Colección Boggiani, Lehmann-Nitsche también fue reconocido por prestigiosas instituciones de la época, entre las que se destaca la Sociedad Antropológica de Roma, que lo nombró socio corresponsal. La buena recepción que tuvo la publicación de esta obra en el espacio científico-académico repercutiría positivamente en la construcción de su imagen como hombre de ciencia. Empero, nada de esto impidió el litigio iniciado en 1907 por el etnólogo checo Alberto Vojtěch Frič en torno a los derechos de propiedad de la obra de Boggiani, tema central del presente artículo. Vale destacar que al litigio entre Frič y Lehmann-Nitsche subyace el debate sobre el carácter universal y libre de lucro de la ciencia, temática que resuena hasta nuestros días.
Metodológicamente, se propone el examen de diferentes tipos de documentos éditos e inéditos (correspondencia personal, publicaciones en revistas y libros de la época) -relevados principalmente en el Instituto Ibero-Americano de Berlín, Legado Robert Lehmann-Nitsche (IAI-LRLN) y en el Archivo Histórico del Museo La Plata (AHMLP)- que, en conjunto con publicaciones contemporáneas, han permitido reconstruir el litigio. En cuanto a estos materiales, es importante destacar que no existen fuentes escritas ni visuales objetivas, trasmisoras de una realidad preexistente:
El documento no es una mercancía estancada del pasado; es un producto de la sociedad que lo ha fabricado según los vínculos de las fuerzas que en ellas retenían el poder. Sólo el análisis del documento en cuanto documento permite a la memoria colectiva recuperarlo y al historiador usarlo científicamente, es decir, con pleno conocimiento de causa […] El documento no es inocuo. Es el resultado ante todo de un montaje, consciente e inconsciente de la historia de la época, de la sociedad que lo ha producido, pero también de las épocas ulteriores durante las cuales ha continuado viviendo, acaso olvidado, durante las cuales ha continuado siendo manipulado, a pesar del silencio. El documento es una cosa que queda, que dura, y el testimonio, la enseñanza (apelando a su etimología) que aporta, deben ser en primer lugar analizados desmitificando el significado aparente de aquel. El documento es monumento. Es el resultado del esfuerzo cumplido por las sociedades históricas por imponer al futuro -queriendo o no queriéndolo- aquella imagen dada de sí mismas. En definitiva, no existe un documento-verdad. Todo documento es mentira. Corresponde al historiador no hacerse el ingenuo. (Le Goff, 1991, pp. 236-238)
No es la intención de este artículo analizar la obra fotográfica de Boggiani ni examinar en profundidad el papel asignado por Lehmann-Nitsche a la fotografía, temas abordados en los últimos años por distintos investigadores (Viviani, 1951; Scotti, 1985; Fričová, 1997; Giordano, 2004; Bonati, 2006; Yujnovsky, 2010; Martínez, 2010; Kokrhanek, Bossert y Braunstein, 2015, entre otros). Si bien tampoco desarrollaremos la historia de las tarjetas postales, nos interesa destacar que desde fines del siglo XIX estas tuvieron una amplia circulación en Europa, EE.UU. y América Latina, especialmente entre las clases medias metropolitanas. Entre sus consumidores había científicos, estudiosos, fotógrafos, editores -que en ocasiones copiaban las postales y las publicaban como si fueran propias- coleccionistas y viajeros (Masotta, 2011; Onken, 2014). El propio Lehmann-Nitsche reunió cientos de postales, actualmente conservadas en el IAI.
En cuanto a la adquisición de postales, estas se comercializaban casi exclusivamente en las casas editoriales o en estudios fotográficos y librerías, situados generalmente en las grandes ciudades. Según Onken (2014), a principios del siglo XX se produjo un estallido coleccionista, lo que hizo de la postal un verdadero éxito comercial.5 Las postales también sirvieron para representar el progreso de las naciones latinoamericanas, al mostrar a los pueblos indígenas como testimonio de un pasado que supuestamente ya no existía (Tell, 2017). Las postales de indígenas solían representar a los últimos como guerreros temerarios (Giordano, 2004), seres inferiores y degradados o bien como indios exotizados, lo que remite a la práctica de los zoológicos humanos. En este sentido, estas imágenes reproducían costumbres y actividades atribuidas a esos grupos que nada tenían que ver con su propia cultura (Báez y Mason, 2010).
Las postales de la Colección Boggiani -muchos de cuyos motivos podrían considerarse como ejemplo del último tipo- no fueron producidas de acuerdo con los estándares y procedimientos técnicos propios la llamada fotografía antropológica. Según Lehmann-Nitsche, la forma en la que el italiano retrataba a los indígenas revestía:
una cierta novedad que las diferenciaba de las demás fotografías antropológicas. Impera la costumbre de fotografiar la figura de una persona como un cuerpo esterométrico, como un cristal, por ejemplo, en posición rígida, de frente, de perfil y de espalda […] Acaso Boggiani no se inquietó de estos detalles, pero el hecho es que al retratar a sus indios, dejándose guiar simplemente por su instinto de artista, consiguió reproducciones llenas de vida, llenas de belleza, llenas de expresión, reproducciones que impresionan y encantan a quienes saben sentir… (Lehmann-Nitsche, 1977 [1916], p. 79-79. El énfasis es del original).
En cuanto a la fotografía antropológica, es importante tener en cuenta que se trató de una fotografía con fines antropométricos. Desde mediados del siglo XIX se suscitaron numerosos debates sobre los usos de la fotografía y los criterios que esta debía cumplir. Se destacaron los aportes de los representantes de la escuela alemana y francesa (Serres, 1845; Lacan, 1856; Fritsch, 1870; Dammann, 1873-1874; Galton, 1878; Broca, 1879; Trutat, 1884; Bertillón, 1890, entre otros), que tuvieron como objetivo la creación de estándares que permitieron la sistematización de la información y la ulterior comparación de fotografías de “tipos raciales” independientemente de quién hubiese sido el fotógrafo y del lugar y/o circunstancias en las que se hubiesen realizadas las tomas (Naranjo, 2006).
Entre estos estándares se distinguió la utilización de un fondo neutral, que nada dijera sobre el contexto de producción y que no desviara la atención del observador. Para ello podía optarse por una tela clara y lisa o bien utilizarse una pared uniforme. También se aconsejaba que los individuos fueran fotografiados junto a una escala gradual o sobre paneles reticulados, a fin de calcular las proporciones corporales. Los sujetos debían ser fotografiados preferentemente desnudos y en tres posiciones: de frente, de perfil y de espaldas a la cámara, con los brazos a los costados del cuerpo. Además, se sugería que la distancia entre la cámara y quienes posaban fuera siempre la misma. El montaje de esta escena, de la cual eran abstraídos aquellos elementos considerados contaminantes, se correspondía con los requisitos de objetividad de la época y convertía a la fotografía en antesala de la investigación de gabinete (Alvarado Pérez, 2001; Burke, 2001; Penhos, 2005; Naranjo, 2006; Martínez, 2010).
Si bien las fotografías que formaron parte de la Colección Boggiani no fueron producidas de acuerdo con estos parámetros, esto no inhibió su valor. La colección operó en el marco de una antropología positivista, cuya máxima aspiración consistía en la clasificación a escala mundial de las variedades humanas o “razas”. Según Lehmann-Nitsche (1899a), la antropología física con base en los estudios comparativos tenía como objeto estudiar el lugar ocupado por el hombre en relación con el reino animal. Pero además, debía ocuparse de la comparación de los hombres entre sí. La raza era concebida como “un grupo somático, caracterizado por cierto número de rasgos comunes a todos los individuos que la componen; es, pues, una unidad que puede variar en cierto grado entre sus dos extremos” (Lehmann-Nitsche, 1904c, p. 164). Dicha definición tenía una base tipológica, en tanto suponía que todos los miembros de una raza poseían características “típicas” y compartían una “esencia” que se trasmitía de generación en generación. “Raza” y “tipo” eran conceptos prácticamente inseparables, y solo una vez precisados aquellos caracteres típicos, podría establecerse la “raza”. Los aportes científicos individuales sobre este tema constituían una suerte de contribución al conocimiento ecuménico de la raza, al tiempo que posibilitaba la comparación de los “tipos raciales” a gran escala. Lehmann-Nitsche pretendió realizar su propio aporte a la clasificación racial, a partir de la publicación de la Colección Boggiani y de otra serie de trabajos, entre los que se destacan “Études anthropologiques sur les Indiens Takshik (groupe guaicurú) du Chaco Argentin” (1904a), “Estudios antropológicos sobre los Chiriguanos, Chorotes, Matacos y Tobas (Chaco occidental)” (1907) y “Études anthropologiques sur les indiens Ona (Groupe Tshon) de la Terre del Feu” (1916a).6
Asimismo, en tanto los antropólogos de la época estaban atravesados por una idea de progreso como inevitable, consideraron que los pueblos indígenas estaban inevitablemente destinados a desaparecer. En este marco, la fotografía se convirtió en una herramienta privilegiada de registro (y rescate), capaz de reproducir fielmente la realidad. Como afirma Le Goff (1991), desde la perspectiva positivista, aquello que quedara registrado perduraría para siempre. La publicación de la Colección Boggiani respondía a este proyecto, por lo que cobraba particular relevancia en el contexto de la práctica antropológica de la época. En palabras de Lehmannn-Nitsche:
[H]ay que apresurarse y salvar lo que aún existe para poder fijar los caracteres de todas ellas [las tribus indígenas sudamericanas]; destinadas a desaparecer; y, con este material irreparable, poner en conocimiento de la posteridad las formas variadas del cuerpo humano, el desarrollo gradual y las innumerables manifestaciones de su espíritu. Esta es la tarea que moral y científicamente la antropología sud-americana debería seguir. (Lehmann-Nitsche, 1899a, pp. 123-124)
Asimismo, como herramienta de registro, la fotografía era considerada rápida y eficaz, en tanto permitía ahorrar tiempo en el campo y continuar el trabajo en el laboratorio. En términos de Lehmann-Nitsche, esta posibilitaba “sin palabras de más, y con ahorro de tiempo, un estudio prolijo en el gabinete, en el que uno puede trabajar con toda tranquilidad” (Lehmann-Nitsche, 1907, p. 55). Al igual que las grandes series de objetos, las colecciones fotográficas depositadas en los museos hacían posible su detallada y repetida observación, así como su posterior comparación (Martínez y Tamagno, 2006; Martínez, 2009). Pero además, permitían acercar un mundo distante y desconocido tanto a los jóvenes estudiantes -que comenzaban a dar sus primeros pasos en la investigación- como a aquellos estudiosos que no podían emprender costosas misiones científicas. Desde esta perspectiva, la fotografía se convirtió en un bien de intercambio y circulación, al tiempo que garantizó el acceso al objeto de estudio indistintamente a alumnos y a colegas de otras partes del mundo imposibilitados de trasladarse al campo.
Nació en Omegna, provincia de Novara (Italia), el 25 de septiembre de 1861. Se lo recuerda frecuentemente como comerciante, artista, viajero-explorador, lingüista, etnógrafo y fotógrafo (Figura 1). Con 16 años ingresó en la Accademia di Belle Arti di Brera (Academia de Bellas Artes de Brera) para estudiar pintura. En 1887 realizó su primer viaje a América del Sur; arribó primero a Buenos Aires y al año siguiente llegó a Paraguay, donde se dedicó principalmente al comercio de pieles y objetos etnográficos. A partir de esta práctica tejió vínculos con distintos grupos indígenas del Alto Paraguay, especialmente con los ishir y los caduveo, con quienes estableció una relación cercana. Al regresar a Italia, en 1893, dictó conferencias y publicó varios trabajos, entre los que se destacan I Ciamacoco e I Caduvei. Tres años más tarde partió nuevamente a Paraguay, pero esta vez con el propósito de profundizar las investigaciones sobre los grupos indígenas de la región. En esta oportunidad, viajó con un equipo fotográfico completo, que incluyó cámara, placas de vidrio y químicos para revelado, pese a las dificultades que el traslado de estos materiales conllevaba.
Boggiani se integró a los círculos de sociabilidad latinoamericanos y tendió redes con algunos de los espacios científicos más prestigiosos de la época, como el Instituto Geográfico Argentino, la Sociedad Geográfica Italiana y el Museo de La Plata. Aunque no se sabe con certeza cómo se sucedieron los episodios que culminaron en su muerte, se confirmó que el 24 de octubre de 1901 el explorador inició una incursión al interior del Chaco paraguayo junto con el peón Félix Galván. Nunca regresaron, y en 1902, ya sin esperanzas de encontrarlos vivos, la Sociedad Italiana de Asunción organizó una búsqueda dirigida por el español José Fernández Cancio, quien marchó acompañado de diez hombres. Los cráneos de los viajeros, separados de sus cuerpos, fueron hallados junto con algunos objetos personales. Un indígena ishir, nombrado como Luciano, fue culpado por los hechos, acusado de haber perpetrado el asesinato junto con otros “cómplices” para apoderarse de las pertenencias y los caballos de los muertos. No constituye un dato menor que Luciano fuera sometido a un simulacro de fusilamiento, con el propósito que confesara el supuesto crimen. Ya en Asunción, este fue liberado por falta de pruebas (Lehmann-Nitsche, 1903; Frič y Fričová, 2012). La muerte de Boggiani causó estupor en el espacio científico: diarios y revistas de todo el mundo publicaron lo ocurrido, de forma más o menos sensacionalista. En Argentina, por ejemplo, Caras y Caretas le dedicó varias páginas, colmadas de fotografías tomadas por el explorador. También se divulgó una imagen de su persona y de Cancio (Figura 2).
Paul Adolf Robert Lehmann-Nitsche (Figura 3) nació el 9 de noviembre de 1872 en Radonitz, provincia de Posen, Prusia. Hijo de Adolf Lehmann-Nitsche y de Ida Stephan, pasó la mayor parte de su infancia en esta ciudad señorial, y en Jozanowo, donde su familia tenía otra propiedad. Según Danero (1962), la buena posición socioeconómica de su padre le permitió dedicarse exclusivamente a sus estudios y optar por una carrera prestigiosa vinculada a las ciencias. En 1893 obtuvo el título de doctor en Filosofía por la Universidad Ludwig Maximilian de Munich, con la disertación de la tesis Beiträge zur physischen Anthropologie der Bajuvaren: über die langen Knochen der südbayerischen Reihengräber Bevölkerung (Contribuciones a la antropología física de los bávaros: sobre los huesos largos de las tumbas renanas de la población de Baviera del Sur).7 El 12 de marzo de 1897 se doctoró en Medicina en la misma casa de estudios, con la tesis Beiträge zur prähistorischen Chirurgie nach Funden aus deutscher Vorzeit (Contribuciones para la cirugía prehistórica según hallazgos de la antigüedad alemana) (Márquez Miranda, 1938; Torre Revello, 1945; Danero, 1962; Cáceres Freyre, 1972; Arenas, 1991; Teruggi, 1997; Bilbao, 2004; Podgorny, 2007; Farro, 2008, 2009; Yujnovsky, 2010; Martínez, 2010; Dávila, 2011, 2017; Malvestitti, 2012; Ballestero, 2013).
Ese mismo año, Lehmann-Nitsche arribó a Argentina contratado por Francisco P. Moreno, por recomendación de Rudolf Martin, para ocupar el puesto de encargado de la Sección Antropológica.8 Durante los primeros años de su carrera se dedicó mayormente a la antropología física. No obstante, hacia 1910 disminuyó considerablemente la producción de trabajos sobre esta temática -área de estudio que, sin embargo, nunca abandonó completamente- y se inclinó por los estudios folklóricos, lingüísticos, mitológicos y astronómicos.9 En 1905 fue nombrado profesor titular de la primera cátedra oficial de Antropología del país, dictada en la Universidad de Buenos Aires (UBA), y un año más tarde fue designado profesor de la misma materia en la Universidad Nacional de La Plata. Torre Revello (1945) contabiliza un total de 375 publicaciones -incluyendo los programas de antropología de la UBA y una serie de reseñas de trabajos de terceros-, principalmente en revistas argentinas y alemanas. En 1930 se jubiló y regresó a Alemania, donde continuó dedicándose a la investigación. Tan sólo ocho años después murió de cáncer en Berlín.
Por su parte, Alberto Vojtěch Frič fue un naturalista amateur que devino en explorador y etnógrafo. Nació en Praga, Checoslovaquia, el 8 de septiembre de 1882, en el seno de una reconocida familia entre cuyos miembros había científicos, políticos y revolucionarios. Desde muy joven comenzó a interesarse por las ciencias naturales. Con tan solo 20 años realizó su primer viaje a Sudamérica, donde visitó las principales ciudades de Brasil y se internó en el Matto Grosso. En este primer viaje se enfocó en la botánica, especialmente en el estudio de los cactus, mientras que en su segundo viaje comenzó a interesarse más profundamente por la cultura material indígena, así como por las condiciones de existencia de los pueblos de la región, y se volcó así a la etnología (Penny, 2003a, 2003b). Durante los años siguientes continuó sus recorridos por Brasil, Paraguay y Argentina. Como resultado de estas expediciones recolectó miles de objetos de los diferentes grupos indígenas con los que tuvo contacto, que vendió a museos e instituciones europeas (Barragán Vargas, 2003).
Según Penny, “[s]u capacidad para recolectar, ordenar y transportar tocados con plumas y otros artículos frágiles en condiciones difíciles, y su capacidad para hacer ‘buenas observaciones’ sobre la importancia cultural de estos objetos, parecían calificarlo para regresar por más” (2003a, p. 254. La traducción es nuestra). Así fue que, pese a no haberse formado en la universidad ni ostentar una larga trayectoria como explorador y/o etnólogo, logró el apoyo de Karl von de Steinen y Eduard Seler, entonces directores de la Sección Americana del Museo de Berlín. Frič se incorporó al museo como voluntario y obtuvo ayuda económica para concretar un nuevo viaje a Sudamérica en 1906. Gracias a los contactos de von de Steinen y Seler, también consiguió que la expedición se realizara con el apoyo del entonces director del Museo Etnográfico de Hamburgo, Georg Thilenius (Penny, 2003a, 2003b).
Como mostramos anteriormente, los estudiosos de la época temían la inminente desaparición de los pueblos indígenas y, con ellos, de su cultura material. La posibilidad de ver limitada la clasificación racial del mundo, de “mapear la distribución de los artefactos” y realizar estudios comparativos constituía una de las principales preocupaciones de antropólogos y museos de ciencias (Penny, 2003a, p. 256). En un contexto en el que los museos estaban ávidos por ampliar sus colecciones y, dado que para ese entonces Frič ya era un etnólogo experimentado, podría proveer al Museo Etnográfico de Hamburgo piezas de gran valía científica.
Pocos años después, la relación entre Frič y sus patrocinadores se rompió cuando el primero denunció -en el XVI Congreso Internacional de Americanistas de Viena de 1908- las atrocidades cometidas contra las tribus kaingáng y xokléng, asesinadas y esclavizadas por colonos alemanes en Brasil, mientras el gobierno hacía la “vista gorda”. Como muestra Penny (2003a, p. 250), “la revelación de Frič fue tan irritante como inesperada”. Lejos de obtener el respaldo de quienes habían financiado su estadía, su denuncia se convirtió en objeto de indignación. A partir de este momento fue caracterizado dentro del espacio científico-académico alemán como una persona problemática, un entrometido que se inmiscuía en asuntos que no eran de su interés, incapaz de separar ciencia y política (Penny, 2003a). Como veremos más adelante, esta percepción negativa respecto de su persona sería reiterada incluso después de su muerte. La denuncia de Frič revelaba un comportamiento inaceptable para la época. O, en otras palabras, iba a contramano de la concepción de objetividad científica preponderante, como libre de valores políticos, morales y/o religiosos (Weber, 2001); razón que explicaría, por lo menos en parte, la resistencia y controversia que generó al interior de los círculos científicos alemanes.10 Vale señalar que, según los cánones positivistas, un científico podía tener posiciones políticas. Sin embargo, se consideraba que estas no debían ser expresadas públicamente, sino de forma privada mediante informes o cartas a los gobernantes involucrados en tales asuntos.
Pese a los mencionados conflictos, Frič continuó con sus viajes, relevando información sobre las lenguas, costumbres y mitos de los pueblos indígenas que habitaban principalmente el sur de Brasil y Paraguay. Durante la Primera Guerra mundial, sus viajes a Sudamérica se vieron interrumpidos. Empero, aprovechó este período para realizar exposiciones, conferencias y publicar sus trabajos tanto en revistas especializadas como en periódicos. Al morir, el 4 de diciembre de 1944, dejó un vasto corpus de datos y documentos inéditos producidos por Boggiani, algunos de los cuales fueron publicados por el etnólogo y lingüista checo Čestmír Loukotka (1895-1966) tiempo después.
En “Boggiani artista-fotógrafo” Lehmann-Nitsche sostiene que su relación con el explorador se inició en 1899, cuando el último estuvo en Buenos Aires. Este breve escrito forma parte de una obra mayor coordinada por Viriato Díaz Pérez. Aunque su fecha de publicación es bastante reciente (1977), data originalmente de 1916, hecho que se confirma por la carta que, a mediados de enero, Díaz Pérez le envió al antropólogo.11 En esta lo invitaba a participar de un volumen dedicado exclusivamente a homenajear a Boggiani, en el que participarían estudiosos paraguayos e italianos, incluyendo al primer ministro de Italia.12 A lo largo del texto, Lehmann-Nitsche hace referencia a sus varios encuentros con Boggiani y a las charlas que habían mantenido en torno a cuestiones vinculadas a los pueblos indígenas. Fue en ocasión de una de estas reuniones que el italiano compartió con él la serie de placas fotográficas que más tarde Lehmann-Nitsche publicaría como La Colección Boggiani. En sus palabras:
Era a principios del año 1899. Boggiani había venido a Buenos Aires y nos vimos unas cuantas veces. Como fácilmente se comprende, nuestra conversación versó sobre razas indígenas y temas similares, a los que dedicamos largas horas. En esa oportunidad fue cuando Boggiani puso ante mí un cajón de madera, bien labrado, que abrió con cierta calma. Era una primicia. Me era dado admirar las hermosas placas originales (de 18 por 24 centímetros) que habían de servir para formar la hoy celebrada colección, fruto de una labor tan interesante como intensa. Quedé admirado y en espera del momento en que Boggiani pudiese publicar su obra para disfrutar con calma de aquel tesoro etnográfico-antropológico. (Lehmann-Nitsche, 1977 [1916], pp. 75-76)
Según Lehmann-Nitsche, Boggiani le había expresado su deseo de publicar estos materiales, motivo por el cual el primero le habría recomendado que lo hiciera en Anales del Museo La Plata. Revista que, desde su punto de vista, garantizaría “sin mayores obstáculos” la circulación de tan importante obra en el ámbito científico (Lehmann-Nitsche 1977 [1916], p. 76). Desde esta perspectiva, se interpreta que la relación entre ambos era más bien cordial y amistosa. De hecho, Lehmann-Nitsche destacó en distintas oportunidades los dotes de artista y fotógrafo del italiano, incluso muchos años después de la publicación que le valió el litigio. En la presentación del manuscrito “Vocabolario dell´idioma Ciamacoco” (1929, p. 149), publicado en Anales de la Sociedad Científica Argentina, refería a él como “compañero” y “amigo”. No obstante, Boggiani no parece haber tenido la misma percepción respecto de Lehmann-Nitsche. Así, mientras que en carta con fecha del 6 de mayo de 1899 el italiano le agradecía al último el envío de “Lepra precolombina” y un folleto referido como “Guyaquí”,13 en correspondencia al etnógrafo y lingüista Samuel Lafone Quevedo -tan solo veinte días después de haberle escrito a Lehmann-Nitsche- se referiría a este como una “calamidad teutónica”, a quien acusaba de ocupar su tiempo en cuestiones como la lepra precolombina y descuidar la organización de la Sección Etnográfica.14 Farro (2009) muestra que, como consecuencia de una serie de transacciones comerciales fallidas, Boggiani se encontraba prácticamente en la ruina hacia mediados de 1896. Por tal motivo, según manifestó a Lafone Quevedo, le ofreció sus servicios a Moreno para ampliar las colecciones del museo. Pero además, intentó convencerlo de que lo nombrara encargado de la Sección Etnográfica, a cambio de un sueldo fijo, puesto que tenía Lehmann-Nitsche.15 Moreno, sin embargo, desestimó los ofrecimientos de Boggiani y mantuvo a Lehmann-Nitsche a cargo de la Sección Antropológica y de la Sección Etnográfica. A partir de 1906, año en el que el Museo de La Plata fue incorporado a la estructura de la Universidad Nacional de La Plata, la última sección pasó a manos de Samuel Lafone Quevedo (Dávila, 2017).
La inesperada muerte del italiano pareció poner fin al proyecto de publicación de aquellas fotografías tan elogiadas por Lehmann-Nitsche. Desde 1896 hasta su muerte, Boggiani realizó más de 400 fotografías, cuyos negativos comenzó a remitir desde 1898 a la Sociedad Fotográfica de Aficionados de Buenos Aires. Otros tantos fueron entregados directamente a Leopoldo Uriarte, miembro de la sociedad (Fričova, 1997; Frič y Fričova, 2012). Según el antropólogo, el encargado del depósito, al dejar de recibir noticias del explorador -y sin recordar siquiera su nombre-, comenzó a copiar las placas y a vender tales imágenes. Una de estas series -dedicada a los “indios”- llegó a manos de Roberto Rosauer, quien se comunicó con Lehmann-Nitsche creyendo que le interesarían:
Pasado algún tiempo [de la muerte de Boggiani], una carta del señor Rosauer, editor de tarjetas postales ilustradas, me invitaba a informarme sobre una colección de hermosas fotografías que dicho señor acababa de adquirir. Y, cual no sería mi sorpresa, al ver que se trataba de unas copias de las placas de Boggiani […] Di, en efecto, al señor Rosauer los detalles que deseaba; y a la vez, le convencí del gran valor científico y artístico de estas fotografías que había adquirido por casualidad. Y le manifesté, asimismo, que sería un acto de justicia respetar la memoria del desgraciado explorador italiano, publicando íntegra aquella colección. (Lehmann-Nitsche, 1977 [1916], p. 77)
Una vez convencido Rosauer, y con el objetivo de solventar los elevados gastos de impresión, se realizaron dos ediciones: una científica y una comercial -o “popular”, como era nombrada por Lehmann-Nitsche-, ambas en formato de tarjeta postal, “aprovechando para ambas ediciones la misma composición y el mismo procedimiento reproductivo” (Lehmann-Nitsche, 1977 [1916], p. 78). La primera fue distribuida en forma gratuita entre instituciones científicas de todo el mundo -como la Sociedad Geográfica de Roma y el Museo Nacional de Copenahue-16 y personas de reconocida trayectoria académica. La segunda, en cambio, se puso a la venta principalmente en tiendas de Buenos Aires, como objeto de interés de coleccionistas y aficionados a la fotografía. En palabras de Lehmann-Nitsche:
Y para cubrir los elevados gastos que la impresión de diez y siete piezas exigiría, se resolvió, que además de una edición científica, se haría otra, popular, en forma de tarjetas postales […] Esta fue la única forma en que pude conseguir la publicación de una edición completa, racional y científica de aquella obra del malogrado viajero [Boggiani]. (Lehmann-Nitsche, 1977 [1916], pp. 77-78)17
El antropólogo se encargó de la selección, organización y edición de las fotografías, tareas que realizó apoyándose en las notas manuscritas que dejó Boggiani. Se publicaron un total de 115 tarjetas, en formato de atlas antropológico (Figuras 4 y 5).18 La primera parte contó con 100 postales representativas de miembros de distintos grupos indígenas, más un retrato del propio Boggiani. Mientras que la segunda parte incluyó tan solo 14 imágenes de indígenas desnudos (Lehmann-Nitsche, 1977 [1916]). Según Martínez (2010), estas estaban destinadas exclusivamente a una audiencia científica, por lo cual fueron separadas del resto. Desde esta perspectiva, la inclusión de tales imágenes, accesibles al público no experto, podría haber resultado, como mínimo, controversial.
Tres años después de la publicación de la Colección Boggiani, Vojtěch Frič inició una demanda judicial contra Lehmann-Nitsche, el Museo de La Plata y la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados.19 Si bien Frič no conoció a Boggiani en persona, insistió en homenajear la memoria del explorador y difundir su obra, pero no como lo había hecho Lehmann-Nitsche, objetivo que recalcaría a lo largo de su vida. De hecho, al regresar a Europa buscó a la familia del difunto para ponerla al tanto de los bienes que este había dejado en Sudamérica. En 1905 logró contactarse con Olivier Boggiani -hermano del explorador- quien lo autorizó a decidir respecto de tales bienes y le otorgó un certificado de propiedad sobre ellos.
Ya a principios de 1907, Agustín J. Péndola (1841-1936)20 le escribió a Lehmann-Nitsche para comunicarle que “[h]e recibido una carta del Explorador Frič en que me dice hará valer los poderes de Boggiani para emprender la reclamación”.21 Péndola se refería a las acciones legales que Frič había decidido iniciar por los perjuicios causados, en nombre de la familia del explorador, contra el antropólogo y las instituciones antes mencionadas, por una suma de 40.000 liras (Fričová, 1997; Bilbao, 2004). Paralelamente al litigio, Frič se encargó de la venta de unas tierras en la Patagonia, que se desconoce cómo fueron adquiridas por Boggiani, de la que conservó el 60% del valor en concepto de gastos.22
De no obtener rédito económico, Rosauer no habría aceptado la propuesta de Lehmann-Nitsche de publicar la Colección Boggiani. No obstante, en el caso del antropólogo, no se sabe con certeza si obtuvo algún tipo de rédito económico. Por otro lado, es importante tener en cuenta que hacia esta época Lehmann-Nitsche había participado de varios debates de carácter internacional que lo posicionaron como un digno contrincante de figuras de renombre, entre las que se destacan Rudolf Virchow y Adolf Bastian.23 Incluso, años después sería protagonista de controversias científicas y polémicas con destacadas figuras de la antropología y la política.24 Sin embargo, a la fecha, este es el único litigio en el que estuvo involucrado. Si bien el incidente no trascendió en la prensa, puede suponerse que Lehmann-Nitsche temió verse agraviado y que su reputación como hombre de ciencia fuera perjudicada. Esta podría ser la razón por la que aun muchos años después siguió insistiendo en que su único propósito al publicar íntegramente esta obra era cumplir con la voluntad de Boggiani:
A cada ejemplar de tarjeta se le dio como título principal la leyenda: “Colección Boggiani”. Creo que esta indicación habrá contribuido no poco a la fama del malogrado artista y viajero… Creo, pues, haber procedido como buen albacea al hacerme cargo, inesperadamente, de aquellos bienes perdidos para el finado, bienes que estaban expuestos al peligro de ser aprovechados por cualquier ignorante sin que nadie jamás hubiese adivinado que eran la labor artística y científica del infortunado pintor y etnógrafo italiano. He tenido la íntima satisfacción de que el mundo intelectual italiano reconociera mi modesta obra de editor, honrándome la Sociedad antropológica romana con el título de “Socio corresponsal”. (Lehmann-Nitsche, 1977 [1916], p. 78)
Para Frič, sin embargo, las intenciones de Lehmann-Nitsche no habían sido desinteresadas, ni tenían como objetivo la divulgación científica y artística de la obra de Boggiani. Por el contrario, para el primero, el alemán perseguía fines meramente lucrativos, razón por la cual se había apropiado de las placas fotográficas y había publicado las postales, sin ningún tipo de consentimiento de la familia. En “…E procuri che non mi dimentichino i comuni amici…”, Yvonna Fričová (1997) sostiene que esto fue lo que indignó al litigante, para quien incluso la elaboración del suplemento o edición especial -separado del resto de las tarjetas y que mostraba personas completamente desnudas- no respondía a un propósito científico sino más bien a un intento por evitar “cuestiones morales” que pudieran perjudicar la venta de las postales y, por lo tanto, afectar el gran éxito comercial de estas (Fričová, 1997, p. 148).
Lo cierto es que nunca se supo cómo terminó el litigio, aunque se sospecha que se llegó a un acuerdo extrajudicial. Ni Lehmann-Nitsche ni el Museo de La Plata ni la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados se pronunciaron al respecto. Por su parte, Frič obtuvo los derechos de propiedad sobre la obra de Boggiani, los cuales aún son conservados por sus descendientes. Santiago Bilbao (2004) señala la ausencia de La Colección Boggiani de Tipos Indígenas de Sudamérica Central y su versión en alemán de la exhaustiva lista de referencias bibliográficas elaborada por José Torre Revello (1945). Desde su perspectiva, tal decisión podría interpretarse, o bien como una de las posibles condiciones impuestas en el arreglo entre los litigantes (no volver a mencionar la obra como una de las tantas publicaciones de Lehmann-Nitsche), o como una decisión exclusivamente del autor. Por su parte, el manuscrito con la bibliografía de su difunto maestro y esposo -elaborada y remitida por Juliana Dillenius (1884-1949) al Museo de La Plata el 28 de marzo de 1939- sí incluyó la mención de este material, aunque solo en su versión en alemán.25
La actitud litigante de Frič respecto de la obra de Boggiani no cesó nunca. Años después, nuevos adversarios, como Loukotka, fueron protagonistas de episodios muy semejantes a los acontecidos con Lehmann-Nitsche. Varios autores sostienen que Frič había compartido con Loukotka una serie de manuscritos de Boggiani, con el propósito de que este pudiera consultarlos (Fričová, 1997; Bilbao, 2002, 2004; Kokrhanek et al., 2015). Loukotka no solo los copió y mostró a varios colegas -entre los que se encontraba Alfred Métraux-, sino que además publicó parte de estos textos, sin la autorización de Frič. Cuando la esposa de Frič intentó recuperar estos materiales, Loukotka le respondió duramente, reproduciendo la precepción que de su marido se tenía como una persona problemática:
Su marido, a consecuencia de sus teorías extremas y de su insoportable comportamiento social, está considerado, en los círculos etnológicos, una figura acabada. Si en el tiempo de nuestra amistad, me suministró algunas informaciones, lo hizo por su propio interés. Con esto pongo fin a la causa Frič una vez por todas. (Loukotka citado en Fričová, 1997, p. 158)
Por su parte, Lehmann-Nitsche destacó la labor de Loukotka y la perseverancia con que compiló todos los apuntes de Boggiani. En sus palabras:
Repetimos que la labor y abnegación del señor Loukotka han salvado uno de los documentos más importantes que Boggiani trajera al Chaco […] Al verse con dificultades dónde publicar ese causal de datos, el señor Loukotka pidió a su amigo, el doctor A. Métraux, los llevara a la Argentina a donde éste fue llamado para encargarse de la dirección del Museo Etnológico de Tucumán. Consultado el que firma [Lehmann-Nitsche], por el doctor Métraux, acerca del asunto pensé inmediatamente en la Sociedad Científica Argentina cuyas páginas habían hospedado, más de una vez, trabajos de esta índole. (Lehmann-Nitsche, 1929, pp. 149-150)
En ocasión de la publicación de “Vocabolario dell´idioma Ciamacoco”, Lehmann-Nitsche volvió a resaltar su papel en el rescate de la memoria y la propiedad intelectual de Boggiani:
No es la primera vez que intervengo en la herencia científica del malogrado compañero y amigo. Muerto Boggiani, en 1902, por los indios que tanto amaba, tuve oportunidad de editar en Buenos Aires en 1904, en forma de 114 tarjetas, la gran colección de fotografías artísticas por él tomadas en el Chaco, salvando así la memoria y la propiedad literaria e intelectual del etnógrafo artista, amenazada por una empresa nada escrupulosa; y he tenido la satisfacción de que la Sociedad Romana de Antropología, al distinguirme el 11 de febrero de 1905 con el nombramiento de socio corresponsal, reconociera mi manera de proceder. Fue bien necesario dejar constancia, ante ciertas tendencias de ocultar su nombre, quién era autor de aquellos inimitables documentos, no hace mucho, p.e., tres de sus fotografías, editadas como las demás en la ya citada colección de 1904, fueron intercaladas en una gran obra ilustrativa (Las razas humanas, Barcelona, 1928, Instituto Gallach) figurando al pie de ellas, únicamente el nombre del actual propietario de las placas fotográficas! (ver obra citada, p. 42= Col. Boggiani, nº 7 (indio Lengua!, no: Caingang); p. 146= Col. Boggiani, nº 51; p. 147=Col. Boggiani, nº 47). Declaro expresamente que la renombrada casa editora de Barcelona ha sido víctima de una lamentable equivocación. (Lehmann-Nitsche, 1929, p. 149. Las aclaraciones son originales y el resaltado es nuestro)
Se constata que, si bien Lehmann-Nitsche se refiere a Frič, “actual propietario de las placas fotográficas” de Boggiani, no lo nombra. Hecho que podría deberse a la imposibilidad legal de mencionarlo explícitamente. Asimismo, la referencia al trabajo de Loukotka, sumada a la acusación de Lehmann-Nitsche respecto de los usos dados a las fotografías de Boggiani y la falta de reconocimiento de su autoría por parte de Frič, evidencian que la finalización del litigio a nivel jurídico no implicó el cese de las acusaciones mutuas. A lo largo de los años, ambos continuaron atribuyéndose el rol de albaceas del explorador, responsables de la custodia y difusión de la obra de Boggiani.
A lo largo del presente trabajo se analizó el litigio entre Lehmann-Nitsche y Frič en torno a la publicación de La Colección Boggiani de Tipos Indígenas de Sudamérica Central. El principal objetivo reconocido por el primero fue la difusión y divulgación científica a escala mundial de esta serie de fotografías, en tanto aporte al conocimiento antropológico. Por su parte, Frič -que nunca conoció en persona a Boggiani- insistió a lo largo de toda su vida en que su principal propósito era homenajear la memoria del explorador y difundir su obra, pero no como lo había hecho Lehmann-Nitsche. Muchos años después de finalizado el litigio, las acusaciones mutuas continuaron, al tiempo que cada uno de los litigantes continuó refiriéndose a sí mismo como responsable del rescate de la obra del difunto explorador.
Hemos señalado también el carácter polémico y problemático de la figura de Frič en un espacio científico-académico en constitución, en el que convivían profesionales y amateurs. En este sentido, Frič no parecía ajustar su accionar a las pautas emergentes en el ámbito antropológico y, por lo tanto, sus prácticas fueron percibidas por muchos como inapropiadas y fuera del marco de lo implícitamente aceptable-inaceptable. Esto se confirma por la negativa reacción que tuvo la denuncia que realizó en el XVI Congreso Internacional de Americanistas y por los conflictos que mantuvo, no solo con Lehmann-Nitsche, sino también con Loutkotka.
Se mostró, además, que los estudiosos de la época en sus escritos referían el temor por la pronta desaparición de los pueblos indígenas y de su cultura material. La posibilidad de ver limitada la clasificación racial del mundo, de determinar la exacta distribución de los artefactos y de realizar estudios comparativos constituía una de las principales preocupaciones de antropólogos y museos de ciencias (Penny, 2003a). La publicación de la Colección Boggiani respondió a este proyecto de registro y rescate, por lo que cobró gran valor en el contexto de la práctica antropológica de la época.
Finalmente, vale resaltar que la positiva recepción que tuvo la publicación de la Colección Boggiani a nivel académico no inhibió la acusación de Frič respecto de la motivación económica de Lehmann-Nitsche. Conflicto que revela un debate en torno al carácter universal y libre de lucro de la ciencia. En este sentido, actualmente somos protagonistas de nuevas discusiones en torno al papel de la ciencia y de su carácter desinteresado, universal, libre de valores religiosos, morales y políticos. La reconstrucción del litigio abre una ventana a la reflexión sobre distintos posicionamientos en torno a estos ejes normativos. Nos vuelve conscientes de los debates y problemas acerca del ethos científico, en los que el significado de tales ejes se renueva en cada época.
1 . La Sociedad, considerada como el primer club fotográfico del país, fue fundada en 1899 por Francisco Ayerza y Leonardo Pereyra. Uno de sus principales objetivos consistía en difundir imágenes de una Argentina “moderna”, “civilizada”, que progresaba a imagen y semejanza de Europa (Cuarterolo, 2004). En este contexto, organizó exposiciones en Argentina y en el extranjero, y tuvo un rol clave como proveedora de imágenes para la prensa local (Alexander y Cuarterolo, 2003; Cuarterolo, 2012).
2 . Roberto Rosauer fue el editor de postales más reconocido de Argentina. Como sostiene Masotta (2011), sus postales nacionales de gauchos, indios y paisajes locales tuvieron mucho éxito en el contexto del Centenario de la Revolución de Mayo.
3 . También publicó una versión en alemán, de iguales características, bajo el título Die Sammlung Boggiani von Indianertypen aus den centralen Südamerika (Baldus, 1975; Fričová, 1997; Bilbao, 2004), lo que posiblemente le dio aún más visibilidad a la obra, y amplió así su difusión.
4 . Masotta (2011) muestra que hasta 1940 circularon y se comercializaron nuevas ediciones de este conjunto de postales, coloreadas y, en algunos casos, sin referencias a la autoría de Boggiani.
5 . Según Masotta (2011), en los albores del 1900, las postales editadas por Casa Rosauer costaban a razón de $1 la docena.
6 . El uso de la fotografía también se destacó en “Relevamiento antropológico de una india Guayaquí” (1908), “Relevamiento Antropológico de una india Yagán” (1916b), “Relevamiento Antropológico de dos indias Alakaluf” (1916c) y “Relevamiento Antropológico de tres indios Tehuelche” (1916d).
7 . Por este trabajo recibió en 1897 la mitad del premio Ernest Godard, otorgado por la Sociedad Antropológica de París. La recepción de este puede ser interpretada en términos de prestigio, ya que lo posicionaba como un joven prometedor al que aún le aguardaba una larga carrera académico-científica.
8 . El puesto de encargado de la Sección Antropológica del Museo de La Plata que inicialmente ocupó Robert Lehmann-Nitsche fue modificado en su designación por el de jefe de dicha sección, el 1 de febrero de 1906. Ya el 1 de abril de 1922 fueron creados los departamentos, y desde esa fecha hasta su retiro mantuvo el cargo de jefe del Departamento de Antropología (Márquez Miranda, 1938).
9 . Véase Malvestitti (2012).
10 . Véase Proctor (1991).
11 . Carta de Viriato Díaz Pérez a Robert Lehmann-Nitsche, 10 de enero de 1916 y marzo de 1916, Asunción, IAI-LRLN, Carpeta N-0070 b 1089.
12 . Ya en marzo de ese mismo año V. Díaz Pérez le agradecía a Robert Lehmann-Nitsche por el envío de su contribución “Boggiani artista-fotógrafo” IAI-LRLN, Carpeta N-0070 b 1089.
13 . Carta de Guido Boggiani a Robert Lehmann-Nitsche, 6 de mayo de 1899, Asunción, IAI-LRLN, Carpeta N-0070 b 1089.
15 . Carta de Guido Boggiani a Samuel Lafone Quevedo, Asunción, 11 de abril de 1899. AHMLP, citada en Farro (2009, p. 131 ).
17 . Si bien Lehmann-Nitsche (1977) refiere a “diez y siete” fotografías científicas, fueron publicadas solo 14.
18 . Vale la penar mencionar que el formato de este atlas no se asemeja al resto de los trabajos de este tipo publicados por Lehmann-Nitsche y cuyas fotografías son, o bien de su propia autoría, o tomadas junto a Carlos Bruch. Véase Lehmann-Nitsche (1904a, 1907) y Dávila (2014).
19 . Si bien Lehmann-Nitsche señaló que las fotografías de Boggiani no respondían a los criterios antropológicos dominantes de la época, destacó el enfoque artístico, y llegó incluso a considerar que este podría ser un aporte novedoso para la fotografía antropológica (Lehmann-Nitsche, 1904b).
20 . Agustín J. Péndola fue director interino del Museo Argentino de Ciencias Naturales entre fines de 1916 y mediados de 1919.
21 . Carta de Agustín J. Péndola, Buenos Aires, 25 de febrero de 1907, IAI-LRLN, Carpeta 0070 b 521.
22 . Inicialmente, el acuerdo con Olivier Boggiani establecía que por esta venta obtendría solo el 50%. No obstante, más tarde, y como agradecimiento por sus esfuerzos, Olivier decidió aumentar dicha comisión en beneficio de Frič (Fričová, 1997).
23 . Los resultados de estas discusiones fueron publicados en distintas revistas científicas. Véase Lehmann-Nitsche (1898, 1899b, 1902).
25 . Manuscrito enviado por Juliana Lehmann-Nitsche [Dillenius] a Joaquín Frengueli -director del Museo de La Plata-, Berlín, 28 de marzo de 1939, AHMLP, Carpeta N° 44, 1939-1941, H-K-L, Orden 23, Letra L, Exp. 8.
Financiamiento Este documento es resultado del financiamiento otorgado por el Estado Nacional, por lo tanto, queda sujeto al cumplimiento de la Ley Nº 26.899”, Universidad de Buenos Aires. Equipo de Investigación UBACyT 593 BA. Argentina. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Coproducción de conocimiento: nuevos formatos asociativos y materialidad de la creatividad científica. Directora: Cecilia Hidalgo.
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