Liderazgo cambiante y género social en procesos de cambio lingüístico
Manuel Gutiérrez
University of Houston, Estados Unidos
mjgutierrez@uh.edu
Trabajo recibido el 3 de octubre de 2021 y aprobado el 11 de abril de 2022.
Resumen
La investigación sociolingüística ha dado cuenta de la existencia de diferencias según el sexo de los hablantes y los usos lingüísticos en comunidades monolingües y bilingües. Sin embargo, no se ha ofrecido suficiente evidencia de lo que pasa con esas diferencias cuando grupos emigrantes dejan su territorio, en donde su lengua es dominante, y llegan a sociedades en que su lengua es minoritaria. La incorporación a la nueva sociedad desencadena cambios a nivel lingüístico, los cuales se acentúan a lo largo de las generaciones, como se ha demostrado en la situación de contacto que ocurre en los Estados Unidos entre el español y el inglés. Este artículo presenta resultados de datos del español de Houston, Texas, y los compara con muestras de habla del español de México. Se examinan tres aspectos gramaticales: el leísmo, los demostrativos y los diminutivos. Se sigue un enfoque variacionista para comparar los usos de acuerdo con el género de los hablantes. Los resultados indican que los hombres favorecen las variantes innovadoras en el ambiente monolingüe; sin embargo, el liderazgo cambia en el medio bilingüe, ya que las mujeres lideran los cambios favoreciendo las variantes innovadoras. El análisis también muestra que, en el caso de los diminutivos, forma considerada más femenina, el patrón se presenta de manera diferente.
Palabras clave: inmigración, contacto lingüístico, cambio lingüístico, diferencias de género.
Changing leadership and social gender in language change processes
Abstract
Sociolinguistic research has provided evidence on language variation according to the gender of speakers in monolingual and bilingual situations. Not enough evidence has been offered, however, about what happens to those differences when a group of speakers leaves its original territory, in which its language is dominant, and arrives to a new one in which its own is a minority language. The language contact situation motivates or accelerates linguistic changes along new generations; this has been demonstrated in the situation that occurs in the United States between Spanish and English. This article discusses results based on data of Spanish-English speakers from the city of Houston, Texas, and a control group from Mexico. Three grammar components, leísmo, demonstratives, and diminutives, are examined following a variationist approach to compare the usages of men and women. Results indicate that men favor innovative variants in the monolingual environment; however, the leadership changes, as demonstrated along generations, in the contact situation as women lead the changes in progress favoring innovative variants. Further analysis shows that this pattern is different in the case of the diminutives, a form that traditionally has been considered more feminine.
Key words: immigration, linguistic contact, linguistic change, gender differences.
Mudança de liderança e gênero social nos processos de mudança de linguagem
Resumo
A pesquisa sociolinguística forneceu evidências sobre a variação da linguagem de acordo com o gênero dos falantes em situações monolíngues e bilíngues. Não foram oferecidas evidências suficientes, entretanto, sobre o que acontece com essas diferenças quando um grupo de falantes deixa seu território original, no qual sua língua é dominante, e chega a um novo em que sua língua é minoritária. A situação de contato com a língua motiva ou acelera as mudanças linguísticas ao longo das novas gerações; isso foi demonstrado na situação que ocorre nos Estados Unidos entre o espanhol e o inglês. Este artigo discute resultados com base nos dados de falantes de espanhol-inglês da cidade de Houston, Texas, e um grupo de controle do México. Três componentes gramaticais, leísmo, demonstrativos e diminutivos, são examinados seguindo uma abordagem variacionista para comparar os usos de homens e mulheres. Os resultados indicam que os homens preferem variantes inovadoras no ambiente monolíngue; entretanto, a liderança muda, conforme demonstrado ao longo das gerações, na situação de contato de modo que as mulheres lideram as mudanças em andamento favorecendo variantes inovadoras. Uma análise mais aprofundada mostra que esse padrão é diferente no caso dos diminutivos, uma forma que tradicionalmente é considerada mais feminina.
Palavras-chave: imigração, contato linguístico, mudança linguística, diferenças de género.
1. Introducción
La investigación sociolingüística ha dado cuenta de la existencia de diferencias en los usos lingüísticos según el género de los hablantes en comunidades monolingües y bilingües; los estudios han demostrado también la importancia de esta variable en los procesos de cambio. Un número importante de estudios ha determinado que existen claras diferencias entre los usos lingüísticos según el género de los hablantes en varias variables de naturaleza lingüística, dejando de manifiesto la actuación social de estos a través de las variantes lingüísticas que usan (Coates 2016, Silva-Corvalán y Enrique-Arias 2017, Bernate 2016, Valdivieso y Magaña 1991, Labov 1990, Boretti de Macchia y Ferrer de Gregoret 1984, Trudgill 1974, Fontanella 1962). Sin embargo, no se ha ofrecido suficiente evidencia acerca de lo que pasa con esas diferencias cuando grupos emigrantes dejan el territorio en que su lengua es dominante y llegan a sociedades en que la misma es minoritaria. La incorporación a la nueva sociedad desencadena cambios relacionados con diversos aspectos en las comunidades inmigrantes; el nivel lingüístico no es una excepción y estos pueden acentuarse a lo largo de las generaciones, como se ha demostrado en la situación de contacto que ocurre en los Estados Unidos entre el español y el inglés (Silva-Corvalán 1994; Gutiérrez 2001, 1997, 1996).
La emigración hacia otro país es un evento mayor en la vida de las personas y puede crear tensiones tanto en parejas que emigran juntas o que se reencuentran más tarde en el nuevo lugar. En el país de destino, la migración puede alterar el estatus y las relaciones entre hombres y mujeres. Surgen nuevos roles económicos y nuevas responsabilidades que afectan las relaciones de pareja; en algunos casos estas llevan a negociación y resistencia al cambio de ambas partes (Boyd y Grieco 2003).
La comunidad mexicoamericana de los Estados Unidos permite comparar la situación de hombres y mujeres en dos países en que hay diferencias claras en los papeles sociales que cumplen ambos géneros, por lo que la migración de un país a otro resulta en un cambio en las relaciones de género. Según Hondagneu-Sotelo (1994) hay un movimiento hacia una situación más igualitaria de los géneros cuando la inmigración se realiza desde México hacia los Estados Unidos. En este último país casi todas las mujeres se integran al campo laboral y contribuyen en gran medida a la economía familiar. En el caso de los emigrantes, esta situación comienza una vez que el hombre emigra y antes de que la mujer deje México, pues esta comienza a lograr mayor independencia y su autoridad crece en el seno familiar. En los Estados Unidos, el proceso de disputa se acelera a favor de la mujer, pues esta está en condiciones de negociar y superar restricciones de naturaleza patriarcal. Debido a que muchos inmigrantes vienen a los Estados Unidos por razones económicas, muchas mujeres se incorporan a la fuerza laboral con el propósito de incrementar los ingresos familiares. Esto trae como consecuencia una transformación en los roles de hombres y mujeres, estas últimas obtienen un mayor equilibrio debido a su influencia económica. Aunque esto también ocurre en México, el que obtienen en los Estados Unidos les permite una mayor independencia (Knapp, Muller y Quiros 2009). Aun considerando la desigualdad en el trabajo, las mujeres en los Estados Unidos obtienen una mayor autonomía e independencia, y obtienen un mayor acceso a recursos sociales y económicos más allá de la esfera familiar (Pessar 2003).
Las relaciones familiares de género deben ser explicadas no solo a través del determinismo cultural que se apoya en el choque entre valores tradicionales y modernos, sino que la explicación se encuentra en una combinación de factores económicos estructurales, políticos y sociales (Pessar 1986, Baca Zinn 1980). Hondagneu-Sotelo (1992) adhiere parcialmente a estos enfoques, pero aclara que las alteraciones de la dinámica patriarcal no son atribuibles ni a la pugna entre valores tradicionales y modernos ni tampoco a los cambios en la contribución a la economía familiar, sino a los arreglos inducidos por el propio proceso migratorio. Como consecuencia, en los Estados Unidos, hay una tendencia a obtener relaciones interpersonales más igualitarias que se verifica en la división del trabajo y en la toma de decisiones. Las mujeres tienen menos poder que los hombres, pero tienen más que el que tenían en México.
La dinámica que se verifica en los roles de los hablantes según su género descrita en los párrafos anteriores se manifiesta también en el comportamiento lingüístico de los hablantes. Se ha demostrado, por ejemplo, que el hecho de que las mujeres inmigrantes interactúen más que los hombres con hablantes nacidos en Estados Unidos ayuda a entender las diferencias lingüísticas entre los hablantes según el género (Lapidus Shin y Otheguy 2013).
Como se ha visto en los párrafos anteriores, en este artículo se prefiere usar el término género en lugar de sexo. Este último se refiere más bien a una distinción que se hace desde el punto de vista biológico, por lo que no se usará para caracterizar el habla de los participantes. El género, en cambio, sirve para describir categorías construidas socialmente basadas en el sexo de los individuos (Coates 2016, 4). Este término sirve de mejor manera para describir la complejidad que los individuos representan según los papeles que ejecutan dentro de la o las comunidades en las que les ha tocado vivir. La dinámica entre hombres y mujeres, cambiante como se verá más adelante, se refleja de manera más realista utilizando un término que permite reflejar posibles cambios en los roles que los individuos puedan tener como resultado de movimientos migratorios.
En este estudio se intentará ofrecer evidencia de que hay procesos de variación y cambio lingüístico que se están verificando en el presente en las comunidades de hablantes de español de Estados Unidos y México que presentan un liderazgo cambiante. Tres fenómenos lingüísticos se examinan en estas páginas para explorar las diferencias entre hombres y mujeres con respecto a su uso: leísmo (Gutiérrez 2016), demostrativos (Gutiérrez 2019) y diminutivos (Gutiérrez 2013). Los fenómenos seleccionados se encuentran experimentando algún tipo de cambio que está en progreso, pero cada uno de ellos se encuentra en una etapa diferente. Los resultados generales revelan diferencias entre las variantes utilizadas dentro de cada variable y el género de los hablantes, tanto en el ambiente fundamentalmente monolingüe de México como en el bilingüe de Houston. Lo más interesante de los resultados obtenidos, sin embargo, se encuentra en el cambio que ocurre en el liderazgo de estos procesos al pasar de un ambiente a otro.
2. Metodología
El presente trabajo discute resultados de datos del español de Houston, Texas, y los compara con muestras de habla del español de México. El análisis se basa en 80 entrevistas grabadas en video con 80 participantes de ambos géneros, las cuales fueron realizadas en la ciudad de Houston en el año 2009 y en el 2010. Los participantes fueron divididos en tres generaciones según el tiempo en que estos han desarrollado su vida con dos lenguas, español e inglés, y también con la edad de arribo al país en el caso de los nacidos fuera de los Estados Unidos. De este modo, los hablantes de la primera generación cuentan con un dominio del español mayor que el de los miembros de la segunda y tercera generaciones, quienes presentan un creciente dominio del inglés y una disminución de este en español. Hay que considerar, sin embargo, que los grados de bilingüismo de los hablantes forman parte de un continuo, por lo que podría no haber total correspondencia entre grado de dominio de las lenguas y la variable generación. Del total de 80 participantes, 18 pertenecen a la primera generación, 32 a la segunda y 30 a la tercera. Dentro de cada generación hay un número similar de hombres y de mujeres. Con propósitos comparativos, se utilizó un grupo control de México. Este fue dividido considerando solo el género social de los hablantes, ya que era la variable que nos interesaba comparar; al vivir estos en un ambiente fundamentalmente monolingüe, la variable generación, definida más arriba de acuerdo con la condición de bilingües de los hablantes, no fue considerada pertinente en este caso. Para el estudio del leísmo y de los demostrativos se utilizaron muestras de habla que pertenecen al corpus reunido por Richarte en la ciudad de Los Reyes de Salgado, Michoacán (Richarte 2014); para el estudio de los diminutivos se utilizaron entrevistas recogidas por el autor en Morelia, Michoacán en 1987. Las muestras de habla, tanto de Houston como las de Los Reyes de Salgado, fueron recogidas siguiendo una rutina establecida previamente, por lo que las conversaciones sociolingüísticas fueron dirigidas a ofrecer oportunidades para que los hablantes se desempeñaran en distintos tipos de discurso en un estilo semiformal, que es lo que permite una conversación entre dos desconocidos en presencia de un dispositivo de grabación.
Wordsmith (Scott 2021) y SPSS (Abu-Bader 2016) fueron las dos herramientas utilizadas en el análisis cuantitativo. La primera tiene un programa de concordancia que permite localizar determinadas formas lingüísticas en los distintos contextos lingüísticos en que aparecen en corpus electrónicos; la segunda permite ejecutar los análisis estadísticos de los datos.
3. Resultados
3.1. Leísmo
El leísmo ha sido ampliamente estudiado en situaciones de monolingüismo y bilingüismo desde diferentes enfoques, pero los estudios históricos y sociolingüísticos sobre este tema son los más numerosos. Los estudios no solo se han preocupado por caracterizar la gramática de determinadas comunidades, sino que también han entregado evidencia sobre el origen del fenómeno: la analogía con el paradigma me, te (Cuervo 1895), la confusión que añade en la tercera persona al distinguir tres géneros gramaticales, el deseo de distinguir el carácter animado/inanimado de los referentes, el grado de participación de los actores en la acción verbal, el carácter contable/-contable del referente, la influencia de una lengua de contacto (Fernández Ordóñez 1993; Cuervo 1895; Lapesa 1968; Fernández Ramírez 1987; García y Otheguy 1983, 1977; Klein-Andreu 1979, Moreno Fernández et al. 1988). En el presente trabajo no se ahondará en estas explicaciones sobre su origen ni en otros temas aún no resueltos acerca del leísmo, la discusión se centrará solo en aquellos casos que han sido tradicionalmente considerados leístas debido a la desviación en la función sintáctica que cumplen algunos pronombres le y les.
Como se consideran leístas los usos de los pronombres dativos de tercera persona le y les cuando se encuentran cumpliendo una función propia de los pronombres acusativos, en el análisis de este fenómeno se consideraron aquellos casos en que los pronombres mencionados se encontraban en esta función, como en los ejemplos (1) a (3), y los contextos en que lo y sus variantes de género y número tenían la función mencionada de objeto directo de un verbo. El uso del pronombre le como acusativo tiene una frecuencia baja, pero se observa que hay algunos verbos que favorecen la aparición de estos en función de objeto directo.
(1) ... o es hacerle muy fácil el trabajo a la gente que no sabe inglés y esteno obligarles casi a saber a aprender el inglés porque aprendiendo inglés te abre muchas ... (H/2G).
(2) ... experiencia, puedo decir bien bonita porque, es de, todos nos reunimos para cuidarle la última semana de su vida él estuvo en hospice y es de todas las noches ... (M/3G).
(3) ... trabajar la tierra de ella o este así, lo que fuera, y yo me ganaba dinero así que le ayudaba y yo iba y lo hacía nada más me decía vamos a ir a ... (H/1G).
En (1), el pronombre les como determinante de obligar cumple una función acusativa, ya que su referente es la frase sustantiva gente que no sabe inglés; sin embargo, en este contexto el hablante no usó la o las, según sea interpretada como singular o plural la frase mencionada. Situaciones similares presentan (2) y (3), contextos en que el pronombre singular le acompaña a los verbos cuidar y ayudaba, pues le claramente cumple una función acusativa en ambos casos.
La tabla 1 presenta los resultados que se obtuvieron según los usos de los hablantes de México y de Houston, estos últimos agrupados en distintas generaciones, de acuerdo con sus géneros.
Hombres |
Mujeres |
Total |
|||
Michoacán |
5.4 |
(20/372) |
4.8 |
(20/421) |
5.0 |
1G |
9.8 |
(19/194) |
4.1 |
(11/266) |
6.5 |
2G |
4.0 |
(15/373) |
9.2 |
(36/391) |
6.7 |
3G |
9.7 |
(34/349) |
18.0 |
(81/449) |
14.4 |
Total Houston |
7.4 |
(68/916) |
11.6 |
(128/1106) |
9.7 |
Tabla 1. Porcentajes de leísmo y género de los hablantes. |
Según se aprecia en los resultados, el leísmo llega a un 5% en la ciudad de Los Reyes de Salgado, Michoacán (40/793). También se puede ver que hay un aumento de este uso a lo largo de las 3 generaciones en los hablantes de Houston; considerando el resultado total, el grupo que se encuentra en una situación de contacto lingüístico, el fenómeno leísta alcanza una frecuencia de 9.7% (196 casos). El aumento no es abrupto en el caso de las dos primeras generaciones, pero se demuestra que este es sostenido al aumentar de manera significativa en la tercera generación, pues alcanza un porcentaje de más del doble en comparación con las generaciones anteriores. En las dos primeras generaciones el porcentaje de diferencia con la comunidad monolingüe no supera los dos puntos porcentuales. En la tercera generación, en cambio, la distancia se agranda de manera notable, pues el leísmo sube a un 14.4% (115 casos de un total de 196). Las diferencias que se observan son el resultado de la situación de contacto a la que se enfrentan diariamente los hablantes de esta comunidad; en la tercera generación la lengua dominante no es el español y usan esta lengua con una frecuencia muy inferior a la que usan el inglés. Aunque la situación es similar, en el caso de la segunda generación, el manejo del español le permite usarlo con mayor frecuencia. Esta es, naturalmente, una caracterización general de las generaciones, pues está claro que el fenómeno del bilingüismo equivale a un continuum que se instala entre dos extremos que van desde el alto dominio hasta el uso casi emblemático de una de las lenguas (Elías-Olivares 1979).
Aunque se observa que la tendencia sobre el uso de este fenómeno aparece claramente, sería arriesgado afirmar en la situación actual que estamos en presencia de un cambio que se encuentra en progreso, ya que los porcentajes de uso en los tres grupos de Houston se encuentran más bien en la parte baja. Pero si así lo fuera, el cambio estaría en sus primeras etapas (ver Gutiérrez 2016).
Uno de los hechos más interesantes de los resultados que presenta la tabla 1 surge de la diferencia que se observa según el género de los hablantes. Es importante destacar cómo se va dando el uso del leísmo en hombres y mujeres no solo en los resultados generales, sino también dentro de cada generación, puesto que esto muestra el dinamismo que presenta en relación con qué grupo lidera el fenómeno a lo largo de las generaciones. Y aquí lo que se observa es que el grupo que lo lidera va cambiando según cambia la generación.
El resultado del grupo de México muestra una pequeña diferencia entre los hablantes según su género; se podría decir que los usos leístas alcanzan más o menos un 5%, pero las mujeres aparecen ligeramente más conservadoras al ubicarse por debajo de este porcentaje y los hombres por sobre él. La diferencia, sin embargo, no es significativa según el análisis estadístico, que da una p .687823. Por el contrario, se observan diferencias marcadas en cada uno de los grupos generacionales de la comunidad de Houston. El grupo femenino de la generación 1 de Houston presenta un porcentaje menor de usos leístas en comparación a las mujeres de México, aunque la diferencia es pequeña, solo de 0.65%. Al comparar el grupo de mujeres de esta generación con el de los hombres, sin embargo, se observa que la distancia crece de manera importante; los hablantes masculinos presentan un comportamiento lingüístico notoriamente más leísta, pues las superan por más del doble de los casos de este tipo. Un gran cambio se puede observar en el grupo 2, ya que mientras las hablantes femeninas se vuelven significativamente más leístas al alcanzar más del doble de los usos leístas que tenían en el grupo 1, los hablantes masculinos se vuelven menos leístas, pues ahora ofrecen un porcentaje que corresponde a menos de la mitad de los que presentaban en el grupo 1. La situación se ha invertido totalmente en relación con lo que sucede en la primera generación, ahora las mujeres toman el liderazgo de manera clara en esta situación de variación lingüística favoreciendo la variante más innovadora. Los resultados de la generación 3 permiten establecer la dirección que este fenómeno presentaba de manera cambiante en las generaciones anteriores en relación con los agentes que lideran el proceso al favorecer de manera creciente la variante más innovadora. Como se puede ver, este grupo aumenta al doble en el porcentaje de leísmo en relación con el grupo de mujeres de la segunda generación, con lo cual consolida su posición de líder en este proceso. Los hombres de este grupo doblan en porcentaje a su correspondiente de la generación anterior, pero no presentan una conducta de creciente leísmo como sí ocurre en el caso de las mujeres a lo largo de las generaciones; los hombres de la generación 3 más bien recuperan el porcentaje que se veía en sus equivalentes de primera generación. Las diferencias desde el punto estadístico son significativas en todas las generaciones con valores inferiores a p .05, lo que corrobora que la conducta de hombres y mujeres difiere en relación con el leísmo; esto no solo es válido en cada una de las generaciones, sino también en el resultado general.
Estudios con nuevos datos en esta misma o en otras comunidades inmigrantes podrán ofrecer más pistas sobre lo que podría pasar con este proceso. Como se dijo anteriormente, los niveles de usos leístas son bajos, por lo que no se puede afirmar que la variante innovadora terminará por imponerse. Lo que importa destacar en estos resultados es la dinámica que se ve en este proceso, ya sea de variación o de cambio en sus primeras etapas, en lo relacionado con las diferencias de acuerdo con el género de los hablantes. Las diferencias son claras, pero también es claro que algo ocurre con el grupo femenino, su conducta muestra una ruptura con la comunidad original y la explicación habría que buscarla en los cambios que provocan los procesos migratorios en cuanto a los roles cambiantes por las nuevas responsabilidades que asumen las mujeres en el nuevo territorio.
3.2. Demostrativos
El análisis de un número considerable de contextos con adjetivos demostrativos dejó evidencia de un proceso tendiente a la neutralización de la oposición entre variantes de ese y aquel en beneficio de ese, la forma que por ser más general al expresar distancia es preferida por los hablantes. Como se puede observar de (4) a (7), los hablantes aún usan ambas formas y en contextos similares pueden optar por una o la otra, ya que en el uso diario se han vuelto intercambiables.
(4) Sí, en mil novecientos ochenta y tres, en aquel entonces era un estudiante y tuve que ir a una escuela donde ella ... (H/1G).
(5) ... hay una canción que se llama Rosas para una Rosa. Y mi mamá siempre le cantaba esa canción a mi abuelita (M/2G).
(6) ... mantener mi figura, y voy al gimnasio si puedo los (xxxx), pero no soy como aquellas personas que están como tres horas en el gimnasio, me estoy como una hora (M/2G).
(7) ... bueno, pero creo yo mi esposo era casado antes y creo yo que él aprendió mucho de ese primer matrimonio, que no ‘cede las mismas cosas ja ja ja, so conmigo … (M/3G).
En (4) vemos que el hablante optó por aquel en el sintagma en aquel entonces; pero si hubiera usado ese, en ese entonces, el significado habría sido el mismo. En (6), por el contrario, la hablante optó por usar el adjetivo demostrativo aquellas en el sintagma no soy como aquellas personas; pero el uso de ese, no soy como esas personas, tampoco habría ofrecido como resultado un significado diferente al que quiso expresar la hablante al usar aquellas.
Los resultados entregan evidencia clara de un proceso de cambio lingüístico en esta área y también de que este proceso parece estar en las últimas etapas en ambas comunidades estudiadas, la comunidad monolingüe de Michoacán y la de Houston, que se encuentra en una situación de contacto lingüístico entre el español y el inglés (Gutiérrez 2019). El cambio favorece marcadamente a ese, como se ve en la tabla 2 en que aparece con porcentajes muy altos, lo cual ha causado la notable reducción de aquel en las preferencias de uso de los hablantes.
Hombres |
Mujeres |
Total |
|||
Michoacán |
92.4 |
(171/185) |
87.8 |
(108/123) |
90.6 |
1G |
81.9 |
(95/116) |
97.9 |
(137/140) |
90.6 |
2G |
98.5 |
(128/130) |
99.3 |
(279/281) |
99.0 |
3G |
98.4 |
(124/126) |
99.4 |
(165/166) |
99.0 |
Total Houston |
93.3 |
(347/372) |
99.0 |
(581/587) |
96.8 |
Tabla 2. Porcentajes de ese en oposición a aquel y género de los hablantes. |
Como se puede observar en los resultados, las diferencias entre los hablantes según el género de estos no son, en general, muy grandes; de hecho, Chi cuadrado entregó una p 173, lo que indica que las diferencias encontradas no son significativas; la excepción se da en la primera generación, pues en esta la diferencia sí resultó con un alto nivel de significación (p .000). Un estudio en tiempo real podría mostrar qué grupo se mostró más innovador en los distintos momentos de su desarrollo; en este punto en que el cambio se encuentra muy avanzado solo hay evidencia de que el liderazgo es compartido por hombres y mujeres, ya que todos los grupos muestran porcentajes muy altos que favorecen a ese. Sin embargo, la tabla 2 deja ver algunas diferencias importantes que se deben destacar.
En la comunidad mexicana los hombres favorecen un poco más el uso de ese que las mujeres; en la comunidad de Houston, por otro lado, la situación se ha invertido, pues son las mujeres las que favorecen su uso por sobre los hombres y en este caso la diferencia es importante, son 16 puntos porcentuales los que convierten a este grupo el líder del proceso de cambio. También es importante destacar los 10.1 puntos que separan a la primera generación de mujeres de Houston de sus pares de México. Los dos grupos de mujeres se distancian con claridad, por lo tanto, según el territorio en que viven, con lo cual el grupo de Houston construye una identidad que la separa de los otros grupos. Ha adoptado un rol de liderazgo, pues se ha distanciado de manera notoria mostrando un porcentaje de la forma innovadora muy por encima en este punto de los otros grupos.
Es interesante notar también que los hombres de la primera generación de Houston retroceden en comparación con el grupo de hombres de México en poco más de diez puntos, lo que permite notar aún más la fuerza que ha adquirido el proceso en el grupo de mujeres de esta generación, pues este casi ha eliminado el uso de aquel. El comportamiento de las generaciones venideras tanto en los grupos de hombres como de mujeres muestra un aceleramiento de la extensión de ese, acercándose a la pauta impuesta por la primera generación de mujeres y convirtiendo a esta forma casi en categórica.
El caso de los adjetivos demostrativos permite ver un proceso de cambio lingüístico que presenta alternancia de liderazgo incluso de sus últimas etapas; en este punto ha adquirido protagonismo el grupo de mujeres de Houston que es más cercano a la comunidad mexicana que los otros de generaciones posteriores. Aunque la situación del leísmo examinada en la sección anterior difiere en la intensidad en que ha afectado al sistema lingüístico de las comunidades examinadas, es similar a este en el sentido en que el proceso cambia de liderazgo al pasar de una situación monolingüe a una situación de contacto lingüístico como la que ocurre en Houston.
3.3. Diminutivos
Con el propósito de dar cuenta de manera más realista de la situación en las comunidades estudiadas, en el estudio cuantitativo de los diminutivos se consideraron las palabras que contenían el sufijo diminutivo -ito y sus variantes de género y número, y estas mismas palabras en los contextos en que no lo llevaban. Los contextos de (8) a (10) presentan algunos usos de esta forma.
(8) Está bonito Ixtapa unas playas muy limpias todavía puedes encontrar conchitas así en la orilla, en Cancún la encuentran se las comen ja, ja (H/Mich).
(9) y yo siento que en esos lugares, sí no tuviera el uniforme, me tratarían un poquito diferente porque también nos tratan diferente cuando vamos a esos lugares (H/2G).
(10) ... pa’ que tengan su casa, pa’ sus hijos... y pa’ mí una casita simple, mi carrito, mi troquita y una moto. Y pa’ mi amiga, lo que era mío se lo dejaba todo... (M/3G).
Casos como conchitas, poquito, carrito, casita y troquita fueron parte del cómputo que se hizo, ya que el uso del sufijo -ito cumple una función que permite diferenciar estas palabras de las palabras originales concha, poco, carro, casa y troca. Fueron excluidas, en cambio, aquellas palabras en que la terminación forma parte de la palabra original, como en carnitas y burrito (comida), bonito, etc. y en las que correspondían a nombres propios (Carlitos, Anita, etc.), pues normalmente no alternan con la palabra original en los contextos familiares en que se usan.
Los resultados obtenidos de los hablantes agrupados según el género de estos entregan información de gran interés para entender la relación que establecen con las formas diminutivas. La tabla 3 presenta los porcentajes encontrados de acuerdo con esta variable.
Hombres |
Mujeres |
Total |
|||
Michoacán |
27.6 |
(32/116) |
41.7 |
(43/103) |
34.2 |
1G |
22 |
(193/876) |
18.3 |
(242/1320) |
19.9 |
2G |
35.6 |
(139/390) |
18.3 |
(240/1314) |
22.2 |
3G |
33.6 |
(180/536) |
29.3 |
(288/982) |
30.1 |
Total Houston |
28.4 |
(512/1802) |
21.3 |
(770/3616) |
23.7 |
Tabla 3. Porcentajes de -ito según el género de los hablantes. |
La comparación según el género de los hablantes en Michoacán revela una diferencia notoria. Las mujeres superan ampliamente a los hombres en el uso de los diminutivos por una diferencia ligeramente superior a los 14 puntos porcentuales. Este resultado coincide con la apreciación general que califica el discurso femenino como más cercano a un estilo de habla más amable, apreciación que se basa en lo que han encontrado otros estudios sobre el tema.
En un marco más general, numerosos estudios cuantitativos han encontrado diferencias claras en los usos lingüísticos de hombres y mujeres, y muchas veces se usa el caso de los diminutivos para ilustrar estas diferencias. Un ejemplo de esto lo encontramos en el siguiente pasaje de Silva-Corvalán:
Es bien sabido que, en igualdad de condiciones y además del tono de la voz, la manera de hablar de las mujeres es diferente de la de los hombres. En algunos casos las diferencias son sutiles, más bien cuantitativas que cualitativas; por ejemplo, la frecuencia en el uso de formas diminutivas (cafecito, tacita, traguito, etc.) parece ser bastante más alta entre las mujeres, pero estas formas ocurren también en el habla masculina (Silva-Corvalán 2001, 96).
Un número de investigaciones previas sobre el uso de los diminutivos permite señalar que afirmaciones de este tipo son acertadas, pues en distintas regiones se han encontrado diferencias claras entre hombres y mujeres. En todos los casos son las mujeres las que usan los diminutivos con más frecuencia que los hombres. En el caso de la comunidad de Houston la coincidencia es solo parcial, como veremos más adelante, pero el caso de la comunidad mexicana estudiada sí se ajusta a la afirmación hecha. Fontanella (1962), por ejemplo, señala que ha observado que en el habla de Bogotá los diminutivos son usados por las mujeres con una frecuencia mucho mayor que los hombres. Para explicarlo recurre precisamente a la caracterización general de que las mujeres manifiestan en su habla mayor afectividad y que son más efusivas y corteses, y que estos contextos lingüísticos son los que permiten un uso mayor de formas lingüísticas con diminutivos. En un estudio sobre el habla de Rosario, Argentina, Boretti de Macchia y Ferrer de Gregoret (1984) obtienen resultados similares en todas las funciones que determinan para estas formas (referencial, apelativa y expresiva). En el caso del estudio de Hernández (1999) sobre los sufijos en el español culto de San Juan, Puerto Rico, los resultados apuntan también a un mayor uso de los diminutivos por parte de las mujeres, pero la diferencia no es significativa con respecto a los hombres. Los resultados del estudio de Palet Plaja (1990) sobre el habla popular de Sevilla también indican que la diferencia entre hombres y mujeres no es significativa. Los resultados recién comentados sobre las mencionadas investigaciones previas indican que, aunque el género de los hablantes es una variable importante al momento de explicar las diferencias, también hay otras, como el estilo discursivo, por ejemplo, que también pueden ser importantes.
Volviendo a la tabla 3, en el caso de Michoacán se aprecia que las diferencias son notorias, pues las mujeres lideran esta tendencia a usar el diminutivo con un porcentaje mayor, lo que determina que la diferencia según el género de los hablantes es significativa (p .0). Por otro lado, al observar los resultados generales en la comunidad de Houston notamos que la situación ha cambiado; por un lado, los hombres mantienen el porcentaje de los hombres de México, pero las mujeres de Houston reducen casi a la mitad este uso, caracterizado generalmente como femenino, en comparación con sus similares mexicanas.
Es interesante ver cómo se van desarrollando las diferencias a lo largo de las distintas generaciones. La primera generación de hombres de Houston muestra una baja de 5 puntos porcentuales con respecto a su similar de México; sin embargo, la segunda generación no solo supera a la primera, sino también a los hablantes mexicanos por un significativo margen porcentual, poco más de 13 puntos al primer grupo y por 8 al segundo. Esto indica que el grupo no solo ha seguido la tendencia que se ve en la comunidad monolingüe, sino que también la supera, convirtiéndose en una tendencia propia de la comunidad que se encuentra en una situación de contacto. Esto se confirma con el resultado de la tercera generación, que mantiene el alto porcentaje que presenta la generación anterior.
La reacción mayor a la tendencia del medio monolingüe se ve, sin embargo, en las mujeres que han dejado este medio y comienzan a vivir en un ambiente social con características muy diferentes a las que tenían en su medio original mexicano. La reducción en términos porcentuales llega a poco más de 23 puntos, lo que significa que el uso de los diminutivos en este grupo ha disminuido más de un 50%. El distanciamiento con respecto al grupo de la comunidad monolingüe es muy marcado, tal es así que, si comparamos entre sí los grupos de la primera generación según el género, se aprecia que ahora las mujeres se encuentran por debajo de los hombres en el uso de estas formas. Las mujeres siguen distanciándose de la tendencia a usar el diminutivo, pues mientras los hombres suben, estas se mantienen en el mismo nivel de uso en la segunda generación, manteniendo su distancia no solo con sus similares mexicanas, sino también con los hombres de su misma generación. La tercera generación, sin embargo, muestra a los hombres con una actitud más conservadora, ya que estos mantienen un porcentaje similar al de los hombres de segunda generación, por encima de los usos de México; las mujeres, por otro lado, aumentan de manera significativa el porcentaje de uso, pero aún manteniéndose por debajo de la frecuencia de uso de los hombres y muy por debajo todavía de las mujeres mexicanas.
Como en el comportamiento que mostraban en los otros dos fenómenos lingüísticos de variación y/o cambio, en el caso de los diminutivos también hay una intención de adquirir o mantener una identidad propia en el caso de las mujeres. Ya no solo distanciándose de los hombres, como es propio en muchos fenómenos en los usos lingüísticos, sino en relación con sus similares mexicanas. La realidad que viven es otra, el papel que cumplen dentro de la familia y la sociedad es distinto al que tenían en su ambiente original; por lo tanto, es natural que tengan una identidad lingüística diferente.
4. Conclusiones
Los resultados obtenidos en los tres fenómenos de variación y/o cambio lingüístico examinados en relación con el género de los hablantes permiten afirmar que el liderazgo cambia según los grupos van construyendo su nueva identidad en los nuevos territorios después de dejar el espacio original. Se ha ofrecido evidencia de que mientras hombres y mujeres presentan porcentajes similares de leísmo en la comunidad monolingüe, las mujeres doblan a los hombres en la situación de contacto, con lo cual también se distancian mucho más de sus similares mexicanas. En los adjetivos demostrativos se observa una situación similar; a pesar de que el proceso de cambio se encuentra en las últimas etapas se puede ver con claridad que las mujeres sobrepasan a los hombres ya en la primera generación en el uso de la forma innovadora (ese), lo que no ocurría en el medio monolingüe. Las mujeres lideran estos cambios en la situación de contacto lingüístico mientras los hombres lo hacen en el medio monolingüe, con lo cual otra vez se distancian más que los hombres de sus similares mexicanas. En usos considerados “femeninos”, como la preferencia por los diminutivos, el cambio de liderazgo también ocurre, pero a la inversa; en este caso, las mujeres ceden el liderazgo a los hombres en la comunidad bilingüe. Es en este caso donde se ve de manera más notoria la reacción de las mujeres con respecto al cambio social que experimenta su comunidad al pasar a hacer su vida diaria en condiciones diferentes y en un rol diferente al que tenían en México. Su comportamiento lingüístico en el caso de los diminutivos difiere de manera particular del grupo de mujeres mexicanas.
La comunidad estudiada ha experimentado cambios mayores en su vida como resultado de un proceso migratorio de gran dimensión. Sus integrantes han redefinido las maneras en que se relacionan las parejas y estas son, por lo tanto, diferentes a las que se dan en la comunidad de origen. Si los roles que desempeñan en la vida familiar han cambiado, es natural que también haya cambiado la dinámica entre los individuos en las relaciones familiares de género. La situación de estos se ha tornado más igualitaria, fundamentalmente debido a la integración masiva de la mujer al mundo laboral; esta está en condiciones de negociar desde una posición de mayor poder a la que tenía en el territorio original gracias a la mayor independencia que ha obtenido a lo largo del tiempo en el nuevo escenario social. En definitiva, lo que ha cambiado es la relación de poder, esta ya no es vertical (o no tan vertical); los derechos ganados por las mujeres no solo en el hogar, sino también en la sociedad, permiten que en la actualidad se produzca una relación de poder más horizontal, más igualitaria. Es probable, entonces, que la identidad lingüística de las mujeres en casos como los examinados tenga sus raíces en hechos que han sido señalados por la investigación llevada a cabo en comunidades mexicanas inmigrantes, como la creciente contribución económica al grupo familiar por parte de las mujeres en el nuevo territorio. La nueva situación ha dado como resultado una disminución en el dominio de su contrapartida masculina en los grupos familiares (Hondagneu-Sotelo 1994). El papel que desempeñan mujeres y hombres en la comunidad que se encuentra en una situación de contacto ha cambiado en todos los aspectos de la vida de las comunidades en relación con el desempeñado en el territorio original; este hecho se refleja en algunos procesos de variación y cambio lingüístico como los examinados en este trabajo.
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