El teatro quimérico de Leopoldo Lugones: Dos ilustres lunáticos o La divergencia universal

María Angelina Cazorla

Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), Argentina
angelinacazorla@hotmail.com

Fecha de recepción: 04/06/2020. Fecha de aceptación: 16/07/2020

Resumen

El argentino Leopoldo Lugones escribió una breve obra de teatro quimérico titulada Dos ilustres lunáticos o La divergencia universal -incluida en el poemario Lunario Sentimental (1909)- como contribución a la difusión del conocimiento de Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare. En ella se relata un encuentro imaginario entre H (Hamlet) y Q (Alonso Quijano), una noche de luna llena, en una estación de ferrocarril, a principios del siglo XX. Nos pareció oportuno recurrir al análisis de esta pieza teatral de Lugones para decodificar la cosmovisión de estos dos personajes y sus concepciones opuestas (pero complementarias) sobre política y filosofía; sus estilos diferentes de lucha contra la injusticia social y sus modos de concebir y relacionarse con las mujeres. Para entender a Lugones, repasaremos (con un ejercicio comparativo-contrastivo) algunos temas, como la justicia, el amor, el poder y la violencia (entre otros), que aparecen en The Tragegy of Hamlet, Prince of Denmark y El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha y, recopilados en el ensayo crítico Hamlet y Don Quijote (1860) del escritor ruso Iván Serguéievich Turguénev.

Palabras clave: Hamlet, Quijote, quimérico, lunático, divergencia, Lugones, Dos ilustres lunáticos o La divergencia universal, Turguénev.

Chimeric Theatre by Leopoldo Lugones: Two Ilustrious Lunatics or The Universal Divergence (1909)

Abstract

The Argentinian Leopoldo Lugones wrote a short chimerical play entitled Two Illustrious Lunatics or The Universal Divergence –published in the poetry collection Lunario Sentimental (1909)– as a contribution to the knowledge of Miguel de Cervantes Saavedra and William Shakespeare. In this drama, an imaginary meeting between H (Hamlet) and Q (Alonso Quixano) takes place during a full moon evening, at a railway station at the beginning of the 20th century. We consider that analyzing this play by Lugones is a good way to approach the world view of these two characters, their opposite (but complementary) conceptions on politics and philosophy, their different styles in facing social injustice and their ways of relating to women. To understand Lugones, we will review (in a comparative-contrastive exercise) some fundamental topics such as justice, love, power and violence (among others) which appear in The Tragegy of Hamlet, Prince of Denmark and El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha and were compiled in the critical essay Hamlet and Don Quixote (1860) by the Russian writer Iván Serguéievich Turguénev.

Keywords: Hamlet, Quixote, chimeric, lunatic, divergence, Lugones, Dos ilustres lunáticos o La divergencia universal, Turguénev.

Introducción

La Fundación Shakespeare Argentina (en adelante FSA), en coincidencia con la conmemoración del cuarto centenarario de la muerte “protagonizada por, quizá, los dos mayores genios de las letras universales, Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare” (Millan Martínez, 2018:11) reedita, en una presentación bilingüe, Dos ilustres lunáticos o La divergencia universal (2016), singular trabajo del poeta y escritor argentino Leopoldo Lugones, enriquecida con dibujos del prestigioso ilustrador Miguel Repiso, más conocido por su seudónimo Rǝp.

En la actualidad, Leopoldo Lugones (1874-1938) no es un autor ampliamente leído, fuera de algunos círculos académicos. Esto se debe, probablemente, a que su legado intelectual y literario se veía comprometido por las continuas oscilaciones en sus posturas políticas y por su apoyo ideológico a las dictaduras militares argentinas. De hecho, en 1924 escribe el tristemente célebre discurso conocido como La hora de la espada, donde sienta las bases intelectuales para los gobiernos militares que comenzarán con el golpe encabezado por el General José Félix Uriburu (1930). En este sentido, Lugones siempre tuvo algo de hereje: defendía una idea con el mismo fervor que la contraria (Mucci, 2009). Sin embargo fue, en su tiempo, una personalidad relevante en la literatura argentina y, por extensión, latinoamericana. La originalidad de su escritura fue eclipsada, en la segunda mitad del siglo XX, por la de Jorge Luis Borges, quien en su libro: Leopoldo Lugones. Antología poética, declaró lo siguiente:

Yo afirmo que la obra de los poetas de ‘Martin Fierro’ y ‘Proa’ esta prefigurada, absolutamente, en algunas páginas del Lunario. Lugones exigía en el prólogo riqueza de metáforas y rimas. Nosotros, doce y catorce años después, acumulamos con fervor las primeras y rechazamos ostentosamente las últimas. Fuimos los herederos tardíos de un solo perfil de Lugones (1982:78).

La escritura lugoniana abarcó una infinidad de temáticas y formas literarias: cuento, ensayo, teatro (brevemente), columnas periodísticas, una novela, pero fundamentalmente poesía. En 1909, Leopoldo Lugones publica Lunario sentimental (para este trabajo consultamos la 2° ed. de M. Gleizer, Buenos Aires, 1926; pp. 7 a 12) cuyo nombre ya es en sí un poema, una experimentación escritural irreverente e ingeniosa, que incluye una variedad de géneros: cuatro relatos en prosa, cuatro breves obras de teatro en la sección “Teatro Quimérico”; no obstante es, esencialmente, un poemario: Lugones adelanta en el prólogo que los poemas incluidos en Lunario son treinta y cuatro (1926:13). La propuesta de todo el volumen es romper con el movimiento literario modernista y sentar las bases para las vanguardias posteriores de la literatura argentina. En consonancia con ello, su escritura está repleta de ironías, sarcasmo, habla urbana, neologismos, juegos verbales, metáforas absurdas, variaciones en la métrica y rimas extravagantes.

Una de las vertientes menos investigadas en el amplio campo del modernismo literario argentino es la de su teatro. Las causas de este descuido radican, en primer lugar, en la inexistencia de un nutrido corpus dramatúrgico que pueda adscribirse a esta corriente estético-cultural en la producción literaria aparecida entre 1890 y 1910, años en que el modernismo rioplatense adquiere su mayor presencia. Por esta razón, y en segundo lugar, difícilmente se podrían plantear sus líneas definitorias y sus características fundamentales con tan pocos modelos para analizar. Como contribución a aquella revitalización de la literatura que acompañaba el crecimiento urbano de la ciudad de Buenos Aires, el teatro quimérico de Leopoldo Lugones representa un ejemplo fundamental del subgénero del arte escénico modernista. Dos ilustres lunáticos o La divergencia universal relata el encuentro imaginario entre H (Hamlet) y Q (Alonso Quijano) una noche muy oscura, en una estación de ferrocarril, a principios del siglo veinte. En esta obra, como en el resto del libro, aparece la luna: astro testigo del encuentro posible, aunque improbablemente irrealizable. El término quimérico refiere a lo ilusorio, irreal, ficticio, imaginado, figurado, fantástico, inexistente o misterioso. Por otra parte, el término lunáticos hace referencia a la demencia, con la privación del juicio o del uso de la razón por intervalos intermitentes. Es particularmente significativo, además, que la primera palabra que pronuncia Alonso Quijano en la escena inicial es: “locura” (2016:37). La divergencia a la que se alude en el subtítulo de la obra se relaciona con la discrepancia de opiniones y confrontación de pareceres y la disparidad de ideas que intercambian ambos protagonistas durante la fugaz reunión.

En 1860, Iván Turgénev ya había contrastado a estos dos colosos literarios en una conferencia (hecha luego ensayo- crítico) titulada Hamlet y Don Quijote:

La primera edición de la tragedia de Shakespeare, Hamlet y la primera parte de El Quijote de Cervantes aparecieron el mismo año, a principios del siglo XVII. Esta coincidencia nos parece significativa; la cercanía de las dos obras citadas despierta en nosotros toda suerte de pensamientos (2008:1)

Esta coincidencia temporal, que motivara a Turgénev a confrontar dos fuerzas opuestas de la naturaleza humana, prefigura otros trabajos comparativos, como el del escritor argentino Bernardo Verbitsky, quien publicó un ensayo titulado Hamlet y Don Quijote,un siglo después de Turguénev. Esta compulsa contrastiva será continuada, luego, por El encuentro (y si Cervantes y Shakespeare se hubieran conocido…) del periodista santanderino Jesús Ruiz Mantilla (2020), entre otros escritores y ensayistas.

Dos ilustres lunáticos o La divergencia universal

Dos ilustres lunáticos o La divergencia universal es una farsa de contenido político y filosófico, a partir del diálogo de dos personajes identificados en la Dramatis Personae, como H y Q. “Q sabe que su interlocutor se llama H. porque al llegar traía en la mano una maleta con esta inicial. H. ha visto por su parte, que el otro tiene un pañuelo marcado con una Q” (Lugones, 2016:35). Los protagonistas se encuentran, casualmente, en el andén vacío de una estación solitaria de ferrocarril, esperando la llegada del tren (que nunca arribará debido a una huelga general). En la espera, y entre bagajes amontonados por los rincones, los personajes discuten, entre otras cuestiones, sobre dos posiciones ante la vida: el socialismo y el conservadurismo; el progresismo y el statu quo (dos fuerzas extremas entre las que osciló el mismo poeta).

Según nos lo advierte el autor, Q (Quijote) “gallardea un talante alto y enjuto; una cara aguileña, puro hueso y parece español” (Lugones, 2016:35). Por otro lado, el tipo físico de H (Hamlet) que representa Lugones en esta obra coincide con la clase de hombre más boreal: “rubio, bajo y lampiño, tirando a obeso, pero singularmente distinguido y parece escandinavo” (Ibídem), que propone Iván Turgénev en su ensayo crítico, al sugerir categorías geográfico-culturales europeas para idear dos grandes modelos de la naturaleza humana con rasgos fundamentalmente opuestos. Todos los europeos pertenecen, en mayor o menor medida, a una de estas dos grandes áreas: lo meridional, con un marcado clasicismo católico, y lo nórdico o septentrional, bañado por el romanticismo protestante. En palabras del ensayista ruso:

El espíritu que ha creado este modelo es el espíritu de un hombre septentrional, un espíritu reflexivo y analítico, un espíritu pesado, sombrío, privado de armonías y tintes luminosos, que no se contenta con las formas elegantes y a menudo limitadas; en definitiva, un creador profundo, intenso, plural y libre (…) En la creación de Don Quijote se advierte el espíritu de un hombre joven, un espíritu luminoso, alegre, ingenuo, sensible, que no busca la profundidad de la vida, que no la abraza, sino que rechaza todas sus manifestaciones.(2008:11)

Debidamente presentados los interlocutores en la extensa didascalia inicial, nos sumergimos en la primera escena, la más extensa, del único acto de la obra. H y Q dialogan sobre la huelga general de los obreros que interrumpirá, por toda esa semana, el servicio de ferrocarriles. Esta situación desafortunada sirve como pretexto para develar las ideas sociales y político-filosóficas de estos dos únicos protagonistas. Leopoldo Lugones apela a la extravagancia, la desmesura, el disparate, la esperpéntica gesticulación y el entretejido grotesco de tropos y figuras para dar forma impecable a una sátira farsesca, muy lugoniana. Desde el inicio del primer acto, el materialismo socialista e intelectual de H es evidente al criticar a los pobres diablos que no lograrán nada con violencia:

[…] compadezco al desdichado, ciertamente. Quiero la igualdad, pero en la higiene, en la cultura y en el bienestar: la igualdad hacia arriba. Mientras ello resulte un imposible, me quedo en mi superioridad. […] ( Lugones, 2016:37)

Su porte presumido, aristocrático (un tanto narcisista y vanidoso), su vestuario siguiendo los lineamientos de la moda húngara, un bastón de puño orfebrado y los zapatos de charol que le chillan al caminar, lo dotan con aire de despectiva superioridad que lo lleva a expresar su incredulidad en la democracia:

[…] Los obreros nada lograrán con violencia. Os advierto, entre paréntesis, que no soy propietario. Los obreros deben conformarse con las leyes; aprovechar sus franquicias, elegir sus diputados, apoderarse del Parlamento, cometer algunas extravagancias para despistar a los ricos, como volverse ministros, por ejemplo, después apretarles –crac – el tragadero… si es que no prefieren tornarse ricos a su vez. Es un sistema. (2016:38)

En apariencia, es el modelo perfecto de gentleman. Sin embargo, la humildad y las maneras sosegadas constituyen el signo distintivo del hombre de bien. Q, entonces, tiene pleno derecho a ese título. Al rebatir los argumentos de H, se expresa con un bello lenguaje desusado, lleno de pronombres solemnes y de metáforas inesperadas:

Es condición de la virtud indignarse ante la iniquidad, y correr a impedirla o castigarla, sin reparar en lo que ha de sobrevenir. ¡Pobre de la justicia vilipendiada, si su socorro dependiera de un razonamiento irreprochable o del desarrollo de un teorema! En cuanto a mí, no deseo ni la igualdad, ni nuevas leyes, ni mejores filosofías. Solamente no puedo ver padecer al débil. Mi corazón se subleva y pongo sin tasa al rescate de su felicidad, mi dolor y mi peligro. Poco importa que esto sea con la ley o contra la ley. L justicia es, con frecuencia, víctima de las leyes. Tampoco sabría detenerme ante el mismo absurdo. Pero cada monstruo que abortara en fantasmagoría, cada empresa vana que consumiera mi esfuerzo, fueran a la vez incentivos para empeñarme contra la amarga realidad. ¿Por qué halláis mal que luchen a costa de su hambre estos trabajadores? ¿No es el hambre un precio de ideal como la sangre y como el llanto? (2016:37-38)

Su traje gris es ridículo, pero no vulgar ni desaliñado. Se trata de una miseria respetable, muy diferente de la apariencia de charlatán impertinente de H. Las ideas de anarquismo idealista de Q se manifiestan más claramente al alegar:

[…] Amé siempre al paladín; y no sé por qué anhelo de justicia desatentada, por qué anómalo coraje de combatir uno solo contra huestes enteras, por qué sombría generosidad de muerte inevitable, en la misma obra de la vida que otros gozarán mejor, sin perjuicio de seguir llamando crimen a la benéfica crueldad, hallo semejanzas profundas entre los caballeros de la espada y los de la bomba.

Los grandes justicieros que asumen en ellos mismos el duro lote del porvenir humano, son como esas abejas de otoño que amontonan a golpes de aguijón la comida futura de una prole que no han de ver. Matan para el bien de la vida que sientes germinar en su muerte próxima, arañas y larvas: como quien dice tiranos e inútiles, quizá inocentes, siempre detestables. […] (2016:38-39)

Según deja muy en claro el autor del texto, Q se aproxima a una línea de pensamiento “anarquista” (p. 38) y “espiritualista” (p.39), mientras que Hamlet es ideológicamente “socialista” (p.38) y “materialista” (p.39). La idea del hombre dividido entre el escepticismo egocéntrico de H y la generosidad idealista del Q parecen penetrar la propia historia de Lugones. El personaje cervantino recreado por Lugones ve la justicia como víctima de las leyes; en tanto que el protagonista shakesperiano entiende que los obreros deben conformarse con el alcance general de las leyes vigentes. Ya lo había expresado, en términos muy similares, Turguénev:

Don Quijote está penetrado por entero de la lealtad al ideal, por el cual está dispuesto a padecer todas las privaciones posibles, a sacrificar su vida; de hecho, solo valora su propia vida en cuanto que le permite encarnar el ideal e instaurar la verdad y la justicia en el mundo.(2008:3)

La luna tiene, según lo habíamos anticipado, un rol extensamente evocado en todo el poemario. En esta pieza, en particular, la intención de Lugones habría sido ridiculizar a la luna como lugar común de la poesía. El propio autor corrobora este juicio al adelantar, en el Prólogo del poemario, lo siguiente:

El lugar común es malo, a causa de que acaba perdiendo toda significación expresiva por exceso de uso; y la originalidad remedia este inconveniente, pensando conceptos nuevos que requieren expresiones nuevas. Así, el verso acuña la expresión útil por ser la más concisa y clara, renovándola en las mismas condiciones cuando depura un lugar común. (Lugones, 1928:8).

Siguiendo la línea de reflexión del autor de la obra, H coincide en mofarse de la emotividad lírica y del sentimentalismo patético, de la luna en tanto topo poético:

[…] Ahí tenéis a la Luna, el astro de los amantes líricos. ¡La Luna! ¡Qué inmensa bobería! Cada uno de sus cuartos me produce una jaqueca (increpándola): ¡Eh, imbécil solterona, bolsa de hiel, ripio clásico, ladradero de canes, hostia de botica, cara de feto! […] (Lugones, 2016:38-44)

[…] La luna es una calabaza vacía y nada más. Sé bien que quien escupe al cielo, cáele la saliva en la cara. Pero tengo la boca llena como un mamón que echa los dientes, y veo allá un cartel que dice: “Es prohibido escupir en el suelo”. (¡Qué gramática!) Así, pues, oh Luna, buena pieza, toma (escupe hacia la Luna) toma (escupe nuevamente) toma (escupe por tercera vez). (2016:47)

La burla de la figura lunar esta diseminada a lo largo de todo el Lunario. Sin embargo, Q. al escuchar tan irreverente comentario, en un tono más grave responde:

Mi alma se llena de poesía con la Luna como el agua de una alberca que fue sombría entre abetos. A ella debo mis más ilustres inspiraciones. Años llevo de contemplarla, siempre propicia a mi amor. Para mí representa la lámpara de la felicidad. (2016:47)

Para el romántico meridional, la luna es generadora de poesía y, por ende, llega a tomarla por doncella desamparada bajo un claro ideal caballeresco. Para el escandinavo, la luna pertenece a la infame raza de las mujeres. H la llena de insultos y concluye: “Hembra es, y como tal, bribona sin remedio.” (p47)

Además de la luna, el sonido es otro protagonista más, pues la obra contiene una gran cantidad de audios. De repente “óyese a lo lejos el rebuzno de un asno” (Lugones, 2016:39) que los estimula a cambiar de tema de conversación. Para matar el tiempo y mientras esperan un tren que nunca arribará, hablan de la venganza, los espíritus, la demencia, el amor y (la perfidia de) las mujeres, temas que no se analizarán aquí debido a los límites necesarios de este trabajo, puesto que un examen sobre estas divergencias universales, aunque fuera superficial, nos llevaría demasiado lejos.

Al final, en la brevísima escena segunda (la cual toda ella es una acotación) de este primer y único acto, ambos personajes protagonistas desaparecen, se esfuman, se desvanecen sin que el lector lo perciba. Sólo permanecen en escena la luna llena y el destella rojo intermitente de un semáforo a lo lejos. Esta súbita desaparición genera una idea de quimérico misterio al tiempo que se aclara la incógnita de la identidad de los ilustres lunáticos denominados hasta entonces con las siglas Q y H.

Conclusión

Intercalado entre los poemas del Lunario Sentimental hay una sección de piezas en prosa narrativa, bajo el acápite de teatro quimérico, que constituyen un componente fundamental del poemario. El teatro quimérico de Leopoldo Lugones está en las antípodas de la dramaturgia rioplatense contemporánea de la Generación del Centenario, como la de Martín Coronado (1850-1919) o la de Florencio Sánchez (1873-1910), por ejemplo, quienes respondían directamente al gusto del auditorio burgués decimonónico. El montaje costumbrista, el realismo escénico o los temas gauchescos y sociales, no tienen ninguna vinculación con la dramaturgia lugoniana que se define más cosmopolita, más elevada y destinada a un espectador más culto.

Como en tantas otras resignificaciones de escrituras de siglos pasados, Leopoldo Lugones dirige la mirada a dos inmortales obras: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha y The Tragedy of Hamlet, Prince of Denmark, en una reescritura convertida en herramienta de percepción de la contemporaneidad. Aunque no fue el primero en intentar establecer un paralelismo de corte comparatista entre los dos personajes, en este minúsculo drama urbano, Lugones vuelve a contar y descontar las historias de Hamlet y Alonso Quijano, multiplicándolas en nuevas líneas de fuga; recreando y revisando tópicos universales. Considerando, nuevamente, la justificación de Iván  Serguéievich  Turguénev entendemos que:

La imaginación evoca gustosa la imagen de los dos poetas contemporáneos, que murieron el mismo día, el 26 de abril de 1616. Es muy probable que Cervantes no supiera nada de Shakespeare; pero el gran trágico, en la soledad de su casa de Stratford, a la que se retiró tres años antes de su muerte, bien pudo leer la célebre novela, que ya había sido traducida al inglés... (2008:12)

Temáticamente, las réplicas monologantes de H y las lapidarias respuestas de Q permiten, al autor, establecer una doble vía de pensamiento que el lector/espectador debe percibir. La justicia social, las leyes, el ocultismo, la muerte, el amor, la luna y la mujer son ideas universales que entran en divergencia. Según el ensayista ruso, ambos personajes ofrecen siempre una clara oposición ideológica en los temas tratados sobre el sombrío andén:

Limitémonos a señalar que en esta discrepancia, en esta dualidad ya mencionada, dºebemos reconocer la ley fundamental de toda la existencia humana, pues la vida no es otra cosa que una eterna reconciliación y una eterna batalla entre dos principios que constantemente se separan y constantemente se unen (...)Esas dos fuerzas, la de la rutina y la del movimiento, la del conservadurismo y la del progreso, son las fuerzas fundamentales de todo lo existente. (2008:10)

Técnicamente se trata de una obra de un solo acto, dos escenas y dos personajes que dialogan, gesticulan y se mueven sobre el proscenio. En tal sentido, la obra pertenece al conjunto de piezas que no siempre llenan las salas de los teatros. Por ello, nos aventuramos a etiquetar la pieza dentro del subgénero del radioteatro o, aún mejor, del teatro leído; aunque mantiene una dimensión escénica perfectamente representable.

Tanto William Shakespeare como Miguel de Cervantes Saavedra y Leopoldo Lugones fascinaron por la sonoridad de sus textos (cada uno en su propia lengua), el virtuosismo artístico, la fraseología antigua y la exuberancia de sus mundos. Leopoldo Lugones, personalidad relevante en la literatura argentina y latinoamericana, contribuyó con Dos ilustres lunáticos o La divergencia universal a la difusión del conocimiento de dos personajes literarios (en Lunario Sentimental no hay seres humanos reales) íconos de la cultura universal. Por eso, no es sorprendente que la editorial universitaria Eudeba, por iniciativa de la FSA, se haya interesado en reeditar esta singular obrita lunática e inigualable del teatro modernista.

Aunque el Lunario tenga en general un tono displicente y pese a que Lugones tratara de velar sus emociones a toda costa dentro del contexto estético-cultural de la literatura modernista rioplatense, estas fugaces afirmaciones en boca de sus personajes protagonistas, de algún modo, expresan su propia filosofía política y social. Además, es innegable la profunda angustia que hostigó constantemente a este hombre, tan severo consigo mismo como lo fue con los demás (Peralta Lugones, 2009). Lugones, Hamlet y Alonso Quijano murieron de forma conmovedora. “Lo demás es silencio” —exclama el escéptico príncipe danés al morir—; sin embargo, ninguno calló para siempre.

Bibliografía

» Borges, J. L. (1982). Leopoldo Lugones. Antología Poética. Madrid: Alianza.

» Lugones, L. (1926) Lunarios sentimental. Bs. As: Manuel Gleizer.

» Lugones, L. (2016) Dos ilustres lunáticos o La divergencia universal. Bs.As: Eudeba.

» Fundación Shakespeare Argentina (FSA) https://shakespeareargentina.org/ [en línea] Consultado el 20 de diciembre de 2016

» Millan Martínez, J. M. (2018). Astrana Marín, Cervantes y Shakespeare: paralelismos y convergencias. España: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.

» Mucci, C. (2009) Leopoldo Lugones. Los escritores y el poder. Bs. As: B Ediciones.

» Peralta Lugones, T. (2009) Retrato de familia. Bs. As: Emecé.

» Ruiz Mantilla, J. (2020). El encuentro (y si Cervantes y Shakespeare se hubieran conocido…). España: Galaxia Gutemberg.

» Turguénev, I. S. (2008) Hamlet y Don Quijote. Madrid: Sequitur.

» Verbitsky, B. (1964). Hamlet y Don Quijote. Bs. As: Jamcana.