La reedición y la reapropiación de Las veladas de la quinta, y el periodismo liberal del México del siglo XIX

Mariana Ozuna Castañeda

Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México

Fecha de recepción: marzo 2021
Fecha de aceptación: abril 2021

Resumen

Este artículo propone la reedición como clave para comprender la permanencia de la estética de la sensibilidad dieciochesca, al mismo tiempo que el folletín francés se convirtió en el modelo de estilo literario en la prensa mexicana del siglo XIX. Les veillées du château (Las veladas de la quinta) de Madame de Genlis fue publicada en 1784, y gracias a su estilo y a la fama de la autora como educadora, rápidamente la obra se volvió bestseller, por ello se tradujo al inglés y al español. Propongo que las reediciones de la traducción al español de la novela fueron posibles debido a que esta fue incluida como parte del proyecto moderno para México, en el cual las mujeres debían ser esposas y educadoras. Por otra parte, el estilo romántico se instaló en el público mexicano por medio de dos periódicos importantes: El Siglo Diez y Nueve y El Monitor Republicano. Sue, Balzac, Hugo y sobre todo Dumas fueron traducidos y leídos, y se convirtieron en modelos de la nueva estética, en la cual se exhibían el crimen y las pasiones inmorales. La permanencia de la novela escrita por Madame de Genlis evidencia una práctica paralela de edición y de lectura: una pedagógica, privada y para educar una moral ciudadana en los hogares; otra de entretenimiento y para formar parte de la contemporaneidad. Ambas son diferentes aspectos de la modernidad en las prácticas de edición y de lectura del México del siglo XIX.

Palabras clave: Genlis, lectura, edición, siglo XIX, México.

The reissue and reappropriation of Las veladas de la quinta, and liberal journalism in 19th century Mexico

Abstract

This article proposes reedition as a key to the comprehension for the permanence of 18th sensibility aesthetic, while french feuilleton became the new hegemonic style in Mexican press. Les veillées du château (Tales of the castle…) by Madame de Genlis was first published in 1784, and because of its style and fame of the author as an educator, rapidly the novel turned into a bestseller, therefore it was translated to English and Spanish. The article proposes this novel reeditions of the Spanish translation in Mexico were possible.  because it was appropriated by the modern political project in Mexico, where women were expected to become espouses and educators. On the other hand, the romantic style penetrated Mexican audiences through two main newspapers: El Siglo Diez y Nueve and El Monitor Republicano. Sue, Balzac, Hugo and overall Dumas were translated and read, therefore turned models for the new aesthetic, where crime and immoral passions were exhibited. The permanence of the novel by Madame de Genlis shows parallel printing and reading practices: pedagogical, private, as part of rising moral citizenship at home; for entertainment, and as part of a wide contemporary audience. Both different aspects of modernity in Mexican 19th printing and reading practices.

Keywords: Genlis, reading, edition, 19th, Mexico

A reedição e reapropriação de Las veladas de la quinta, e o jornalismo liberal no México do século 19

Resumo

Este artigo propõe a reedição como uma chave para compreender a permanência da estética da sensibilidade do século XVIII, ao mesmo tempo em que o serial francês se tornou o modelo do estilo literário na imprensa mexicana do século XIX. Les veillées du château (As Noites da Quinta) de Madame de Genlis foi publicado em 1784 e, graças ao seu estilo e à fama da autora como educadora, a obra rapidamente se tornou um bestseller, razão pela qual foi traduzida para o inglês e o espanhol . Proponho que a reedição da tradução espanhola do romance foi possível, porque foi incluída como parte do projeto moderno para o México, em que as mulheres seriam esposas e educadoras. Por outro lado, o estilo romântico se instalou no público mexicano por meio de dois importantes jornais: El Siglo Diez y Nueve e El Monitor Republicano. Sue, Balzac, Hugo e especialmente Dumas foram traduzidos e lidos, e se tornaram modelos da nova estética, na qual o crime e as paixões imorais eram exibidos. A permanência do romance escrito pela Madame de Genlis evidencia uma prática paralela de edição e leitura: uma prática pedagógica, privada e de educar uma moral cívica nos lares; outra de diversão e de fazer parte da contemporaneidade. Ambos são aspectos diferentes da modernidade nas práticas de publicação e leitura do México do século XIX.
Palavras chave: Genlis, leitura, edição, século XIX, México.

Palavras-chave: Genlis, leitura, edição, s. 19, Mexico

Permanencia de la estética sensible del siglo XVIII

En 1784 se publicó Les veillées du chateau, ou cours de morale a l’usage des enfants (4 vols.) de Stéphanie Félicité du Crest, mejor conocida como madame de Genlis. Al año siguiente la obra fue traducida al inglés (Tales of the castle; or, Stories of instruction and delight, con traducción de T. Holcroft); y en 1788 al español con el título Las veladas de la quinta o novelas e historias sumamente útiles para que las madres de familia, a quienes las dedica la autora, puedan instruir a sus hijos juntando la doctrina con el recreo (3 tomos), traducida y prologada del francés por Fernando de Gilleman, miembro correspondiente de la Academia de la Historia en España.1

Stéphanie Félicité du Crest de Saint-Aubin, condesa de Genlis (Issy-l’Évêque, 25 de enero de 1746-París, 31 de diciembre de 1830), fue una celebridad debido a su saber enciclopédico y a su trabajo como educadora; en cuanto a su producción literaria fue novelista, poetisa de sociedad, memorialista e inagotable dramaturga. Contrajo enemistades debido a sus ideas políticas, religiosas e incluso intelectuales. La condesa de Genlis nació en Borgoña, miembro de una familia de origen noble que quedó arruinada a los pocos años de su nacimiento. A los 24 años se convirtió en dama de compañía de la duquesa de Chartres y con ello se volvió cercana a la casa de Orleans y, poco después, comenzó una relación sentimental con el duque de Chartres. Gracias a sus reflexiones pedagógicas y sus conocimientos los duques le encargaron primero la educación de sus hijas gemelas y después la de sus hijos varones; dicha labor nunca había sido realizada por una mujer, lo que provocó un escándalo. A pesar de que se oponía al bando de los filósofos y de sus convicciones religiosas y morales, participó en la Revolución. Emigró durante el período del Terror y vivió de su pluma; regresó a París hasta la llegada al trono de Napoleón, quien admiraba su obra. Luis Felipe I de Francia fue su pupilo y llegó al trono durante la restauración borbónica; este hecho la consagró a ella y a sus obras como educadora. Sus Memorias se publicaron en 1825, y se convirtieron en referencia sobre la sociedad del siglo XVIII (Vázquez, 2020: 55).

La importancia de Las veladas de la quinta2 para México estriba en su permanencia a lo largo del siglo. Este título de madame de Genlis en la traducción de Gilleman gozó de reimpresiones y reediciones: 1788, 1791 y 1804 en Madrid; 1829 en París; 1831 México; 1842 en Barcelona; 1846 en México; 1861 en París; 1863 en Madrid; 1864 y 1867 en Barcelona; 1876 en Madrid; 1877 en París; 1880 en Madrid; 1883 en La Coruña; 1889 en París; 1900 en Burgos, en Buenos Aires y en Madrid; 1901 en Madrid; 1909 en París; 1910 en Madrid; 1930 en Madrid; 1951 en México.3

Las veladas de la quinta4 se publicó como literatura para mujeres, específicamente para madres, como se asienta en su título y como se indica en el prólogo del traductor;5 de manera que fácilmente se sumaría al catálogo de la literatura de instrucción infantil que acompañó la formación de los sistemas y proyectos educativos decimonónicos.

Las veladas… narra cómo la abuela materna (la Baronesa) y su hija (Madame de Clemira) apartadas en un castillo en la campiña cuentan historias a los niños; el sentido moral de dichas historias es analizado y explicado, y se entrelaza con lo que los hijos viven durante su estancia. Gracias a la “puesta en abismo” de la narración se promueve en los pequeños la comprensión del mundo y la toma de decisiones virtuosas: las historias que escuchan de la boca de su madre desentrañan las emociones y valoran las acciones discriminándolas; abuela, madre e hijos se reúnen cada noche y los niños interrumpen para comentar pasajes precisos, así se suspende la narración para dar paso a reflexiones y análisis. Las veladas de la quinta forma parte de las obras que divulgaban las ideas pedagógicas del siglo; Genlis considera esta obra heredera de “el Telémaco, las Novelas de Richardson, el Quijote y el Espectador Inglés” (Genlis, 1831: 7).

En Las veladas… se cultiva la sensibilidad, empatía, caridad, filantropía, austeridad; se critica la indiferencia, el egoísmo, la frivolidad, el lujo, y el “gobierno de sí” se convierte en la basa del sujeto autoposeído capaz de controlar sus emociones, pensamientos y acciones, sin dejar de conocer “sensiblemente” el mundo. Obras como Ensayo sobre el entendimiento humano (1690) de John Locke, Tratado de las sensaciones (1754) de Étienne Bonnot de Condillac, o Teoría de los sentimientos morales (1759) de Adam Smith, indagaron en el papel primordial que juegan los sentidos para conocer el mundo, y de cómo es posible que los efectos de los sentidos –sentimientos, sensaciones– constituyan a los sujetos. Las derivas de estas ideas epistemológicas transformaron el lugar que la literatura jugaba en la sociedad y a las ideas sobre el método científico y por supuesto sobre la educación. Así lo explica Rusell P. Sebold:

El más notable cambio producido en la literatura por tales influencias “materialistas” es que en todos los géneros, tanto los prosaicos como los poéticos, el escritor baja los ojos del cielo cristiano así como de ese otro cielo –topos uranos literario– en que rutilaban todas las convenciones, modelos genéricos y prototipos que desde hacía siglos copiábanse servilmente en las mejores obras de creación, y los enfoca ya sobre la abigarrada plétora de tentadores modelos visibles, audibles, gustables, tocables y olibles [sic] que en su propio mundo encuentra a todos lados, sin buscarlos siquiera. (Sebold, 1989: 13)

La obra de Locke en su capítulo II “No hay principios innatos en la mente”, enfatiza que es por medio de la experiencia que se produce el conocimiento (§ 16 y 22), y basa sus conclusiones en la observación de cómo los infantes deducen el significado de las frases, siempre y cuando hayan experimentado dichos conocimientos previamente. Esta exacerbación del mundo material que puede ser conocido y comprendido mediante las sensaciones, se lleva al terreno de la moralidad en la mencionada obra de Smith, pues qué conocemos por las sensaciones, cómo es que discerniremos en los sentimientos producidos por los sentidos para obrar con justicia, benevolencia, aspirando a vivir en constante mejoría; sus ideas debaten las del egoísmo natural sostenido por Hobbes. Para Smith la simpatía es considerada una habilidad humana que nos permite sobrepasar las barreras físicas por medio de la imaginación y, de esta manera, “identificarnos” con lo que el otro experimenta o siente (identificación simpática).6 Así el mundo se aprende experimentándolo por medio de los sentidos de acuerdo con Locke, y se pueden experimentar sentimientos en términos morales provocando simpatía gracias a la imaginación; ambos principios se despliegan literariamente en las obras de madame de Genlis y adquieren la cualidad de método educativo en Las veladas de la quinta, la abuela (Baronesa) y la madre (madame de Clemira) instruyen a los más pequeños para que se vean inclinados a conocer y reflexionar, no solo les cuentan historias, sino que las reflexiones morales fijan la interpretación y enseñanza, además de que las historias se tejen con las propias experiencias que le ocurren a la familia, en las cuales son probados los principios y reflexiones de lo narrado, a lo cual de Genlis llama en su prólogo “la moral puesta en acción” (1831: 7).

De hecho, la primera historia contada por la madre, madame de Clemira, se titula “Delfina o la curación feliz”; sintetiza las ideas pedagógicas de madame de Genlis: una niña malcriada, pues sus sentidos han sido embotados por la molicie y la constante exposición al lujo, la frivolidad y la inconstancia gracias a la ligereza con que su madre la ha beneficiado, aparentemente ha caído en depresión, la niña no encuentra en la vida motivos para vivir, todo le parece insulso y deja de comer; la madre desesperada acepta que su hija sea llevada al campo, donde realizará ejercicio al aire libre, escuchará explicaciones precisas sobre las consecuencias de sus acciones, que no dejará de enfrentar, será obligada a respetar a los demás, y se verá expuesta a escenas y a realizar acciones que le producirán identificación simpática (compasión, agradecimiento, serenidad, justicia, etc.); gracias a todo esto su salud física, psicológica y espiritual quedará restituida, y con ello la capacidad de reintegrarse a la sociedad (para mejorarla) una vez haya adquirido imperio de sí. Según Smith la contemplación presencial de escenas mueven a sensaciones y sentimientos que provocan la identificación simpática, y esto se puede lograr igualmente al contar una historia o imaginarla. La identificación simpática resulta benéfica para las sociedades pues está dirigida a generar lazos de solidaridad necesarios para el beneficio propio y común y, articulada con el arte, promueve el goce estético.7

El método pedagógico de Genlis en Las veladas… incluye la lectura guiada en voz alta, la reflexión tras cada experiencia de vida de los infantes, los actos de desinteresada generosidad, muchos de ellos capaces de mejorar la vida de los sectores trabajadores de la sociedad. Con este método las ideas encarnan en la figura de la madre y la abuela, cuyo amor y autoridad se manifiestan racional y sensiblemente en la crianza de los infantes. Un aspecto más que muestra la modernidad de las ideas sobre el conocimiento y el papel intelectual de las mujeres por parte de Genlis es que convierte a madame de Clemira en escritora. La historia titulada “Alfonso y Dalinda, o los encantos del arte y naturaleza. Cuento” fue escrita por la propia madre, quien advierte a sus escuchas que “todo lo maravilloso sería cierto”; pues la historia amorosa toma como pretexto a un ignorante y fatuo joven –Alfonso– quien por estas causas atribuye a poderes sobrenaturales sus encuentros con un meteoro, con una peña hecha de imán que lo fija a la tierra y que mantiene su bastón en pie, y con dos autómatas que tocan el piano y dibujan (Genlis, 1831: 109-110, 113). De esta manera, en Las veladas de la quinta, la madre es modelo de equilibrio, solidaridad, fortaleza y templanza y, no solo eso, sino que es capaz de escribir una historia en la que vuelca sus conocimientos científicos de geografía, historia, religión, botánica, zoología, tecnología (se construye un pararrayos) y ciencias, de suerte que difunde la visión secularizada del mundo y en ella se incluye la representación de la mujer intelectual práctica y sensible, dueña de sí, y convierte la crianza en un asunto integral y esencial para la constitución de individuos aptos para el bien social.

No es pues cosa menor que esta obra en especial haya permanecido dentro del gusto de lectura y dentro del interés de los editores durante el siglo XIX mexicano, como muestran las reediciones hasta entrado el siglo XX,8 la obra circuló y fue vendida según los anuncios que he podido consultar en publicaciones mexicanas:9

1794, Gazeta de México, tomo VI, nº 44, 10/07: 360. A la venta en la oficina de Manuel Antonio Valdés y Murguía

1840, Correo de los niños, tomo III, México, Imprenta de Vicente G. Torres, p. 186. Se menciona la obra como recomendable lectura para las jóvenes y niños.

1845, El Siglo Diez y Nueve, año VI, 3a. época, nº 1260, 12 mayo 1845. Se anuncia una edición madrileña de 6 vols. en Librería Mexicana, esquina de los portales de Mercaderes y Agustinos

1847, Diario del Gobierno de la República Mexicana, tomo IV, nº 25, 6 abril: 4. Anuncia que se reabren suscripciones a un real por entrega para Las veladas de la quinta, además de para otros libros: Los Misterios de Londres; Conde de Monte Cristo y Táctica de Infantería.

1849, El Universal, tomo II, nº 222, 25 junio: 4. Se anuncia la suscripción al tomo 2 de Las veladas... en “Almacén de libros elementales” ubicado en la esquina de Tacuba y Empedradillo: “convencido el editor de que ninguna buena madre de familia, por pobre que sea, debe carecer de esta obra”.

———. este mismo anuncio se publicó en El Monitor Republicano, año 5, nº 1505, 26 junio: 4

———. El Siglo Diez y Nueve, tomo II, nº 265, 22 septiembre: 336. Se anuncia la suscripción a Las veladas... en Librería de la calle de Tacuba núm. 2, junto a Amigo de los niños y Fábulas de Esopo. Este mismo anuncio se publica de nuevo en el mismo diario los días 27 y 29/09 1º, 5 y 6/10 y 9/11.

———. El Monitor Republicano, año 5, nº 1684, 22 diciembre: 4, se anuncia la venta de la obra en la Librería del número 2 de la calle de Tacuba.

1850, El Siglo Diez y Nueve, tomo IV, nº 448, 24 marzo: 332, se anuncia la edición de Las veladas... en 2 tomos en 4º a la venta en la calle de Tacuba nº 2.

Hay tres ediciones mexicanas de la obra de la condesa de Genlis de las que he encontrado registro: la de 1831 que se publica por Cornelio C. Sébring, la de 1846 de la imprenta de Juan R. Navarro y la de 1951.10 Ahora bien, los llamados a suscripción en 1847 y 1849 conviven con los anuncios de venta de ediciones previas –¿ediciones sin localizar?– lo que deja ver que la obra circulaba en ediciones madrileñas y mexicanas.

La sensibilidad de la mano del materialismo, el cientificismo y principios de moral cristiana que se despliegan como formas legítimas de conocimiento y mejora social en Las veladas de la quinta, se avienen con el programa político de las naciones americanas emergentes. Como indica Staples, se trataba de crear ciudadanía por medio de la educación y, en el caso de México, el debate estribaba sobre que esta no debía soslayar la educación religiosa;11 la educación de las niñas era esencial para el proyecto nacional:

Las ventajas de educar a la mujer eran evidentes decían los vecinos a la autoridad; “mejor que nosotros sabe VE el poderoso influjo que ejerce el bello sexo en la sociedad, cuánto contribuye al bien o al mal y cuánto se recomienda a una señorita de un corazón formado en la virtud, sostenido por una piedad sólida, y alimentado de una moral pura, sin extremos de rigidez ni asomo de relajación.” (…)

El estado de la educación de niñas preocupaba hondamente a algunas autoridades que sentían la responsabilidad de preparar a las niñas para ser educadoras, dentro del hogar o de la escuela de las siguientes generaciones. (Staples, 2012: 184)

De ahí que probablemente Las veladas de la quinta haya permanecido en principio como texto para la educción informal de las mujeres, como modelo de maternidad y de crianza.

La innovación estilística en el folletín francés

Para 1849, tanto El Monitor Republicano12 como El Siglo Diez y Nueve13 –ambos periódicos liberales– incluyeron el folletín como parte de su estrategia de venta y de modernización, se tradujeron expresamente obras francesas de los ya grandes y famosos maestros, y obras británicas: Alexandre Dumas, Eugène Sue, Paul Féval, Michel Masson, Jonathan Swift, entre otros (Badillo Rodríguez, 2016). Esto significó una aceleración en la circulación de modelos literarios contemporáneos, pues si bien desde las páginas del Diario de México a principios del siglo XIX, se habían introducido extractos de obras contemporáneas españolas o europeas, y esa costumbre continuó,14 la presencia sostenida de estas dos publicaciones cotidianas los convirtió en centro gravitacional por su importancia editorial –la factura de la impresión, el formato, la calidad de los redactores, su presencia en el territorio nacional–, como empresas comerciales y por su frecuencia.

Ahora bien, a partir del análisis del lugar que ocupa el folletín en las páginas de ambos periódicos, Marie-Ève Thérenty se atreve a afirmar que en el caso de El Siglo Diez y Nueve, aparece una jerarquización en la cual la literatura de escritores mexicanos se presenta dentro de las páginas en una sección específica, mientras que los autores franceses se leen en los fondos, en la sección desprendible. Esta organización al interior de las páginas del periódico configura dos contextos: uno en el que se presenta la actualidad nacional, esto incluye la producción literaria como parte del país y su situación; y otro que representa lo ajeno contemporáneo, el folletín.

Para 1830 la diversificación de las prácticas de la lectura y de la sociabilidad en torno a ellas se había consolidado en México y sus editores daban cuenta de ello: ya se realizaba desde hacía décadas la lectura desacralizada (Chartier, 2003), es decir, se leían obras de moral como las de Genlis, sin que fueran religiosas; se llevaba a cabo una lectura por entretenimiento y a la par existían lecturas educativas. Figuras como las de Vicente García Torres, editor del Diario de los niños (1839-1840, tres tomos) y del Semanario de las Señoritas Mejicanas (1841-1842), y Juan R. Navarro dan cuenta de esta articulación entre el mercado editorial y las prácticas.

Entre los atractivos de las novelas de folletín se cuentan la acción y el suspenso, además de que en general despliegan en la trama una serie de intrigas ya sea amorosas, pasionales y no pocas veces políticas que incluyen el matiz rojo del crimen; se representa el alma humana sujeta a la influencia de distintas fuerzas sociales y en ocasiones fantásticas y sobrenaturales, es decir, el sujeto enfrenta las vicisitudes de su destino, aquejado por sus pasiones que suelen doblegarlo. Por su parte Las veladas de la quinta se regodea en la incesante exploración y análisis tanto de las sensaciones como de los sucesos; se trata no de ser arrasado por las emociones, sino de gobernarlas, el ritmo es pues muy otro. Es incomparable la presencia y fama15 de las obras de folletín francés que se publican en las páginas de El Siglo Diez y Nueve y El Monitor Republicano frente a las escasas ediciones de la obra de madame de Genlis.

Pongamos por caso Memorias de un médico (publicada entre 1846 y 1848), y que aparece como folletín en 1849 en El Siglo Diez y Nueve, primera de una serie de novelas históricas que abarcan del reinado de Luis XV a la Revolución Francesa. En esta novela se imbrican la intriga política y los amores imposibles; el personaje principal, José Bálsamo está inspirado en el misterioso conde Cagliostro (Alessandro di Cagliostro); algo semejante sucede con las intrigas en El Judío errante, igualmente inspirado en un misterio de la historia cristiana. En Memorias de un médico el asunto central es derrocar a la monarquía francesa mediante la manipulación y dando cabida a medios sobrenaturales como la hipnosis, la clarividencia y el magnetismo. La historia de amor entre dos jóvenes: Gilberto (amante no correspondido) y Andrea de Taverney.

El folletín popular francés dentro de las páginas de ambos diarios liberales representa el corolario del triunfo de la estética literaria romántica en el México de mediados del siglo XIX; es pues la coda del acelerado desarrollo del romanticismo literario.

Los personajes de Genlis progresan en la medida en que “se adueñan de sí mismos” –como sucede con Delfina en la cita siguiente–, mientras que los personajes del folletín francés viven la contradicción de que su identidad se encuentra indefectiblemente entrelazada con la de otros, y de que no es una sino que se va configurando a partir de azarosas interacciones, y por lo tanto “adueñarse de sí” es un mero espejismo.

Llena de gozo Delfina llevó al instante este regalo [una pensión de 50 escudos] a la abuela [mujer labradora], que con este aumento de fortuna se vio del todo feliz. Su agradecimiento y el de Águeda [la nieta de la abuela labradora], las alabanzas de Madama Steinhausse, y las tiernas caricias de Enriqueta, hicieron gozar a Delfina una satisfacción de que hasta este punto solo había tenido una idea imperfecta; porque para conocer el valor de un placer tan puro, es menester haberle experimentado. (Genlis, 1831: 25)

La singularidad de la representación femenina en Las veladas de la quinta

¿Para qué seguir publicando a lo largo del siglo XIX (y hasta el XX) una obra cuyo estilo dista mucho de la estética romántica y realista? ¿De qué manera subsiste y logra convivir con la innovación algo tan “anticuado”? Ya hemos señalado que Las veladas de la quinta pasaría a formar parte del repertorio de literatura infantil y como lectura adecuada para mujeres, tenemos el indicio de que el título fue recomendado en el Diario de los niños y, sobre todo el hecho de que la obra se reeditó acompañada de los dos paratextos de la primera edición de 1788, a saber, el prólogo de su traductor al español, Fernando de Gilleman, y el de la propia autora.

El traductor vincula la obra con el público femenino y con el propósito moralizante y educativo de la literatura; este paratexto formó parte de las ediciones que se han revisado, de ahí extraemos la siguiente cita: “La naturaleza de esta obra, compuesta principalmente a favor de las madres de familia y señoritas próximas a tomar estado, me mueve a dedicarla a unas y otras.” (Genlis, 1831: 5). En tanto, no todo de la novísima literatura romántica era considerado apto para señoritas: “la lectura de las aventuras amorosas les forma ilusión de placeres cifrados en relaciones clandestinas y peligrosas” (M. G., 1840 IV: 337), así se aseveraba en el artículo “Importancia de la educación de las niñas”, publicado en El Mosaico Mexicano. Por su parte, El Universal, periódico conservador y adversario de El Siglo Diez y Nueve y de El Monitor Republicano, en 1849 opinaba así respecto de la edición de las novelas de folletinistas franceses que han sido mencionadas:

Nosotros hemos querido incluir en esta denominación [novelas inmorales] las extravagantes y a menudo inmundas producciones que de algunos años a esta parte arroja al mundo la prensa periódica, especialmente en Francia, y a veces en Inglaterra y en otros países. De estas producciones, las que más en boga se han puesto, han sido, entre otras muchas, las debidas a las plumas tristemente célebres de Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Federico Soulié, y Eugenio Sue. (Badillo, 2016: 63)

Para 1850, la tradición literaria nacional y la extranjera publicada en El Siglo Diez y Nueve y El Monitor Republicano ha establecido que el mundo es peligroso para las mujeres, y que estas, vulnerables por naturaleza, deben someterse a la “amorosa” guía de un sabio tutor a fin de no perder la virtud y condenarse al repudio social. De acuerdo con el estudio pormenorizado de Montserrat Galí Boadella en Historias del Bello Sexo, así como los trabajos de Anne Staples sobre la educación femenina, las apreciaciones de Valentina Torres Sapién, Lucrecia Infante, Oresta López y Miriam Badillo, pero sobre todo de acuerdo con la evidencia que proporciona la literatura producida durante la primera mitad del siglo XIX en México,16 puede establecerse que: a) la educación informal femenina se desarrolló en las publicaciones periódicas (Staples, 2012); b) que estas publicaciones eran escritas y dirigidas por varones, quienes moldearon dicha educación con aspiraciones de controlarla; y c) que tanto la literatura romántica de folletín, como la dirigida ex profeso a la educación de las mujeres era, a pesar de todo, de corte eminentemente secular; como afirma Martyn Lyons (2001: 546).

En este sentido, Las veladas de la quinta descuella por ser obra escrita por una erudita mujer, y por la representación que del mundo doméstico femenino hace, a saber, las mujeres leen, piensan, reflexionan, escriben, conversan entre ellas, son sujetos con agencia y la ejercen. Hay un modelo de sociabilidad femenina en torno al libro, la escritura y la lectura en esta obra, posible en el dominio doméstico, privado y propio de las mujeres. Por otro lado, el sujeto femenino no solo es virtuoso sino que, contrario a lo que se quiere promover en la literatura nacional es autónomo, sabio, práctico y creador. Para justipreciar la importancia de que esta obra siguiera siendo leída y reeditada, baste anotar que será hasta 1870 que en México aparecerán las publicaciones concebidas, escritas y dirigidas por mujeres: Simpreviva (Mérida, 1870); Las Hijas de Anáhuac (1873-1874); El Recreo del Hogar (1879); y el Álbum de la Mujer (1883-1890), se cuentan entre las más importantes (Infante, 2005; Ramos, 2005). Será pues en mujeres de la elite como Concepción García y Ontiveros, Cristina Farfán de García Montero o Concepción Gimeno de Flaquer en quienes se encarna parcialmente lo que el personaje de madame de Clemira de Las veladas de la quinta representó: mujeres que escriben y hacen cultura femenina. En un lugar más cercano a Stéphanie Félicité du Crest se encuentra Laura Méndez de Cuenca (1853-1928), educadora, periodista, novelista y cronista, pero que en justicia pertenece al siglo XX.

Frente a la diversidad de la innovación que podría ser peligrosa –ya por el satanismo de Lord Byron, ya por las continuas escenas de seducción como en Memorias de un médico de Dumas, ahí Gilberto embaraza a una indefensa Andrea de Taverney–; se hallan obras que, sin lugar a la interpretación, proponen la castidad, la templanza y la virtud femeninas; y que como repertorio de educación informal son leídos de manera intensiva, como sucedía con los catecismos y los manuales de urbanidad.17 Una vez que el proyecto social de las naciones independientes en el siglo XIX otorga un lugar preponderante a las madres de familia, la idoneidad y permanencia de Las veladas de la quinta queda establecida, ya que no solo es un texto moralizante y piadoso, sino que tanto la biografía de madame de Genlis, como el personaje principal de su obra, madama de Clemira, representan el ideal de madre y esposa que se requiere para encauzar la sociabilidad familiar al interior de las naciones (Galí, 2002: 151-201).

Antes de dar a la prensa esta obra, he querido saber positivamente si mis lectores podrían comprenderla fácilmente: para esto he juntado en mi casa una tertulia de doce o quince jóvenes de ambos sexos, desde la edad de once años a la de diez y seis, y les he leído mi libro. No he consultado a las más juiciosas en punto a la inteligencia de él; y no sólo los niños de once años me han entendido, sino que también he visto con suma complacencia que algunos que no tenían más de nueve, me escuchaban con una atención que me ha hecho conocer que mi lectura producía en ellos la impresión que yo me había propuesto. (Genlis, 1831: 6)

Es este el inicio del prólogo de madame de Genlis a su obra, de manera que la “novela” contiene en sí misma la representación de la lectura de finales del siglo XVIII en Francia, misma que funciona como clave o didáctica de lectura de su libro: la figura materna lee a los niños en voz alta (Chartier, 2005); y la obra misma aspira a ser oralizada por madres que lean Las veladas… a sus hijos. La lectura guiada en el texto coincide con el mensaje central de la educación femenina en cuanto a la lectura: esta debe ser conducida, controlada, como parte de la civilidad y el urbanismo (Chartier, 1994; Torres, 2001).

A manera de preliminar conclusión, Las veladas de la quinta logró permanecer a lo largo del siglo XIX mexicano, no solo porque circulaban las ediciones españolas y francesas, sino porque hubo ediciones mexicanas que se apropiaron de la obra, que se editó también por entregas a base de suscriptores. En estas páginas consideramos que la apropiación de este texto en particular fue posible gracias a su asimilación en un repertorio para un sector que cobró fuerza en el proyecto social del México independiente, a saber, las mujeres como educandas y educadoras.

Madame de Genlis reclamó para el mundo femenino una parcela de la cultura letrada; y en el caso mexicano, la representación de la mujer culta con gobierno de sí y de otros no prosperó fuera de las páginas de Las veladas…, por lo menos durante la primera mitad del siglo XIX. Por el lado de la innovación estilística el folletín francés escrito por varones es indicio de la indiscutible hegemonía de la estética romántica tremendista en las páginas de El Siglo Diez y Nueve y El Monitor Republicano, representantes a su vez de la elite liberal del medio siglo; su dominancia considera a la mujer vulnerable al mundo y necesitada de la tutela masculina. Quedan en las márgenes literarias, aunque sin desaparecer del todo, las propuestas de la literatura sensible, cientificista y secularizante del siglo XVIII que representa la escritura de la condesa de Genlis.

Las veladas de la quinta se cuenta en 1953 dentro del repertorio “provinciano” que desprecia un intelectual como Alfonso Reyes: “Así, así me la pagarán todos esos del Angelus, esos del Toque de Queda, esos de las muchachas de la retreta, esos de las virtudes aldeanas, esos del incienso de la parroquia, esos de las tardes de la granja, las veladas de la quinta, y hasta Don Catrín el Calavera: poetas pepitos, poetas rotos para decirlo a la mexicana.” (Pacheco, 2018: 26). Y sin embargo, la publicación de esta obra de Genlis en 1951 por parte de Editora Nacional en México parece llevarle la contraria.

Bibliografía

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1 Así se consigna en la portada de la primera edición de dicha traducción al castellano de 1788 (Madrid, Imprenta de Manuel González).

2 Tanto Las veladas de la quinta como Les Meres rivales ou la Calomnie, ambas obras de Genlis, llegaron legalmente a solicitud de los libreros mexicanos, de acuerdo con el catálogo de títulos consignados por Cristina Gómez Álvarez en Navegar con libros. El comercio de libros entre España y Nueva España: una visión cultural de la independencia (1750-1820).

3 Algunas de las casas editoriales del siglo XX que acogieron la reimpresión de esta obra son: en España, Hijos de Santiago Rodríguez Burgos, en Barcelona, esta edición y las siguientes están ilustradas; y Saturnino Calleja que realizó varias impresiones. Entre las editoriales americanas se cuentan: Maucci Hermanos en Buenos Aires, y Editora Nacional en México.

4 Esta obra de Genlis forma parte de un tipo de textos narrativos moralizantes, que echan mano del mismo tópico literario de la lectura en voz alta dirigida a niños, ubicada en algún lugar retirado en el campo, tal es el caso de François Guillaume Ducray-Duminil (1761-1819), Tardes de la granja; Los huérfanos de la aldea; Alexo o la casita. Al menos Tardes de la granja gozó de reimpresiones a lo largo del siglo XIX y, como se constata al final de estas páginas, fue conocida junto con Las veladas… por autores como Alfonso Reyes.

5 Así lo afirma el traductor: “Dedico estas novelas con el mayor afecto y veneración a la respetable Sociedad de Señoras unidas a la Sociedad Matritense, como representantes de todo el cuerpo de señoras del reino.” Y en seguida precisa: “¡Feliz mil veces yo, si en el número de mis jóvenes lectores encontrase también algunos que interrumpiesen con dulces lágrimas la lectura, y se abrasasen en vivos deseos de imitar los modelos que voy a presentarles de todas las virtudes, única felicidad del hombre en la tierra!” (Genlis, 1831: 5).

6 Así lo asienta Smith en su Teoría de los sentimientos morales: “By the imagination we place ourselves in his situation, we conceive ourselves enduring the same torments, we enter as it were into his body, and become in some measure the same person with him, and thence form some idea of his sensations, and even feel something which, though weaker in degree, is not altogether unlike them. His agonies, when they are thus brought home to ourselves, when we have thus adopted and made them our own, begin at last to affect us, and we then tremble and shudder at the thought of what he feels”. (Por medio de la imaginación nos ponemos en la situación del otro, nos pensamos soportando los mismos tormentos, como si estuviéramos en su propio cuerpo, y nos convertimos hasta cierto punto en su persona, y de esa manera nos formamos una idea de sus sensaciones, e incluso sentimos algo, que aunque en menor grado, no son del todo tan diferentes a ellas. Sus agonías, cuando son así traídas con nosotros a casa, cuando las hemos adoptado y hecho nuestras, comienzan finalmente a afectarnos, y entonces temblamos y nos estremecemos con solo pensar en lo que el otro siente) (citado Csengei, 2012: 52).

7 “It [the act of telling or imagining a story] allows for limit-cases of sympathy to emerge (including our sympathy with those whose story cannot be heard, such as the dead) which cases reveal the difficulties of recognising difference and understanding otherness. The operation of sympathy in terms of the aesthetic and the fictional makes helping behaviour possible in the first instance, and it also enables us to enjoy literature and art.” (En el acto de narrar o de imaginar una historia se permite que emerjan casos límite de simpatía (esto incluye nuestra simpatía con las historias que no pueden escucharse, como sucede con los muertos) cuyos casos revelan las dificultades para reconocer la diferencia y comprender la otredad. La operación de la simpatía en términos estéticos y de la ficción hacen que ayudar sea posible en principio, y nos permite también disfrutar de la literatura y del arte.) (Csengei, 2012: 54).

8 Además de Las veladas…, he localizado otros avisos sobre la venta de obras de Genlis: El sitio de la Rochela, 2 ts. en 12º en 4 pesos (El Sol, 22/04/1828); Los votos temerarios, 3 ts. en pasta 4 pesos (El Siglo Diez y Nueve, 6/10 y 3/11/1842).

9 Consignaré solo algunas menciones hasta 1850 sobre el anuncio de la venta y circulación de Las veladas de la quinta, pues el interés en estas páginas es mostrar de qué manera confluyen en la sociedad lectora a la que convocan diarios liberales tan importantes como lo fueron El Siglo Diez y Nueve y El Monitor Republicano el gusto estético que permanecerá y la introducción de la innovación romántica de los autores franceses como Eugène Sue, Honoré de Balzac y Dumas. Baste la enumeración de las ediciones de que gozó Las veladas…, como evidencia sobre la permanencia de dicho gusto literario hasta mediados del siglo XX.

10 De acuerdo con los catálogos electrónicos Worldcat y el Karlsruhe Virtueller Katalog.

11 En 1842, se insistía en la ciudad de México en que los profesores fueran de buena moral y católicos (si eran extranjeros); y la importancia de la instrucción religiosa se confirmó en 1853 cuando se volvió obligatorio dedicar media hora por la tarde y por la mañana a la recitación de la doctrina cristiana (Staples, 2012: 176-177).

12 Llamado primero El Monitor Constitucional que apareció el 21 de diciembre de 1844, y cambió a El Monitor Republicano el 14 de febrero de 1846 (Nava Martínez, 2003).

13 El primer número apareció el 8 de octubre de 1841, impreso por Ignacio Cumplido.

14 Caso del Calendario de las Señoritas Mexicanas, editado por Mariano Galván; el Semanario de las Señoritas Mejicanas, de Vicente García Torres en 1841-1842; el Presente Amistoso dedicado a las Señoritas Mexicanas, editado por Ignacio Cumplido en 1847 (e interrumpido por la invasión de los Estados Unidos); la Semana de las Señoritas Mejicanas de Juan R. Navarro de 1850 a 1852, quien en 1853 también publicó La Camelia. Semanario de literatura, variedades, modas, etc., dedicado a las señoritas mejicanas. Estas publicaciones reproducían obras literarias, entre ellas novelas cortas de Byron, Paul de Kock, o el barón de Montemart (Infante, 2005: 186-187).

15 Solo en España en 1844 mientras se publicaba Le Juif errant en Le Constitutionnel, se contaron dieciséis traducciones publicadas. (Aymes, en línea)

16 Al respecto refiero al lector a la notable antología La novela corta en el primer romanticismo mexicano, de Celia Miranda Cárabes, que recopila y edita este género que aparece sobre todo en publicaciones periódicas de las décadas de los años treinta y cuarenta del siglo XIX. De dicha antología resaltan las novelas El criollo (1838) de José Ramón Pacheco; Manuelita (1843) de Guillermo Prieto; Manolito el Pisaverde (1838) de Ignacio Rodríguez Galván. En la comedia A ninguna de las tres (estrenada probablemente en la década de 1830, según Francisco Monterde) del dramaturgo mexicano, Fernando Calderón: don Timoteo, padre de tres jovencitas, permite que sus hijas lean sin guía; eso impide que el “buen partido”, con el que podrían contraer nupcias y asegurar una alianza económica, se interese en ellas. Las novelas mexicanas escritas bajo el modelo romántico verán desfilar incesantemente a lo largo de todo el siglo personajes femeninos desvalidos, tutelados o caídos por falta de tutela para escarmiento de las lectoras. Así se aprecia aún en novelas de finales de siglo como La Calandria (1891) o Los parientes ricos (1901-1902) de Rafael Delgado, La parcela (1898) de José López Portillo y Rojas, por supuesto Santa (1903) de Federico Gamboa, o El Zarco de Ignacio Manuel Altamirano.

17 Mientras las lectura extensiva propone que hay más impresos y más temas para un mismo lector, la lectura intensiva propone que un material es leído una y otra vez. Si bien el modelo de la lectura intensiva es la Biblia para el siglo XVIII (Wittmann), también lo es para casos más cercanos como el de El Conde de Montecristo, obra que a fuerza de ser leída en voz alta para acompañar el trabajo de los torcedores de habanos de la fábrica H. Upmann de La Habana, llevó a nombrar así en 1935 a uno de los puros que hasta la fecha se llaman Montecristo. Veáse el sitio oficial habanos.com, marca Montecristo.